Sobre «Todos los lugares se llamaban promesa» (2023), de Raquel Jaduszliwer

 

El presente poemario, Todos los lugares se llamaban promesa, de Raquel Jaduszliwer, obtuvo el Premio Rubén Reches (poesía, 2022).

 

 

Por Lucas Margarit*

Crédito de la foto Eloy Rodríguez –

www.inmediaciones.org

 

 

Ocaso del espacio.

Una presentación de Todos los lugares se llamaban promesa (2023),

de Raquel Jaduszliwer

 

 

Si por lo general, la memoria esboza un paisaje donde se hace presente la ausencia, la falta y la pérdida, en el caso de la poética de Raquel Jaduszliwer**, la memoria se proyecta también hacia la posible estabilidad de un paisaje, un horizonte neutro que se decanta entre los sonidos y la incertidumbre de la oscuridad. Este libro que hoy nos presenta Jaduszliwer ofrece una serie de motivos que dirigen la mirada hacia un reencuentro con el tiempo, con la vegetación, con el bosque y con la noche, elementos que permiten constituir así un sujeto poético. Porque allí donde hay quietud se desliza la memoria que arma por un lado aquellas imágenes rotas de un pasado que ya no tiene lugar sino en el discurso y, por otro, una naturaleza con resonancias sordas de los ecos del ocaso. El ocaso que ya había previsto Georg Trakl en sus poemas aquí se ve transfigurado en ese momento del día en que aparecen siempre pájaros entre la sombra:

Volvió la noche.

Las voces suscitadas dieron pruebas

de cómo se transformaban en aves de vigilia. (p.24)

 

Podemos decir también que en Todos los lugares se llamaban promesa el pasado deviene siempre en otra cosa y va construyendo al sujeto poético que se piensa alejado de todo orden establecido: es allí donde se manifiesta lo poético, pero también la tristeza que forma parte ineludible de lo bello.

 

La poeta Raquel Jaduszliwer

 

Nos interesaría retomar una idea de Jakob von Uexküll, para quien el “mundo-ambiente” del animal está conformado por objetos o partículas ya reconocidos que son portadores de significación. En este caso, el sujeto poético, por su parte, modifica esta instancia de significación y crea un paisaje particular, inacabado y transforma los vestigios de su pasado en una continua alteridad donde se ve desdibujado pero que es aún reconocible para el lector y también para sí mismo. Una voz escondida en el mismo bosque que ha creado, un bosque donde “los árboles crecían infinitos” (p.23).

El poema de este modo deviene en este libro en una revisión y una renovación de aquel “mundo-ambiente” y reclama un eco donde poder ver reflejado lo que ya tuvo lugar, lo que la poeta creía acabado, donde el paisaje, necesariamente deviene en un velo cada vez más opaco en donde se va proyectando sobre todo las imágenes de un bosque que continúan como una plegaria. El tono melancólico que se cuela por cada uno de las palabras recrea esta serie de imágenes que se presentan como recuerdos de una cercanía con la naturaleza, con las piedras y los árboles; cercanía que se ve amenazada y se teme perder:

Cuerpo del mundo hoy,

en el descendimiento de la luz se hizo madera

y musgo. Es tan bajo ese azul, ha descendido,

todo lo envuelve de piedad.

Ya casi has olvidado la ciudad, ahora es tan sólo

humo, esfumado de aquellos materiales

que no te pertenecen.

Lo tuyo es sólo el bosque, el bosque,

su sendero infinito que se pierde. Y un pájaro

que cruza, su vuelo tan abierto pero hermético

al ojo de quien yace. (p. 27)

 

Vemos también un yo poético que desea estar y también observar qué hay en la naturaleza que rodea su cuerpo, que pueda cumplir con la tarea de crear un paisaje de palabras y de impresiones, de percepción y de imaginación. De esta manera las cosas y los acontecimientos de todos los días devienen en un territorio donde la naturaleza (y también la percepción de lo viviente) se vuelve un conjunto de palabras esbozado de manera precisa, rítmica y nostálgica. El detalle en la observación devela casi siempre un secreto del paisaje y es lo que aprovecha la poeta para llevarlo hasta la palabra.

