Sobre «Asociación ilícita» (2016) de Leonardo Aguirre, por Julio Ortega

 

Por: Julio Ortega*

Crédito de la foto: Izq. Ed. Animal de invierno

Der. www.beto-buzali.com

 

 

Sobre Asociación ilícita (2016),

de Leonardo Aguirre

 

 

Poco divina y quizá demasiado humana, esta Comedia limeña de Leonardo Aguirre es una excelente metáfora para conocer la interioridad, involuntariamente jocosa, del desarrollo social del escritor en el Perú. Producido por los medios de comunicación, este escritor más que público se ha hecho biográfico. La crónica mundana que lo confirma lo ha situado ya no en la esfera de la política sino en la conversión de lo privado, hecho público en la farándula. Los escritores han dejado de ser agentes culturales para convertirse en parte del espectáculo. Se les va la vida en tener razón y su fanatismo los torna pintorescos. Aguirre ha inventado la crónica de auto-ficción, que es una variante probablemente patentada por el Decamerón, según la cual, el cronista (disfrazado de testigo protagónico) reconstruye biografías casi escandalosas con la objetividad de un documentalista impecable en la distancia irónica e imperturbable ante las interpretaciones que se convierten en evidencias. Basándose en archivos de prensa, en entrevistas a sus personajes, en testimonios de protagonistas y testigos, este cronista ejerce su trabajo escrupulosamente, como si elaborara un documento histórico o jurídico. Como toda Comedia capaz de incluirnos, ésta nos persuade con su versión puntual y, pronto, nos hacemos parte de su Nave de Locos, más que verosímil, veraz. La verdad, nos dice, es otro producto del gran sistema de sustituciones peruanas: es gratuita y arbitraria, pero apasionada. Se ha dicho que la memoria es una economía del olvido. En el Perú, parece sugerir el genio burlesco de Aguirre, toda memoria es doméstica. Esa levedad de estar aquí y ahora tiene en esta desapasionada Comedia el pálpito del habla viva y, por eso, la intensa emoción de lo fugaz. Por lo demás, abusaré este espacio para recordar que Bryce Echenique, Sergio Ramírez, L.R. Sánchez, Ricardo Piglia, Castellanos Moya, Carlos Franz, José Millás, Fernando Ampuero, Ana Teresa Torres, Juan Francisco Ferré, Federico Vegas, Leonardo Padura, Arturo Fontaine, Carlos Cortéz, Isaac Rosa, Alonso Cueto, Álvaro Uribe, Antonio López Ortega, Sergio Misama, Juan Carlos Méndez Guedes, Santiago Roncagliolo, Robert Juan Cantabella, Armando Luigi, Mayra Santos Febres, y los grandes minimalistas máximos, César Aira y Mario Bellatin, así como también los más populares, Perez Reverte y Cercas, han diversificado la biografía imaginaria, aquella que hoy se postula como implausible bravado. Esta larga suma sugiere los sueños exorcizados de la nación razonada: los sueños de la nación producen estrellas de televisión. Pero todos parten del modelo quijotesco por excelencia. Estos remedios de melancolía nos han persuadido de que nadie es imposible en la saga transatlántica de salvar al lector del olvido.

 

 

 

*(Casma-Perú, 1942). Escritor y crítico literario. Estudió Literatura en la Universidad Católica en Lima. Emigró a Estados Unidos como profesor visitante en las Universidades de Pittsburgh y Yale. Vivió en Barcelona (1971-73) como traductor y editor. Fue profesor de Literatura en The University of Texas (Austin), Universidad de Salamanca, Universidad Católica de Chile, Simón Bolívar de Venezuela, University of London y en Cambridge University, U.K. Desde 1989 es profesor de Literatura Latinoamericana en Brown University-EE.UU, en donde dirigió el Departamento de Estudios Hispánicos y el Centro de Estudios Latinoamericanos. Entre sus múltiples publicaciones están: El discurso de la abundancia (1992), Una poética del cambio (1992), Arte de innovar (1994), Retrato de Carlos Fuentes (1995), El principio radical de lo nuevo (1997) y Caja de herramientas. Prácticas culturales para el nuevo siglo chileno (2000).

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