Por Mírian Freitas*
Traducción del portugués al español por Arturo Jiménez Martínez
Curador de la muestra Fabrício Marques
Crédito de la foto archivo de la autora
Tentativa en mantener los tarros de miel con poesía
+ 13 poemas de Mírian Freitas
Mácula
Los huesos lloran
enrollados en pedazos de papel
como si la vida muriera
en este silencio de una tarde espesa
bajo ráfagas de viento y tempestad.
No hay sonrisas dentro de aquellos tarros de vidrio.
Hay un volumen de vacío y la nada.
La nada que sopla en los oídos
la mácula
y el desasosiego de estos puños tristes.
Víspera
Parar los sueños con las manos
colocar debajo de las uñas
la osamenta de la memoria
tocar el piano
cuando afuera
la nieve asusta
a los viajeros que llegan
al país de exilio
para escribir la urgencia
de la súplica
a las vísperas
de la muerte.
Desencarne
Cinco palmos
y un espejo en las manos.
Toda muerte es un poniente.
Tentativa en mantener los tarros de miel con poesía
Una abeja en el cuarto
nerviosa
debatiéndose contra la pared:
− quería salvarla
para mantener los tarros
de miel con poesía −.
Pero,
de otra manera
aunque intentara lanzar la cuerda,
el pequeño cuerpo
descansó en mis manos
como un difunto:
− entre mí y las cosas perdidas
el amor puede parecer muerte −.
Constatación
Leyendo (ahora) un poema de Whitman
sé que los cementerios están dentro
de cada hombre
o mujer
en la travesía en dirección
al desierto de las sombras.
Sé que en el útero de la locura
reside la muerte.
(También) sé que
los hospicios son la morada de los pájaros.
Nota
Quién me diera
a plantar crepúsculos a su puerta
en los tiempos de la peste y de la muerte:
− la tristeza aconteció después de guardar
tus hombros bajo siete llaves en el armario
y recordar que del cielo brotan
poemas con alzheimer
Sobre el dar
La generosidad es un sorbo de agua
en la boca del desierto.
Retrato de un poeta vietnamita
(a Ocean Vuong)
Su cuerpo de niño flaquito es poesía.
Es una inesperada poesía de instantes:
ranuras e intermitencia.
Los ojos rasgados como si encorvados en el desierto
piden agua por tener sed.
Sed de palabras que cicatricen las metáforas
del mar, de la madre, del exilio.
Metáforas que sangran a pocos en el quebranto del espíritu,
En el desorden multiplicado de emociones difusas
sin nombre.
Sus sobacos son tan profundos como dos cuevas que guardan
sentimientos.
La infancia permanece intacta (aún) en sus huesos
y en su piel oscurecida.
Memorias de Saigón en un río de humo
están enclavadas a las paredes de su casa íntima.
Un padre sin rosto tatuado en la carne híbrida.
Una abuela con el pasado y las guerras en los cabellos.
Una madre, de chanclas, adormecida para siempre en una cama de bambú.
Un nombre para nunca más olvidar del mar:
− Ocean,
nadie dejará sus manos en ningún instante.
De su cuarto en Northampton, la vida pasa encuadrada por una ventana:
molduras de la nieve y de los árboles ciegos por el invierno.
En el centro de su corazón
reside un adorno de origami
a la media luz de un crepúsculo.
El vestigio de sus orígenes asiáticos se profundiza
como raíces en la tierra prometida.
Por el olfato materno, la luz que te fue dada tiene el olor
de crisantemos y de sombras frías.
Falso retrato de Walt Whitman
Preciso
de una libreta para anotar tus versos
león del mar, víctima de la muerte,
insecto desnudo arrastrándose por las paredes
con la niebla
de los bares y callejones de Brooklyn.
El revólver inocente dispara en los ojos del animal
para que se reinvente el amor.
En la infancia
contemplabas las pequeñas estrellas
y las prendía en cajas de cerilla
como secretos del corazón.
En el poema,
un rostro alcoholizado
obsesivamente multiplicado en cantos íntimos,
pedazos de ti, de muchos otros, voces con aves
de picos de pólvora.
Fisuras en la memoria, explosiones
como válvulas de escape, conversaciones excitantes en las noches de New york,
sudores por el cuerpo, agua y sal, hombre en el hombre,
existencia en la piel del perro, sed en la carne de los labios,
precipicios.
Las últimas constelaciones (ahora) están dentro de la osamenta
de tu doble esqueleto.
Una tarde en Ogunquit
¿Habrá algún secreto en este mar
que esconde aguas arrugadas
entre grietas de arena
y cangrejos sin memoria?
Aves marinas avanzan
el pico
entre el hambre y la esperanza.
− en nada se sustenta quien rechaza el abrazo.
