Por Teresa Cabrera Espinoza*
Crédito de la foto (izq.) Hipatia eds. /
(der.) archivo de la autora
Sobre Bordando quilcas (2023),
de Carolina O. Fernández**
En Bordando quilcas, último libro de la poeta Carolina O. Fernández, lo importante es el vínculo, el vínculo con el cosmos. No en el sentido más convencional del término, con el que nos referimos al espacio exterior a la tierra, sino en el sentido primigenio, la totalidad de lo existente o, más aun, la organización de la totalidad de lo existente, si se tiene en cuenta que en esa acepción la contrapartida de cosmos es caos. Lo que importa es el vínculo que se restablece con las cosas del mundo, que aparecen propiamente como seres siempre dispuestos al contacto y a la comunicación.
La voz poética y, crecientemente, el cuerpo de quien la enuncia aparecen en alternancia con las distintas voluntades, pesares y promesas de estos seres del mundo. Estos se manifiestan en su pura presencia, que no es la de entidades completas, cerradas, sino la del canto, el fluir, el color, la bruma, la textura y todo aquello que, abierto a la percepción, es traído a la página con una elaboración que rehúye del realismo con la contundencia de lo real: las aves nos hablan, los tulipanes urbanos nos cuentan sus pesadillas, el graznido del alcatraz se convierte en una señal de sílabas cortas que nos resuena en el pecho.
Una clave de esa organización de la totalidad de lo existente es una noción extendida de vida como voluntad. Todo está vivo y todo tiene voluntad de comunicar: el desplazamiento de las nubes, el sonoro traslado de los pájaros, el movimiento inquieto del agua, la lluvia de relámpagos o el ocultamiento del sol. Todo transmite y todo enseña si se acepta que la forma y el movimiento mismo comunican sin verbalizar. Y, como sugieren los versos de “Pusqa”, todo aprendizaje encadena otro:
De la chara verde aprendí a curar las heridas
del runasimi el lenguaje de los valles
Del lenguaje de los valles la caída de la phaqcha
Sin embargo, no nos encontramos ante una poesía de contemplación, mucho menos de una contemplación con intención de extraer alguna sabiduría para poetizarla. Mas bien, la orientación es situarse en vínculo con el mundo, un mundo que tampoco quiero sugerir natural o fuera de la historia. Al contrario, se nos implica en diálogos y sentires sobre dramas sistémicos absolutamente contemporáneos: la ansiedad de la vida en la ciudad, el encierro pandémico, el dominio del mineral, el envenenamiento de cuerpos humanos y no humanos por mercurio, la pérdida de los bosques, la muerte violenta de las mujeres y la desconcertante muerte de jóvenes trabajadoras y trabajadores, a quienes se busca reintegrar en una relación filial bajo el signo de la frustración y la ternura. Incluso, el tiempo geológico, mítico, del surgimiento de las islas de Pachacámac —al que se dedica la primera sección del libro[1]— se emplea para jalar el hilo de las violencias norte-sur: antes, la bestia de acero de la invasión a América; hoy, los campos de refugiados y la migración en pateras a Europa.
Todos estos contenidos se articulan con momentos previos de la obra de Carolina O. Fernández, en particular con No queremos cazar la noche (2019), que a la vez ya profundizaba en tendencias presentes desde A tientas (2016), y consolidan un lugar de enunciación que ahora es recorrido por nuevas voces. Algunas de estas también publicadas por Hipatia Ediciones, por lo cual es un acierto la llegada de esta poeta al catálogo de la editorial.
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[1] Los textos que componen esta sección fueron publicados bajo el título Rumikuna del mar por la editorial Hanan Harawi en 2021. Véase Benavides, M. (2022). “Rumikuna del mar” en la poesía de Carolina O. Fernández. Tantas veces crisis, Revista Quehacer, 9. https://www.revistaquehacer.pe/9/rumikuna-del-mar-en-la-poesia-de-carolina-o-fernandez
*(Perú). Escritora y editora. Socióloga por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Se desempeña como editora de www.revistaquehacer.pe y como lectora de la editorial Álbum del Universo Bakterial. Ha publicado en poesía Sueño de pez o neblina (2010), El nudo (2012) y Las edades (2021).
**(Lima/Áncash-Perú). Poeta y ensayista. Se desempeña como profesora e investigadora de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Obtuvo el Primer Premio de los Viernes Literarios (2014) y una mención especial en el Premio Casa de las Américas (2022), en la categoría de poesía, por Bordando quilcas. Ha publicado en poesía Cuando la luna crece (1996), Un gato negro me hace un guiño (2005), A tientas (2016), No queremos cazar la noche (2019), Rumikuna del mar (2021) y Bordando quilcas (2023).