“Todo arte auténtico implica un cuestionamiento al statu quo”. Entrevista a Roger Santiváñez

 

Por Ariana Cortez*

Crédito de la foto (izq.) Ed. Personaje secundario /

(der.) www.spreaker.com

 

 

“Todo arte auténtico implica

un cuestionamiento al statu quo”.

Entrevista a Roger Santiváñez

 

 

En la dedicatoria de Symbol, Roger Santiváñez escribe “A Rosa, este es mi cuaderno músico”. Bajo esta declaración, podemos pensar en los poemas que le siguen como la aleación del lenguaje y el sonido violento del rock que le dio vida a la movida subterránea de los 80s e inicios de los 90s. Las canciones de Symbol con sus dislocaciones, sus glitches y su voz lumpenizada, nos dejan registro de una época marcada por la violencia política, la efervescencia de la contracultura y el viraje de la escritura hacia el neobarroco.

Son tres tipos de violencia concéntrica, como menciona Roger en el Epílogo de la última edición hecha por la editorial Personaje Secundario, las que sirven como eje para la escritura del libro: el conflicto armado interno, la adicción a la droga y el amor. El lenguaje oficial queda excedido y desmembrado para que la experiencia colectiva e individual de Santiváñez pueda tomar forma a través de la escritura. A propósito de esta reedición hablamos con el autor, quien nos deja el testimonio de más de 50 años de trabajo con la palabra.

 

El poeta Roger Santiváñez en su juventud

 

Entrevista

 

 

Ariana Cortez [AC]: ¿Cómo descubriste a tu primer poeta favorito?

Roger Santiváñez [RS]: Mi padre era bastante culto. En la biblioteca de la casa estaba el libro Poesía completa y homenaje de Javier Heraud. Es un libro que salió en el año 1964, inmediatamente al año siguiente de la muerte del poeta guerrillero, en que se reúnen todos sus libros que eran básicamente El Río, El Viaje y Estación Reunida. Fue un libro póstumo, porque ganó los Juegos Forales de San Marcos cuando ya había muerto Javier en la guerrilla. Heraud viajó a Cuba, hizo preparación militar y regresó al Perú dentro de una columna de un partido que se llamaba Ejército de Liberación Nacional, ELN, que dirigía Héctor Béjar, comandante de la columna, pero hubo una serie de incidentes en Puerto Maldonado y el poeta fue asesinado en el río Madre de Dios.

 

 

[AC]: Ese espíritu de Heraud te siguió durante toda tu juventud, ¿no?

[RS]: Cuando descubrí la leyenda de Javier Heraud me fascinó. Me pareció increíble, porque era un joven que se había inmolado por sus ideas. Además, me encantó su poesía. Era mi poeta favorito.

 

 

[AC]: Es muy interesante ese compromiso, especialmente por el nivel socioeconómico al que pertenecía Heraud

[RS]: Claro, un poeta de Miraflores. Lo que pasa es que en esa época se produce en el año 1959, 1960, la Revolución Cubana. Esta causó un tremendo impacto en toda la juventud de América Latina. Y, entonces, hizo pensar a muchos jóvenes del continente que era posible hacer una revolución, así como había habido en Cuba, con el Che Guevara y Fidel Castro; pensaban que se podía hacer una revolución en cada uno de los países latinoamericanos. Y, de hecho, abrieron focos guerrilleros por toda la geografía de nuestra América y fueron exterminados todos. En el Perú, el ELN y el otro grupo que fue el Movimiento de Izquierda  Revolucionaria (MIR) se lanzaron a la guerrilla en el año 1965. Fueron derrotados y asesinados casi todos.

 

Foto del poeta Roger Santiváñez sosteniendo la bandera peruana en su colegio. C. 1962, Piura (Perú)

 

[AC]: Y luego llegamos a los ochentas. ¿Tú ya estabas en Lima?

[RS]: Llego a Lima en 1975. Vine a estudiar Literatura en San Marcos. Salí del colegio en el año 1972. No sabía qué hacer, no sabía qué estudiar, porque yo ya era poeta. En cuarto de media me había definido y en quinto eso se acentuó. Era manyado como el poeta del salón. Cuando terminé el colegio no sabía qué hacer. Cuando me preguntaban ¿Qué vas a hacer?, respondía “Yo soy poeta”. Mis hermanos me decían “¿Poeta? Estás loco, eso no existe, tienes que ser médico, abogado, ingeniero, militar, administrador de empresas, lo que quieras, pero poeta, eso no existe”. “Bueno pues, yo soy poeta”, les respondía. Estaba en una disyuntiva, porque en un momento pensé en venirme a Lima a estudiar en la Católica, Sociología o Antropología, que me interesaban bastante. En esos momentos era el pináculo del gobierno reformista de Velasco y estaba de moda estudiar Sociología, Antropología, estudiar la sociedad peruana y las culturas nativas, pero no me convencía. Mi opción era la Literatura, pero no la tenía tan bien formateada. Estaba a punto de irme a Lima cuando un día, en el centro de Piura, mi hermano mayor me recoge de una esquina y me dice “¿Qué vas a estudiar? Ya saliste del colegio”, y yo le dije: “Tal vez me voy a Lima”. Él respondió: “¿A Lima? No, no te vayas a Lima”. Me sugirió estudiar Periodismo en la Universidad de Piura, porque los periodistas escriben y como a mí me gustaba escribir, tal vez lo podía compaginar. Inmediatamente después, en el mismo carro, fue de frente hasta la Universidad de Piura.

