Por Maricela Guerrero*
Crédito de la foto (izq.) Katherine Loaiza /
Elespectador.com
(der.) Ed. Vaso Roto
Sobre Nanof (2019),
de Enzia Verduchi**
Te envío algunas noticias que me llegaron en el sistema telepático, parecen extrañas, pero son verdaderas: yo soy un astronauta-ingeniero-minero en el régimen mental, ésta es mi llave fabril.
Nanof es un libro entrañable alrededor de lo que significa sobrevivir. Nanof es un libro valiente sobre la alegría de crear y compartir historias que nos iluminen y cuestionen en la noche oscura de esta humanidad que oscila entre la crueldad y el terror de unos poderosos que exigen a toda costa castigar; y la belleza creadora que desafía los controles y castigos de ese poder de maneras luminosas, valientes y compasivas.
Nanof es un libro que se suscita a partir del álbum The Nuclear Observatory of Mr. Nanof, compuesto por Piero Milesi y publicado el primero de enero de 1986, a la memoria del músico italiano, a quien Enzia Verduchi dedica este poemario. El conjunto de poemas que se reúne alrededor de diez secciones recupera no sólo el ánimo musical de las piezas del compositor, sino —a través de una cuidadosa investigación documental y poética— la historia de Fernando Nanneti Oreste, quien estuvo internado en dos hospitales psiquiátricos desde 1948 en que fue recluido por agredir a la autoridad. Fue en el pabellón del Hospital Psiquiátrico Judicial de Volterra, en Toscana, donde Nanneti grabó en el muro con la hebilla de un cinturón, sus observaciones de un vasto universo que proyectó entre muchas cosas para librar la locura, y para dejar testimonio de un Estado aterrador y salvaje que no tolera la disidencia.
El acercamiento de Verduchi a este personaje y a los eventos que rodean su vida, parte de una cercanía que delicadamente recoge los asuntos documentados en los archivos del psiquiátrico, así como los trabajos previos realizados por Antonio Tabucchi, Mino Trafeli Pier Nello Manoni y el documentalista Paolo Rosa sobre el grafitti dejado por Naneti en el muro.
En la composición de estos poemas, Verduchi va tramando poderosas imágenes sobre personajes y eventos que mediante un ritmo contundente y preciso llevan al lector a percepciones en las que compasión está en el filo de cada uno de los elementos del poema, como este que abre el universo Nanof:
i. ¿…?
Me arrancaron los ojos aunque las cuencas están llenas del cielo
de Toscana. Espejos azules. Dos gotas suspendidas y móviles
que observan el mismo muro de arcilla cada mañana.
Me desgajaron la visión del mundo, dicen ellos:
La nieve manchada con la eyaculación de nuestros asesinos.
Las colinas minadas con el silencio de nuestros asesinos.
La mar resguarda el peso y el plomo de nuestros asesinos.
La córnea es más ligera y nada acalla la verdad del aire,
el desplazamiento de la nube, la fragilidad
flotando sobre nuestras cabezas.
En esta brevedad de Volterra, paraíso de higiene mental,
el mundo posible es el cielo.
p.15
La estructura en que están organizados los poemas permite la exposición de tiempos, personajes y espacios diversos, en los que la historia sobre Nanof, sus compañeros de reclusión, y su amada Milena se enriquecen con poemas en los que se cuestionan los sistemas judiciales y la pena de muerte, aún vigente en Estados Unidos. Con esta perspectiva tenemos la posibilidad de leer en cada uno de los poemas reunidos en los interrogatorios, en las postales, en los perfiles, en Groenlandia, en la nota que acompaña el final del libro y en la maravillosa Tabla periódica, preguntas vitales: ¿con qué soberbia el Estado es capaz de castigar y someter tan aterradoramente?, ¿cómo se las han ingeniado las personas que operan los aparatos judiciales para determinar los crímenes y los castigos mediante argucias económicas, políticas y científicas?, ¿qué atrocidades se cometen en nombre de un Dios o de la Justicia?
v. ¿…?
Dios, tu presencia me incomoda. Lo que se hace y se dice en tu
nombre, me incomoda. Las maneras de mostrarte en Volterra,
me incomodan.
Prefiero el lenguaje cifrado de los ríos, el suave vórtice en el
caudal del L’ Era. El silencio en las colinas, cuando el viento
abandona el valle del Cecina y las nubes descansan en los ojos.
… entonces el dolor es lejano.
p. 59
Por otro lado, Verduchi logra mediante la narrativa de la historia de diversos expedientes, es decir, pacientes-reclusos reducidos a ser un número, la imbricación del lenguaje farmacéutico con que fueron reducidos y el lenguaje cifrado de la observación de la naturaleza y la compasión en esas condiciones:
Postal: Pabellón Ferri, sección 4, 198?
Difícil explicar la agonía del hombre ajeno,
Su mirada bífida que desbrizna el tiempo.
En la caída la sangre espesa, Milena,
Es azogue lo que circula mansamente.
p. 26
Desde el Observatorio del Sr. Nanof, Verduchi nos ofrece con mucha generosidad poemas para detenernos pausada y compasivamente a pensar en la otredad y la indiferencia con que los aparatos estatales castigan. A través de estos poemas se construye una serie de argumentos para cuestionarnos si esa aparente justicia del Estado es la que apelamos cuando se criminaliza la diferencia, y si con esa indolencia estatal es que quisiéramos que todo fuese condenado.
Todo el libro es maravilloso, no obstante, el goce altísimo que produce la precisión científica y los vínculos que se establecen en los poemas de la sección Tabla periódica, me parece conmovedoramente relevante. Como ejemplo, este poema en el que se entrevera el sustantivo abstracto Fe, y la nomenclatura del hierro contenido en las espinacas.
Fe 26[a]
Frente al plato de espinacas,
Empuñando indeciso el tenedor,
Me digo: “¿Quién asegura que estas hojas
Frescas y brillantes, amargas, me devolverán la fe?”
Observo la luz del mediodía,
Los troncos y las ramas de los árboles:
Todo es más fuerte que yo—Ipse dixit.
Nanof es un libro maravilloso y querido, cuidadosamente editado por Vaso Roto en Madrid, 2019. Nanof es la puesta en verso de lo más hermoso que tenemos las personas para mirar al cielo y crear estrategias en medio del terror que algunas veces los estados totalitarios nos quisieran imponer.
*(Ciudad de México-México, 1977). Editora, oficinista y poeta. Antílope Editorial y la Universidad Veracruzana publicaron El sueño de toda célula, 2018, con el que obtuvo el premio Clemencia Isaura de Mazatlán. Ha sido traducida al inglés, alemán, sueco, entre otros.