En las rocas,
los corales no saben
de esta herencia
que es morir
por un pedazo de la tarde
aún espesa de ánimos
y bichos.
En Lumbini
(Nepal)
Al vislumbrar el cielo de Lumbini
volaron hacia dentro de mí
pájaros
a la búsqueda de la morada secreta de Buda.
Entre los ojos y la ciudad,
los vacíos de Chopin tocan con los dedos
el invierno y la nieve que deambulan sobre el Himalaya
al final de enero.
El viento sopla los tejados de esta mañana,
el aullido de quien se levanta
es un estruendo en el horizonte de aves.
El pecho enciende lo que dormía hace años,
la nostalgia es un idioma de árboles heridos.
La memoria es un piano de pulsos cortadas.
Varanasi
(India)
En las cenizas del Ganges
fluctúa el polvo de la carne,
se ahoga el espíritu en el espejo turbio
de las aguas
bajo los signos de Buda
y Gandhi,
− momento en que el hombre aprende a llorar.
Medellín
(Colombia)
En los ojos de la ciudad:
Botero:
la ley más antigua
de la imperfección.
Flores aromas vendavales,
las plazas veneran
el transeúnte,
la vida de un lugar
no reside en las piedras.
¿Qué queda dentro de las orquídeas
amarillas?
: viento.
¿Qué resiste en la mirada
de las palomas y del poeta?
: olvido.
Atacama
(Chile)
Luz y sal.
Viento y llamas.
Sol y nieve.
Ningún ojo sale del lugar delante de la nada.
Tierra colorida, granos de arena luminosos.
Hiervas afrodisiacas bajo la lengua,
los dientes adormecen
el cuerpo crece:
− espuma por los poros,
la noche dentro del cuerpo.
El plumaje rosado de flamencos vacía
las aguas saladas del desierto.
Estrellas inflaman el cielo árido y brillan tejados
húmedos de viento.
Sólo el desierto me hace llorar cuando lo siento.
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(poemas en su idioma original, portugués)
Tentativa em manter os potes de mel com poesia
+ 13 poemas do Mírian Freitas
Mácula
Os ossos choram
enrolados em pedaços de papel
como se a vida morresse
neste silêncio de uma tarde espessa
sob rajadas de vento e tempestade.
Não há sorrisos dentro daqueles potes
de vidro.
Há um chumaço de vazio e o nada.
O nada que sopra nos ouvidos
a mácula
e o desassossego destes punhos tristes.
Véspera
Parar os sonhos com as mãos
colocar debaixo das unhas
a ossada da memória
tocar o piano
quando lá fora
a neve assusta
os viajantes que chegam
no país do exílio
para escrever a urgência
da prece
às vésperas
da morte.
Desencarne
Cinco palmos
e um espelho nas mãos.
Toda morte é um poente.
Tentativa em manter os potes de mel com poesia
Uma abelha no quarto
nervosa
debatendo-se contra a parede:
− queria salvá-la
para manter os potes
de mel com poesia −.
Porém,
de um outro jeito
embora tentasse lançar a corda,
o pequeno corpo
descansou em minhas mãos
como um defunto:
− entre mim e as coisas perdidas
o amor pode parecer morte − .
Constatação
Lendo (agora) um poema de Whitman
sei que os cemitérios estão dentro
de cada homem
ou mulher
na travessia em direção
ao deserto das sombras.
Sei que no útero da loucura
reside a morte.
(Também) sei que
os hospícios são a morada dos pássaros.
Bilhete
Quem me dera
plantar crepúsculos à sua porta
nos tempos da peste e da morte:
− a tristeza aconteceu depois de guardar
teus ombros a sete chaves no armário
e lembrar que do céu brotam
poemas com Alzheimer
Sobre doar
A generosidade é um gole d’água
na boca do deserto.
Retrato de um poeta vietnamita
(a Ocean Vuong)
Seu corpo de menino magricela é poesia.
É uma inesperada poesia de instantes:
ranhuras e intermitência.
Os olhos rasgados como se envergados no deserto
pedem água porque têm sede.
Sede de palavras que cicatrizem as metáforas
do mar, da mãe, do exílio.
Metáforas que sangram aos poucos na falência do espírito,
na desordem multiplicada de emoções difusas
sem nome.
Seus sovacos são tão profundos como duas covas de guardar
sentimentos.
A infância permanece intacta (ainda) nos seus ossos
e na sua pele escurecida.
Memórias de Saigon num rio de fumaça
estão pregadas às paredes de sua casa íntima.
Um pai sem rosto tatuado na carne híbrida.
Uma avó com o passado e as guerras nos cabelos.
Uma mãe, de chinelos, adormecida pra sempre numa cama de bambu.
