Por Nuno Rau*
Traducción por Josep Domènech Ponsatí
Curador de la muestra Fabrício Marques
Crédito de la foto (Izq.) Ed. Patúa /
(Der.) el autor
Voy persiguiendo el tiempo.
11 poemas de Nuno Rau
ars poetica
di rápido lo que tengas que decir y lárgate
fragmentación
he escrito poemas
a trozos, dispersos
en correos electrónicos, contra-
portadas, servilletas, mensajes
instantáneos, en realidad
cualquier trozo de papel
que me mire con su interrogación
blanca, su porte
de esfinge delatándose encima
de un mueble, papel
secante de palabras dándose aires
de papiro, he
escrito poemas
en pedazos que no quiero
juntar, he pedido a los bolígrafos
que no pinten, a las teclas
que se atasquen cuando
envío cada fragmento
a un destino diferente, tachando
los vínculos, perdiendo
el control como quien borra
un teléfono importante, he
esperado que los amigos
se distraigan con las trivialidades
con las que disimulo el contrabando
de palabras, he leído
muchos poemas y siento
hastío ante el presente
que todavía pretende
amedrentar cuando retiro
los andamios y el impacto
no penetra más allá
de la película, imagen. Así pues, para verlo todo
mejor me he arrancado
los ojos y los he tirado en el fondo de un vaso
sin fondo –desde entonces he pasado
a interrogar al abismo
de los cielos como un burócrata asfixiado
entre papeles viejos mientras ángeles
sin pedigree entonan salmos
punk de tres acordes, distorsión
amplificado y loop
frenético delante de la pared
transparente donde garabateo
versos con una tinta
tan negra que la gran noche
de los siglos no dejará
que nadie los lea.
tutorial
no es un espejo el mundo, ni
molido, cerote
pegado a la maraña
de los días que se desenrollan con la cola
del espanto, eso
que araña tu piel, arranca la pátina
de los gestos, rebana
lo real en láminas, películas
proyectadas sobre un fondo áspero, árido,
turbio, si
describes lentamente a lo largo de una órbita
marginal palabras que no arreglan
los desastres del mundo, él no es
un espejo, ni
molido, su farofa
seca servida en la ración
diaria, no es una cosa en la que
te reconozcas, socio, por eso
escribe en un libro
el inventario de técnicas
para romper los espejos, golpear
los espejos violentamente, aunque te cortes
los puños, las muñecas, erradicar
los artefactos
de la ilusión.
wireless
el miedo a perderte, mundo
punk, dibujando con el cuchillo en el agua tus dudas,
hablas contigo mismo a través del espejo oxidado en tercera
persona, raspando con la uña el nitrato, comiendo gramo
a gramo el cuadro que te viene en la plata
cuando te muerdes las uñas entre los campos
minados, el miedo
a perderte [«habla conmigo«], nada
más puede decirse cuando
el suelo desaparece, mundo
junkie, jungle, los hipopótamos son los únicos
que atraviesan la calle sin aplastar
las flores del asfalto, los linces y gacelas
no, tú andas
suelto en el espacio y ningún cielo
se desmorona, sino que
permanece inmóvil en apariencia en el instante
en que te escurres al azar por las pistas
y eliminas archivos antiguos [«habla
conmigo «], menos lazos, odiar
los recuerdos, el miedo
a perderte, aunque es justo
hacia donde
vas.
trayecto
entrar [, violento, abrupto como cápsula
férrea, nave que encandece cuando
cae en el aire, metáfora ardiendo
en la oscuridad del cielo, diáspora
en que no se sale, aunque se hunda
la nada y reviente en el suelo cual
semilla y, así, brotar] en lo real,
caer [, precipitarse en una huida
por el abismo, intencional mal paso
en el hueco, perdiendo el pie que el rasca-
cielos alzó, artificial y extraña-
mente, al antes imposible espacio
de los pájaros, verterse hasta el fin
como quien no va a toparse] en sí.
fíjate bien, Marlowe
voy persiguiendo el tiempo como si
guardase a un serial killer por allí,
en el espejo, diciéndome ‘claro,
Enigma’ y se derraman, entretanto,
del servidor central más de mil voces
gritando ‘heil Höllenmeister’ cual fuelles
de la forja de este siglo que busco
en la pantalla-menú unkie food
por donde orbitan tánatos y un hermes
ciego mudo y loco llevando breves
ensayos cifrados poemas frag
mentos parcos del hoy que aún no traen
pistas del paradero de un sentido
que como flor brotase residuos
D.R. con Walt Whitman
Este hombre yace de espaldas a mi lado…
con el pelo negro grueso casi rapado…
a cada respiración un espasmo…
Parece tan cruel. Es un joven noble…
Muchas veces no hay nadie con él durante mucho tiempo.
