Sobre «Canto a la hoja que cae» (2022), de Úrsula Alvarado

 

Texto y dibujos por Miguel Lescano*

Crédito de la foto Miguel Lescano

 

 

Jardín desasido, habitación amarilla y ojos eternos

en Canto a la hoja que cae (2022),

de Úrsula Alvarado

 

 

I.

En el poemario Canto a la hoja que cae de Úrsula Alvarado la imaginería explota en colores. El deseo es perfecto. El cuerpo como eje poético articula desacuerdos. Como pétalos en habitaciones amarillas buscan respuestas. Se encienden luces rojas: PELIGRO.

Es la mujer/poeta errante, que pone en alerta al mundo y sus falsos pecados. Alvarado escribe, “no se destruye un ser que permanece alerta”. Inteligente y precavida camina la poeta por bosques de cemento. Canto a la hoja que cae es mirar con ojos abiertos el panorama de finales. AVATAR. ¿Entonces porqué las hojas caen del Ser humano? Alvarado se libera de juegos vitales y ejerce una: “prolongación, de mi cuerpo deshecho”. Se extiende y se acerca a la calma. Al final del no deseo. La hoja es un puñal de sal.

 

Dibujo de Miguel Lescano

 

II.

La poeta de hojas caídas busca la paz entre guerras mundiales, entre políticos corruptos del Perú. Jardín desasido. Descripción del cuerpo entre sábanas de colores. Escribe: “Pienso en ella y su espíritu anaranjado/ en el ocre dorado que no pudo ser./ ¿Qué será de mi jardín sin ella?”. Las manos, el corazón y la muerte oscilan como platillos voladores en mundos divididos.

El poeta Ovidio parla del amor y escribe: “Rehúyo lo que me persigue; persigo lo que me rehúye” (29). ¿Qué desdicha sucumbe el mundo? Alvarado recrea su percepción. Terrenal y espiritual. De lluvias y densos edificios. En el horizonte de una ciudad olvidada. Escribe: “con el chirriar de las camas movibles,/ los ascensores bostezan como enormes criaturas”. ¿Serán seres de plástico habidos de amor y lujuria? La respuesta es inverosímil. Dar rienda suelta al batir de sábanas. En días fríos de atmosferas rosas.

 

Dibujo de Miguel Lescano

 

III.

Pecado, amor y cuerpo, es aliento desmedido en noche brillosas de pasión. Pesadilla esencial. La poeta se pregunta: “¿De qué color será el corazón/ del que decide amamantar a un extraño?”. El amor es un juego sublime. Un caminar por la vida de guerreros invisibles. Hojas caídas en terrenos infértiles. Mar de azul que oscila estruendos. 

En la eternidad el sonido se esparce como gotas de sangre. Whitman enfurecido grita: “Vengo con músicas potentes, con mis tambores y mis cornetas” (220). Es esencia de amor y cuerpo los gritos en silencio. Intrigantes cantos. De vida y muerte. Conflicto interno.

 

 

IV.

Como olvidar el encanto de un cuerpo que se entrega a la lucha por del deseo. Alvarado lo escribe: “ofrendo mi cuerpo a quien pueda seguir luchando”.  Constitutivo deseo de libertad y orden.  Es el hecho carnal que surge como saeta en primavera. Señal para poder sobrevivir en este territorio hostil. Mundo Dionisiaco. La poeta Sui-Yun lo versaría: “Cada mañana que despierto/ pienso en ti/ y el recuerdo de faroles chinos/ mecen mi memoria”(53). Pensamiento turbulento de sensaciones. Se pelea cuerpo a cuerpo por la libertad sagrada. Por mostrar una señal de amor. Por esta vida y por la vida, que quedará como recuerdo. Recordar es volver a vivir versa la vieja canción. La poeta labra en piedra su sentencia: “Un cuerpo mil veces mordido no sirve de metáfora”. Instante en que Úrsula Alvarado toma vuelo como una diosa Chanca y rompe los cielos. Se transforma en halcón infinito. Desea mostrar su piel sobre su piel. Orgullosa desea nadar contra la corriente de caracoles transparentes. Entre hojas que caen al cielo. Y se pierden entre fantasmas. Su mirar dulce atraviesa corazones.

 

Dibujo de Miguel Lescano

 

V.

En este siglo XXI el pecado ya no es pecado. Solo queda el amor limpio y los colores esenciales. Aromas de rosas rojas. Queda, como escribe la poeta: “Mi sonrisa macabra de cuerpo yacente/ no ahuyenta mi sed de mar/ ni de amar”.  El amor explota una vez más. La verdad es el color perfecto. Blanco sobre blanco.

Canto a la hoja que cae de Úrsula Alvarado es su Divina Comedia, de buscar el amor perfecto. Purgatorio donde nada se quema. Menos el amor verdadero de pasión y lujuria. Libertad plena. Panorama Suprematista. Solo queda energía de paz: “Es mi corazón un gran molusco que arde”. El mundo hoy arde. Es flujo de pasiones. Música pura. Deseo perfecto.

Finaliza estos colores de energía María Emilia Cornejo: “y una lluvia de estrellas bañó nuestros cuerpos”(95). Y el jardín se deshizo en hojas.

 

 

 

Referentes:

Alvarado, Úrsula. Canto a la hoja que cae. Lima: Harawi Editores. 2021.

Cornejo, María Emilia. Lima: Paracaídas editores. 2019.

Ovidio. Mil formas de amor.  Barcelona: Ediciones Península. 2020.

Whitman, Walt. Obras escogidas. Madrid: Aguilar. Tercera edición. 1960.

Yun, Sui. Rosa fálica. Lima: Ediciones Loto. 1981.

 

 

 

 

 

*(Lima-Perú, 1963). Poeta y artista plástico. Desarrolla e interacciona las disciplinas de las artes visuales y la literatura con el objetivo de crear una obra de arte autónoma. Magíster en Escritura creativa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Codirige desde el 2000, junto a la artista Liliana Avalos, el Taller de Grabado Cono Norte. Como artista plástico ha realizado 25 exposiciones individuales en ciudades como Nueva York, Buenos Aires, París, Boston, Ottawa, Madrid, Barcelona y Lima. Ha publicado en poesía Ilusión caja de poesía (2018), Disonante. Texto & imagen (2017), La música dibuja el cielo (2011), Sonrisa negra (2002) y Lima sobre Lima (1987).

 

 

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