Por Mario Nosotti*
Crédito de la foto www.elinfinitoviajar.blogspot.com
Intensidad de otra danza.
sobre Hay que dejar de ser hermosa (2018),
de Mónica Tracey
¿Cómo se canta la naturaleza? ¿Cómo a través de ella es posible arribar al cuerpo del deseo? El nuevo libro de Mónica Tracey se interna lentamente en el bosque de signos que intermitentemente abren y cierran la representación; en su lugar erigen lo que podría llamarse “la textualización de la naturaleza”. El mundo de los árboles, los pájaros, las flores, son los protagonistas absolutos de la primera parte, en donde el narrador, cuando aparece, es la tela sensible en que esas mutaciones se imprimen y eclosionan. ¿Y cómo se construye en la escritura esa mirada en que resuena la experiencia perceptiva? Las cosas se conforman a través de los puntos de vista, la superposición de perspectivas, el diálogo de distintos elementos; las luces por ejemplo construyen filigranas del paisaje, llevándolo del panorama a la atomicidad, como si se quisiera poner en evidencia que todo es lo que es y además otra cosa, todo es transformación. Es la cosa y su imagen, el cuerpo y su reflejo, la materialidad y su extensión. La identidad rebalsa porque entran a tallar la luz, el viento, la niebla que perturba y extiende los dominios.
Tratado sobre la percepción del paisaje; un paisaje que podría ser el delta, el campo, ocasionalmente el mar. Lo que importa son las formas de mirar que esta escritura abre y realiza. Écfrasis de los sentidos que golpean el mundo que tenemos enfrente, palabras que a su vez dan forma a la mirada. Afectos reversibles donde la voz que narra se escabulle, quiere ser una más entre las cosas, pero ahí está, asomando en los brillos de aquella casuarina “verde que no es verde” (…) “¿llamaré verde a la casuarina?”
Pero algo cambia a partir de la segunda parte del libro. Un sujeto algo extraño, hasta para sí mismo, empieza a aparecer, se ve como a un tercero a quién hay que vestir, ponerle botas, pero ya es suficiente para que otros lo reconozcan. A partir de ahí, los poemas (ninguno tiene título) se engazan como los eslabones de una sutil cadena que va desde el paisaje en movimiento, donde el sujeto es solo una mirada o inflexión de la voz, hasta el cuerpo que asume su deseo, que aparece desgarrado y desafiante, vuelto a ser uno, capaz de decir “digo” cuando habla, reafirmando su soberanía, reconociendo su soledad: “Sé que algo se acomoda / cuando encuentro las palabras / algo se acomoda / es casi mi única certeza”. De la subjetividad contemplativa a la mujer que danza; lo poemas de este libro son el cauce que arrastra a ese final donde alguien se libera.
La sensación que se tiene al leer los poemas de Tracey es la de una escritura largamente madurada, que logra claridad y sabiduría expositiva, más allá de fatigosas búsquedas, más acá de cualquier pretensión; trabajando la cadencia rítmica, las repeticiones, el juego con un número parco de elementos, transitados de diferentes formas, por diferentes caminos.
Dejar de ser hermosa es renunciar, “cortar los hilos que te suspenden / de otra mirada”. Descanso de ser uno, que no es más que la entrega a esa “permanencia efímera” de la que habla la cita de Patti Smith en la parte final de este hermoso libro.
*(Buenos Aires – Argentina, 1966). Poeta. Cursó estudios de Letras por la UBA (Argentina). Entre 2004 y 2006 editó la hoja de poesía Música Raray en 2006 organizó el 1er Encuentro de Revistas de Poesía en la Biblioteca Nacional Argentina “Las ínsulas extrañas”. En 2014 obtuvo la Beca de Fondo Nacional de las Artes en el área de Letras. En la actualidad coordina talleres de lectura y escritura creativa y colabora con el suplemento “Radar libros” (Página 12), la revista Ñ (Clarín) y la revista Los Inrockuptibles. Ha publicado en poesía Parto Mular (1998), El proceso de fotografiar (2014) y La casa de playa (2018).
**(Buenos Aires-Argentina, 1953). Poeta Integró los grupos de poesía “El sonido y la furia” y “Nosferatu”, fue cofundadora de la revista de poesía Último Reino. Ha publicado en poesía A pesar de los dioses (1980), Celebración errante (1987), Hablar de lo que se ama (1990), Hablo en lenguas (1999), Sobre la espalda del cielo (1999) y Hay que dejar de ser hermosa (2018).