 

 

[AC]: O sea, fue una emboscada totalmente…

[RS]: Sí, llegamos a la universidad, paró el carro, fue a la oficina de admisión, compró el prospecto y me lo trajo. Y ya está, me dijo. Me matriculé en una academia preuniversitaria en Piura, la única que había en toda la ciudad. Entré tercer puesto en la clasificación general del examen.

 

 

[AC]: Los números te decían que era ahí.

[RS]: Exacto. Me quedé un año ahí. Escribí un librito y gané los Juegos Florales. Marco Martos va a Piura por esa fecha y me dijo “Lo que tú tienes que hacer es irte a Lima a estudiar Literatura”. Me dijo que me fuera al año siguiente, que me iba a esperar y recibir en la facultad de San Marcos. Entonces, al año siguiente vine a Lima. Tenía que ver El Comercio todos los días, porque iban a poner un aviso con la fecha exacta del examen de traslado y el lugar. Se me pasó la fecha del examen. Mi padre casi me mata.

 

 

[AC]: ¿Y regresaste a Piura?

[RS]: Después de un tiempo acá en Lima regresé a Piura por un año, y cuando intenté matricularme de nuevo en la universidad, el Opus Dei no me dejó.

 

 

[AC]: Y tú fundas Kloaka cuando sales de la Universidad ¿no?

[RS]: Kloaka la fundó con Mariela Dreyfus justo cuando estaba saliendo de la universidad. Antonio Cornejo Polar me sugirió que me quedara en San Marcos trabajando, pero no quería ni oír hablar de eso. No me sentía ni profesor ni catedrático. Lo que me sentía era poeta y quería ser poeta.

 

 

[AC]: Durante tu juventud transitaste por distintos grupos e intentaste armar un frente cultural. ¿Crees que el más importante fue Kloaka?

[RS]: Kloaka fue después y de acuerdo a otras circunstancias. En ese momento había una onda marxista clásica. Ahí es cuando Jorge Pimentel nos propone a mí y a Dalmacia Ruíz Rosas entrar a Hora Zero, que se acababa de reagrupar. Pimentel y Tulio Mora eran los que lideraban esta reorganización. Militamos un año ahí, en 1981. Luego salí para fundar Kloaka en 1982. Estaba desengañado con la izquierda, me había vuelto anarquista, bandera negra.

 

 

[AC]: En Kloaka, además de proponer la penetración de un registro más lumpen y el viraje del conversacionalismo, se referían a la poesía como una “conciencia vigilante” ¿Se logró lo que se quiso lograr?

[RS]: Francamente, no creo. Digamos que con las lecturas públicas llevamos un mensaje de liberación, pero eso duró lo que duró Kloaka, que fueron dos años.

 

 

[AC]: Seguimos viviendo en un sistema político que enajena al individuo. Es más, luego aparece Fujimori que lleva esto al extremo…

[RS]: Claro, además la izquierda unida se hizo pedazos en el 80, porque se iban a presentar unidos a las elecciones del año 80 en una coalición. Se llamaba ARI, Alianza Revolucionaria de Izquierda. Era toda la izquierda junta, los prosoviéticos, prochinos, trotskistas, guevaristas, nacionalistas de izquierda, todos en un solo frente. Estos salvajes se pelean la noche anterior al cierre de inscripción y rompen la coalición. Desde ahí no he vuelto a ver una izquierda en el Perú.

 

El poeta Roger Santiváñez

 

[AC]: ¿Y por qué crees que la poesía no logró lo que se quería lograr?

[RS]: Porque como dice Marx, la cultura es una superestructura y la base de la sociedad es la estructura económica. Los cambios que puedes ver en la franja de la superestructura son poco significantes, porque lo que manda es la economía. Si no hay un cambio a ese nivel, lo que se puede lograr con la cultura es poco, se limita tal vez a concientizar a la gente, o abrirles la mente.

