Sobre «X, (Vida y Milagros)» (2021), de Paco Benavides

 

La Biblioteca Digital de Poesía ALFABETO DEL MUNDO proyecto de las editoriales La Castalia (Venezuela) y Ediciones de la Línea Imaginaria (Ecuador), presentan la colección «Homenajes». Serie que difundirá los libros fundamentales de grandes poetas hispanoamericanos fallecidos y que merecen nueva difusión-circulación y estudio. La Colección se inaugura con la publicación de X, (Vida y Milagros) del estupendo poeta y artista plástico ecuatoriano Paco Benavides (1964-2003). Libro que podrá leerse y descargarse de manera gratuita desde el 22 de julio próximo en:

www.lacastalia.com.ve o www.edicionesdelalineaimaginaria.com

 

 

Poemas por Paco Benavides*

Nota por Edwin Madrid

 

 

Sobre X, (Vida y Milagros) (2021),

de Paco Benavides

 

Paco murió en el 2003, todo quedó trunco, un golpe como esos de Dios, en lo que todo queda empozado. Sin embargo, su obra, lo poco publicado, empezó a circular de mano en mano, de boca en boca, creando una enorme curiosidad entre los más exigentes lectores de poesía, que con reverencia y cuidado se acercan a su obra y la celebran.

Este libro estuvo a punto de publicarse cuando él aún vivía; es decir, aparece tal y como Paco lo dejó. Libro intenso por el dominio de la forma y del sentido del poema, sin miedo de hacer giros en el habla o en medio de finas imágenes creadas para el enamoramiento. Mezcla del habla común con la culta. Enriquece la lengua con el manejo de los contrastes, es un poeta muy ecuatoriano y al mismo tiempo universal, el color local se eleva más con referencias de lecturas y la recuperación de otras lenguas que, como pocos poetas en el Ecuador cultivaron.

X, (vida y milagros) es un libro de amor trunco con esos ires y venires que tiene la vida en estos asuntos. No importa quién sea X, lo que importa es su vida y milagros y, allí la voz va construyendo un solo poema dividido en trece textos y un epílogo. Es como si hubiera creado una pequeña ópera con coros y fugas que dan cuenta de la aventura amorosa pero también de la distancia, o mejor aún, del drama de la vida distante en la que todos los sentidos se agudizan para mirarse a uno mismo y a su entorno.

 

Paco Benavides en París (Francia)

 

3 Poemas de Paco Benavides

 

 

I

 

Aplicadamente y sin entusiasmo

Pasó viendo sus días como a través

De una ventana sujetándolos con pisapapeles

 

De cristal pasó y repasó también

Sin enfado sin tristeza

Sin frialdad sin extrañeza «su vida»

 

Cultivó una suerte de animosidad

Contenida un arte sencillo

De la rima nocturna

Una forma leve de caminar

Escuchando el latir de…

Distraído por esa innocua melodía

 

No tuvo tiempo para todo

Lo que le hubiese gustado

Así que dejó crecer la hierba

 

Bajó las persianas corrió

Los visillos y encendió las lámparas

Exactamente cuando el sol arriba etc…

Y se dispuso calmo a hojear

Sus días sin aspaviento todo lo contrario

Separado de ellos ya años luz

 

Por la noche caminaba cómo decirlo

Infinito emocionado por la vista desde el puente

Y cortaba hojas de acebo de arce de haya

 

Regresaba a casa ni ensimismado

Ni locuaz con tan sólo ganas

De recostarse y bajar los párpados

Cubrir su cabeza con la manta negra

Dejarse ir por el camino bordeado

De acantilados con el vértigo acostumbrado

 

Y escucharla al otro lado

Preparando exámenes y té

Cepillándose los dientes poniendo

 

A punto las notas con nombres de peces

De flores de insectos de guijarros

Que pegaba en espejos y puertas

Él escuchaba sus pasos y el crujir

De la madera escuchaba cerrar la puerta

Entreabrir el edredón sacarse la falda

 

La camiseta echarse abrir la novela

Acomodar la lámpara acomodar la cabeza

Y en un tris quedarse dormida

 

Ah él cómo suspiraba en el verano

Cuando el asedio de la belleza se hace acedía

La turgente forma de las doncellas

Los pechos plenos los cuellos altos

La esbeltez de las nalgas y los tobillos

Y los muslos sudorosos y el sol pudriéndolas

 

Tampoco es que lo desalentase la belleza

No estaba harto de ella

Simplemente que quería tiempo para tragarla

 

Tiempo para socorrerla y recorrerla

Para redimirla en sí misma cuando

Rediviva hable y se pronuncie

Porque ella siempre a deshoras sarcástica

Y quién lo diría frecuente se pone se

Quita las medias en nuestra presencia

 

Ruidosa cuando en el mar

Calma en el soto entre sus solteros

Turbia con cuernos y sangre dulcísima

 

Cuando desbocada devorando

Atiborrada de laurel irrazonable

Tierna cuando te acompaña adentro

No obviamente no lo desalentaba

La belleza sólo que había perdido

El duende para perseguirla la vena

 

Por eso gustaba pasearse

Por torres baldías – apiñado

Entre tanta gente entre tanto prójimo –

 

Por torres de marfil de alabastro de piedra

Y desde sus almenas dejar arrullar

A sus ojos por el paisaje ameno

¡Ah! y sus dudas (y las risitas

De las dos señoritas de al lado)

Cortaban el éxtasis – ¿hay otra palabra? –

 

De esa bailarina suya que salía

A revolotear por el escenario sin aviso

Frágil de tobillos finísimos sí

 

