Por Enzia Verduchi*
Crédito de la foto (izq.) Primero Sueño Ed. /
(der.) archivo del autor
Origen de toda materia.
Sobre Materia del origen (2023),
de Sofía Rodríguez Fernández**
Cuando pienso en El matrimonio del cielo y el infierno de William Blake, me pregunto dónde empieza el poema y dónde concluye el aguafuerte. ¿La imagen es el poema o el verso es la imagen? Los dibujos de trazo ondulante y vibrante de Henri Michaux en Miserable milagro. La mescalina; ¿son el eco del fraseo contundente y breve, o el estilo rítmico y frenético de la percepción de la luz, más allá de lo racional? Teju Cole define la obra Derek Walcott como “poesía escrita con mano de pintor, una pincelada paciente tras otra…”. Con esa misma paciencia, el bardo santaluciano plasmaba sus acuarelas, creaba y recreaba los intensos colores del Caribe, al igual que en Omeros donde las tonalidades se escuchan en los tercetos que jamás pudo ver el ciego Seven Seas.
Bien señala Foucault que “La relación del lenguaje con la pintura es una relación infinita”, quizás porque en todo poeta se encuentre el deseo de alcanzar con la palabra el movimiento, la intensidad y la profundidad del trazo.
No sabemos si los versos de Materia del origen de Sofía Rodríguez Fernández nacieron tras la reunión de las acuarelas que componen Signos de agua o si los poemas inspiraron esta serie de aguadas, o si brotaron a un mismo tiempo flor y fruto —al igual que en un árbol que se ramifica—, pero podemos afirmar que es en la trasparencia donde se halla la esencia y la intención de la pincelada y la palabra.
Rodríguez Fernández sostiene que “Escribe para entender qué la trajo a este mundo y pinta para olvidarlo”. Materia del origen y Signos de agua, en ese sentido, se vinculan estrechamente.
En este trenzado de entendimiento y olvido, el poemario está integrado por cinco apartados: “Oscuridad”, “Laberinto”, “Trazar lo necesario”, “El viaje de la materia” y concluye con “El origen”. Un arco del tiempo discreto y circunspecto, delicado, que surge desde el silencio y la oscuridad:
La penumbra llegó
casi luz
como un anhelo y una falta
como añoranza que suaviza el aire
recuerdo
de alguna respiración amada
en otra noche
Unas líneas antes me referí sobre la transparencia, ese trasluz que puede ser tan blanco e intenso que llena de sombra los espacios, los versos de Rodríguez contrastan con la obra plástica, la ausencia del color nos lleva a la descomposición de los sentidos. Cabe preguntarse, ¿cuál es el color de la pérdida?, ¿en qué tonalidad se envuelve el dolor?, ¿cuál es la pátina en la que descansa la soledad? La autora responde: “Practico imaginar el color/ de un color que no conozco”. El arco del tiempo inicia su periplo en un antónimo: la claridad es tan clara hasta vaciarse:
fui noche
fui angustia
fui piedra y otras voces
carne traspasada por la flecha
hoja sin rama
un borroso transcurrir
una conciencia errante
que observa por la cerradura
oscuridad
[p.78]
Rodríguez Fernández va poblando este periplo, que inicia en la oscuridad, palabra por palabra, el lenguaje —tenue y aéreo como en sus acuarelas— se acuerpa elegante y sutil:
la primera palabra fue
un grito
que es un poema
la primera palabra fue un sollozo
en un grito
que es un poema
la primera palabra arrulla
con el arrullo de un poema
la primera palabra canta
en el cuerpo
porque cada cuerpo que canta
es un poema
la primera palabra
nos recuerda
lo que somos
porque el poema
siempre pronuncia
la primera palabra
[p. 66]
Aunque Rodríguez sólo sabe adentrarse en los laberintos, según afirma, nos va guiando en los recovecos con el equilibrio y la sabiduría de las sílabas para hallarse, para reencontrarnos, para decir “Venimos a vivir el sueño/ de la forma/ El sueño de la infinita posibilidad”.
*(Italia). Poeta y editora. Becaria del Centro Mexicano de Escritores (1992). Obtuvo el Premio Nacional de Cuento Efraín Huerta (1992) y fue becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (México). Su poemario más reciente es Nanof (2019).
**(México). Poeta y artista plástica. Licenciada en Antropología social. Ha participado en diversas exposiciones individuales y colectivas en América y Europa. Su libro más reciente es Materia de origen (2023).