Estoy aquí siempre que puedo.
Walt Whitman, en una carta
joder, Walt, todo aquel sueño nos llevó
a un callejón oscuro, las lágrimas
de las bibliotecas se secaron y la sinceridad
se vende en cápsulas, los viejos
genios de Occidente ―para muchos
solo aquellos del viejo continente (y tú
estás sentado a su lado en la santa
cena)― ya no guardan
consejos útiles en los bolsillos de sus americanas
oscuras, por aquí hay viejos que continúan
locos y están escribiendo versos increíbles,
vamos todos a morir, los que fueron
publicados por la Viking Press, por la José
Olympio o por el Fondo de Cultura
Económica y los que no lo fueron también,
en cada rincón del planeta hay gente
desorientada, la liberación del alma llevó
a la liberación de la palabra, pero nos
distrajimos y ella fue corriendo
al supermercado, a pesar de todo
me intereso por los corazones de todos
esos poetas, infinitos garabatos desnudos
y fluorescentes en las páginas de moleskines,
de tablets, smartphones, condenados
a los cielos de una Nueva York imaginaria,
codificados en contraseñas de wi-fi bajo
la palabra suckcess, el mundo insulta
la belleza siempre que ésta aparece, Walt,
y de nada sirvió escribir cartas
a los soldados, ni llevarles fruta,
cigarros, brandy, periódicos y dinero
a los enfermos de la guerra, esos
que, como nosotros, escribían fatal, o
temían preocupar a los que dejaron en casa, o
que, después de larga reflexión, todo
lo que pudieron contar de sí mismos
era tan triste, tan triste, deberías
haberles dicho, Walt, y con vehemencia,
“bajad todos del tren, muchachos, porque va
hacia el precipicio”, y no pregonar
en tu canto una esperanza minada
por los hechos y por esas cartas
de Dios, extraviadas por las calles
entre escaparates, dólares, humo y asfalto
archivo muerto
todo poema yergue una derrota
sin parangón, voz que de la memoria
de los dioses no carga ningún trazo
La historia aquí se deposita, tácito
archivo cuyo lastre se confunde
en mil detritos dispersos Que se hunde
hoy irreversiblemente el antiguo
stock de estos versos confundidos
con la vida frenética y su tema
brusco y del último revés la piedra
que fue geometría disperse pues
sus aristas en polvo como dese-
ando lanzarse a la nada, un futuro
que nos ve por las rendijas del mundo
yo es otros, 4
en la metafísica del ombligo
se van de golpe a pique el yo más hondo
y demás yoes, si bien, en el fondo
de las aguas frías del mar de Vigo
del poema tales fragmentos distintos
sean piezas del puzzle que es el mundo
donde julios, martines y raimundos
van heterónimamente sentidos,
no en la oquedad abstracta, remota
del cuerpo, sus sentidos, sus desgastes:
vive allí lo que daña y hasta devora
de la fiera el propio rabo. Tal arte
que invade –porque es ritmo– a quien leyó,
y funda el mundo excepto a mí ─o yo.
yo es otros, 6
en torno al ombligo el yo se acerca
o arroja áncoras al desamparo
de sí mismo, huir de sí es raro
incluso cuando, áspero y fiero, aprieta
la propia garganta como quien cerca
de un cariño brutal y un poco acerbo
a quien más ama o debería hacerlo,
el poeta se alza, posa de esteta
tambaleante y ciego, anacoreta
que persigue a las Musas, sin olfato,
y nada acierta excepto el poco claro
y opaco espejo con el que arquitecta
mandar el yo a la porra o al carajo
–mas sólo logra un desliz por lo bajo.
