Sobre «Lengua de señas» (2015), de Enrique Winter por Eduardo Milán y José Kozer

 

Vallejo & Co. presenta, en primicia, dos notas de los reconocidos poetas Eduardo Milán y José Kozer sobre el reciente poemario Lengua de señas, de Enrique Winter, el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía de Chile “Pablo de Rokha”. A la par, presentamos dos poemas de dicho libro.

 

 

Por: Eduardo Milán, José Kozer

y Enrique Winter

Crédito de la foto: Izq. Constanza Jarpa Luco

Der. Ed. Alquimia

 

 

Sobre Lengua de señas (2015),

de Enrique Winter

 

 

El lenguaje es un cabrón y el poema no lo condensa. Ya no aquí, en Winter. Hace décadas Vallejo, Neruda y Parra acabaron con La Palabra mítico-atómica que concentraba en sí la totalidad de un mundo atemporal y sin cuerpo, aislando, dentro del lenguaje, partículas de inocencia que sobrevivían sin remordimiento a cualquier masacre.

Subsistió, empero, este deseo radical de emancipación, este proceso Winter, no estacionario, que elide el yo y la sintaxis para liberar lo que queda de los sentidos –poesía aún– del lenguaje, ese “asesino” manipulado por los poderes. La vanguardia latinoamericana fue la piedra de toque que nunca se convirtió en piedra. Al no voltearse, lega la cabeza, no para repetir sino para ser arrojada a un vacío de amor, completo. Lo implacable de Winter pueden ser señales de un frío venidero, pero sin santos. Señas registradas de modo sobresaliente en el movimiento mismo de la supervivencia.

 

Eduardo Milán

 

 

 

En dos largas sentadas, ayer, estuve con Lengua de señas, magnífico: creo que en cuanto lector de tu propia creación das en uno de sus centros y haces diana al referirte a tu trabajo como derrame: lo es. Y ese derramamiento representa una flexibilidad, un movimiento poético abierto por donde, desde la misma existencia tanto humana como poética (textual) entra (se cuela) (secuelas) con la mayor naturalidad todo un mundo cercano, inmediato, que a la vez contiene mundos lejanos, propios o ajenos (intuyo) que van cobrando carácter de distanciamiento, ese necesario distanciamiento (piénsese en la distancia que toma el pintor ante su lienzo en proceso) que impide las caídas sensibleras (las detesto) y que convocan, como pides en tu dedicatoria, creo, no sólo a josé kozer, tu amigo, sino a toda una corriente de poesía latinoamericana joven, vibrante, que posee propia lengua, y va gestando propias señas: tan sólo de pensar en Chile ya surgen nombres como los de Alfsen, Montecinos, David Bustos y muchos más, diversos y con un cierto aire de familia, diversidad en la que puede estar un Armando Roa Vial o sin duda un Enrique Winter. Me da gusto ver cómo cada poema leído se va desplazando, sin pretensión consciente sino más bien desde ejes inconscientes en los que confía el poeta. La edición, además, es bella, cuidada, y en los tiempos que corren ya eso es de agradecer. Pasaré tu libro a la Colección de Poesía José Kozer de Texas A&M en Laredo donde se catalogará y cuidará per saecula saeculorum, es un decir.

 

José Kozer

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2 poemas de Lengua de señas (2015)

 

 

habían dos niñitos

así comenzaban los chistes que inventaba mi hermano

no contaba chistes los inventaba y yo lo interrumpía

por fome a uno de los niñitos siempre le pasaba algo

se caía por ejemplo y yo le explicaba por qué era fome

cuando andaba de ánimo le cedía la ausencia de gracia

 

y teníamos un tío el rey arturo alias julín serra porque

julín serra era el rey de los delantales un fabricante

de uniformes para asesoras del hogar y a mi tío le decían

julín serra el rey de los delantales no por empresario

sino porque amó a todas las nanas y princesas de este

barrio y del otro hasta la noche de su muerte

 

yo lo recuerdo solo una tarde en que sembró el crataegus

o espino pero él dijo crataegus y quedó como cratehue

para mi madre para mí y dentro del jugo con mucho hielo

que le mojaba la barba al tío flaco sin pega estable

escuchando los chistes fomes de mi hermano y riéndose

de buena gana

 

me cerraba un ojo como diciéndome que lo cachaba

el chiste era fome como le cerró un ojo a mi hermano

en el único recuerdo que él tiene del mismo tío viniendo

tarde a la iglesia

                            cerrar un ojo hasta cerrar los dos pero

antes reírse de buena gana con los chistes de mi hermano

como nunca nadie lo había hecho

                                                          e inventar otros

signos de exclamación bocas abiertas dientes de leche

había dos niñitos y uno cualquier cosa decía el tío

era más chistoso que la cresta eran cochinos los chistes

y mi madre jugaba el rol de censurarlo haciendo que nos

riéramos más

 

a los diecisiete años de muerto mi tío murió julín serra

y como sucede con todos los dueños llovieron obituarios

le escribí un poema a mi tío peor que los chistes de mi

hermano porque no pensé en mi hermano y ahora son

veintitrés los años y uno solo el recuerdo con mi tío

versionando sus chistes

                                          había dos niñitos

demasiado tarde aprendí que yo era el otro

 

 

 

herrumbre y perros de la lluvia se cobijan bajo pinturas de perros

los planetas un niño piensa frente al plato vacío

 

momentos en que es solo hueso y carne momentos en que no

cuando un espejo se transporta acaso se transporta al que muestra

 

a ese busca y se parece

si es que aspira a la huella de una huella la que deja el mar donde pisa el perro

 

el gato que botaron que se hiciera cargo lo mira y mira

lluvia derrota el esmog y debemos palearla como barro

 

prohibidos los puestos en la mesa para aliviar espacios que deja la partida

no más platos como planetas como

 

la sombra gato en la ventana

triza el cemento igual que el pasto no el explosivo

 

la corretean crediticios cabros chicos si se les fuera vida en ello

y es cierto tienen que olvidarse tantas piernas dos que persiguen de rodillas

 

y de rodillas en la cola del banco el consultorio aunque no queden hijos

más fiel a su pasado es quien no busca recuperarlo

 

hacer lo que te gus

tamaño impedimento a cuál edad las cosas se separan del placer

 

como menear el bote que había en el jardín de una campana a otra del recreo

el bote no se balanceaba bien de a uno

 

la piel es una funda de fagot zapatos deletrean la escalera

quienes creen de corazón lo que leen mueven los labios

 

no quien le satisface sino quien le mantiene así caliente

para mirar la tierra no hace falta bajar la vista ni alzarla para ver el cielo

 

le dice esto para que conozca otras plantas que las de sus pies otras

palmas que las de sus planetas

 

no se trata de asegurar la vida sino encontrar el cuerpo

lo saben pescadores amarrados a sus barcas si la tormenta arrecia

 

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