Ligera grácil liviana hecha de aliento

(¿es Apuleyo quien la describe?)

eso cortaban las risitas de las dos señoritas

Por eso gustaba de tomárselo todo

Con gentileza – excepto un mal verso

Una confesión amorosa sin ritmo –

 

Y eso hizo y gentil cuando aquellos ojos

Tristes y pardos cantaron para él

Ritmaron con el entorno y se volvieron

 

Le compuso yambos maltrechos

– la época ayudaba por cierto –

Baladas oscuras llenas de niebla

Ah senos tiernos de pezoncillos apenas

Respingados con gotitas de rocío

En las puntas lunas crecientes

 

Y piernas altas como lirios

Y nalgas ajustadas de gacela

Y la negrura espesa oculta y las cejas

 

Tupidas manos largas nervosas llevando

Siempre de aquí para allá

Ramitas secas y peces y chocolates

¡Ah su rama de muérdago su rama de tejo

Su pez de agua dulce de lago tenebroso

Sus bombones devorados así!

 

Pero ella estaba para cabezas

– digamos – más templadas

Más afinadas para el todos los días

 

Sin embargo a veces ella lo consentía

Le escribía pequeñas noticias

Que ni decían ni desdecían nada

Confesiones en la puerta de la nevera

Y en raras ocasiones en el panel

De las facturas y las cartas postales

No eran palíndromos ni bifrontes

Solamente ojos almendrados o

Miradas distraídas en ojos almendrados

 

Vivió él al borde de un río verde

Que nunca arrastró ni vacas ni tronos

Ni piedras ni limo tan sólo

Bañistas en verano y el reflejo

De la «Alta la Dulce» flotando

Sin más sacerdotisas lobunas

 

Por entre su corriente no felina

Ecuánime reposada si lo queréis

Equilibrada sin desbordamiento expresivo

 

Y el silencio que la puebla pero que

No es sagrado y en el otoño ¡cómo no!

Las hojas a punto de morir más bellas

No nada en la corriente a lo sumo

Tres o cuatro suicidas ah el río verde

Escenografía para verla aparecer

 

Seguirle los pasos desde lejos

Seguirle los pensamientos desde el otro lado

Seguirla por entre sus jardines y voces locas

 

Ah el amor el amor el amor

Que desde hace años anduvo como toro barroso

Que desde hace algunos anda

Como rehuido huraño esquivo cabizbajo

Avergonzado ¿cimarrón o liberto? Total… que

«ha de estar por los bosques y selvas

 

Poray ha deandar pata de perro»

Así de repente le llegaba

Il parlar materno y estaba bien

 

Como rezongo para no desbocarse

Ah el amor el amor el amor

Y le dedicó el resto del día

 

 

II

 

Coro

 

 

Ego scriptor demasiado yo en la vaina

Por personas passwords por canto guirigay

Buitre por mirlo democracia por convocatoria en la fuente

Futuro por pasado pasado por presente

Anillas por orejas sangría por sacrificio en el roble

Tele por visiones oropax por silencio en el campo

Notebook por soliloquio o por charla bajo el sol

 

Entra el griego, un poco irritado:

Está bien os comprendo estáis

En todo vuestro derecho

Ven tú sí –dirigiéndose al coro–

Decidles que están en todo su derecho

Quieren ganarlo y a bajo precio todo

Y en el mío también no hacerlos constar

En los papiros prefiero cantar a la hienda

De las cabras que es maligna pero menos

Pero no tanto como la vuestra

 

El jefe, en voz alta:

 

Vamos moverse las mujeres a la izquierda

 

Y los hombres a la derecha

 

Coro

 

Que dice él que…

 

El jefe, en voz baja:

 

Callaos que tampoco entiendo vuestra lengua

 

 

 

III

 

Nacido en un país quejumbroso

De verdes collados y areniscas y etc

Adusto mordaz suave e indolente

 

Todo al mismo tiempo y ebrio

Por cierto cimentado en

Calicanto barrio y ripio

 

Siguiendo el curso natural

De ser doncella ninfa y bruja

Espantando a sus críos

 

Dando de beber aguachirle

Lloriqueando limosneando ninguneando

Lugar del gerundio y la invectiva

Nacido pues entre la niebla

Y el verde y el negruzco de la tierra

Con el frío y la lluvia tersa el fogón

 

Con truchas en las cercanías el río frío

El bosque que lo dejó encantado

Huacas también de fuego azulado

Había nacido en un país de muecas

Con la última gracia ida

Doncella violada sin queja ñusta

 

No acudió a ella como Musa

Ésto lo tenía claro ni siquiera

La trabajaba con rima melodiosa

 

Llegado a cierta edad la veía

Diverso sin reproche infantil

«Sin navaja bajo el poncho» sin suspiro

 

Recordaba sólo que las vasijas egregias

De antes no podían ya lograrse

Que se troceaban entre las manos del novato

Nacido en un país que no había inventado

Nada para reemplazarlas nada

Nothing nichts niente rien nada

 

 

 

 

 

*(Carchi-Ecuador, 1964 – Berna-Suiza, 2003). Poeta y artista plástico. Sociólogo y científico político por la Universidad Central del Ecuador. Fue cofundador del taller literario Matapiojo. Se desempeñó en Suiza como profesor de Lengua española. Los últimos años desarrolló una intensa actividad pictórica, dejando más de cien obras. Publicó en poesía Historia natural del fuego (1990), Viento Sur (1995), Tierra adentro (1997) y dejó listo para su publicación: X, (vidas y milagros).

 

 

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