Sobre «Diccionario de términos eufemísticos» (2022), de María Ovelar

 

Por Patricia Crespo Alcalá*

Crédito de la foto (izq.) Ed. Valparaíso /

(der.) www.youtube.com/@maria_ovelar

 

 

Reinventar el lenguaje, reescribir la realidad:

Diccionario de términos eufemísticos (2022),

 de María Ovelar**

 

El afán de la poesía por atrapar las palabras, retorcerlas, abrirlas para descubrir qué esconden en su interior y dotarlas de nuevos significados, reinventar el lenguaje heredado, ha sido siempre una búsqueda incesante no sólo por parte de la poética, sino también de la filosofía, bástenos recordar el filosofar a martillazos de Nietzsche, pues el lenguaje y su estructura perpetúa las mentiras, fosiliza los conceptos, las creencias. Diccionario de términos eufemísticos (2022) de la polifacética artista María Ovelar enlaza con esta tradición para actualizarla desde una perspectiva feminista.

Este poemario se presenta como un diálogo entre los términos definidos, que funcionan a modo de títulos ordenados alfabéticamente, orientando la lectura de los poemas, y los propios poemas. ¿Porqué un diccionario? María Ovelar se enfrenta a la redefinición de términos lingüísticos con el objetivo de que volteemos el diccionario, como si estuviésemos creando un nuevo lenguaje con el que desvelar esa realidad que la tradición masculina a través de mitos, refranes, de su canon literario ha establecido:

obliteradas por el canon, borradas de la historia,

ignoradas en las reuniones, silenciadas en las casas.

(…)

Escribo en su nombre

y en el de toda nuestra genealogía.

 

Esta criptoginia ha ocultado intencionadamente a las mujeres y sus aportaciones. Pero no sólo. Este diccionario ahonda en la etimología y la historia de los significados de las palabras para rastrear hasta el origen la transmutación de los valores de las mismas. En este sentido, es especialmente interesante el poema “poeta, tisa”, pues recorre la cronología del término (aparecido en 1508) para sacar a la luz el momento histórico en que el uso de “poetisa” fue marcado despectivamente y justifica la apropiación de “poeta” como genérico para referirse a mujeres y hombres:

-Nebrija, Cervantes, Lope nos llamaron poetas-;

si no decís hombre poeta, no digáis mujer poeta.

 

 

Si Cervantes nos llamó poetas, poco más cabe decir: Que no insistas, que soy poeta… no poetisa. La ocupación de los términos como parte del proceso de refuerzo de la identificación femenina se vislumbra en otros poemas, así como las acciones en torno a la literatura que se han considerado más propias de hombres que de mujeres, como leemos en “canon” o “lectura”, donde junto a los referentes masculinos se sitúan, en un mismo plano de igualdad, los femeninos. Y es que este poemario está impregnado de poetas que la tradición debería integrar como auctoritas, pero por su género han sido relegadas a los márgenes literarios; sólo la actualidad y su intención de rescate, como “Diccionario de términos eufemísticos”, inscribe su nombre en los libros de literatura: Safo, Adrienne Rich, Sylvia Plath, Aurora Luque, Mary Shelley, hermanas Brönte…

Pero no sólo voltea el canon literario. Siguiendo la estela de su anterior poemario “Las Oceánicas”, María Ovelar nos ofrece que Desescribamos los cuentos para escribirlos de nuevo, que reinterpretemos las narraciones y los mitos griegos (Ariadna, Helena, Circe, Penélope), en una relectura de la Odisea, así aparece en “mito” o “refrán”, e inventemos un nuevo lenguaje que refleje la realidad, por ello leemos en “diccionario”:

Os propongo ariadnear, ser abandonada por Teseo

para ser violada luego por Dioniso; medusear

ser violada por Poseidón y castigada luego

por Atenea a crecer serpientes;

dafnear, metamorfosear en árbol

para escapar de un acosador,

o mitear, para hablar de cómo los mitos

se han cebado con las mujeres.

He sido miteada, hemos sido miteadas,

ellas han sido miteadas.

No me mitees más.

