Por Regis Gonçalves*
Traducción del portugués al español por Elizabeth Alejandra Rubinstein,
Tania Quintaneiro y Dora Barrancos
Curador de la muestra Fabrício Marques
Crédito de la foto el autor
Un punto en la memoria.
11+1 poemas de Regis Gonçalves
Réquiem a la serra de caraça
Mi tierra no duerme en cuna espléndida
ni existen más palmeras
ni zorzales de frondosa memoria.
Huertas y árboles de aguacate
¿dónde los hay?
Cascajo ingrato
vierte su menstruo mineral por los rieles
de la montaña al puerto
en un recorrido homogéneo
de eucaliptos.
La pequeña capilla blanca
se encoge detrás de sus portales azules
estremecida por el rumor de las máquinas.
Los nuevos mineros
miran con indiferencia
ese menudo punto en la memoria.
Otro siglo
deja escurrir sus desechos
por el río más y más anónimo y sucio
desprotegido de su santo.
Actores de este nuevo orden
pragmático y económico
hacen avanzar sus excavadoras.
El hierro y el oro no dormirán mucho más
en las cuevas de Caraça, São Bento
Capanema, Catas Altas.
Los pueblos se convierten en campamentos
y el verde de los arbustos, violado,
expone un rojo de polvo y consternación.
Campesinos con cascos se doblan al engranaje
Movido a dólar, diésel y acero.
Para ellos siempre quedarán
las casas populares
y la papilla de harina de maíz y col de los esclavos.
A pleno sol
Le dije:
el amor está hecho de eso
—diabluras—
(el sol resoplaba en la ventana
y desnudos
dormíamos)
me maravillé al verla
hebra fría
desenredarse en mí
como ternura
de nuestro amor, de todo,
¿qué sabíamos?
pero había
la tinta del día
para descascarse en luz
sobre su pubis.
(Traducciones de Tania Quintaneiro)
Itinerario por sierras & mato dentro
I
Caraça
Mira, amada mía, cual gentil es el contorno de ese monte. En que curvas graciosas ya se inclina. Estamos casi desnudos bajo el paisaje, donde el riesgo del camino nos transporta a la impresión de la propia eternidad: la sierra bruta, de cortes laminada, dormida como tigre antes del salto. El cerro viene de otrora y tiene un nombre: ¡Caraça! Se abisman el impío y el santo.
II
Catas Altas
La chica de la tienda contó: Juca va a ser alcalde. Para administrar, emancipados, los hechos de la memoria del todo falta. Hubo un día en que el oro se agotó dejando matriz inacabada —atestigua la nudez de la tabla no policromada—. En el estante, el trofeo futbolístico tiene tres pisos. Un día el hierro también se acabará y las aberturas de las casitas operarias serán como el adobe expuesto de viejos desvanes. Doscientos cincuenta vagones chispan en los rieles buscando el puerto oriental.
III
Cocaes
Los huesos ancestrales reposan bajo la cripta. Bancos de cemento y play ground actualizan la placita. Hincado en el medio del zoco, el crucero suscita la admiración solitaria del turista. Madero que fue blasón de fortuna. Herencia noble y pobre.
IV
Santa Bárbara
Los Tres Poderes se alinean en la plaza, anticipando Brasilia: piernas estiradas entre rejas de insólita cadena. En la iglesia, monumento barroco, la puerta lateral deja escapar un profano Only You de órgano Yamaha. Pero la marca del pincel de Mestre Atahyde en la nave todo restaura. Reconocido, el idiota conquista propina oportunísima. Feo, bajito, se parece a Sartre: l’idiot de la ville. Con sus tipos, sus campanas, su río (irremediable destino de estar siempre a un lado), la sombra de Caraça proyectada en las calles amarillentas, la ciudad nunca vio la cara de Mário de Andrade.
V
Término de viaje
Toma, mi amada, la pobre mano y acaricia, que en recuerdos me pierdo. En vano, juicio ansío: tonta se vuelve la razón en sus enredos. Llevemos junto a nosotros imágenes de anti-arcadia. El pelegrino amor del que se habla con la voz del corazón. Y la lira calla.
