Por Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi*
Crédito de la foto (izq.) Retrato al óleo de Otilia V.
en posesión de Santiago Silva Tirado /
(der.) Portada 1era edición de Trilce
Trilce y Otilia Villanueva Gonzales
En noviembre de 2011, publicamos en La República un artículo gracias a la intercesión del recordado Abelardo Oquendo.[1] En él, dábamos a conocer algunas informaciones inéditas sobre uno de los episodios menos investigados de la vida de César Vallejo: el que se refiere a su relación con Otilia Villanueva y los colegas del colegio Barrós con los que fundó, a fines de 1918, el Instituto Nacional.[2] Nuestro aporte consistía en dar a conocer sus nombres completos, transcribir el anuncio con el que Vallejo hizo público que se desvinculaba del Instituto en abril de 1920 y llamar la atención sobre un texto, apenas comentado por la crítica, que ponía de manifiesto la supervivencia de un documento del archivo de ese centro educativo.[3]
Encontramos los nombres de los colegas de Vallejo en el colegio Barrós en el pliego matrimonial de Manuel Rabanal y Rosa Villanueva que consultamos en el Archivo del Arzobispado de Lima. Flavio Becerra figuraba en él como testigo y César Vallejo como padrino. El documento, reproducido parcialmente más abajo, respaldaba varias informaciones esenciales de la recreación de los acontecimientos que hizo Juan Espejo Asturrizaga (el primero en referirse en detalle a esta relación)[4] y aportaba un dato nuevo: el segundo apellido de Otilia Villanueva debía de ser Pajares, ya que la madre de Rosa, madrina de la boda, figura en él como Zoila Pajares, viuda de Villanueva.
Pliego Matrimonial de Manual Rabanal y Rosa Villanueva
Crédito de las fotos: Archivo Arzobispal de Lima
Por lo demás, en nuestro artículo llamábamos la atención sobre la importancia de consultar lo que pudiera conservarse del archivo de Otilia Villanueva y sobre el mérito de Juan Espejo Asturrizaga, a quien debíamos todas las informaciones sobre el noviazgo de César y Otilia y una discutida, pero muy influyente interpretación de los poemas amorosos de Trilce, que ha condicionado, de una forma u otra, todas las aproximaciones subsiguientes.[5]
Aunque nuestras investigaciones siguen en curso, creemos importante dar a conocer su estado actual para evitar, en lo posible, que se propaguen datos erróneos y, lo que es más importante, para tratar de que vean la luz nuevos documentos que nos permitan formarnos una imagen de Otilia Villanueva más allá de sus probables representaciones poéticas y, a la vez, calibrar mejor su repercusión en los poemas de Trilce.[6]
Apuntes biográficos
En su reciente biografía de Vallejo, Miguel Pachas Almeyda proporciona informaciones facilitadas por “un sobrino nieto de Otilia Villanueva”, Julio César Villanueva Vidal (n. 1927), que parecen ser fruto de su memoria. De acuerdo con estas, Otilia Villanueva habría nacido en Chota, Cajamarca, en 1903 y, tras la muerte de su padre, habría vivido “con Zoila Pajares, su madre, y sus hermanas Rosa y Justina en los barrios Altos, en el Cercado de Lima”.[7] Los documentos que hemos acopiado nos permiten rectificar y ampliar estas informaciones.
El primer dato que debe corregirse es el que nosotros mismos proporcionamos en 2011, siguiendo el pliego del matrimonio religioso de Rosa Villanueva. El apellido materno de Otilia no era Pajares sino Gonzales. Este error nos lo hizo notar su sobrina nieta, Carmen Olga Carrión Rabanal, cuando la visitamos en 2014, y nos lo confirmó la nieta de Otilia, Carla Érika Tirado Villanueva, en enero de 2020. Recientemente, hemos accedido a la inscripción en el registro civil del matrimonio entre Manuel Rabanal y Rosa Villanueva, donde su madre firma, en calidad de testigo, como Zoila Gonzales.