tradición turística (tríptico)
a Janus Vitalis, que, según consta,
comezó eso, y a Nelson Ascher,
que nos trajo para el latín corrupto
de lengua portuguesa
mote:
Recém-chegado que, buscando Roma em Roma,
não encontras, em Roma, Roma alguma
(Janus Vitalis, em 1552, trad. Nelson Ascher)
glosa:
1. al turista
turista que, llegando ahora a Roma,
deslumbrado y banal, vienes en busca
de una tarjeta postal, o de una
Roma que no semeja con la Roma
que vio Virgilio, te apuras y tomas
el tren hasta la Termini, y, en suma,
la Via dei Condotti y, sin ninguna
duda en la calle, alcanzas a pie: Roma
es solamente un escaparate
de Gucci, Prada, Valentino, Armani;
musar y ver a Borromini (¡tate!)
de San Carlino alle Quattro Fontane?
¿Por qué, si el Tíber fluye ignorado
e ignorante incluso de su pasado
2. al empresario yuppie
examinando una guía de Roma
comprada en la bookstore del Galeão,
y sabiendo ahora que Michelângelo
pintó techos de la Sixtina, en Roma,
lo cual no presupone cuánto otoña,
basa paráfrasis en la reunión
de trading pero fíjate que non
è, esta Roma, la auténtica Roma
y el verniz no es nada que mantenga
el rumbo en busca de renombre y éxito,
liderazgo, influencia en los procesos,
ni tu corbata Ermenegildo Zegna,
y aunque bebas del Tíber, ni por partes,
no hay pasado que puedas adueñarte.
3. a la chica que hace de puta
tu silicona hará, mi amor, en Roma,
el furor absoluto por los senos
que tanto besuqué, mis labios legos
en la lengua de Ariosto, que esta Roma
ya no venera igual que a la madonas
prestas para el deleite y el torpor,
colombianas, venezolanas, por-
teñas, brasileñas que estando en Roma
no verán mucho más que los camastros
de donde me escribiste que ‘los gringos
no saben follar’, mientras que -en el limbo
de una Roma que ya no es Roma- hay rastros
de ti en el Tíber, donde tu, ardiente,
haces la calle, provisionalmente.
—————————————————————————————————————-
(poemas en su idioma original, portugués)
No encalço deste tempo.
11 poemas de Nuno Rau
ars poetica
diga logo o que você tem a dizer e saia
fragmentação
tenho escrito poemas
aos pedaços, espalhados
por e-mails, contra-
capas, guardanapos, mensagens
instantâneas, na verdade
qualquer pedaço de papel
que me olhe com sua interrogação
branca, seu jeito
de esfinge dando bandeira em cima
de um móvel, mata-
borrão de palavras fazendo
pose de papiro, tenho
escrito poemas
em pedaços que não quero
juntar, tenho pedido às canetas
que falhem, às teclas
que emperrem quando
envio cada fragmento
a um destino diferente, rasurando
os vínculos, perdendo
a linha como quem deleta
um telefone importante, tenho
esperado que os amigos
se distraiam entre as amenidades
com que disfarço o contrabando
das palavras, tenho lido
muitos poemas e sinto
tédio frente ao presente
que ainda pretende
chocar quando retiro
os andaimes e o impacto
não penetra além
da película, imagem. Então, pra ver tudo
melhor arranquei
meus olhos e joguei no fundo de um copo
sem fundo – é de lá que passei
a interrogar o abismo
dos céus como um burocrata afogado
em papéis velhos enquanto anjos
sem pedigree entoam salmos
punks de três acordes, distorção
amplificada e loop
frenético diante da parede
transparente onde rabisco
versos com uma tinta
tão negra que a grande noite
dos séculos não vai deixar
ninguém ler.