(Traducción de Elizabeth Alejandra Rubinstein)
Libertarios
Para Dora
La fanfarria del siglo
dobla la esquina austral del Continente
entre fuegos y luces.
Era el Siglo de las Luces que llegaba
en nueva edición,
revisada y comentada.
No eran ya liberales
sino Libertarios
rompiendo los grilletes del oprobio
y la opresión.
Traen esos iluminados
pájaros u hoces en sus manos
como un deseo
de deshojar todas las páginas de la Historia.
Urge ahora recontarla
hecha promesa a la luz
del sol americano.
Presos en los lazos del futuro
hombres y mujeres todavía hermanos
vienen a transgredir la suerte
rescatándola
en la metáfora del propio cotidiano.
La libertad es unir todo
la familia la escuela las leyes
el corazón: granos de la utopía
en un mundo sin miedo
y sin maldad.
(Traducción de Dora Barrancos)
Noctívago
El estrépito de la noche
despertó mis oídos.
Era la voluptuosidad lamiendo la ciudad
y sus pies de barro.
Tal vez fuera exacto rezongar
y dormir de nuevo
abrazado a la niebla de aquella sombra.
Pero grandioso era el campo de luces
irradiadas de tu cuerpo
penetrándome. Mi toque
trémulo despedaza
el mapa de la cama: te despierto.
Imposible pensar la hora
la dirección del viento, el signo
predominante del zodíaco.
Irisadas, tus colores
bañaban el coágulo de mi afecto.
Eras simple y tierna
como un perrito sin dientes.
El aire sabía a humo y mostaza.
Ingenuo, te perseguía
en la motocicleta de mis sueños.
Inútilmente intento reconstruir
la pulsación del instante
hecho de barro y llamas
caballos que cruzan los cielos
gladios de ángeles anunciadores
y mocosos insomnes bajo las marquesinas.
Ninguna astucia
desvenda el sentimiento guardado
a siete llaves en el cofre
del que tal vez sepas el secreto.
Mi evocación de Recife
I
En la senda de Capiba
la bandita ambulante
ataca el frevo.
Recife escurre por el saxofón
perfumes de mangle
y pintagueras.
II
La luna en los pies
y tú descalza
caminas en
zapatos de arena.
Mancha roja
tu ropa
escribe en olas
poemas con mi
deseo.
III
Contraste de la mano
sobre la toalla:
nerviosa arquitectura de nódulos
entalle de sensible
tatuaje.
En la oscuridad de la nave
el poema borda su encaje
en trajes eclesiales,
profanos bares.
IV
La luna menguante sobre el mangle
revela Recife
puro sangre de ríos
exhalándose.
El cuerpo del mar
suelta olas
en decúbito en la playa:
la sal nos lame.
V
Te ofrezco una concha
tres güisquis tres
deseos atados
en mi pulso.
En el horizonte
crepuscular el corazón
se lanza
máquina de sueño enredada
en sus vicios.
Sondage
ávida habla
palabra fálica
fúlgida úvula
oculta en guantes
nubes impúberes
galaxias túrgidas
sumos agrestes
lustres y aires
de soles y música
cristales celestes
ángeles astrales
sus oropeles
astillas y andrajos
incontinentes
de alfas y omegas
abismos más
hondos de mundos
tontos recónditos
sondan en vano
el alma anónima
del animal hombre
león indómito
sexo y asombro
de un lobisón.
Lírica
tus cabellos sueltos
son la montaña
yo no soy
ni siquiera de lejos el mar.
por caminos
líricos escribo
mi deseo:
tendremos que ser
peces besando
el aire del acuario
o aun en la luz
del día luciérnagas
incendiarias.
Lección de amor
El juguete del mundo existe
y tiene un nombre
en el atlas de tu propia geografía.
Lección de amor:
tu cuerpo redondeado entre mis manos
sobre los mares
cielos
y abismos.
En ese espacio silencios
y susurros
sustancia de volcanes y aguas tranquilas.
