Sobre «Bestiario del bibliófilo (y otras fieras literarias)» (2024), de Ricardo E. Tatto

 

 

Por Enzia Verduchi*

Crédito de la foto (izq.) ©Adrián Naíl Marín /

(der.) Nitro Press 

 

 

Sobre la pasión por el libro y la lectura:

Bestiario del bibliófilo (y otras fieras literarias) (2024),

de Ricardo E. Tatto

 

Los libros son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera. Una vez que se han inventado, no se puede hacer nada mejor. El libro ha superado la prueba del tiempo… Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser papel, pero seguirá siendo lo que es.

Decía Umberto Eco a Jean-Claude Carrerière es su erudita conversación reproducida y titulada Nadie acabará con los libros (2010).

Efectivamente han evolucionado los componentes del libro, a partir de fines de 2007, cuando se lanzó la Kindle en el mercado, podemos tener una biblioteca entera almacenada, llevar a donde sea ese pequeño y práctico dispositivo electrónico con cientos o miles de libros en formato digital. Pero lo práctico no siempre obedece a nuestro sentimiento o necesidad de pertenencia, requerimos que el libro tenga forma entre las manos, páginas, olores, subrayados, anotaciones marcas… Aunque suene extraño, el dueño de un libro o libros requiere que ese medio impreso tenga una historia en conjunto, tenga memoria, que ese objeto sea mío, porque es parte de mi esencia o lleve mi esencia.

Bestiario del bibliófilo (y otras fieras literarias) de Ricardo E. Tatto es la confesión amorosa de un lector y coleccionista, donde se convocan no solo a los bibliófilos sino también a los bibliómanos, bibliópatas, bibliorratas, bibliófagos y bibliorreicos. El Bestiario de Ricardo es lo más cercano a una reunión de doble AA, lo que se denomina una “Reunión de orador”, donde el autor nos habla sobre lo que la lectura y los libros le hicieron así de cómo afectó o afecta a las personas a su alrededor. Este es el ensayo de un ensayo más amplio. El inicio de un largo diálogo.

 

 

En su prólogo Daniel Salinas Basave confiesa que le ha sido más fácil dejar el whisky que los libros, yo admito que —no sin esfuerzo— abandoné el cigarro pero no así la lectura.

Me veo reflejada en varios de los tópicos que Ricardo desarrolla en su ensayo, yo soy esa “lectora imposible” que desde niña leía todo lo que caía en mis manos: revistas médicas y de modas, libros y cómics, anuncios, hasta las indicaciones en las cajas de Corn Flakes. Soy  una tsundoku contemporánea que tiene acomodados sus libros por literaturas y lenguas, pero que también tiene en la mesa de noche una torres de libros; puedo leer tres libros en un mismo día siempre y cuando sean de consulta pero si es una novela me dedico sólo a ella, soy una cazadora de libros raros o extraños. Una gambusina que consiguió en los años ochenta la edición de la Divina Comedia de Dante —en tres tomos— anotada por Alfonso Reyes, la cual pagué quincena tras quincena durante meses con un trabajo de acomodadora de latas en un supermercado en Campeche. Soy una lectora voraz, polígama y promiscua pero también soy una lectora fiel a los clásicos griegos y a tres o cuatro novelistas y poetas. Soy una apasionada de los libros de gran formato gracias a mi padre, otro obsesivo de los libros, que tenía en su biblioteca unas hermosísimas ediciones italianas de historia de arte. Hicieron tal mella esos viejos y bellos libros de arte que me convirtieron en editora de libros de arte.

Bestiario del bibliófilo de Ricardo me conmueve y me hace sonreír a la vez, me parece que sus palabras motivan a todos a leer, a viajar —como el propio autor nos relata— a través de la cartografía de la historia y de la imaginación de la humanidad. Tatto nos hermana con sentido del humor y una prosa fluida donde nos reconocemos en la enfermedad, en la pasión y en la felicidad de leer; como miembros de una tribu errante entre librerías clásicas y nuevas, bibliotecas y librerías de ocasión.

Nada tan emocionante y fundacional como reconocerse en el otro a través de las páginas de un libro, nada se compara como el compartir la historia de una novela o los versos de un poema que te han marcado o te han cambiado la vida.

 

El escritor Ricardo E. Tatto.
Crédito de la foto: ©Adrián Naíl Marín

 

Junto con Ricardo, tengo la convicción que la literatura y la lectura salvan. No se qué hubiera sido de mí sin los libros durante la pandemia. Hace un par de semanas, departiendo en la sobremesa, una amiga habló sobre esa pequeña gran novela que es El ruido del tiempo de Julian Barnes. Los primeros meses de la peste no pude leer ni escribir, estaba paralizada por completo, aterrada, y gracias mi pareja llegué al periplo de Shostakovich durante la dictadura soviética, narrado magistralmente por Barnes. Entendí aquello de que “El miedo normalmente expulsa por cierto todas las demás emociones, pero no la vergüenza.” Me dije que si Shostakovich había logrado crear y seguir adelante, aunque fuera por vergüenza, en una estado de terror psicológico y físico bajo la bota de Stalin, yo podía salir a flote a pesar de la incertidumbre, de no saber si seguirían vivos los míos, yo misma.

Eso es lo que ofrece la lectura, la literatura, los libros: respuestas, atajos, complicidad, compañía.

Por todo lo antes dicho, celebro la aparición del Bestiario del bibliófilo (y otras fieras literarias) de Ricardo Tatto, su entusiasmo por trasmitirnos el deseo de leer, su ambición por tener libros y compartir sus dudas y aciertos, apasionarnos y viajar en la aventura de las ideas y las palabras de los hombres a través de los siglos.

 

 

 

 

 

*(Roma-Italia, 1967). Poeta y editora. Obtuvo una beca del Centro Mexicano de Escritores (1992), el Premio Nacional de Cuento Efraín Huerta (1992) y en dos ocasiones la beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte de México. Colabora en distintas revistas y suplementos culturales nacionales e internacionales. Su libro de poesía más reciente es Nanof (2019).

 

 

 

**(Mérida-México, 1984). Periodista y promotor cultural, ensayista y narrador. Maestro en Artes por la Universidad de las Artes de Yucatán (México). En la actualidad, se desempeña como director de la revista Soma, Arte y Cultura. Ha publicado los libros Universo de Juan García Ponce (2023) y Bestiario del bibliófilo (y otras fieras literarias) (2024).

 

 

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