En segundo lugar, existen dudas de que Otilia Villanueva haya nacido en Chota en 1903. Carla Érika Tirado Villanueva recuerda haber oído alguna vez que había nacido en Bambamarca, lo que consideramos más probable ya que existen documentos en los que se indica que allí nacieron sus padres y al menos dos de las hermanas de Otilia Villanueva. No sabemos todavía la fecha exacta, pero, a juzgar por su partida de defunción, Otilia Benedicta Villanueva Gonzales habría nacido en Cajamarca hacia 1896 o 1897. Otilia fue la cuarta de los siete hijos de Francisco de Sales Villanueva Gálvez y Zoila Gonzales Tafur: Francisco, del que no tenemos más noticias, María Justina (1891-1977), María Cristina (1893-1977?), Rosa (1900-?), Rafaela (1904-1968) y Blanca (1909-?). Por lo que respecta a la mudanza de su familia a Lima, esta parece haber sucedido entre 1900 y 1904, en vida de su padre. Las partidas de bautismo de las hermanas menores sitúan a la familia Villanueva Gonzales en Lima durante la primera década del siglo pasado, en la calle Huallaga n.º 337 el 5 de diciembre de 1904 y en la de Ancash n.° 1218 el 18 de febrero de 1909.
Desconocemos dónde estudió Otilia Villanueva, pero debió tener formación académica. Cabe notar que existe constancia de que su hermana Rosa recibió una beca del Estado para estudiar en la Escuela Normal de Preceptoras hasta fines de 1917.[8] Según los recuerdos familiares que nos transmite su nieta, su abuela fue profesora —oficio que figura en su partida de defunción— y llegó a ser directora de uno de los colegios que, posteriormente, se fusionarían en el actual Colegio Nacional José Jiménez Borja. Otilia formó una familia con Andrés Nicanor Tirado Reyes (1890-1961), hijo del coronel Manuel Nicanor Tirado Váscones y de Enriqueta Reyes de la Lama. Con él tuvo tres hijos, Zoila Enriqueta, Jaime Andrés, que murió siendo bebé, y Carlos Alberto.[9] Otilia falleció en Lima el 14 de junio de 1967, cuatro meses antes de que naciese su nieta.
Otilia Villanueva y Antenor Orrego
Aunque corresponde a Juan Espejo Asturrizaga haber dado a conocer en detalle la historia de su noviazgo con Vallejo en César Vallejo. Itinerario del hombre, nos parece muy improbable que Antenor Orrego haya ignorado la profunda huella que la ruptura con Otilia Villanueva dejó en Trilce y la consecuencia inmediata que tuvo en la vida profesional del poeta.[10] Nos hacen creerlo así tres textos publicados en el periódico trujillano La Reforma, que sugieren que Antenor Orrego —redactor jefe de la publicación en 1919 y su director al menos desde el 1 de enero de 1920— debió estar al tanto de las labores docentes y de dirección que Vallejo desempeñó en el Instituto Nacional y de su desvinculación de ese centro escolar en abril de 1920.
El primero de los textos, olvidado hasta la fecha, es un aviso publicitario, que se reimprimió en La Reforma entre el 10 y el 24 de marzo de 1919 y que transcribimos a continuación:
INSTITUTO NACIONAL
ANTIGUO COLEGIO BARRÓS
FUNDADO EN 1872
———
Premiado por el Concejo de Lima el 26 de Julio de 1887
Director: Br. César A. Vallejo
Instrucción Primaria y Media, Internado y Externado
La matrícula quedará abierta el 15 de febrero. Las labores empezarán el 1º. de marzo.
