Por León Félix Batista
Crédito de la foto el autor
Yo no pido postales sino cassettes de Lou Reed
(5 cartas de Enrique Verástegui* a León Félix Batista)
(Parte I)
Ha desaparecido de mi mente cómo, y en qué momento, empecé a cartearme con Verástegui. Aunque sí creo recordar por qué: el eclipse que hizo José Kozer al empezar a irse de New York. Según iba el Maestro cubano preparando su partida, iba yo heredando, domingo tras domingo de viaje en tren a su casa de Forest Hill, libros de su biblioteca. Así cayó en mis manos Ángelus novus, bajo cuya dedicatoria a Kozer Verástegui anotó su dirección de O’Higgins. Debo haber acometido el atrevimiento de escribirle a Perú, sin su permiso, impulsado por mi próxima orfandad de mentor literario.
Cruzamos mucha correspondencia, una parte perdida como cartas muertas en oficinas postales, otra desaparecida en mis mudanzas permanentes: un mailer daemon que llamaba varias veces, más de dos: en un total de cinco. Son las cartas que me quedan. Y sigo extrayéndoles muchísima enseñanza. Una, acaso la principal: perseverancia en la escritura. Enrique me dice que escribe 12 horas cada día. Otra: como escritor precoz, Verástegui alcanzó todas las cimas cuando muchos apenas estamos escalando.
Estas misivas traslucen una ternura inaudita por un novísimo poeta desconocido por él, y exiliado en Nueva York, y a quien sólo vería cara a cara 2 décadas después y en otras tierras: Santo Domingo, 2015. En la primera carta (25 de junio de 1993) y en la última (29 de diciembre de 1997) comenta mis primeros dos libros, enviados por mí a Cañete, con una lucidez alucinante. Recuerdo que yo leía, releía, rumiaba sus palabras sobre mi obra una vez y otra, apabullado por la valoración de un gran poeta a mis borrones.
Es una pena no tener la contraparte de mis cartas a Verástegui (aunque puede que padezcan del candor tambaleante de aprendiz), porque contribuirían a completar el cuadro dialógico. ¿Por qué no me llegaba, por ejemplo, Taki Onqoy? ¿Se lo habré requerido al director de Lluvia Editores? ¿O acaso lo intenté por la vía de Serna Ponce, vecino mío en New Jersey? Mi ejemplar de Taki Onqoy tiene dedicatoria de Enrique el 17 de agosto de 2007, cuando ya estaba de vuelta del exilio. Su Apología pro totalidad me llegó a Nueva York en 2002. Compré Monte de goce en el Bronx en 1999. Y así. Ignoro si Verástegui pudo viajar a Nueva York alguna vez. Al menos no mientras yo estuve allá. Lo que no puedo olvidar son mis angustias buceando por todo el Estado, sin éxito, buscando El caballero de la rosa (Der Rosenkavalier) de Strauss en un solo cassette: porque parecía imposible embutir en cinta magnética las 4 horas de esa maravillosa ópera escrita por Hugo Von Hofmannsthal. Sólo en varios vinilos, que dudosamente llegaran a salvo a manos de Verástegui en Cañete. Así que nunca se lo envié, sustituyéndolo continuamente por la abundancia de Lou Reed. Me conforma darme cuenta del júbilo de Verástegui al recibir estos obsequios sonoros, y me gusta imaginar que escribió mucha poesía bajo esta atmósfera en su cassettera.
Se alcanza a ver en esas pocas cartas nombres de amigos comunes: José Kozer, Gabriel Jaime Caro, José Serna Ponce, asimismo referencias a las revistas Realidad Aparte y Diario de Poesía, a sus editores de Lluvia. El intercambio epistolar se detuvo en 1997 para pasar al menos farragoso y nuevo modelo comunicativo: los correos electrónicos, de los cuales conservo cientos, pero carecen, obviamente, del aura mágica de cartas maquinuscritas, con equis de tachaduras, con firma a lapicero, con puro calor humano.