Puede ser una metáfora sencilla
tal cual Neruda.
Pero no la vida:
ella escurre de este pecho
en una lujuria de plantas
que crecen en las campanas
de todas las iglesias
como un divino sonido.
Domingo
El secaplatos
enjuaga la vajilla:
la mesa quitada,
gotas de agua
y jabón.
Mientras dormimos
salpicaduras
de amor
por el piso
y corazón.
Fotografías retínicas
la bala
como un puño
en el plexo
cual en boxeo
las uñas
en la carne
de su brazo
tiras finas
de ranuras
sangre en gotas
imprimieron
en la retina
toda escena
la coz
del caballo
en la pupila
el coito
de leones
en la pantalla
la sangría
salvaje
en las vitrinas
el hueco
del ojo espía
casi un huésped
en los cráteres
de la avenida
nos perdemos
laberintos
de memoria
y fantasía
Tarde pajarera
Pájaro carpintero
Pájaro carpintero es bicho atrevido, marca sus árboles y no quiere competencia. Golpe tras golpe, percute el palo lleno de sonido y furia, guerrero insolente de topete colorado. Allá en mi jardín también hay una pareja que Maria Preta llama picapau-carijó.
Garza vaquera
Sudado, interrumpo el paseo para apreciar las garzas vaqueras, patas largas y majestuosas, en convivencia con una pandilla de carpinchos a orillas de la laguna, testigos elocuentes de la grandeza sobrenatural de aquel fin de tarde.
Batará barrado
Bichitos arrumaqueros, él y su hembra de plumas matizadas por rayas y herrumbre bailan en el follaje jugando a las escondidas sus regateos de amor… oigan el dueto: batará barrado…ga-ga-gá… gááá. No les tires piedras, pibe, esos son espíritus santos del chorró-porró de estos bosques.
(Traducciones de Elizabeth Alejandra Rubinstein)
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(poemas en su idioma original, portugués)
Um ponto da memória.
11+1 poemas de Regis Gonçalves
Réquiem para a serra do caraça
Minha terra não dorme em berço esplêndido
nem mais palmeiras
ou sabiás de frondosa memória.
Quintais e abacateiros
onde mais?
Cascalho ingrato
verte seu cio mineral pelos trilhos
da serra ao porto
num caminho homogêneo de eucaliptos.
A capelinha branca
encolhe-se em seus portais azuis
abalada pelo rumor das máquinas.
Os novos mineradores
olham com indiferença
esse ponto minúsculo da memória.
Um outro século
deixa escorrer seus resíduos
pelo rio cada vez mais anônimo e sujo
desprotegido de seu santo.
Atores dessa nova ordem
pragmática e econômica
avançam suas escavadeiras
pelas serras e minas abandonadas.
O ferro e o ouro não dormirão por muito tempo
nas grotas do Caraça, São Bento
Capanema, Catas Altas.
Arraiais viram acampamentos e
a verdura dos capões de mato, violentada
expõe um vermelho de poeira e desalento.
Roceiros de capacete adaptam-se à engrenagem
movida a dólar, diesel e aço.
Para esses sempre restarão
casas populares
e o angu com couve dos escravos.
Sol a pino
disse-lhe:
o amor é feito disso
– diabruras
(o sol
rosnava na janela
e nus
dormíamos)
admirei-me ao vê-la
linha fria
desenovelar-se em mim
como ternura
do amor de nós de tudo
o que sabíamos?
mas havia
a tinta do dia
a descascar-se em luz
sobre seu púbis.
Itinerário por serras & mato dentro
I
Caraça
Vê, amada minha, quão gentil é o contorno desse monte. Em que curvas graciosas já se inclina. Estamos quase nus sob a paisagem, onde o risco da estrada nos transporta à impressão da própria eternidade: a serra bruta, de cortes laminada, dormida como tigre antes do salto. O cerro vem de outrora e tem um nome: Caraça! Se abismam o ímpio e o santo.