Lima, 13 de marzo de 1919. 8v
El segundo es un anuncio muy similar al anterior, publicado entre el 6 y el 25 de marzo en La Reforma, y reza como sigue:
INSTITUTO NACIONAL
———
(Antiguo Colegio Barrós Lima – Perú)
Director – Bachiller César A. Vallejo
INSTRUCCIÓN PRIMARIA Y MEDIA – INTERNADO, EXTERNADO
La matrícula de este plantel está abierta desde el 15 de febrero
Las clases empezarán a dictar el 1º de marzo
3| 6| 920 Solicítese propuestas
El tercero, publicado en La Reforma el 26 de abril de 1920, es otro aviso en el que se notificaba que César Vallejo acababa de traspasar al señor Manuel Rabanal el plantel de enseñanza que, con el nombre Instituto Nacional, había dirigido en Lima. Este último aviso, fechado al calce “Lima, 20 de abril de 1920” añadía, a lo ya indicado, que Rabanal había “asumido el activo y pasivo de dicho colegio, según contrato especial que hemos firmado en la fecha”.[11]
Teniendo en cuenta la estrecha amistad entre Orrego y Vallejo y a la luz del reiterado apoyo que La Reforma prestó al poeta en cuestiones relativas al Instituto Nacional, nos cuesta mucho creer que Orrego, quien se reencontró con Vallejo en Trujillo apenas una semana después de que La Reforma publicase el aviso sobre el traspaso del Instituto Nacional, no haya oído de labios del propio Vallejo —si no la conocía ya— la historia de su relación con Otilia Villanueva.[12] Es más verosímil pensar, con los datos a nuestro alcance hoy, que si Antenor Orrego no aludió a ella en el prólogo de Trilce ni en sus escritos posteriores sobre este libro fue por otras razones, que, probablemente, tendrían que ver con las dolorosas circunstancias de la ruptura.
Alcides Spelucín y la familia Villanueva
Aunque no se encontraba en la ciudad durante la última estancia de Vallejo en Trujillo,[13] Spelucín parece haber sabido también acerca de su relación con Otilia Villanueva ya que en el primer simposio de Córdoba aludió a ella (sin mencionar su nombre) y reveló: “El propio Vallejo me dijo alguna vez, hacia marzo o abril de 1922, que había amado extrañamente a una chica que yo conocía de años atrás y de cuya familia era viejo amigo”. Spelucín se refirió, acto seguido, a una conversación que tuvo con un “pariente de la muchacha”, que le dijo que “Vallejo no se había portado bien con ella”.[14] No hemos podido identificar a ese pariente de Otilia, pero sí hemos logrado documentar, gracias a Pilar Spelucín, que Alcides fue, en efecto, amigo de los Villanueva; en particular de Germán y Antonio Villanueva, con quienes aparece retratado en una fotografía que aquí reproducimos. Se da la circunstancia, además, de que Germán fue el padre de Elsa Villanueva (1923-2015), una de las primeras vallejistas.[15]
Otilia Villanueva y Trilce
Las informaciones novedosas arriba mencionadas contribuyen a reconstruir más cabalmente la imagen histórica de Otilia Villanueva Gonzales, su relación con César Vallejo y el conocimiento que de esta última pudieron haber tenido dos de los miembros más connotados de la Bohemia de Trujillo. Hay que subrayar, además, que, dado que el noviazgo se produjo en un momento clave del desarrollo poético de Vallejo, las composiciones que se inspiran en su relación sentimental constituyen uno de los escasos medios que nos permiten datar, aunque solo sea aproximadamente, algunos de los poemas de Trilce. Es esta circunstancia, y no otra, la que guía nuestra pesquisa biográfica. Estamos interesados por reconstruir, en el mayor detalle posible, los distintos episodios del noviazgo entre Vallejo y Otilia Villanueva Gonzales, incluyendo la ruptura, para recrear con más precisión la fecha de incorporación de ciertos recursos expresivos al repertorio lírico del poeta. Gracias a un marco de referencia más confiable, pretendemos identificar, en un trabajo futuro, las huellas más plausibles de este suceso biográfico en Trilce. Con él, pretendemos arrojar nueva luz sobre cuándo y cómo se produjo el impacto de la poesía de vanguardia en Trilce, un asunto sobre el que no existe consenso entre los críticos, quienes todavía hoy se dividen, como ha sucedido durante décadas, entre aquellos que consideran al libro una manifestación histórica de la vanguardia internacional y los que la creen que Trilce es una obra convergente, paralela o desconectada genealógicamente de los movimientos poéticos de vanguardia, con independencia del énfasis que unos y otros hagan en señalar las deudas del libro con la estética (post)modernista.[16]
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[1] Véase en https://larepublica.pe/tendencias/587693-cesar-vallejo-y-la-musa-esquiva-de-trilce/
[2] El Instituto Nacional fue un centro de enseñanza primaria y secundaria que crearon, en septiembre de 1918, los miembros del cuerpo docente del colegio Barrós para conservar su puesto de trabajo al fallecer Pedro M. Barrós.
[3] Se trata de un informe del médico de la policía Manuel Pflucker en el que este atestigua la buena conducta y antecedentes de César Vallejo, quien solicitó tal documento, en carta fechada en Lima el 3 de octubre de 1918, pues debía presentarlo ante la Dirección General de Instrucción para que le permitiesen ser director del Instituto Nacional.
[4] Véase César Vallejo: Itinerario del hombre (1892-1938), Lima, Librería – Editorial Juan Mejía Baca, pp. 68-77.
[5] En general, la exégesis de Espejo Asturrizaga se ha cuestionado por su biografismo, aunque no siempre se reconozca en qué medida muchas de sus interpretaciones biográficas han alimentado otras posteriores; que no se tienen por tales.
[6] No todos los poemas eróticos de libro parecen inspirados por Otilia Villanueva. Juan Larrea, ha defendido que Espejo Asturrizaga ha magnificado el impacto de esta relación en la poesía de Vallejo y explicado las razones que le llevan a creer que algunas composiciones fueron inspiradas por Zoila Rosa Cuadra (c. 1901-1966), la novia trujillana de Vallejo (vid. Aula Vallejo, IV, n.º 8-10, Universidad Nacional de Córdoba, 1971, pp. 326-327). Alcides Spelucín, por su parte, sostuvo que Trilce VI estaba inspirado por la misma presencia femenina de su “círculo familiar” que había catalizado “Ascuas” de Los heraldos negros (en Juan Larrea ed. Aula Vallejo, II, n.º 2-4, Universidad Nacional de Córdoba, 1962, p. 71). No obstante, fue Larrea el primero en señalar que Otilia Vallejo Gamboa (c. 1896-1981) era esa figura femenina del círculo familiar de Vallejo (vid. César Vallejo, héroe y mártir indo-hispano. Montevideo: Biblioteca Nacional, 1973, p. 71). La crítica también ha planteado que Vallejo pueda haber fundido las imágenes de las dos Otilias “en un solo poema como en los personajes de los sueños”. Así lo ha hecho Américo Ferrari en su edición de la poesía de Vallejo para la Colección Archivos (Madrid: Allca XX, 1997 [1988], p. 264).
[7] ¡Yo que tan solo he nacido! Una biografía de César Vallejo, Lima, Juan Gutemberg, p. 204.
[8] Es probable que María Cristina también haya sido preceptora. En el Archivo del Ministerio de Educación se conserva una resolución del 26 de junio de 1919 que resuelve: “Conceder licencia por treinta días a la Preceptora auxiliar de la Escuela n.° 4307, de esta Capital, doña Cristina Villanueva; debiendo reemplazarla la postulante doña Rosa Otilia Villanueva”. Hasta la fecha no hemos podido confirmar que no estamos ante un caso de homonimia.
[9] Enriqueta se casó con Mauro Silva Cornejo y tuvo con él cuatro hijos: los conocidos músicos de la orquesta Santiago Silva y hermanos.
[10] Hasta donde alcanzamos, el primer apellido de Otilia lo mencionó por primera vez Juan Larrea en Aula Vallejo, IV, n.º 8-10, 1971, p. 324.
[11] Desconocemos el paradero del contrato mencionado, pero consideramos probable que César Vallejo haya recibido asesoramiento de su hermano Néstor; así lo sugiere su visita a Lima a comienzos de abril de 1920, de la que tenemos noticias por una nota social aparecida en La Industria, el 31 de marzo y por la anotación en el reverso de una fotografía de ambos hermanos en el Jardín Zoológico (vid. César Vallejo, Iconografía, Lima, Academia Peruana de la Lengua, 2017, pp. 30-31).
[12] Una nota social, hasta la fecha desconocida, publicada en La Reforma el 1 de mayo de 1920, informa de que Vallejo acababa de llegar de Lima en el vapor Aysen.
[13] Spelucín se había marchado del Perú a mediados de 1917 y no regresaría hasta fines de 1921 o comienzos de 1922. No está clara la fecha exacta del retorno, solo que él aludió a un encuentro con Vallejo en Lima “hacia marzo o abril de 1922” en el simposio de Córdoba (vid. Juan Larrea ed. Aula Vallejo II, 1962, p. 127). De lo que sí tenemos constancia es de su matrimonio en Lima en mayo de 1922 (el pliego matrimonial se conserva en el Archivo Arzobispal de Lima) y de su retorno a Trujillo, hacia el quince de junio, al que se alude en una nota social publicada en La Industria.
[14] Véase Juan Larrea ed. 1962, Aula Vallejo II, 1962, p. 127. A juzgar por el relato de Espejo Asturrizaga, Vallejo no habría querido casarse con Otilia, quien, embarazada, viajó a San Mateo de Surco, sin que Vallejo llegase nunca a saber “¿Qué fue? ¿Qué se hizo?”. Espejo Asturrizaga, César Vallejo, 1965, p. 75. Hasta donde alcanzamos fue el estudiante A. Paiva, el primero que suscitó la cuestión de posibles alusiones al aborto en Trilce en el primer simposio en Córdoba (vid. Juan Larrea ed. Aula Vallejo II, 1962: 126).
[15] Entre las contribuciones de Elsa Villanueva a la vallejística destacan: La poesía de César Vallejo (1951), una “Bibliografía selectiva de César Vallejo” (1969) y Las palabras de Trilce (1989), coescrita con Marco Martos.
[16] Mientras algunos críticos defienden, siguiendo a Roberto Paoli (“Alle origini di Trilce: Vallejo fra Modernismo e Avanguardia”, Annali della Facoltà di Economia e Commercio in Verona, Serie II, vol. II, 1965-66, p. 423), que existieron reescrituras vanguardistas de gran radicalidad muy avanzado el proceso de composición del libro, otros proponen que el impacto del ultraísmo se habría dejado sentir en la poesía de Vallejo desde, al menos, el 14 de julio de 1919, fecha de composición de Trilce LXVIII según Juan Larrea (vid. Aula III, Córdoba (Argentina), 1967, pp. 268-269). Aunque menos influyente que en el pasado, la hipótesis poligenética sigue circulando en la literatura especializada y ha sido esgrimida incluso por alguno de los más informados estudiosos de la vanguardia peruana.
*Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi llevan más de una década investigando sobre la vida y la obra de César Vallejo y han publicado hasta la fecha tres libros: César Vallejo: textos rescatados (2009), César Vallejo en Madrid en 1931 (2012) e Imagen de César Vallejo: iconografía completa [1892-1938] (2012, 2ª ed. 2017). En 2018 editaron los escritos de poética de César Vallejo, Ser poeta hasta el punto de dejar de serlo: pensamientos, apuntes, esbozos. Acaba de aparecer La Bohemia de Trujillo, 100 años después, el catálogo de la exposición que coordinaron para el Centro Cultural Inca Garcilaso en 2016. Actualmente preparan una edición de la correspondencia del poeta peruano.