Y se puede trazar con ellas un recorrido creativo —al menos por esa franja de casi un lustro—, de su obra magna concebida al principio como Ética, y finalmente como Splendor: un contundente documento “cuya escritura consumió la vida”, como él mismo dice en el postfacio, del enorme escritor que ha sido Enrique Verástegui.
Santo Domingo, julio 2019.
2 Cartas
San Vicente de Cañete, 25 junio 1993
Querido León Félix:
…………………………………….Me llegó tu bello libro El oscuro semejante y tu cariñosa postal y, de inmediato, esta neblinosa mañana de invierno en la costa peruana, te escribo. He colocado un cassettes con Laurie Anderson y, mientras la escucho, releo tu libro que, de inmediato, capta mi atención y me obliga a sumergirme en él. Tienes sólo 23 años, como dice en la contratapa, y has escrito un libro brillante que habla por Santo Domingo, tu Santo Domingo, del que te has exiliado pero vuelves a través de tu lenguaje, o con más precisión, a través de tu lengua, aunque el inglés te resulte tan fascinante también que te escribes un poema en ese bello idioma, lo que sólo significa tu adhesión al castellano. Hace años conocí, y sólo de vista, al Agregado Cultural de Santo Domingo en la presentación de un libro que yo hacía, y aunque no sé nada de él —lo invité a mi casa pero, obviamente, mi casa está a dos horas de Lima— me recordó a Santo Domingo porque tenía un libro de Bosch, publicado hace una treintena de años en Lima, sobre Santo Domingo y la historia de ese bello país del Caribe. No tenía, pues, una idea exacta de la literatura de Santo Domingo sino hasta ahora cuando me llega este libro de poesía tuyo. Te agradezco el habérmelo enviado, y así nuestros lazos latinoamericanos empiezan a estrecharse, sobre todo con la zona caribeña que, prácticamente, me era desconocida —me refiero a su literatura que es, finalmente, lo único que me interesa y que, de paso, frente a la política por ejemplo, siempre tan absurda, es lo más interesante que hay. Santo Domingo: sus poetas, y su literatura, ¿no es eso hermoso? Nada, ciertamente, más hermoso que lo literario y nada más necesario tampoco —como el rock’ n’ roll, por supuesto, me refiero al excelente rock’ n’ roll que, de vez en cuando, muy de vez en cuando, y cuando algún amigo lo envía desde New York, se puede escuchar por estos lares. Así me llegó Laurie Anderson a quien, felizmente, y también sólo de vez en cuando, se puede escuchar en los programas de música clásica de la radio Sol Armonía de Lima. Ese New York me parece fascinante: Pink Floyd, Nico, Lou Reed, Laurie Anderson, Roxy Music, son los representantes de ese New York que, alguna vez, me gustaría conocer pero al que, desde ahora, atisbo a través de estos cassettes que generosos amigos me han enviado. Como ellos, son ustedes quienes hacen la alta cultura de New York, y entre ellos está tu libro, aquel oscuro semejante que, desde un lenguaje deslumbrante, se plantea el renacimiento de su propio ser. Esa relación dialéctica es fundamental en tu poesía e implica el paso hacia otra cosa, la que debe de haberse ya producido porque, como me dices en tu carta, tu libro forma parte de tu pasado, sólo que, como todo pasado, éste no puede abandonarse: se proyecta siempre en el futuro, y ese futuro es tu lenguaje. Me place que te haya gustado Ángelus novus y que hayas logrado una identidad con él: eso forma parte del proyecto significativo del libro, y has captado a la perfección su mensaje dado a través del lenguaje. En estos días, para ser más preciso, dentro de un mes, debe aparecer otro libro mío que cierra el ciclo de Ángelus novus: este nuevo libro es Taki onqoy, y forma parte del proyecto de la utopía peruana, aquella en la que todos los peruanos que nos dedicamos a la literatura y el arte estamos inmersos. Sin embargo, este nuevo libro —que te haré llegar apenas