 

Pretende romper la tradición que amuralla el presente, una tradición que perdura en un lenguaje obsoleto, como el de los refranes donde se ofrece una imagen negativa de la mujer, por esta razón en “Tradición” recurre a ellos para desnudar los estereotipos y sus falsedades.

Y bajo la urdimbre en torno a la reflexión sobre el lenguaje se van tejiendo las otras realidades que el lenguaje invisibiliza o términos que han marcado la historia y los cuerpos de las mujeres, como “Anorexia” o “Teta”, en el que se reflexiona en torno a la mastectomía consecuencia del cáncer de pecho:

Nadie nos censura,

ni nos mira con pena,

el vocabulario se ha ensanchado,

orgullosa canta la herida.

 

La poeta María Ovelar.
Crédito de la foto: Jacobos Biarnes

 

El último hilo de esta trama poética trata de enlazar la genealogía femenina frente a la violencia masculina. Partiendo de la imprescindible sororidad femenina:

¿Y si nuestra sangre menstrual es el cáliz?

El secreto lo conoces, hermana.

(…)

y me pregunto si mi piel custodia

suficiente fuego para vengarlas.

 

Sororidad sin la cual no es posible hacer frente a los actos de violencia contra las mujeres, ya que el lenguaje machista es también manifestación de ella y punta de un iceberg de dimensiones extraordinarias. Pero, a su vez, pone al descubierto el poder de la palabra para denunciarla, como en “manterrupting”:

¿Dónde estabas tú cuando te interrumpían?

¿tú cuando te lo explicaban como si fueras tonta?,

¿tú cuando ignoraban tus palabras

como si fueran ruido blanco,

mientras te ponían grilletes en el esófago?

(…)

Este poema está escrito para que recuerdes.

 

Esta idea aflora también en “micromachismo”:

¿Quién te ha dado permiso para evaluarme,

permiso para silbarme, permiso para llamarme “guapa”

cuando yo lo que quiero es pasear tranquila?

 

O “slut-shaming” o “violación”…, donde es el espacio quien narra las violaciones que allí suceden… Y en todos estos poemas María Ovelar se anticipa al #seacabo, el movimiento feminista que ha inundado las redes sociales con las voces de las mujeres que denuncian con su palabra la violencia sexual diaria de la que somos objeto, reivindicando un espacio libre de agresiones verbales o físicas, como bien registra en Instagram la periodista Cristina Fallarás. La palabra como arma para tejer ese espacio público y privado que es también un espacio para y de la mujer. Reinventando el lenguaje podemos reescribir la realidad.

 

 

 

 

 

*(España). Poeta y dramaturga. Licenciada en Filología Clásica por la Universitat de Valencia (España). Ha publicado diversos artículos y libros sobre la pervivencia de la mitología clásica en la literatura. Es colaboradora del programa de radio “Mar de Muses” y coorganizó los encuentros poéticos “Lavadero poético” (2019), “Plaza poética” (2020) y, en la actualidad, es responsable y coorganizadora del Festival Poético “Villa de las palabras” (2021, 2022 y 2023) en Puertomingalvo (Teruel-España). Su poesía ha participado en la exposición “Paraula poder” en el CCC de Arte Contemporáneo (Valencia, 2019) y en la exposición colectiva “13×13. 13 Rosas” (2020). Como dramaturga, es coautora, la obra teatral Antígona o la tragedia de Creonte (Univ. de Valencia, 1999). Ha publicado en poesía Erosgrafías (2018), Cantos de la desesperanza (2020) y Manifiesto de Incertidumbre (2022).

 

 

 

**(Alicante-España, 1982). Poeta, periodista, traductora, copy creativa y artista perfomática. Licenciada en Traducción e Interpretación. Magíster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid (España) / EL PAIS. Colaboró con el diario El País, durante 13 años, y con publicaciones de Condé Nast (Traveler, Glamour). También fue profesora de literatura en la India y copy creativa de marcas como Carolina Herrera o Jean Paul Gaultier. Obtuvo el premio Aliar Ediciones (2022). Ha publicado en poesía Las oceánicas (2022) y Diccionario de términos eufemísticos (2022).

 

 

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