Sobre «Va a llover más que esto» (2022), de Lautaro Lamisovski

 

Por Rodrigo Landau*

Crédito de la foto (izq.) Ed. Neural /

(der.) www.literaturaneural.com

 

 

Aquí se prueba la prosa.

Sobre Va a llover más que esto (2022),

de Lautaro Lamisovski**

 

 

Es agradable ir acompañado en Buenos Aires por una ópera prima llena de juegos y simpatías, mientras tú mismo exploras la ciudad y entras y sales de sus ficciones. Los relatos que la expresan son la ciudad tanto como sus calles y monoblocks. “Del rigor en la ciencia” se escribe, tal vez, para remarcar esas desmesuradas pretensiones de nuestras modestas obras.

Coincidió, entonces, mi esparcimiento por esta ciudad mítica con la entrada en lectura de Va a llover más que esto, la primera novela de Lautaro Lamisovski.

Discretamente engullido por el subte, los trenes y en general por las calles y el ambiente de una ciudad que en sí misma es un albergue gigante de personajes y círculos humanos enredándose, fui también absorbido por las notas de intimidad, humor y fina cartografía de los afectos de la novela de Lautaro.

La historia es un collage sutilmente montado sobre espejos rotos, sobre corazones rotos, sobre pedazos de memoria regados en la consciencia de Lucas Ripstein, un joven porteño con alma de Chaplin, con alma de héroe que, después de Auschwitz o de Cromañón (o de cualquier tragedia esencial a la vida), pone el acento en su propia mirada teñida de humor negro y un animus terapeutikós.

Se ha enamorado hasta las patas de Abril Vinokur y con ella reinicia otra posibilidad para el amor, ese personaje menesteroso que absorbe por carencia todo el reino, y vuelven a ocurrir las mismas cosas de siempre: salidas en bicicleta, sexo bajo cortinas cerradas, transa de secretos y confidencias, etc.

 

 

El marco general es la urbe porteña, los habitantes del presente, revolcados y vueltos a revolcar por la ola digital y la comunicación a la velocidad de la luz de hoy, multiplicando exponencialmente la miserable búsqueda de calor (humano).

Abril trae consigo, como en la cola de un fugaz y luminoso cometa, otras historias y otros personajes. Aquí se prueba la prosa. Lucas se disgrega en recuerdos que tienen los nombres de ex compañeros de escuela. Aquí también se prueba la prosa. La vivacidad mental de Lucas es proporcional a su falta de confianza y esa ecuación se resuelve en múltiples observaciones sobre sí mismo, sobre esos otros que son Abril y sus acompañantes, así como esos otros que habitan sus recuerdos en vagabundaje porteño. Un botón de esas flores que brotan sin alarde en la novela de Lautaro Lamisovski:

Fue una época de mucho sexo y mucho amor, sí, pero también, y sobre todo, fue una época de mucha gramática y de mucho análisis sintáctico, de miles de hojas escritas por una chica que quería enseñar su lengua y un chico que tuvo que aprender un alfabeto nuevo.

 

La ciudad como una carpa de circo cuyos principales números son los millones de historias que protagonizamos, oímos o imaginamos, una autoficción de las urbes vía escritores con sus antenas hábilmente erguidas y excitadas.

Lautaro sabe que narrar es un ejercicio de voces perdidas en la fantástica y pantanosa alberca de los egos, porque la ciudad, nuestro dios, no alcanza a decirnos todo. Aquí se prueba la prosa.

 

Rodrigo Landau

Belgrano, 2022

 

El narrador Lautaro Lamisovski

 

Fragmentos de Va a llover más que esto (2022),

de Lautaro Lamisovski

 

 

«Si nadie se muere, ¿esto es una verdadera novela? Al fin de cuentas, Lucas y Abril siguen con sus vidas como si no se hubieran cruzado, como si no se hubieran tocado, aunque no, claro que no. Ella no llora, con excepción de los jueves a la noche, el día que se juntaba con él después de pasar las escenas que le correspondían en la obra de teatro que estaba por estrenar. Él no llora nunca, salvo la vez que se va de la casa de ella, para, posiblemente no volverla a ver. Llora porque siente la necesidad de llorar, pero sobre todo porque cree que si llora le puede dar un poco más de valor a una relación que de por sí no la tenía, o que si la tenía no estaba claro qué era lo que valía de la relación, aunque sí, aunque en verdad lo sabe y entonces sí, no duda de que lo que mantuvo esta relación fue el sexo. Porque el sexo nubló las cosas, le dijo ella antes de que él le devolviera las llaves de su casa, pero vos sabés mejor que nadie que esto no va para atrás y ni para adelante. No sé si las nubló, a los sumó nos empañó un poco los ojos, le respondió él, ante una conversación que una vez más se tornaba húmeda, pero esta vez por otras razones.»

 

 

 

«La novela, entonces, se parece a un laberinto al que necesito encontrarle la salida. La novela como una enfermedad. La novela como signo que homologa la vida a la escritura y me termina por encerrar en las dos cosas. La novela como excusa. La novela como proyección. La novela como proyecto. La novela como pérdida de tiempo. La novela como música de fondo. La novela como la ilusión de convertirme en escritor. La novela como un mal chiste. La novela de mil principios y ningún final. La novela de un vago. La novela de un judío de clase media. La novela de un eterno aspirante a la adultez. La novela del dolor de muela. La novela de los viajes inconclusos. La novela de los accidentes. La novela de la lluvia. La novela de dos que estaban perdidos. La novela de dos que se encuentran. La novela como una planta de departamento. La novela como una estrella de David. La novela como un taller literario. La novela como una terapia. La novela no editada. La novela premiada. La novela con dos títulos. La novela como planta del Estado. La novela como un cronómetro. La novela como apoya vasos. La novela como un reloj. La novela como una sala de terapia intensiva. La novela como un lavavajillas. La novela como una crema humectante. La novela como finasteride.»

 

 

 

 

 

*(Santiago de Chile-Chile, 1976). Poeta. Ha publicado en poesía Guayaquil (2008), Colección (2008), Designos (2013), Patio interior (2020) y Ramadán (2022). Coordinó las muestras de poesía Obra Viva: nueva poesía en Valdivia. 98-08 (2012), Residencia temporal: seis poetas chilenos en México (2016) y la edición de la obra reunida del poeta y traductor José Molina: Nada me faltará (2019).

 

 

**(Buenos Aires-Argentina, 1986). Psicoanalista y escritor. Magíster en Escritura creativa por la UNTREF (Argentina). Ha publicado relatos en las Antologías Felices Juntos (2014) y Cómo ganarle el Mundial a Brasil (2014). Su relato “HMH” fue seleccionado entre los diez finalistas del XI Concurso literario Manuel Mujica Láinez (2017) y otro de sus textos fue elegido en el III Concurso de Epitafios Cementerio de Torrero y Memento Vivere (España); y en novela Va a llover más que esto (2022).

 

 

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