salga— se expresa también a través de su lenguaje, y eso, como toda mi obra, es lo fundamental en mí. Aparte de ello, ahora busco editor para un libro de ensayo que acabo de concluir: El sistema del alma peruana, que quisiera editar en Lima, o en el exterior, pero que quiero editar de todas maneras porque, y esto es real, constituye la fundación de lo que somos los peruanos, y también los latinoamericanos. Si conoces una editorial interesada en publicarlo, por favor házmelo saber, e interesa a su vez, a esa editorial para que lo edite. Sus características materiales son: 290 páginas mecanografiadas a un solo espacio. Un libro de ensayo muy importante que interesará, en principio, al lector peruano pero que, simultáneamente, va a interesar al lector latinoamericano. Para este libro busco un editor, y me gustaría encontrarlo, en New York, o en Santo Domingo. En cierto modo, es la continuación de mi libro de ensayo El motor del deseo que, si mal no recuerdo, José Kozer tiene una copia del él. Si le pudieras sacar una copia Xerox, e igualmente editarlo en New York, o en Santo Domingo, te lo agradecería bastante pues una reflexión sobre la poesía como no se había hecho antes en América Latina —sólo que no lo he distribuido internacionalmente, y mi libro está ya agotado en librerías limeñas. Por ello es que te digo que le pidas una copia a José Kozer, que debe tenerlo, ya que no tengo ejemplares conmigo, excepto que, también, es un libro que debe difundirse a nivel latinoamericano. Léelo porque sé que te gustará. ¿Cómo está José Kozer? Por favor, envíale mis saludos y dile que le voy a escribir. No le he escrito antes porque me había dicho que se iba a pasar una temporada en España, y así no sé si permanece en New York, o está en España. En cualquier caso, sé que le va bien, y eso me hace feliz. También envíale mis saludos a José Serna Ponce, a quien personalmente no conozco, pero conozco a sus amigos en Lima, quienes siempre me hablan de él, y además, muy bien de él. Lima y, en realidad, todo Perú está, como habrás leído por los periódicos, inhabitable ahora por esa cuestión de la guerra civil que vivimos los peruanos, y por ello, todo el mundo aquí tiene ganas de salir al exterior. También yo tengo esas ganas, y espero que pronto, no sé cómo, pueda yo también salir al exilio donde espero encontrar tranquilidad y paz para escribir. A pesar de todos los problemas que genera la guerra civil, las actividades literarias continúan en Lima, y algo hacemos por nuestra cultura. Termino esta carta e, inmediatamente, salgo para Lima para encontrarme con una amiga, pero antes continúo escribiéndote. Te hago un pedido —otro más— que ojalá, puedas, satisfacérmelo: ¿podrías enviarme cassettes de Lou Reed, o Nico, o Pink Floy, o Music Roxy? Ese rock ´n ´roll me interesa sobremanera, y en verdad, constituye la base sobre la que me pongo a escribir mis textos. No me gusta el rock comercial y, además, lo detesto. Pero ese rock como el que hace la gente que te cito sencillamente me fascina y resulta reconfortante para mí. Solo que ese rock nos e vende en Lima, y sólo podemos escucharlo, muy de tarde en tarde, cuando amigos comunes tienen la gentileza de enviárnoslo desde New York. Una ciudad donde quisiera vivir porque es cosmopolita y porque aquí siempre se hacen cosas interesantes. ¿Cuándo llegaré a New York? No lo sé, excepto que mis amigos allí me inviten a dar un recital, y entonces yo pueda llegar a esa bella ciudad. Hasta que ese momento llegue, mis felicitaciones por tu El oscuro semejante, que es un primer gran libro, y el deseo de leerme otros libros tuyos tan buenos como éste que me has enviado. Si decides venirte a Perú con José Serna Ponce estaré yo aquí para recibirte y charlar de poesía. Escríbeme. Un gran abrazo
Enrique Verástegui
[firmado]
San Vicente de Cañete, 21 mayo 1994