tutorial
não é um espelho o mundo, nem
moído, cerol
colado na meada
dos dias que se desenrolam com a goma
do espanto, isso
que arranha sua pele, arranca a pátina
dos gestos, fatia
o real em lâminas, películas
projetadas sobre um fundo áspero, árido,
turvo, se você
descreve lentamente ao longo de uma órbita
marginal palavras que não limpam
a barra do mundo, ele não é
um espelho, nem
moído, sua farofa
seca servida na ração
diária, não é mesmo qualquer coisa em que você
se reconheça, meu chapa, por isso
escreva num livro
o inventário de técnicas
para quebrar os espelhos, agredir
os espelhos violentamente, mesmo cortando
os punhos, os pulsos, erradicar
os artefatos
da ilusão.
wireless
o medo de se perder, mundo
punk, desenhando à faca na água suas dúvidas, você
conversa consigo pelo espelho oxidado em terceira
pessoa, rasurando à unha o nitrato, comendo grama
por grama o retrato que lhe vem na prata
quando rói os dedos entre os campos
minados, o medo
de se perder [“converse comigo”], nada
mais pode ser dito depois
que o chão desaparece, mundo
junkie, jungle, os hipopótamos são os únicos
que atravessam a rua sem esmagar
as flores no asfalto, linces e gazelas
não, você está
solto no espaço e nenhum céu
desaba, antes
permanece imóvel em aparência no instante
em que você escorre a esmo pelas trilhas
e deleta arquivos antigos [“converse
comigo”], menos laços, odiar
as lembranças, o medo
de se perder, mas é justo
pra onde você
vai.
trajeto
entrar [, violento, abrupto como cápsula
de metal, nave que incandesce enquanto
cai no ar denso, metáfora brilhando
rubra na escuridão do céu, diáspora
em que não se sai, antes se mergulha
no nada até rebentar no chão qual
semente e, assim, germinar] no real,
cair [, precipitar-se numa fuga
pelo abismo, voluntário mau passo
no vazio, deixando o chão que o arranha-
céu alçou, artificial e estranha-
mente, ao antes impossível espaço
dos pássaros, verter-se até o fim
como quem não vai se encontrar] em si.
veja bem, Marlowe
no encalço deste tempo como quem
campana um serial killer vejo alguém
dentro do espelho me dizendo ‘claro,
Enigma’ enquanto vazam pelos cabos
do servidor central mais de mil vozes
urrando ‘heil Höllenmeister’ qual foles
da forja deste século que busco
na tela do cardápio junkie food
por onde orbitam tânatos e um hermes
cego mudo e louco portando breves
ensaios cifrados poemas frag
mentos parcos do agora que não traz
pistas do paradeiro de um sentido
que como flor brotasse deste lixo
D.R. Com Walt Whitman
Este homem está deitado de costas ao meu alcance…
com o cabelo preto grosso cortado rente…
a cada respiração um espasmo…
Parece tão cruel. É um jovem nobre…
Muitas vezes não há ninguém
com ele durante muito tempo. Estou aqui sempre que posso.
Walt Whitman, numa carta.
porra, Walt, todo aquele sonho deu
num beco escuro, as lágrimas
das bibliotecas secaram e a sinceridade
anda sendo vendida em cápsulas, os velhos
gênios do Ocidente – para muitos
só aqueles do velho continente (e você
está sentado ao lado deles na santa
ceia) – não guardam mais
conselhos úteis nos bolsos de seus paletós
escuros, por aqui há velhos que continuam
loucos e estão escrevendo versos incríveis,
vamos todos morrer, os que foram
publicados pela Viking Press, pela José
Olympio ou pela Companhia
das Letras e os que não foram também,
em cada canto do planeta há gente
desorientada, a libertação da alma levou
à liberação da palavra, mas nos
distraímos e ela foi correndo
ao supermercado, apesar disso
me interesso pelos corações de todos
esses poetas, infinitos rabiscos nus
e fluorescentes nas páginas de moleskines,
de tablets, smartphones, condenados
aos céus de uma Nova York imaginária,
codificados em senhas de wi-fi sob
a palavra suckcess, o mundo insulta
a beleza sempre que ela aparece, Walt,
e de nada adiantou escrever cartas
para os soldados, nem levar frutas,
tabaco, brandy, jornais e dinheiro
para os doentes da guerra, esses
que, como nós, escreviam muito mal, ou
temiam preocupar os que deixaram em casa, ou
que, depois de uma longa reflexão, tudo
o que puderam contar sobre si mesmos
era tão triste, tão triste, você devia
ter dito a eles, Walt, e com veemência,
“desçam do trem, rapazes, ele vai
para o precipício”, e não apregoar
em seu cântico uma esperança minada
pelos fatos e por essas cartas
de Deus, extraviadas pelas ruas
entre vitrines, dólares, fumaça e asfalto
archivo morto
todo poema ergue uma derrota
incomparável, voz que da memória
dos deuses não carrega qualquer traço
A história aqui se deposita, tácito
arquivo cujo lastro se confunde
em mil detritos dispersos Que afunde
agora irreversivelmente o antigo
estoque destes versos confundidos
com a vida delirante e sua matéria
brusca e do último naufrágio a pedra
que foi geometria então disperse
suas arestas em pó como quem quer
se arremessar ao nada, este futuro
que espreita a todos nas frestas do mundo
eu é uns outros, 4
na metafísica do próprio umbigo
vão a pique de vez o eu profundo
e os outros eus, ainda que, no fundo
das águas geladas do mar de Vigo
do poema tais fragmentos distintos
sejam peças de um puzzle que é o mundo
vasto onde carlos, josés e raimundos
vão heteronimamente sentidos,
mas não no espaço abstrato posto fora
do corpo, seus sentidos, seus desgastes:
nele mora o que punge e o que devora
da fera o próprio rabo. Esta arte
invade – porque é ritmo – quem a leu
e funda o mundo noves fora eu.
eu é uns outros, 6
em torno do umbigo o eu se acerca
ou lança âncoras ao desamparo
de si mesmo, fugir de si é raro
ainda quando, áspero e fero, aperta
a própria garganta como quem cerca
de um carinho cruel e um tanto amaro
a quem mais ama ou deveria amar, o
poeta firma o pé, posa de esteta
cambaleante e cego, anacoreta
que segue as Musas com seus cães sem faro
e nada acerta além do pouco claro
e baço espelho com que arquiteta
mandar o eu pra casa do caralho
– mas não consegue mais que um ato falho.
tradicção turística (tríptico)
a Janus Vitalis, que, segundo consta,
começou isso, e a Nelson Ascher,
que nos trouxe para o latim
corrompido da língua portuguesa
mote:
Recém-chegado que, buscando Roma em Roma,
não encontras, em Roma, Roma alguma
(Janus Vitalis, em 1552, trad. Nelson Ascher)
glosa:
1. para o turista
turista que, chegando agora a Roma,
deslumbrado e banal, vem à procura
da imagem do cartão postal, ou de uma
Roma que nada tem daquela Roma
que Virgílio cantou, se apressa e toma
o trem até a Termini, e, em suma,
a Via dei Condotti, sem nas ruas
nada reparar, alcança a pé: Roma
nada mais é que isso, uma vitrine
de Gucci, Prada, Valentino, Armani;
perder tempo pra ver o Borromini
de San Carlino alle Quattro Fontane?
Por que, se o Tibre flui ignorado
e ignorante até do seu passado?
2. para o empresário yuppie
lendo um guia turístico de Roma
comprado na bookstore do Galeão,
e sabendo agora que Michelângelo
pintou os tetos da Sistina, Roma,
que não supõe de si o quanto outona,
embasa digressões na reunião
da trading, mas saiba, viajante, não
é a Roma do seu guia a vera Roma
e o verniz não é coisa que mantenha
o rumo na sua busca de sucesso,
liderança, influência nos processos,
nem sua gravata Ermenegildo Zegna,
porque beber do Tibre não lhe deu
nenhum passado pra chamar de seu.
3. para a menina de programa
seu silicone vai fazer, em Roma,
o sucesso absoluto dos seios
que tanto beijei, os meus lábios leigos
na língua de Ariosto, que esta Roma
não venera como o faz às madonas
prontas para o deleite e o torpor,
colombianas, venezuelanas, por-
tenhas, brasileiras que estando em Roma
não verão muito mais do que os lençóis
de onde você me escreveu que ‘os gringos
não sabem fuder’, enquanto – no limbo
da Roma que Roma não é – faróis
luzem no Tibre, onde você, ardente,
faz o seu ponto, provisoriamente.