Por Melanie Nicholson*
Crédito de la foto (izq.) www.lenaretamoso.com /
(der.) Valparaíso Eds.
“Cuando el silencio se cansa de ser nadie”:
Sobre Luz de escombros (2023),
de Lena Retamoso Urbano**
Con su nuevo poemario Luz de escombros (2023), la poeta peruana Lena Retamoso Urbano nos invita a un alucinante viaje al interior de una consciencia alerta, penetrante, siempre lúcida. Profesora de Literatura hispanoamericana y autora de dos poemarios previos —Milagros de ausencia (2002, 2022) y Blanco es el sueño de la noche (2008)— Retamoso escribe poemas breves, densos, con una fuerte carga emotiva que nunca recae en el mero sentimentalismo. En los 37 textos que constituyen esta colección, la contemplación poética profundiza en la experiencia del ser en su entorno natural y social para iluminar, en lo posible, “mi humana oscuridad”. Y aunque esa oscuridad emane de una psique individual, abarca la totalidad de la condición humana, envuelta en su “innata penumbra”.
Partiendo de un epígrafe de Blanca Varela que esboza una visión de calles cubiertas de “dorados escombros”, Retamoso construye una poesía rica en imaginería que señala cierta raigambre en el surrealismo. En ella encontramos numerosas alusiones a los sueños o las pesadillas, pero el vínculo temático con el surrealismo resulta ser un elemento menor. De mayor importancia son las imágenes creadas por la técnica predilecta de los surrealistas, vale decir, la yuxtaposición de realidades inconexas, como la que vemos en la “hoja de otoño metamorfoseándose en la ubre de una / vaca ensimismada” (22). Lejos de constituir arbitrarios juegos lingüísticos, tales yuxtaposiciones reflejan una filosofía que subyace al texto entero: si el mundo que habitamos es irracional, ¿cómo representarlo en términos claros y lógicos?
Siempre inquisitiva, la voz poética señala una distancia entre el mundo percibido y la conciencia que lo percibe. Y es que esa consciencia es una materia fluida, incierta de su propia existencia como sujeto: “pensé que la que observaba era yo/ hasta que me vi temblando/ con mi cabeza asfixiada en las delgadas paredes de tu pico/ con mi estómago convulso/ con mis patas secas”. En este poema, como en otros de Retamoso, es inevitable que la duda socave la certidumbre, y que la violencia invada el espacio de la inocencia. Pero la palabra poética persiste.
En sus hermosos versos de aliento largo, Retamoso practica una técnica que invita a una proliferación de imágenes que cobran sustancia y luz, solo para disolverse en un espacio borroso, enigmático. Si la soledad es un paisaje, es uno “pintado por vahos de un aliento/ que no consigue nacer del todo”. No es que la voz poética intente confundir o ponerles trampas a los lectores, es que la realidad le pone trampas a esta. Siguiendo la gran tradición de la poesía barroca, en Luz de escombros la realidad es esquiva: se presenta y se representa, pero se mantiene en movimiento, apareciendo y desapareciendo casi instantáneamente. Notable ilustración de esto es el poema “Fisura”, uno de los últimos del poemario, que llega a su fin con los versos “como quien juega a las escondidas/ y se guarece demasiado cerca de quien cuenta”. El poema abre un espacio de significado que no se cierra. La verdad que buscamos, ¿alguna vez la encontraremos? ¿Se agacha al lado nuestro, siempre escondida? ¿Somos siquiera los sujetos que emprendemos la búsqueda, o somos lo que se busca? El poema responde con un espacio en blanco, pidiéndole al lector que responda con su propia palabra.
*(EE.UU.). Ensayista. Se desempeña como profesora de Literatura Hispanoamericana en Bard College, en Nueva York (EE.UU.). Ha publicado los enayos Evil, Madness and the Occult in Argentine Poetry (2002) y Surrealism in Latin American Literature: Searching for Breton’s Ghost (2013).
**(Perú). Poeta y narradora. Es Profesora Visitante en Bennington College, en Vermont (EE.UU.). Ha publicado en poesía Milagros de ausencia (2002), Blanco es el sueño de la noche (2008) y Luz de escombros (2023).