Por Juan Carlos Olivas*
Crédito de la foto Fruit Salad Shaker /
New York Poetry Press
Sobre Luminicencia o el arte de la evocación (2022),
de Sebastián Miranda Brenes
La poesía, desde tiempos remotos, ha estado íntimamente ligada a las fuerzas de la naturaleza. Los primeros seres humanos vieron en ésta una fuente vital y espiritualizaron sus elementos para crear deidades; estas a su vez, fueron cantadas por los miembros de la tribu, esos primeros poetas anónimos que elevaron sus versos alrededor del fuego, en señal de agradecimiento o adoración.
Desde la tradición oral, se contaban leyendas e historias de seres visibles e invisibles, de aquello que hacía el hombre en su entorno en buena parte cierto, y en otra parte, apenas un sesgo de lo real, adornado, si se quiere, por la inventiva tanto de quien lo cuenta como de quien lo escucha y luego lo reproducirá con su propia savia, a otros que también lo dirán a su manera, urdiendo así los hilos del inicio de un gran tejido del cual nacen las mitologías.
Sebastián lo sabe; pues él, antes que un escritor, es un oyente, y ha sabido escuchar muy bien las voces de los que antes que él, gritaron su verdad. A parte de eso, es un ladrón, pero no lo culpen. Un buen ladrón es aquel que se ha apoderado de algo ajeno para embellecerlo aún más. Nunca sabremos realmente de dónde venía aquella primera oración a Saqsaywoman, o aquella alma del mundo en las raíces de un árbol centenario, o la sombra del Zopilote Rey, tan caro a nuestra tradición bribri, o el grito que aún retumba adentro de un fósil, confundiendo en su dureza instantes y milenios.
Nada de esto realmente importa, porque ya son otros los cantos, otra la versión que Sebastián nos ha traído en las alas de los colibríes. Algunas veces toma una fotografía de la eternidad, transmutando en versos cortos, en haikus, en epigramas, aquellas vicisitudes naturales que nos llenan de asombro.
En otras ocasiones, simplemente observa el mar, y hace un conjuro para que este devuelva a sus orillas los ahogados, que brotan de pronto desde la entraña oscura, en formas de fantasmas, y de sus dedos rebosa la luminiscencia. No es casualidad el título de este libro, ni este aroma a sangre que se cuela en el viento.
En las páginas que nos conciernen, nacen jaguares con el aire de Dios, se pudren conquistas a ambos lados del océano, se oyen los gritos y los sollozos de los torturados, revientan los sistemas, capitalismo-comunismo, liberalismo-todos los ismos; y después de la explosión, de los eriales trastocados por la devastación, vuelve a emerger la vida, para enseñarnos, como decía Ernest Blonch, que “el génesis está al final, no al principio”.
Desde la barca incandescente del lenguaje, Sebastián Miranda nos recuerda en este libro que las verdades de la naturaleza son insoslayables. Procura mantener una comunión con los seres que habitan el planeta y ofrendarse en cada verso, convirtiéndose en una chicharra que cuenta cómo es vivir una temporada bajo tierra, como el zopilote que abraza con su luz oscura el mundo, o el carbunclo, que aprendió a crear por sí mismo la luz, para marcar con una línea muy sutil los senderos de la noche. Un libro para dejarnos caer en el canto de lo etéreo, lo terrenal y nuestra condición más primitiva.
Al fin y al cabo, cada palabra es una ofrenda que arrojamos al fuego. Su crepitar hablará por nosotros. Ahora haré silencio frente a esta hoguera común que nos convoca en la poesía de Sebastián Miranda Brenes. Dejémoslo que hable, que sea él quien abra el milagro de la Luminiscencia.
*(Turrialba-Costa Rica, 1986). Poeta. Ha obtenido el Premio Nacional Alquileo J. Echeverría, el Premio de la Academia Costarricense de la Lengua, el Premio Internacional de Poesía Ruben Darío (2013), el Premio Eunice Odio, el Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero de Ecuador y el Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador (España, 2018). Ha publicado en poesía Bitácora de los hechos consumados (2011), El Señor Pound (2015), El manuscrito (2016), En honor al Delirio (2017) y El año de la necesidad (2018)
**(San Pedro de Barva Heredia-Costa Rica, 1983). Escritor, gestor ambiental y cultural. Docente de Gestión Ambiental del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y de la Universidad de Costa Rica. Ha publicado en poesía Antimateria (2013 y 2014) y El sudor de la morfina (2020).