Um nome para nunca mais esquecer do mar:
− Ocean,
ninguém abandonará suas mãos em nenhum instante.
Da sua vidraça em Northampton, a vida passa enquadrada por uma janela:
molduras da neve e das árvores cegas pelo inverno.
No centro de seu coração
reside um bibelô de origami
à meia luz de um crepúsculo.
O vestígio de suas origens asiáticas aprofunda-se
como raízes na terra da promessa.
Pelo olfato materno, a luz que foi dada a você tem o cheiro
de crisântemos e de sombras frias.
Falso retrato de Walt Whitman
Preciso
de uma caderneta para anotar teus versos
leão do mar, vítima da morte,
inseto nu rastejando pelas paredes
com os nevoeiros
dos bares e becos do Brooklyn.
O revólver inocente atira nos olhos do animal
para que se reinvente o amor.
Na infância
contemplavas as pequenas estrelas
e as prendia em caixas de fósforos
como segredos do coração.
No poema,
um rosto alcoolizado
obsessivamente multiplicado em cantos íntimos,
pedaços de si, de muitos outros, vozes com pássaros
de bicos de pólvora.
Ranhuras na memória, explosões
como válvulas de escape, conversas excitantes nas noites de Nova Iorque,
suores pelo corpo, água e sal, homem no homem,
existência na pele do cão, sede na carne dos lábios,
precipícios.
As últimas constelações (agora) estão dentro da ossada
de teu duplo esqueleto.
Uma tarde em Ogunquit
Haverá algum segredo neste mar
que esconde águas enrugadas
entre fendas de areia
e caranguejos sem memória?
Pássaros marinhos avançam
o bico
entre a fome e a esperança.
− em nada se sustenta quem recusa o abraço.
Nas rochas,
os corais não sabem
desta herança
que é morrer
por um pedaço da tarde
ainda espessa de ânimos
e bichos.
Em Lumbini
(Nepal)
Ao avistar o céu de Lumbini
voaram para dentro de mim
pássaros
à procura da morada secreta de Buda.
Entre os olhos e a cidade,
os vazios de Chopin tocam com os dedos
o inverno e a neve que passeiam sobre os Himalaias
ao final de janeiro.
O vento sopra os telhados desta manhã,
o uivo de quem se levanta
é um estrondo no horizonte de aves.
O peito acende o que dormia há anos,
a saudade é um idioma de árvores feridas.
A memória é um piano de pulsos cortados.
Varanasi
(Índia)
Nas cinzas do Ganges
flutua a poeira da carne,
afoga-se o espírito no espelho turvo
das águas
sob os signos de Buda
e Gandhi,
− momento em que o homem aprende a chorar.
Medellín
(Colômbia)
Nos olhos da cidade:
Botero:
a lei mais antiga
da imperfeição.
Flores aromas vendavais,
as praças veneram
o passante,
a vida de um lugar
não reside nas pedras.
O que resta dentro das orquídeas
amarelas?
: vento.
O que resiste no olhar
dos pombos e do poeta?
: esquecimento.
Atacama
(Chile)
Luz e sal.
Vento e lhamas.
Sol e neve.
Nenhum olho sai do lugar diante do nada.
Terra colorida, grãos de areia luminosos.
Ervas afrodisíacas sob a língua,
os dentes adormecem
o corpo cresce:
− espuma pelos poros,
a noite dentro do corpo.
A penugem rosada dos flamingos esvazia
as águas salgadas do deserto.
Estrelas inflamam o céu árido e brilham telhados
úmidos de vento.
Só o deserto me faz chorar quando sinto.
*(Brasil). Poeta y ensayista. Es doctora en Literatura Comparada y escritora. Fue profesora en escuelas públicas de Massachusetts (EE. UU.). En la actualidad, se desempeña como profesora de Letras en el Instituto Federal de Educación Ciencia y Tecnología de Juiz de Fora (Brasil). Ha publicado en poesía Intimidad asechada (2006), Exilios, naufragios y otros pasajes (2016), Casi: poemas a la sombra de un árbol (2019), Cuando éramos pájaros y otros poemas abisales (2021), Mosaico (2022) y La memoria es una oficina de huesos (2023); y em ensayo Caio Fernando Abreu: una poética de la alteridad y la identidad (2021),
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*(Brasil). Poeta. Doctora em Literatura Comparada. Vive en la ciudad de Juiz de Fora, Minas Gerais, Brasil. Autora dos poemarios Intimidad asechada (2006), Exilios naufragios y otras pasajes (2016), Casi: poemas a la sombra del un árbol (2019), Cuando éramos pájaros y otros poemas abisales (2021), Mosaico (2022) y La memoria es una oficina de huesos (2023); y em ensayo Caio Fernando Abreu: una poética de la alteridad y la identidade (2021).