El presente texto, fue leído por su autora en la presentación de En la mano que escribe. Poesía 2007-2022 (2023), en la librería Nollegiu (Barcelona-España), el pasado 10 de noviembre de 2023. Hoy Vallejo & Co. Lo trae al público lector.
Por Cristina Grisolía*
Crédito de la foto (izq.) RIL Eds. /
(der.) archivo del autor
Sobre En la mano que escribe. Poesía 2007-2022 (2023),
de Juan Pablo Roa
Ante todo, agradecer el privilegio de haber sido invitada para presentar este libro de Juan Pablo Roa y hacerlo acompañada de Misael Ruiz, todo un reto, ya que él, además de disfrutar de una cercanía bastante polifacética con Roa, es su prologuista. Es privilegio porque esta invitación me llevó a releer su obra y es reto, también, en la medida en que este libro reúne tres poemarios escritos entre 2007 y 2022.
El basilisco
Existe algún lugar en donde nadie
Este día, este momento
Reseñar o presentar, como es ahora el caso, una obra reunida tiene la suerte, la dificultad y la tentación de querer encontrar un cierto hilo conductor, o de querer aislar cada poemario e incluso hacerlos competir entre ellos.
Ante esto lo mejor es dejarse llevar, dejarnos mezclar, superponer y olvidarnos de la evolución, de la evolución lineal de la escritura o el pensamiento. Confundirnos y aceptar que en poesía el hilo conductor es la voz del poeta, sus obsesiones y sus palabras que inexorablemente se repiten (lienzo en el caso de Roa es una de ellas y ya le preguntaré por ella).
Si tuviera que hacer una “semblanza”, como se decía en mi época, diría de Roa que es un andamio. Lo es como editor, cuando nos habla de otros libros, cuando conversa de poesía, cuando redacta —al final de este libro— “Su Nota de autor”. Sus poemas reunidos me confirman la imagen que desde hace tiempo tuve de él: de andamio, que por cierto es una hermosa palabra y que el propio Juan Pablo utiliza en uno de sus últimos poemas, tal vez con significado diferente.
Andamio es una estructura para los que trabajan en las partes altas (según María Moliner); y citando a Misael Ruiz que dice de Roa: “lo que el poeta `hace´ es indistinguible de lo que las palabras dicen”, me reafirmo en la imagen en la que el poeta y su escritura es una compleja organización, un armazón, un puente provisional (que aparece en la definición de andamio) y que permite deambular, andar, subir, bajar, trepar por los espacios del vacío, de las ausencias, por “los altos aires del deseo” manteniendo el equilibrio poético. Juan Pablo Roa, es a la vez es andamio y un hacedor de andamios-genealogías.
Roa escribe:
Ágata, guijarro que es tiempo
en la mano que escribe,
mano en la que arde lo momentáneo,
altas nubes que inquieren por un cielo
que no existe aunque se puede intuir.
En la mano que escribe está hecho y dicho con equilibrio, alerta y audacia, y así debemos transitarlo (para no caer).
Lo autobiográfico parece abrir puertas con palabras tales como familia, madre, infancia, padre, hermano, hijo, algún jardín, un continente, mejor dicho dos, los viajes y sus lugares… Pero esas puertas (otra constante) se taponan, se taponan de pura belleza, y ya no nos hace falta más:
Todo camino engendra tres personas:
el que de pronto parte,
el que de pronto queda,
y también el que va y viene por el recuerdo.
O:
…yo hijo y tú hierba voraz contra el viento…
O:
…porque la casa es tuétano del mundo.
No se hace necesario traspasar las puertas biográficas, porque la belleza (que es libertad de escritura) universaliza la poesía.
Otra alerta que se nos plantea es la constante fisicidad. En la poesía de Roa hay cuerpos, siempre expuestos, siempre con una enorme conciencia de juventud, porque ni siquiera la muerte —muy presente— llega a insinuar vejez o decrepitud, esta allí pegada al cuerpo y a la naturaleza, a la sensualidad. Pero bien ¿porqué digo alerta? Porque creo que la masculinidad que se ofrece y se expande en la obra de Roa es precisamente la que el poeta utiliza, aprovecha…, podría decir es “la tapadera” para nombrar a la mujer, creándola y dejándose crear por ella.
En este poema de curiosa construcción escribe:
y la mujer del santón no es discípulo
sino esposa y amante y por lo tanto
lo sujeta a él por las pasiones, lo forja hombre
con los pies sobre la tierra cárdena.
O:
no languidece el fuego todavía
y sigue ardiendo porque en parte sigue allí,
esbelto, el cuerpo de nuestro amor
….
el tembloroso cuerpo del amor.
La mujer omnipresente son distintas mujeres, distintas figuras, distintos tiempos y distintos vínculos. Pero allí están homenajeadas desde la sensibilidad cotidiana, casi festiva, o sometidas al bisturí del recuerdo, bordeando lo negado, la culpa o el origen “que conserva un halo de dolor”, en palabras del poeta. Pero en ambos casos nunca se enmascara el tiempo vivido, creo que es en esa desnudez donde radica la ética interna del poema planteada por Cernuda y a la que Misael Ruiz se refiere en el prólogo.
No hablaré del poeta escribiendo el poema porque seguramente lo hará Misael quien ha profundizado en ello. Pero para acabar, quiero referirme a la musicalidad de la poesía de Roa.
Cuánto hay de modernismo en algunos poemas de Roa y cuanto de esa parca sonoridad de Vallejo.
Páginas 91, 109, 105 IV, 282 (Rubén Darío).
Páginas 155, 93 (Vallejo).
Y también cuánto del ritmo casi fílmico que hay en el poema “Lentitud”. Si lo leen en voz alta y son de mi generación o son cinéfilos, piensen en la película “Hace un año en Marienbad”, de Alain Resnais.
Como dije al comienzo, es difícil abarcar tanta abundancia de formas y contenidos de En la mano que escribe. Elegir enfoques o poemas.
Sin embargo, hay un poema (página 191) que en algún momento te pediré leas, porque estás muy en él: tú y tus claves u obsesiones, me gusta más entre poetas.
Ahora, aliviada, volveré a algunos de tus poemas despacito y a mis anchas.
*(Rosario-Argentina, 1946). Poeta. Reside en Europa desde 1972, viviendo en París, Madrid, Viena y, desde 1980, en Barcelona (España). Profesionalmente, ha estado vinculada al feminismo, activismo social y a trabajos contra la violencia de género. Fue directora, durante una década, de la Casa de Acogida de Mujeres Maltratadas de Barcelona. Cofundadora de la revista Cronopio, estuvo también vinculada a El Escarabajo de Oro. Ha publicado en poesía Poemas de perfil (1993), Donde el progreso no existe y gozo (2004), Galope y canto (2014), Levedad en la piedra (2019), Patios, golondrinas y azules (2021, junto con Violeta Kovacsics) y El paisaje es un animal solitario (2023).
**(Bogotá-Colombia, 1967). Poeta, editor y librero radicado en Barcelona (España) desde el 2000. Es fundador y director de Animal Sospechoso (librería y editorial especializadas en poesía). Ha publicado su poesía reunida en En la mano que escribe. Poesía reunida 2007 – 2022 (2023); y ha traducido del italiano al español Poesías de Amelia Rosselli (2004), Arqueología del presente de Ana Maria Giancarli (2013) y Desde el balcón del cuerpo de Antonella Anedda (2014).
El libro se puede adquirir en: