Por Augusto Munaro
Crédito de la foto (izq.) Caleta Olivia Ed. /
(der.) Macarena Simón
“Una extraña forma de realidad”.
Entrevista a Mariela Laudecina
La poeta y narradora argentina Mariela Laudecina* acaba de editar su nuevo libro de poemas Los caprichos de Leonora. Una poética que rehuye del decorativismo aspirando a un sutil despojamiento. Discreta, sin estridencias, su lírica es producto de un encomiable cuidado, buscando siempre la transparencia. La mesura y serenidad dan a sus versos un tono clásico, aunque alucinado. Una expresión que fluye por las vías del tono menor. En este libro, Laudecina construye cada pieza inspirándose en la vida y obra de la notable artista Leonora Carrington (1917-2011). Así, ambas sensibilidades se complementan, potenciándose en un lirismo de alto vuelo imaginativo; muchos de sus mejores poemas conservan un sesgo narrativo, pero con la huella indeleble del tono lírico. Una poética flexible y de honda carga simbólica que no hace otra cosa más que soñarse a sí misma. Imágenes surreales, que se pierden en un trasfondo de expansiva mutación.
Entrevista
Augusto Munaro [AM]: ¿Por qué Leonora Carrington y, más aún, por qué encaprichada?
Mariela Laudecina [ML]: Llegué a la obra de Leonora a través de una novela biográfica sobre ella, escrita por su amiga Elena Poniatowska. Y a partir de esa semblanza podría caber la posibilidad de que tuviera caprichos y que mejor plasmarlos en sus pinturas.
[AM]: Los personajes de los cuadros de Leonora cobran vida propia, alcanzando versos que se expanden como visiones. ¿Trabajás a partir de una imagen o un concepto? Contame del proceso de escritura de esa colección de poemas. ¿Lo pensaste más o menos orgánicamente como libro?
[ML]: Escribí el primero, sin tener idea de que iba a continuar. En el ínterin leí Memorias de abajo, un libro sobre su internación en un psiquiátrico en España. En 1939 los nazis se llevan a Max Ernst, su pareja y ella entra en crisis. Miraba las imágenes y también recordaba información sobre su vida y su narrativa, entonces hice cruces.
[AM]: Concretamente, ¿qué es lo que más te atrae de su pintura?
[ML]: Me atrae la extrañeza de los personajes, de las situaciones y los paisajes. Hay mucho de misticismo y ensoñación.
[AM]: ¿Y de su vida personal?
[ML]: Y de su vida personal creo que su personalidad… Era una mujer fuera de serie por lo que cuenta Poniatowska en su novela.
[AM]: Los mundos surrealistas siempre te han atraído. Tus novelas, relatos y poemas están horadados por cierta pulsión surrealista. ¿Qué te atrae de dicha estética?
[ML]: Me atrae la rareza, lo dislocado, lo fantástico, el mundo de los sueños, lo monstruoso, hasta lo siniestro. También lo extraordinario. Supongo que va por ahí la cosa.
[AM]: Tomo un fragmento muy ilustrativo de los primeros cuatro versos del primer poema del libro: “Blanca de la secuencia principal. Séptima cercana al sol/ Posición sagrada. Lobo de la mansión Jing/ Danos la agilidad del coyote/ la astucia de la araña, la ferocidad del tigre”. Son versos intensos, bellos, que continúan una respiración enmarañada, no obstante, ilustrativa al pulso del poema. ¿Cómo se da ese fructífero encuentro entre el sentimiento y su correspondiente expresión?
[ML]: La verdad es que solo sucedió, al menos en este libro. Si bien hubo un trabajo posterior, los poemas caían como fragmentos que luego me di cuenta de su musicalidad, casi como si alguien me los hubiera dictado.
[AM]: ¿Cómo controlás la adjetivación en tu escritura?
[ML]: ¡Juiiiira adjetivos!, les digo y ellos salen de mi escritura.
[AM]: ¿Cómo pensás el ritmo en relación al modo de estructurar cada pieza?
[ML]: Eso varia, según los libros. No lo pienso mucho, las imágenes me lo sugieren. Leo mucho en voz alta.
[AM]: Alguna vez Jean Cocteau dijo que la poesía era indispensable, pero no sabía para qué… ¿Adherís a ese concepto?
[ML]: No creo que sea indispensable. Pero hay algo en ella que me reconforta. Es como un hogar, a veces.
[AM]: Tus poemas varían en extensión. Los hay de verso amplio; también figuran otros más breves. Todos están articulados a través de un lenguaje claro. ¿Es ese grado de transparencia siempre intencional?
[ML]: Sí, para mí es necesaria esa claridad o transparencia. Me inquieta si no está. Al menos por ahora.
[AM]: ¿Por qué?
[ML]: No sabría explicar muy bien por qué, de donde viene. A veces creo que se cuela en la escritura, pero viene de otro fondo más complejo que se mezcla con otras pulsiones, taras o vaya a saber qué.
[AM]: Las ramificaciones de un concepto y el modo de llevarlo a un poema a través del uso fortuito de la metáfora, a veces son tan acertadas que adquieren el acento de máxima: “Venimos a que nos digas la verdad/ Madre no sabe de sexo, ni de nada/ Eres nuestra divina hermana/ El aliado del sueño nos acompaña, por eso baila/ ¿Es muda la sacerdotisa?”. ¿La poesía puede ofrecer verdades?
[ML]: Quizá no haya verdades, o las hay infinitas y la poesía puede ser tomada como una verdad o como una gran mentira. No tengo muy claro si acaso ofrece algo, quizá suceda, no más.
[AM]: En cada poética, los poetas van acopiando vocablos que poseen un significado muy particular, dado que adquieren un peso específico único. En esa alquimia que es la poesía, ¿qué sentimientos cristalizan la palabra “sueño” para vos?
[ML]: Una extraña forma de realidad y de conocimiento.
[AM]: ¿Podemos llegar a creer que un libro como Los caprichos de Leonora puede llegar a tener un “argumento”?
[ML]: Podría ser. Eso me gustaría preguntarle a alguien que lo lea.
[AM]: Para que un poemario sea justamente valorado, ¿debería ser considerado fuera del contexto en el que fue escrito?
[ML]: Depende de la obra y de quien la valore. A veces el contexto ayuda a comprender ciertas cosas. Pero no siempre.
[AM]: Por último, Mariela. ¿Cuál es la implicancia que juegan los sueños, lo espiritual y en especial lo imaginativo en tu poesía? ¿De qué modo estructuran la misma?
[ML]: Hay temas que no solo me interesan si no que me atraviesan profundamente y es inevitable que no aparezcan en la escritura. Aunque los sortee, se cuelan en algún verso. Hace poco hablábamos de eso con un amigo. Él me contaba que había encontrado una oración, que podría ser un “tema” o quizá o una especie de máxima que se repetía en la obra de Fabián Casas, en su poesía, en la narrativa y en los ensayos. Y nos preguntábamos si había sido una decisión deliberada o algo que simplemente sucedió.
*(Mendoza-Argentina, 1974). Poeta y narradora. Coordina talleres y clínicas de poesía. En la actualidad, es directora de la colección de poesía Mambo Nicanor de la Editorial Buena Vista. Ha publicado en poesía Hacia la cavidad (2006), Ciruelas (2007), Tomo las decisiones con los pies (2011), Perfume de jarilla (2013), La culpa es del sueño (2015), El bosque de las mujeres amadas (2017), Luna en escorpio (2018) y Leeme que me gusta (2019); y en novela El cielo es para los ángeles (2009 y 2014) y Lo mejor es no tener padres (2018).