Por José Antonio Santano
Crédito de la foto (Izq.) Diario de Sevilla /
(der.) Ed. Tusquets
Sobre Poesía Reunida (2017),
de Ida Vitale*
Volver a la poesía es siempre un viaje incierto, pero tan apasionante que no se sabe nunca cuándo surgirá la luz, esa que nos ciega o nos ilumina el camino, la que nos abisma o salva, la que nos concede la exacta palabra o nos la limita. Poesía para vivir y soñar, despertar un día y seguir las órdenes de lo ilógico e incomprensible, mutar en otros cuerpos, olvidar el olvido y nacer de nuevo, percibir la respiración del universo todo. Así todos los días, sin desmayo, abriendo el corazón, el alma y los sentidos a la creación de lo increado. Amanecer al filo del límite, en el margen y seguir creyendo en la palabra y sus silencios. La poesía entonces renace de todas las cenizas y nos devuelve la esperanza siempre de vivir hasta la extenuación. Porque sabemos que no es corriente que recaigan en un corto periodo de tiempo, y en la misma persona, los premios más importantes de la literatura española e iberoamericana a los que tantos escritores aspiran, hoy celebramos que haya sido una mujer, hecho poco frecuente, pero justo, merecido y necesario, Ida Vitale (Montevideo, Uruguay, 1923) la poeta galardonada en estos últimos años con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2015), Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca (2016), Premio Max Jacob (2017) y recientemente el Premio Cervantes (2018), el más importante del panorama literario en lengua española. Con motivo de todos estos premios traemos a este “Salón de lectura”, la Poesía reunida (1949-2015), que la editorial Tusquets, en su colección “Nuevos textos sagrados” publicó el año pasado.
No cabe duda que estos reconocimientos, a priori, avalan la trayectoria poética de Ida Vitale, pero es su sentido y concepción del mundo en el que vive lo que hace de Vitale una poeta esencial, de una pureza indiscutible por su profundidad en el tratamiento de los temas, su extraordinaria humanidad y su vital presencia en todos los órdenes de la vida, por su aportación lingüística y literaria, su capacidad de creación y su dedicación continuada al enriquecimiento del lenguaje, amén de su sensibilidad natural, que hace de ella una excelsa poeta y que sus textos sean como un gran faro iluminando continentes. Poesía reunida abarca, como ya hemos adelantado, el periodo que va de 1949 a 2015 (aunque no están todos los poemas escritos), más de medio siglo de producción poética, amplia muestra del quehacer de Ida Vitale y que ha merecido el más grande reconocimiento literario: el Premio Cervantes. Marca la poesía de Ida Vitale un continuo discurrir por la palabra en todas sus formas posibles, sus acepciones y sentidos, como si se tratara de un juego en el que las combinaciones, todas las combinaciones posibles fuesen vitales para el fin que se persigue, cual es, crear un universo propio, un mundo en el que todo lo creado parte del humano devenir. Queda patente en la poesía de Vitale el rigor intelectual con el que afrenta cada texto: «¿Qué hacer? ¿Abrir al mar la estancia de la muerte? ¿O enterrarse entre piedras que encierran amonitas fantasmas y prueban que fue agua este humano desierto?»; su diálogo permanente con la Naturaleza, ya sean ríos, árboles, pájaros: «Profundamente pájaro, / proundamente río, profundamente cielo / y árboles y árboles / profundos y distintos, / marejada de nubes sobre / golondrinas, cotorras, / palomas, benteveos / y constantes gorriones / y remilgados teros, / silencios con abrojos, / errores tan fatales, / imprecisas historias / de miserias ¿humanas?». Toda su poesía fluye acompasada, musical, como un canto único, nacida de la profunda reflexión sobre la vida y la muerte, el tiempo y el espacio.
Ida Vitale parte de la nada en un discurso grandioso que nos hace vibrar con cada palabra, con cada sílaba, en vuelo de majestad indescriptible. Su mundo, la Nada, es la clave de este viaje al centro, al núcleo, a su esencial palabra, a su verbo, a su extraordinario pensamiento, a su sensibilidad mayúscula. Sumergirse en la nada, adentrarse en el vacío para vivir intensamente la vida toda, con sus conquistas y derrotas. No es otro el camino, este camino de continuo abismarse en la luz de la oscuridad para reconocer y reconocerse, alumbrando la palabra que nos redima: «Bajo la pálida / lluvia de luz de la ventana, / inconclusos poemas, / fantasmas de lo que no ha sido, / alzan sus banderas, / las derrotan y mueren. // Bajo la pálida / lluvia de luz de la ventana, / flota una especie blanca, / me digo, / un desierto de nada». Fulgor de la palabra, perfecta simbiosis de conocimiento y emoción que hacen de su poesía un lugar paradisíaco y único, de imprescindible visita, como así ha sido reconocido al otorgársele el Premio Cervantes. Quedémonos, pues, con Ida Vitale, con su lumínica y honda voz: «Sí, no vayamos más lejos, / quedemos junto al pájaro humilde / que tiene nido entre la buganvilia / y de cerca vigila. / Más allá sé que empieza lo sórdido, / la codicia, el estrago». Quedémonos con su deslumbrante magisterio y sabiduría, con el intenso fuego de sus versos, con su sólida e inmensa obra poética, humano monumento.