 

 

[AC]: ¿Pero no crees que al menos triunfaron en el campo de la cultura? Leer a Kloaka es clave si se quiere conocer la historia literaria del país.

[RS]: Nosotros hicimos agitación y propaganda fuerte sobre lo podrida que estaba la sociedad. Era algo cercano al punk también. Cuestionamos al sistema y eso es lo que ha quedado como memoria. En su momento mucha gente rechazó el proyecto por ir demasiado en contra del sistema. Mis profesores de la universidad pensaban que me había vuelto loco. Metimos el dedo en la llaga y eso es lo que fue. Otro factor importante es que en los 80s Sendero también inicia sus acciones. Muchos pensaron ―erróneamente― que Kloaka y Sendero estaban unidos.

 

 

[AC]: 42 años después, en la actualidad, tenemos un Estado responsable de 50 muertes, la violencia sigue sistematizada y el neoliberalismo triunfó. ¿Cuál sería el manifiesto de Kloaka ahora?

[RS]: No sé, francamente. Creo que las manifestaciones artísticas, culturales o poéticas se deben a su tiempo. Kloaka respondió en su momento a lo que tuvo que responder. Creo que ahora no sacaríamos un manifiesto, no sería producto de la circunstancia real precisamente hablando.

 

 

[AC]: Y, ¿cómo crees que se debe posicionar un poeta ahora?

[RS]: El trabajo de un poeta es escribir. Creí desde fines de los años 70 en el famoso texto de Jean-Paul Sartre ¿Qué es la literatura?, el cual es una especie de manifiesto de lo que en esa época y desde los 50s se llamaba el compromiso de los intelectuales. Según Sartre, teníamos que poner la Literatura al servicio de la revolución. Tienes que escribir libros, novelas y cuentos que pongan en marcha la revolución. Hubo muchos escritores comprometidos, yo mismo lo sentí en algún momento. La poesía se politizó durante el gobierno fascistoide de Morales Bermúdez, que desmontó el proceso reformista de Velasco. Sí, creíamos que ayudábamos de algún modo a la Revolución, pero no es así como se logra. Puede que el poema genere propaganda o conciencia, pero no una Revolución. Mucho de la Literatura que se produjo en esos años ha quedado en nada.

 

El poeta Roger Santiváñez

 

[AC]: ¿Por qué?

[RS]: Porque creían que bastaba mencionar en un poema a los pobres y la Revolución. A esa la llamábamos poesía panfletaria. Nosotros queríamos hacer poesía política, con alto nivel poético, que no sea un panfleto, que sea una obra de arte. Esa era la lucha que propugnábamos.

 

 

[AC]: Y ese especial énfasis en el trabajo con el lenguaje hizo que transicionaras del conversacionalismo al neobarroco…

[RS]: Claro, en un punto quise salir del conversacionalismo que me vio nacer. Cuando empecé a escribir poesía, tenías que escribir poesía conversacional, sino estabas fuera de onda. Finalizando los años 80, comencé a sentir que quería experimentar con otros modos de expresión. Eso derivó en Symbol, que siguió un camino distinto a pesar de nacer como una radicalización de la poesía conversacional. Después, cuando viajé a los Estados Unidos, ahí conocí a los neobarrocos, me enteré que existía este movimiento compuesto por José Kozer, Perlongher, Echavarren, Espina, Jiménez, entre otros. Me sentí cómodo entre ellos, incluso fui a un par de congresos neobarrocos en Texas.

 

 

[AC]: Perlongher en Argentina, Zurita en Chile y tú en Perú. Podríamos hablar de la trinidad de la poesía en épocas de violencia política. ¿Qué hay de los tiempos de crisis que llama al quiebre de la palabra?

[RS]: El rol de un poeta es escribir lo mejor que pueda, con mucha conciencia y a través de la belleza de la palabra intentar llegar a una suerte de cuestionamiento. Todo arte auténtico implica un cuestionamiento al statu quo, por lo tanto, es implícitamente subversivo. El gran arte es subversivo, porque el gran arte te mueve el piso y te saca de este mundo. Te plantea algo que no existe acá. Como Rimbaud dice, “la verdadera vida está en otra parte”.

 

 

[AC]: ¿La escritura es juego?

[RS]: Por supuesto, el elemento lúdico en la poesía y el arte es fundamental. No solo porque implica una enorme libertad, sino que al mismo tiempo permite la posibilidad de una singular creación.

 

 

[AC]: ¿Y no piensas jubilarte de ese juego jamás?

[RS]: No, para mí la poesía es algo primordial en mi vida. Es lo primero. Siempre la pongo por delante de absolutamente todo, es lo esencial.

 

[Lima, julio de 2024]

 

 

 

 

 

*(Perú). Estudiante de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

 

 

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