Por: Federica Bologna*
Traducción: Mario Pera
Crédito de la foto: Facebook de la autora
Sólo estoy hecha de vértigo.
7 poemas de Federica Bologna
En la cocina se llora en silencio,
se grita suavemente para no golpear las cacerolas
que luego escuchas desde la habitación.
Se entra a la cama temprano por la mañana
una vez tranquila:
se aprende desde niños
que la madre debe dormir en el sofá
para no despertar a la otra mitad de la cama.
*
Me convencía de que era sólo un tumor
cuando los senos y el vientre se hincharon.
Porque nacido desde la violencia! No eres su hijo
a veces, la genética se equivoca:
estoy más segura de ello cada vez
que encuentro a mi madre en las perillas del baño.
He heredado sólo sus venas
demasiado sutiles para mantenernos en pie,
permanecen en el dorso
y eso es lo importante, que tú también
no temes desvanecerte.
*
Sólo estoy
hecha de vértigo.
Propensa a los cambios repentinos,
al ciclo lunar.
Primero debo acostumbrarme
a los cortes de tu cuerpo
debo calcular las caídas,
con la dedicación de la costurera
tras los bastidores del ballet.
Debes tomar mis manos frías,
besarme cuando camino descalza
*
Y estoy más segura de amarte
cuando tu delgadez me golpea
y retiro la comida de mi plato
para ponerla en el tuyo.
Entonces, hay en ese gesto
toda la decisión de preferir
salvar tu vida antes que la mía.
*
Me doy cuenta de que es bello
cuando me dices que, a menudo,
tomas una ducha en mi casa
como si en tu hábito
también yo me fuera
a llenar los tiempos y los vacíos
como los cafés o como cuando reposas
junto a mí
como si estuviera así
exactamente en mi lugar.
Ser amada por ti
me vuelve más justa
y es un buen motivo
para estar allí.
*
Y quisiera estar allí, observándote
cada vez que sonríes
cuando en tu mejilla
se forma un pliegue
en el que podría dormir
o cuando después de un gol
te veo regresar desde lejos
con aquel paso de cocodrilo
que observa a su alrededor
para disfrutar de toda la distancia,
los árboles, la espera
sin pederme nunca de vista.
*
Te puse dos manos bajo la chaqueta
para entender qué te hace falta:
el número de costillas, el área
de un amplio respiro que cuenta
los tramos desde la escalera hasta la casa.
Tú sientes cada mínima
variación de luz,
el bien en las personas
incluso dentro de mí
que todavía no entiendo
tu extraño nacimiento
esa rara inclinación.
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(versión original en italiano)
Io sono solo di vertigine composta.
7 poesie di Federica Bologna
In cucina si piange in silenzio,
si urla piano per non far sbattere le padelle
che poi ti sente dalla camera.
Si entra nel letto solo a mattina presto
una volta tranquille:
lo si impara da bambine
che la mamma deve dormire sul divano
per non svegliare l’altra metà del letto.
*
Mi convincevo che eri solo un tumore
quando i seni e il ventre si gonfiavano.
Perché nato da violenza! Non sei suo figlio
a volte la genetica sbaglia:
ne sono più certa ogni volta
che trovo mia madre nei pomelli del bagno.
Ho ereditato soltanto le sue vene
troppo sottili da tenerci in piedi,
restano nella schiena
ed è questo l’importante, che anche tu
non abbia paura di svenire.
*
Io sono solo
di vertigine composta.
Incline agli sbalzi,
al circolo lunare.
Devo prima abituarmi
ai tagli del tuo corpo
devo calcolare le cadute,
con la dedizione della sarta
nelle quinte del balletto.
Devi prendermi a mani fredde,
baciarmi quando sono a piedi scalzi
*
E sono più certa di amarti
quando la tua magrezza mi colpisce
e mi tolgo il cibo dal piatto
per metterlo nel tuo.
Allora c’è in questo gesto
tutta la scelta di preferire
salva la tua vita alla mia.
*
Mi rendo conto che è bello
quando mi dici che spesso
fai la doccia a casa mia
come se nella tua abitudine
ci fossi anche io
a riempire i tempi e i vuoti
come i caffè o quando poggi
il tuo fianco a fianco del mio
come se fossi così
esattamente al mio posto.
Essere amata da te
mi rende più giusta
è un buon motivo
per esserci.
*
E vorrei esserci a guardarti
ogni volta che sorridi
quando nella guancia
fai una piega
in cui potrei dormire
o quando dopo un traguardo
ti vedo tornare da lontano
con quel passo da coccodrillo
che si guarda intorno
per godere tutta la distanza
gli alberi, l’attesa
senza perdermi mai d’occhio.
*
Ti metterei due mani sotto la giacca
per capire cosa ti manca:
il numero delle costole, l’area
dell’ampio respiro che conta
le rampe di scale fino a casa.
Tu senti ogni minima
variazione di luce,
il bene nelle persone
persino in me
che ancora non ho capito
la tua rara nascita
quella strana inclinazione.