II
Catas Altas
A moça da venda contou: Juca vai ser prefeito. Para administrar, emancipados, os feitos da memória em tempos de tudo faltos. Houve dia em que o ouro se esgotou deixando matriz inacabada – testemunha a nudez da tábua não policromada. Na prateleira, o troféu futebolístico tem três andares. Um dia o ferro também se acabará e as esquadrias das casinhas operárias serão como o adobe exposto de velhos sobrados. Duzentos e cinqüenta vagões chispam nos trilhos em busca do porto oriental.
III
Cocaes
Os ossos ancestrais repousam sob a cripta. Bancos de cimento e play ground atualizam a pracinha. Fincado no meio do largo, o cruzeiro suscita a admiração solitária do turista. Madeiro que foi brasão de fortuna. Herança nobre e pobre.
IV
Santa Bárbara
Os Três Poderes se alinham na praça, antecipando Brasília: pernas estiradas entre grades de insólita cadeia. Na igreja, monumento barroco, a porta lateral deixa escapar um profano “Only You” de órgão Yamaha. Mas a marca do pincel de Mestre Atahyde na nave tudo restaura. Reconhecido, o idiota descola gorjeta oportuníssima. Feio, baixinho, lembra Sartre: l’idiot de la ville. Com seus tipos, seus sinos, seu rio (irremediável destino de estar sempre à margem), a sombra do Caraça projetada nas ruas amareladas, a cidade nunca viu a cara de Mário de Andrade.
V
Termo de viagem
Toma, minha amada, a pobre mão e afaga, que em lembranças me perco. Em vão, juízo almejo: tonta se faz a razão nos seus enleios. Levemos em nós imagens de anti-arcádia. O peregrino amor de que se fala com a voz do coração. E a lira cala.
Libertários
Para Dora
A fanfarra do século
dobra a esquina austral do Continente
entre fogos e sinos.
Era o Século das Luzes que chegava
em nova edição
revista e comentada.
Já não mais liberais
mas Libertários
rompendo os grilhões do opróbrio
e da opressão.
Trazem esses iluminados
pássaros e foices nas mãos
como um desejo
de desfolhar todas as páginas da História.
Urge agora recontá-la
feita promessa à luz
do sol americano.
Presos nos laços do futuro
homens e mulheres todavia irmãos
vêm transgredir a sorte
resgatando-a
na metáfora do próprio cotidiano.
A liberdade é tudo unir
a família a escola as leis
o coração: grãos de utopia
num mundo sem medo
e sem maldade.
Notívago
O estrépito da noite
acordou meus ouvidos.
Era a volúpia lambendo a cidade
e seus pés de barro.
Talvez fosse exato resmungar
e dormir de novo
abraçado à névoa dessa sombra.
Mas grandioso era o campo de luzes
irradiadas de teu corpo
penetrando-me. Meu toque
trêmulo despedaça
o mapa da cama: acordo-te.
Impossível pensar a hora
a direção do vento, o signo
predominante do zodíaco.
Irisadas, tuas cores
banhavam o coágulo do meu afeto.
Eras simples e terna
como um cachorro sem dentes.
O ar sabia a fumo e mostarda.
Ingênuo, te perseguia
na motocicleta de meus sonhos.
Inutilmente tento reconstruir
a pulsação do instante
feito de barro e chamas
cavalos que cruzam os céus
gládios de anjos anunciadores
e pivetes insones sob as marquises.
Nenhuma astúcia
desvenda o sentimento guardado
a sete chaves no cofre
de que talvez saibas o segredo.
Minha evocação do Recife
I
Na trilha de Capiba
a bandinha mambembe
ataca o frevo.
Recife escoa pelo saxofone
cheiros de mangue
e pitangueiras.
II
A lua nos pés
você descalça
caminha em seus sapatos de areia.
Mancha vermelha
a sua roupa
escreve em ondas
poemas com o meu
desejo.
III
Contraste da mão
sobre a toalha:
nervosa arquitetura de nódulos
entalhe de sensível
tatuagem.
Na obscuridade da nave
o poema borda suas rendas
em trajes eclesiais,
profanos bares.
IV
A lua minguante sobre o mangue
revela o Recife
puro sangue dos rios
se exalando.