 

 

Además, surgen preguntas: ¿Cómo recuperar lo que el pasado arrebató a la memoria? ¿es posible ver en la imagen recordada el bosque? Porque aquello que ya no está se hace un hueco siempre allí en la montaña de la memoria y el poema intenta recuperarlo. De este modo se trasladan del recuerdo a una presencia palpable que es el poema. Como señala Paul Ricoeur, la memoria cuando se vuelve un declarativa “entra en el ámbito del lenguaje: una vez expresado, pronunciado, el recuerdo es ya una especie de discurso, que el sujeto mantiene consigo mismo”

Esa fue tu familia: lo que se desvanece.

Nuestra piedra basal. (p. 36)

 

La poesía de Raquel Jaduszliwer se asoma siempre por aquellos barrancos, paisajes con riscos y bosques, agua que es música, palabras que se repiten como insistencia en la búsqueda y constitución de la imagen:

De entre tantas palabras emerge sólo aquella

la que porta en su cuerpo

la imagen más perfecta de lo que no refleja

la gota suspendida. (p. 29)

 

La imagen nace a través de las impresiones que se abisman y se transforman. Hay árboles que estuvieron en algún centro y en el origen de ciertas imágenes, pero también en los márgenes de un paisaje similar al Paraíso, un Edén que ahora aparece derruido. El árbol que fue centro en ese jardín ahora degradado se encuentra bajo su sombra y en ruinas, un cielo que se muestra aniquilado pero que el recuerdo recupera entre el crepúsculo y la creencia. Por ello la “promesa” es la inflexión de la búsqueda a través de la palabra que nos conduce por un camino de deseo.

 

La poeta Raquel Jaduszliwer.
Crédito de la foto: Humberto Meoli, 2020

 

Como recién señalamos, en la poesía de Raquel Jaduszliwer los árboles son centro y margen a la vez, y la palabra es enunciación de experiencia y susurro. Quizá podamos vislumbrar en el modo en que, hacia el final del libro, se designan en las palabras del predicador la certeza de sus propias palabras. Leemos:

No. El predicador no es claro. Lo que niega

lo afirma. (p.44)

***

Y su palabra es clara y es oscura:

goza hoy –su palabra es benévola-

porque no habrá mañana. Y allá donde debería

correr una voz diáfana

se levanta el reino de las sombras. (p.45)

 

Así, cada alteración de sentido parece necesaria para poder enunciar, aunque sea su propia contradicción. El tiempo es devenir y transformación en el ciclo vegetal que se anuncia en los poemas, del mismo modo el ocaso deviene en un paisaje que transforma la percepción de lo natural en una impresión de la melancolía. Estos poemas, aunque parecen remitir a un recuerdo, nos hablan de una enunciación. Se trata, en definitiva, de saber entrar en un paisaje de aire, sombras y ocaso y no perderse en aquellos objetos que callan.

 

 

 

 

 

*(Buenos Aires-Argentina, 1966). Es poeta, profesor, investigador y director de investigación. Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Se desempeña como investigador en la cátedra de literatura inglesa de la Universidad de Buenos Aires. Ha realizado su postdoctorado sobre la Traducción y la autotraducción en la obra de Beckett. Es director de la Maestría en Literaturas en Lenguas extranjeras y en Literaturas comparadas de la Facultad de Filosofía y Letras de La UBA. Ha publicado en poesía Círculos y Piedras, Lazlo y Alvis, El libro de los elementos y Bernat Metge; en ensayo Samuel Beckett. Las Huellas en el vacío, Leer a Shakespeare: notas sobre la ambigüedad. Mantiene inéditos los poemarios Acerca de la distancia y H&H, y el ensayo La poesía de Samuel Beckett: silencio y fracaso de una poética.

 

 

 

**(Buenos Aires-Argentina). Poeta y narradora. Psicóloga dedicada a la clínica. Integra el staff de la revista cultural Refugios. Ha ganado el primer premio Ed. De Los Cuatro Vientos, el Primer Premio Fundación Victoria Ocampo, el Premio Edición Ed. Ruinas Circulares y la Mención Única del Premio Hydra de Ciencia Ficción y Fantasía (La Habana, 2013). Ha publicado en poesía Los panes y los peces (2012), La noche con su lámpara (2014), Persistencia de lo imposible (2015), Las razones del tiempo (2018), En el bosque (2018) y Ángel de la Enunciación (2020); y en narrativa la novela La venganza del clan de las banderas de acero (2018).

 

 

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