Naturaleza viva. Sobre «Ninguna herida» (2022), de Laia Font

 

Por Ashle Ozuljevic Subaique*

Crédito de la foto (izq.) www. mrmomo.es /

(der.) Ed. Esto no es Berlín

 

 

Naturaleza viva. Sobre Ninguna herida (2022),

de Laia Font

 

 

Llovía sobre Barcelona, obligándome a estar con la espalda pegada a una cortina de librería cerrada, cuando recibí la invitación para leer Ninguna herida, el primer libro de poemas de Laia Font**, periodista catalana que concibió esos versos entre su tierra de origen, Santiago de Chile, una pandemia y Budapest.

Ninguna herida parece más bien estárselas abriendo. Con delicadeza, incluso con ternura (“con ternura también se clava un puñal”), propone un mundo con salientes, un cuerpo delgado que atraviesa pasadizos incisivos. El poema que da título al libro: “burbuja”, comienza con tal suavidad visual que se me antoja pequeña isla de césped en una ciudad de cemento: “esparcimos semillas”, dice, y de inmediato recupera el tono que desde un inicio ha manifestado, cierta dureza que trasciende las páginas:

esparcimos semillas pero lo único que

hacemos es observar objetos sin

experiencia ni

conocimiento previo y

reproducir

 

yo no quiero herir a nadie pero

tampoco quiero ser

herida

 

ninguna herida

 

ninguna herida que sangre y brote (…)

 

La frase y el poema “Ninguna herida” podrían ser una declaración de principios. Unos que rechazan la violencia, el dolor; un conjuro, de cierta manera, que, sin embargo, para realizarse, exige el inventario total de aquello que se impugna. La voz, repito, desde un inicio plantea esa aspereza: la imposibilidad de tragar ante una presencia ajena, llantos en silencio, risas frenéticas, amaneceres solitarios, placenteras derrotas. A diferencia de otros poemarios en que la silueta del hablante va apareciendo, aquí se plantea completa y erguida desde un inicio, con la dignidad de la herida, con honestidad brutal. Creo que ese es uno de los puntos más destacables del libro, y que lo diferencia de la escritura actual. La aspereza de los temas, del tono, pero sobre todo, lo directo del mensaje. No sobran adjetivaciones ni eufemismos, no hay círculos trazados entorno al corazón de los textos, a lo sumo, guijarros que han caído por el camino que lleva a ellos, un camino con espacio para una sola persona.

 

 

Asimismo, la sensación que transmiten nunca es de incomodidad. Ni lo fue para mí como lectora ni siento que lo sea para la voz que enuncia. Como si la incomodidad fuese un asunto de decisión, insisto en la imagen: la silueta se plantea erguida, con completa dignidad:

coger un vuelo barato

absorber líquido

sacarlo

bañarse en él

 

dormirse con la ropa húmeda

despertar doce horas después

llorar en silencio pero muy muy muy

en el centro

descolocar

luego reinterpretar

luego reír

se

de

o venir aquí

y esperar

 

Brilla cándida la falta de sentimentalismo en los temas líricos tradicionales y lo agradezco: la noche, el viaje, el amor: “(…) moriremos precarios o de/cáncer/ no de hurgar en la herida// yo pensaba que la noche/ dominaba el mundo/ pero hay un foco/ gigantesco/ de luz artificial”. Las figuras cobran fuerza a partir de la ruptura de los clichés, del salto por encima de los artefactos sociales que actualmente tienen más verborrea que verdad:

amigo

compañero

my dear friend

 

aquí una lista de frases para

querer despertar

a las 7.30

 

aquí una selección de poemas

de canciones

de lo escrito a pesar

de la carcasa feroz

 

amigo

say something

whenever

descríbeme un trozo rojo

de tu interior

 

Asimismo, el desbarate del amor a distancia, la explicitación de aquello que todas pensamos y no nos atrevemos a decir porque es políticamente incorrecto, porque queda mal; un poema que incluye un epígrafe de Okay Kaya, que, al igual que otros del libro hace crecer la lectura hacia un ámbito pop que funciona iluminando los poemas con luz neón muy adhoc

I don’t want your nudes

I want you in my room

Okay Kaya

 

(…)

c) quiero cuerpo materia

marchita

 

arrugas            granos

sudor               leche

 

lágrimas                       saladas

ácidas                           lagañas

duras                            en la cara         semen

reseco                           en la barriga    risa

con ronquidos             restos  

de comida                    entre

los dientes

 

La poeta Laia Font

 

Si la honestidad fuera estridente, Ninguna herida sería una estridencia. Pero no lo es. Circula en paralelo algo que como lectora sudamericana he identificado con la palabra ‘contención’. Poemas breves de versos estrechos que contienen enunciados filosos o que amenazan con ello. Palabras sueltas, finales abruptos o pesados como rocas, pero silentes. Tradición literaria, idiosincrasia de la sujeción, intuyo, entretejida con una emocionalidad que se desborda. Esa sequedad que linda con el sarcasmo es también algo a destacar. Viniendo desde la práctica poética catalana, riquísima y basta, en la que los temas profundos abundan desde un tratamiento solemne, Ninguna herida resalta, desubicada. Incluso los dos poemas en catalán ostentan esta precisión, como exponiendo la llaga, pero impidiendo el tacto, como mostrando la caída, pero restándole importancia:

Apreta amb força

la teva lava es farà

bola i el

nucli et sortirà

per la boca

com un tret

un sanglot.

 

Sus versos son, remarco, afilados y escuetos, limpios, directos. Golpes que no buscan dañar, plantean la agresividad, pero no pretenden ejercerla. Versos a la defensiva de alguna herida pero, es cierto, sin deseos de herir: “Dime quien eres y te diré/ que no”; “tradúceme el espasmo/ qué significa este corte/ porqué quisiste ayudarme/ y yo te empujé/ me empujé hacia afuera y grité (…)”.

En días como los que atraviesa la poesía hoy, se agradece la honestidad, la falta de artificios e imposturas, algo muy difícil en los primeros poemarios, en los que suele triunfar la hipercorrección estilística, el humo, diría yo. Sin duda, Laia Font abre los dos límites de la piel de esa ninguna herida que no quiere ser ni provocar pero que.

 

 

 

 

 

*(Chile). Poeta, ensayista y narradora. Estudió literatura en Santiago de Chile y yoga en Buenos Aires (Argentina). En la actualidad, trasplanta hiedras. Ha publicado en narrativa Vidas robadas (2011) y la novela experimental Anteojos de sal (2013); en ensayo El silencio final: representación y gesto en diario de muerte (2015); y en poesía Tres (2016) y Botánica (2020). Este año se publicarán Cartografía (narrativa) y una reedición ampliada de Tres con ilustraciones de la autora.

 

 

 

**(Sabadell-España, 1995). Poeta y narradora. Periodista por la Universidad Autónoma de Barcelona (España). Escribe sobre cultura, género y política para periódicos y revistas como La Vanguardia, Rambla, Arcadia (Colombia), Bitácora de Cine (Chile) o Furias (Argentina). Ha vivido en República Checa y en Chile. Y, en la actualidad, trabaja como escritora, traductora y Community Manager freelance. Ha publicado en poesía Ninguna herida (2022); y en narrativa infantil I tu què vols ser de gran? De professió: infermera (2020).

 

 

Vallejo & Co. | Revista Cultural - POESÍA - FOTOGRAFÍA - NARRATIVA - CINE - MÚSICA - TEATRO - ARTES - PLÁSTICAS - CREACIÓN - CAJÓN DE SASTRE