Texto y artes por Miguel Lescano*
Crédito de la foto (izq.) Ed. El Santo Oficio /
(der.) Juanjo Calvo – www.diariocorreo.pe
Aguas inmortales. Crisálida mental
Análisis y reflexión del poema “Un ataúd en la laguna”,
de Gastón Agurto**, incluido en el libro
Un avión que se estrella todos los días (2023)
Un ataúd en la laguna
Debe ser una tarde muy aburrida
para que toda esta gente
haya venido desde tan lejos
a ver un ataúd flotando en la laguna.
Un ataúd de madera, sin mayores ornamentos;
una tarde deslucida, con vientos encontrados.
¿Estará lleno de diamantes o de arena?
¿Tal vez haya adentro una mosca
o solo silencio?
El ataúd da un vuelco, como si en su interior
alguien hubiera tenido un sobresalto
o cambiando repentinamente de posición
a causa de un mal sueño.
El ataúd hace agua y se hunde.
La próxima semana otra muchedumbre
vendrá a ver el ataúd flotando en la laguna,
y a preguntar qué hay en su interior,
y tal vez la respuesta solo sea: tu cuerpo.
I.
Psicológicamente, perversión sugiere o se relaciona con algo que gira. Un Ser oscilante. Cuerpo que se invierte. Estrellas inverosímiles. El poema/juego de palabras explota como suceso mágico. Metáfora de lo oculto y de misterio. Río que define/circula por cauces mentales. Mirada procaz. Descender o ascender. Borges afirma que: “La vida exige una pasión”. Lo siniestro sofoca como verano de dragones insulares. Como cuando el personaje de la novela de Kafka despierta y nota que se a convertido en un insecto. ¿Maldad o terror? ¿Lima Gótica en decadencia? ¿Ente poético a punto de salir a buscar nuevas experiencias? Un ataúd se desliza en un charco de soledad. De pecados. El avión del poeta Gastón Agurto desliza un aire supremo. Máquina de placeres hacia la muerte perfecta. El poeta de avenidas camina sobre cemento fresco. No sabe si llegará a enfrentar cuerpos celestiales. Escribe: “Debe ser una tarde muy aburrida/ para que toda esta gente/ haya venido desde tan lejos/ a ver un ataúd flotando en la laguna”.
II.
¿El personaje de Gastón Agurto está vivo o está muerto? ¿Este mundo lo sobrevivirá? Ambivalencia de pasiones. Ser irónico en una ciudad de muertos es maldad profunda. En un cuento de Ribeyro, dos amigos salen a pescar en una embarcación. En alta mar, conversan sobre la mujer que uno le había quitado al otro. Ambos confrontan la muerte. Al final, el personaje secundario le da la espalda al amigo, quien porta un arma en su cinto. ¿Este parangón es perverso? En la inmensa noche todo queda ahí. En silencio. Esperando que el ataúd caiga a la mar. “Un ataúd de madera, sin mayores ornamentos;/ una tarde deslucida, con vientos encontrados.” Los vientos son crueles. Como la llegada de un caracol a una biblioteca. Como la mirada del poeta de aviones de papel. Falacia de vientos y lunas partidas. Los ojos de Agurto brillan como un corazón enamorado. Como una Caja Box de Andy Warhol.
III.
¿El conflicto es por ser o por no ser la luz? El poeta Luis Fernando Chueca en su poema Anfisbena versa: “No. No caigas en el juego./ No existe el equilibrio/ sino la tensa lucha de los contrarios”. El avión que atraviesa ciudades inverosímiles se estrella en la Cordillera Blanca. No se sabe si hay sobrevivientes. El ser aplacado de melancolías no podrá encontrar los diamantes y rescatar a Atahualpa. El insecto que descansa en el ataúd, cansado de sufrir intenta perpetrar suicidio. De amapolas amarillas. El poeta Gastón Agurto camina raudamente. Se extravía por la avenida Larco. Ciudad de cuadrados. Va en busca de un café que le brinde la eternidad. Ciudad de espantos. Se detiene ante cristales de madera. Espejo sin reflejo. Agurto escribe: “El ataúd da un vuelco, como si en su interior/ alguien hubiera tenido un sobresalto/ o cambiando repentinamente de posición/ a causa de un mal sueño”. Desembarca su máquina voladora en la avenida Armendariz en busca de la obra de arte perfecta. Infecta de miradas las miradas. El cuerpo en el ataúd guarda silencio.
IV.
NACE Y MUERE. Crisis. El ataúd es una embarcación que vuela sobre nubes blancas. Nave espacial sin rumbo. Que busca nacer y sobrevivir en un mundo imperfecto. Con privilejios y pasiones. Vida Sobre Vida. Pero en el devenir todo explota y: “El ataúd hace agua y se hunde”. ¿Tiene este mundo un campo donde sembrar rosas luminosas? En su texto Correspondencia interplanetaria Jorge Eduardo Eielson escribe:
Me pregunto: ¿este planeta, mi planeta, es un planeta habitado,
poblado por una secreta civilización, más perfecta que la europea
y aún celosamente en crisálida, o es una simple esfera muerta como
la luna, desierta, mineral, cristalina, sin trazas de respiración humana,
eternamente en tinieblas o con la luz prestada, artificial y lejana de
la gran lámpara solar?
¿La muchedumbre que se avecina? ¿Serán hormigas que escapan del Aleph? ¿Los cuerpos son para poblar un espacio? El hábitat que puebla y se expande al sol. El poeta Gastón Agurto se estaciona en un parque mental. Procaz. Pueril. Irónico. Contumaz. Imagina: “y a preguntar qué hay en su interior,/ y tal vez la respuesta solo sea: tu cuerpo”. El ser. La sombra. Forma de vida perfecta. Que divaga como lava. Frenética. Encontrará al otro lado de la montaña la laguna. Tierra de inmortales. Donde todo es pétreo.
Referentes:
Agurto, Gastón. Un avión que se estrella todos los días. Lima: Ediciones El Santo Oficio. 2023.
Borges, Jorge Luis. El informe de Brodie. Buenos Aires: Emecé Editores. 1970.
Chueca, Luis Fernando. Animales De La Casa. Filadelfia: Asalto al cielo. 1996.
Eielson, Jorge Eduardo. En Ceremonia comentada. Textos sobre arte, estética y cultura. Edición De Luis Rebaza Soraluz. Lima: Editorial Del Congreso Del Perú. 2010.
*(Lima-Perú, 1963). Poeta y artista plástico. Magíster en escritura creativa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Ha publicado en poesía Ilusión caja de poesía (2018), Disonante. Texto & imagen (2017), La música dibuja el cielo (2011), Sonrisa negra (2002) y Lima sobre Lima (1987).
**(Lima-Perú, 1966). Escritor y periodista peruano. Licenciado por la Universidad de Lima (Perú). Se desempeñó como periodista en la revista Caretas entre 1992 y 2011, recibiendo varios reconocimientos a nivel nacional e internacional. Ha publicado en poesía Nadie se mueva (1999), en una tiraje limitado, desaparecido y casi desconocido y Un avión que se estrella todos los días (2023).