O corpo do mar
deita ondas
em decúbito na praia:
o sal nos lambe.
V
Te ofereço uma concha
três uísques três
desejos atados
no meu pulso.
No horizonte
crepuscular o coração
se lança
máquina de sonho enredada
nos seus vícios.
Sondagem
ávida fala
palavra fálica
fúlgida úvula
oculta em luvas
nuvens impúberes
galáxias túrgidas
sumos agrestes
lustres e ares
de sois e música
cristais celestes
anjos astrais
seus ouropéis
farpas e andrajos
incontinentes
de alfas e ômegas
abismos mais
fundos de mundos
tontos recônditos
sondam em vão
a alma anônima
do animal homem
leão indômito
sexo e assombro
de lobisomem.
Lírica
teus cabelos soltos
são a montanha
eu não sou
nem de longe o mar.
por trilhas
líricas escrevo
meu desejo:
seremos mais
peixes beijando
o ar do aquário
ou mesmo à luz
do dia vaga-lumes
incendiários
Lição de amor
O brinquedo do mundo existe
e tem um nome
no atlas da sua geografia.
Lição de amor:
seu corpo arredondado em minhas mãos
entre mares
céus
abismos.
Nesse espaço, silêncios
e sussurros
substância de vulcões e águas tranquilas.
Pode ser tudo metáfora, assim
meio Neruda.
Mas não a vida
que escorre desse peito
numa volúpia de plantas
crescendo pelos sinos
de todas as igrejas
como um som divino.
Domingo
O escorregador
enxagua seus pratos:
a mesa desfeita,
os pingos de água
e sabão.
Enquanto dormimos
respingos
de amor pelo chão.
Fotografias retínicas
a bala
vem do soco
bem no plexo
como o boxe
as unhas
na carne
do seu braço
tiras finas
das ranhuras
sangue em gotas
imprimiram
na retina
toda a cena
o coice
do cavalo
na pupila
o coito
dos leões
feito na tela
a sangria
selvagem
nas vitrinas
o buraco
do olho espia
quase um hóspede
nas crateras
da avenida
nos perdemos
labirintos
de memória
e fantasia
Tarde passarinheira
Picapau-verde-barrado
Picapau-verde-barrado é bicho atrevido, marca suas árvores e não quer concorrência. Bate que bate, percute o pau cheio de som e fúria, guerreiro insolente de penacho vermelho. Lá no meu quintal também tem um casal que Maria Preta chama picapau-carijó.
Garça vaqueira
Suado, interrompo o passeio para apreciar as garças-vaqueiras, pernaltas e majestosas, em convivência com um bando de capivaras na margem da lagoa, testemunhas eloquentes da grandeza sobrenatural daquele fim de tarde.
Choca-barrada
Bichinhos namoradeiros, ele e sua fêmea de penas matizadas por listras e ferrugem dançam na folhagem brincando de esconde-esconde – suas negaças de amor… Ouçam o dueto: choca-barrada… ga-ga-gá… gááá. Menino não atire pedra, esses são espíritos santos do chorró-porró dessas matas.
*(Minas Gerais-Brasil). Poeta. Estudió Sociología, pero se dedicó al periodismo, actividad que cumplió durante la mayor parte de su vida profesional. Publicó, en poesía, tres libros, además de otros títulos en diversos géneros. Es natural del núcleo minerador del Estado de Minas Gerais, región que protagonizó la Fiebre del Oro (Ciclo do Ouro) durante el período colonial y que aún hoy es testigo de la brutal explotación extractivista de sus riquezas minerales. En el siglo XVIII floreció allí una importante y peculiar cultura de inspiración barroca que se tradujo en la lírica de los así llamados Arcades, cuyo substrato todavía repercute en manifestaciones poéticas contemporáneas. No fue por casualidad que la elección de la selección aquí presentada haya privilegiado algunas manifestaciones de la lírica de este poeta, cuya voz se articula con otras tradiciones constitutivas de la poesía brasileña, como la del Modernismo y la de otras vanguardias que la siguieron.