Querido León Félix:
…………………………………….Te escribí una carta hace ya dos o tres meses para agradecer la gentileza que tuviste para conmigo al enviarme dos cassettes de Lou Reed, ese maestro del rock’ n’ roll de terciopelo, y ahora, perfectamente desesperado, lo hago para saber si mi carta te llegó porque, tampoco, mis cartas han estado llegando a España ni los libros que me envían de Brasil me han llegado. El correo está malísimo estos días, pero, a pesar de ello, no me doy por vencido y te escribo nuevamente, esperando que esta llegue. Lindo tu regalo de Lou Reed, un cantante de rock a quien escuché por primera vez en España, en Islas Baleares, durante fines de la década de los setenta. Tiene un don muy bello en esa voz suya tan acariciadora, y tan personal, que te hace realmente vibrar. Un cantante, pues, que, gracias a ti, escucho ahora de continuo y con quien puedo trasportarme a lugares realmente bellos y fascinantes que, sin embargo, me llenan de una enormísima nostalgia por mi exilio europeo donde, alguna vez, quisiera volver porque, como te he dicho en anteriores cartas, estoy bastante harto de Lima donde no hay actividades culturales y donde, sobre todo, no llegan ni buenos libros ni libros recientes, tampoco revistas culturales, que nos permitan estar al día con lo que se hace en otros lugares del mundo. Te pedí, por favor, que hablaras con tu amigo Serna para que te dé un ejemplar de mi libro Taki onqoy (no tengo un solo ejemplar conmigo ahora) porque sé que el libro se está vendiendo en New York, aunque ignoro en qué librería. Aquí ya está agotado y eso me deja satisfecho pues significa que el lector se interesa por mis cosas. Acabo de concluir el IV tomo de la Ética, y ahora busco editor para publicarlo: este nuevo tomo se llama Albus, y me ha dejado totalmente satisfecho porque significa la llegada a la madurez de mi obra, aunque, también es cierto, siempre mi obra fue madura. Albus significa más que la madurez, otra cosa, ese algo misterioso que tiene la literatura, y que va a fascinar al lector, como me ha fascinado a mí. Me han prometido publicarlo para el próximo año, pero estoy tan desesperado que quiero publicarlo ahora mismo; así que he empezado a tocar puertas editoriales para ver si alguna se interesa para editarlo. Tengo también, un libro de ensayos: Ensayo sobre el alma universal, que busca desesperadamente editor. A pesar de que mis libros se agotan rápidamente en Lima, no hay mercado, o eso es lo que dicen, cosa que es una lástima porque a mí me gusta producir abundantemente, y ver que mis cosas salen. León Félix: consígueme, por favor, el siguiente libro:
…………………………………….Marilyn Ferguson, La conspiración de Acuario, Ed. Kairós: que puedes conseguir en alguna buena librería esotérica de New York, una librería en castellano; un libro que necesito con carácter de urgencia porque tengo un trabajo que hacer y necesito bibliografía, entre otros libros, éste de La Conspiración Acuario.
…………………………………….Por favor, anímate a conseguirme este libro necesario para mi literatura y envíamelo rápidamente porque me es urgente leerlo. Espero que esta carta te llegue y que tú te encuentres bien. Y trabajando un nuevo libro. Si puedes consígueme también una invitación para leer poesía en New York. Recibe un fortísimo (y agradecido) abrazo de
Enrique Verástegui
[firmado]
*(Lima-Perú, 1950 – Lima-Perú, 2018). Poeta, narrador y ensayista. Miembro del Movimiento Hora Zero. Estudió Economía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Ganador de la Beca Guggenheim. Vivió en Europa estudiando Sociología en la École de Hautes Études en Sciences Sociales de París (Francia). Ha publicado en poesía En los extramuros del mundo (1971), Angelus Novus (tomos I y II, 1989-1990) y Monte de goce (1991), Bodegón. Poemas recuperados 1973-1976 (2017), entre otros.