Por Andrés Ajens
Crédito de la foto Lexpress/www.healthaim.com
t rump us a
Desvío crucial fuera, es-
trechísimo: a diferencia
de antipoesía, des-
trucción crítica ad ab-
surdum a ratos, a ratos
mimético-forestal par-
odia de poema poeta
(sin borradura pura
del doble filoso borde
de Parra mismo el 73),
la antipoecia alias anti-
PoeCIA no sólo sin más
oclusiva fuera (trascen-
dental, negativa) sino
abiertamente platónica,
política: purgar de poesía
la polis (policía), estado den-
tro del estado, uy agency, y,
redundancia infinita, la traza
de/en la propia CIA. Aun el paso
al “concreto” en Parra –cf. Chistes
para despistar a la poesía (policía)–
confirma la derrota entreabierta
por Poemas y antipoemas (1954).
Diez años más tarde, en The
Aesthetic Opposition (1964),
Sherman Kent, por años mentor
de Intelligence analysis en la CIA,
redobla la oposición jerárquica
entre filosofema y poesía, con-
denando a lxs poetas por su ambi-
güedad, diseminación y, al cabo,
descontrol de sentido: “Huelga decir
–remata Kent– que mis esfuerzos
por estandarizar el vocabulario
de términos evaluativos [estimative
words] no contó con la aprobación
universal. Mis principales adversarixs
[principal adversaries] eran aquellxs a
quienes como poetas me he referido”.
De qué modo La oposición estética, Poemas
y antipoemas de la antipoecia, se inscribe
en la prolífera herencia de The Mystery
of Marie Rôget en particular y en la tríada
de Dupin en general, no cabe aquí re-
trazarlo: erguida en concreto armado
de la hegemonía de la medida
sobre la desmesura, el control
sobre el descontrol, el matema
sobre el poema, la antigüedad
de la antipoecia se confundiera con
los primeros balbuceos de filosofía.
Hoy por hoy: para nadie un misterio
que Trump no habla bien la lengua
de la CIA; cree ver en Langley nomás
una tropa de progresistas del Liguria
[a nest of nefarious liberals] dis-
puestos a entrabar su presidencial
emprendimiento, o aun a voltearlo.
«La relación [entre Trump y la CIA]
es la peor de cualquier presidente
entrante», voceara recientemente
Paul Pillar, (ex) alto agente de la CIA.
Pues si hay algo que detesta Trump
es la antipoecia, v. g., la Filosofía, mas no
porque sin saberlo sea un heideggeriano
de pacotillas (que pudiera serlo)
sino porque sino suyo nomás fuera
(ni a Ángelus Silesius ni a Gertrude Stein
jamás leyera)[1]. Dirás: si nunca habrá habido
American poetry como tal (ni hondureña
ni congoleña ni chilena) cómo iba a hacer
grande otra vez a America. Diría: retórica
al servicio de tal o cual voluntad de poder
habrá habido desde que la antipoecia
es antipoecia. Mas poesía, si hay, si tal
se diera, otra cosa sin cosa fuera. Eso
sería. Todo. Sin todo, bien sur. Por hoy.
Pirque, 21.1.16
[1] Sino porque sino suyo nomás fuera: Trump como síntoma, puro (metafísico) síntoma: cálculo (Trump) contra cálculo (Rump); This Art must my Disciples learn by Rote (Rump: Or an Exact Collection of the Choycest Poems and Songs Relating to the Late Times, Puritan Covenant, London, 1662), etc.