Sobre «Opening fear» (2023), de Teresa Orbegoso

 

Por Yaxkin Melchy*

Crédito de la foto (izq.) www.lascriticas.com /

(der.) Dulzorada Press

 

 

Sobre Opening fear (2023),

de Teresa Orbegoso

 

 

He sido invitado por Teresa para escribir un comentario sobre su poemario Abro el miedo editado por Dulzorada Press y traducido por Vania Milla. Mientras escribo esto me encuentro enfermo de coronavirus. El libro me acompaña durante un verano caluroso en Japón y leerlo me coloca frente a una realidad desnuda, la de los momentos de sufrimiento, de incertidumbre y de preguntas que surgen en el corazón cuando nuestra vida “normal” es trastocada por cualquier enfermedad. En ocasiones, cuando la enfermedad nos pone al filo de nuestra propia vida, como en el caso del cáncer, la realidad se nos revela de otra manera, con otras texturas. El libro de Teresa es un canto del cuerpo y el corazón al filo de la propia vida con una textura que me hace preguntarme ¿Qué sentido tiene la escritura y la poesía cuando uno está enfermo?

Alguna vez he escuchado decir que sobrevivir al cáncer es aprender a vivir con el cáncer. No cabe duda de que el cáncer es una de las enfermedades más representativas de este siglo y no es exagerado decir que todos conocemos a alguien que ha tenido algún tipo de cáncer. Ello me recuerda a mis amigos en México y en Japón, amigos y amigas cercanas, maestros y maestras, la incertidumbre en sus rostros, la batalla espiritual que se libra entre la depresión y la esperanza. Nuevamente aparece ante mí la pregunta, ¿Qué sentido tiene la escritura y la poesía cuando uno está enfermo? Pero lo cierto es que el libro de Teresa Orbegoso nos dirige a una pregunta más básica ¿Qué nos dice el cáncer del mundo donde vivimos? ¿Qué nos dice el cáncer de nuestras propias vidas?

 

La poeta Teresa Orbegoso

 

Abro el libro como punto de partida para escuchar lo que el cáncer dice. Sí, el cáncer habla ―nos dice Teresa― tanto en las células del cuerpo como en su existencia psíquica y espiritual. Para escucharlo hay que abrir una puerta en el corazón, abrir la puerta del miedo que nos ensordece. He allí el primer paso, el valiente paso al que se enfrenta la poesía frente a la enfermedad. La enfermedad tiene una voz, por ello la poeta retoma las palabras del poeta chileno Gonzalo Millán que dicen: “Habla con tu cáncer. Hazle preguntas a ese enjambre de células descarriadas”, en un verso del libro Veneno de escorpión azul, diario poético escrito mientras padecía de un cáncer terminal.

Practicando el ejercicio de escuchar y hablar a la enfermedad Abro el miedo nos muestra un desbordamiento de recuerdos personales, historias de familia y paisajes de una geografía afectiva del Sur que va desde Tierra del Fuego a Alaska. Teresa no se detiene en alguno de estos recuerdos sino que, haciendo eco de la voz del poema “Alfabeto” y “Eso” de Inger Christensen, los deja transcurrir como un río que revela el flujo incesante de “lo que existe”. La poeta nos invita a presenciar la solidez de los entes “las partículas que gobiernan el mundo”, los “tangos y huaynos”, “la migración del polen”, el dolor y el odio, porque todos ellos existen.

 

 

Al continuar con mi lectura me percato que el diálogo con la enfermedad también hace aflorar una geografía afectiva en el habla poética. En Abro el miedo la poeta reivindica la existencia poética y sensible del Sur. Su habla poética desde el Sur destaca por el ritmo y el hábil uso de versos como hilos que se anudan unos con otros en un largo trenzado:

América existe

el aymara existe; y la flor de papa, la flor de papa

y el quechua existen; y Resígaro, Resígaro

las alpacas existenten; Resígaro, aire;

y quinuales existen, las alpacas existen;

alpacas, abarema, aiphanes, arterias

los ronsocos existen; los mayas; la llicllas

los orejones existen; los ronsocos, los ronsocos

yana wayra, la momia Juanita y los intis; los intis

existen.

 

A lo largo de varios pasajes de Abro el miedo el diálogo con el cáncer nos revela la existencia de un continente americano hecho de fragmentos antiguos, indígenas, coloniales, modernos, globalizados y populares. El cáncer encarnado en el cuerpo de la poeta dialoga con el mundo desde ese Sur afectivo. Formalmente hablando, los poemas de cada página dialogan con los comentarios poéticos que aparecen como si fueran notas al pie, aunque bien podrían leerse en sentido opuesto, como lo comprobé más tarde.

También está presente la voz profética. Es imposible no leer este poemario sintiendo el eco de la voz de los profetas y un clamor a Dios. Abro el miedo es una revelación poética que la poeta recibe en medio de salas de hospital y el ruido de las ciudades. Esta revelación anuncia que el cáncer se expande sobre la Tierra como una fuerza invasiva que busca suplantar la existencia de Dios autoafirmándose, como al decir “Estuve en el principio cuando fue la palabra.” La tensión entre la fe religiosa y la voz de la enfermedad se zanja cuando la poeta asevera la curación: “La cura existe, la cura existe/ el bordado diminuto sobre el yute de mi abuela/ Todo tan limpio como era en el principio”. La poeta renuncia a las fuerzas del hundimiento y el naufragio: “abismarnos dentro de nosotros es inútil” para entregar su propia palabra a una fuerza vital que impregnada de un espíritu de inmortalidad nos dice:

abismarnos dentro de nosotros es inútil

hemos sido abandonados en un movimiento extraño

aquí la eternidad del árbol del hambre se desnuda,

protege al pájaro,

se despide de la guerra y la enfermedad

y la palabra que aún queda en mí

la despego de mi lengua

para regalársela al manantial

 

Pero abro un agujero en mis células inmortales. Dibujo en su comienzo,

garabateo en su final. Retuerzo el papel en el que escribo sus nombres, las

convierto en aviones, en palomas.

 

La poeta Teresa Orbegoso

 

Finalmente, quiero destacar que la última parte del poema es un maravilloso tejido poético y performance visual de la palabra escrita como sutura. El silencio-pecho, el espacio en blanco de la página, es como una carne sobre la que se sutura el texto poético. En la sutura unas puntadas son las cosas del mundo y otras puntadas son palabras ligadas al afecto, tales como el amor, la amistad, la pasión, la belleza, el mal y la voluntad. El poema es el hilo que une unas y otras sobre el cuerpo-voz de la sobreviviente. Al terminar el poema presenciamos el milagro de la palabra que ha regresado a la vida y brota poderosamente como un manantial. ¿Esta agua no es acaso el agua de la vida que todos clamamos en un mundo enfermo?

Abro el miedo es un poderoso canto escrito desde la entrega íntima a la enfermedad que nos revela que el cáncer no es algo que existe sólo en las células, sino también en la cultura, en la ciudad, en la historia, en la información y en las cosas de este mundo. El cáncer existe, el COVID-19 existe, el SIDA existe, éstas hablan en nuestras propias historias. El sentido de la escritura en tiempos de enfermedad es revelarnos la gloria de la vida.

 

Tsukuba, verano de 2023.

 

 

 

 

 

*(Ciudad de México-México, 1985). Poeta, traductor e investigador del pensamiento ecopoético. Maestro en Estudios de Asia y África por el Colegio de México en el área de Japón. En la actualidad realiza un doctorado sobre el pensamiento ecopoético de Japón y América Latina e Indígena en la Universidad de Tsukuba (Japón). Escribió una columna sobre ecopoética y el haiku para la revista El Rincón del Haiku (2020) y junto con Pedro Favaron, coordina para Cactus del Viento la serie de poesía Ecopoéticas de la Madre Tierra. Ha publicado en poesía Hatun Mayu (2016), Cactus del viento (antología de poemas de Nanao Sakaki, 2017), Meditaciones del Pedregal (2019) y GAIA. Poemas en la Tierra (2020).

 

 

 

**(Lima-Perú, 1976). Poeta e investigadora social. Licenciada en Periodismo y magíster en Escritura Creativa por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina). Ha publicado en poesía Yana Wayra (2011), Mestiza (2012), La mujer de la bestia (2014; 2022), El álbum ilustrado Yuyachkani (junto a la artista plástica Zenaida Cajahuaringa, 2015), Perú y Abro el miedo (2019; 2021; 2023).