Por Carlos Huerga
Crédito de la foto Chamán Eds.
Sobre «Antología de la Beat Generation» (2021),
de Marcos-Ricardo Barnatán
Publicada a finales de 2021, esta Antología de la Beat Generation (selección y traducción) de Marcos-Ricardo Barnatán es motivo de celebración por varias razones. Por un lado, es una reedición de una publicación de 1970 que fue la primera que dio a conocer a este grupo de poetas en España. Por otro, después de más de cincuenta años, el libro sigue teniendo interés. Pero vayamos por partes.
La edición, que respeta la original de 1970 por deseo expreso del antólogo y traductor, Marcos-Ricardo Barnatán, también es un salto al pasado y a un primer acercamiento a la poesía beat. Como bien señala en la esclarecedora nota “Al lector” del editor Pedro Gascón, un jovencísimo Barnatán acababa de llegar a España desde Argentina, donde sí se habían dado a conocer traducciones de Allen Ginsberg o Gregory Corso. Por ello, la publicación en España de aquella primera edición supuso un hito importante que permitió a los lectores españoles acceder a la Beat Generation.
Decía en un lúcido texto el escritor vasco Bernardo Atxaga que, en 1956, era imposible publicar un libro como Aullido en España, debido a la dictadura franquista y a las diferencias socioculturales entre la España de los años 50 y EE.UU. De hecho, afirmaba que habría sido un ovni si así hubiera ocurrido. Sin embargo, en 1970 “el platillo volante pudo por fin aterrizar en España” gracias a la antología de Marcos-Ricardo Barnatán. Aun así, como muy bien argumenta Atxaga, el texto tuvo que pasar por cierta censura y se omitieron algunos párrafos. En todo caso, los lectores españoles de 1970 ya podían acercarse no solo a Ginsberg, sino también a otros poetas importantes de la generación, como Jack Kerouac, Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti y Philip Lamantia.
Es cierto que esta selección ahora podría parecer algo escasa, si tenemos en cuenta que en los últimos años se han ido dando a conocer a diferentes autores beat ampliando una nómina muy generosa y variada. No obstante, son cinco poetas de primer nivel y, por tanto, suponen una buena muestra para adentrarse en la Generación Beat. Además, con el paso de los años, esta antología se ha convertido por derecho propio en un clásico, prueba de ello, son las distintas reediciones que ha tenido y las escasas modificaciones o correcciones, lo que le otorga un valor significativo que la editorial Chamán ha sabido apreciar.
El traductor y editor Marcos-Ricardo Barnatán es también escritor, poeta y crítico de arte. En 1967, obtuvo un accésit del premio Adonais de poesía con Los pasos perdidos. Como narrador, es autor de cuentos, compilados en Que alguien escriba su verdadero nombre y de novelas como El laberinto de Sión. También ha publicado numerosos ensayos y destaca su labor como divulgador de Borges con publicaciones como Borges: biografía total.
Afirma el propio Barnatán en la introducción que “bajo el amparo del caos, nacía esta apetecida nueva estética, y un concepto de la belleza anárquica de incontables posibilidades”, algo que define bien la aparición de este grupo de escritores rompedores con su época y que a día de hoy siguen aportando un gran legado en poesía, literatura, cine, música y otras artes. También me parece importante destacar otra idea que apunta Barnatán: “el poeta se transformó en profeta, en espectador alucinado que deja en sus escritos un testimonio inaudito”.
Lo cierto es que leído el texto introductorio de Barnatán, llama la atención su mirada lúcida acerca de la generación Beat, ya que, después de cincuenta años, el grupo poético estadounidense sigue teniendo interés (se siguen publicano libros en España de otros poetas, como Diane Di Prima, Anne Waldman, Michael McClure, Lew Welch, Joanne Kyger, etc). También apunta el traductor que, para que surgiera aquella generación de escritores en los años 50, “fue necesaria una tragedia, tan escalofriante como la Segunda Guerra Mundial, para que de entre sus mismas cenizas comenzara a nacer una concepción distinta del hombre y de la sociedad norteamericana”. La importancia de esta generación es tal, que, según el escritor hispanoargentino, “solo puede ser comparado en su magnitud y fuerza al surrealismo, en lo que va de siglo”.
El primer poeta antologado es Gregory Corso, autor de, entre otros libros, Gasolina o La vestal de la calle Brattle. En esta selección puede apreciarse el carácter beatífico y marginal del poeta neoyorkino. Sus poemas evidencian a un poeta que busca entenderse en el mundo a través de las palabras: “Poesía es buscar la respuesta”, dice en uno de sus textos. Con este puñado de poemas es suficiente para apreciar la poesía viva, heredera de la espontaneidad del bebop que tanto destacaron los poetas beat. “Vuelta al lugar natal” evidencia otra de sus características, la de un texto que también es una mirada nostálgica, no exenta de ternura, con un lenguaje natural. En “Pero yo no necesito la Bondad”, recuerda a un Rimbaud visionario e incisivo con la realidad. En Corso late un halo de vida que fluye. Sin duda, un poeta al que hay que leer.
Le sigue Lawrence Ferlinghetti, poeta notorio del grupo Renacimiento de San Francisco y figura imprescindible de la Generación Beat. Como editor, publicó a muchos de ellos en la mítica editorial City Lights (que, además, saltó a la fama por el proceso judicial que hubo tras publicar Aullido, en 1956, al ser catalogado de obsceno). También destaca como fundador de la librería City Lights, que durante décadas ha nutrido (y sigue nutriendo) a lectores indómitos en San Francisco y que ha albergado (y sigue albergando) decenas de lecturas poéticas (baste mirar en Google y sorprenderá tal cantidad de material fotográfico y literario al respecto), como un refugio cultural independiente frente al mercantilismo actual. Los textos aquí seleccionados ya corroboran que se trata de un poeta fino, capaz de esbozar haikus perfectos, pero también creador de textos diversos que reflejan a un poeta comprometido con el momento en que vive. Destaca su homenaje a Allen Ginsberg en su largo poema “Él”, de quien dice que es “la voz de la cuarta persona del singular”.
El tercer poeta antologado es Allen Ginsberg, y es a quien más textos y páginas se le dedica (cierto es que los poemas que integran Aullido y Kaddish son muy extensos). Por ello, el lector podrá adentrarse en su poesía y hacerse una idea de su potencia, ya que la selección de textos es más que suficiente para entrar en el poeta estadounidense. Conviene destacar que, además, Kaddish, un libro impresionante, es un largo poema fúnebre dedicado a la madre del poeta, que no fue traducido y publicado íntegramente en España sino hasta 2014.
No es así en el caso de Kerouac, de quien apenas hay cuatro poemas de su Mexico City Blues. El lector actual echaría de menos poemas de otros libros que se han publicado a posteriori, como los haikus, si bien este libro compuesto por 242 cantos jazzísticos (como decía el propio Kerouac) tiene una gran relevancia en la tradición estadounidense, y autores como Bob Dylan, Michael McClure o Gary Snyder lo han destacado. Puede apreciarse la influencia del budismo y el intento de escritura espontánea, tan importantes para el autor de En el camino. Destacan los momentos de dulzura infancia (“Coro 127”) o su visión de América en coro “146”.
En el caso de Philip Lamantia, tal vez el poeta menos conocido de la antología, a pesar de ser uno de los poetas que participó en la famosa lectura en la Sixth Gallery de San Francisco en 1955, junto a Ginsberg, McClure o Whalen. Llama la atención que tan solo haya dos poemas, pues son insuficientes para tener una mayor idea de su poesía, y al lado de las 50 páginas que ocupa Ginsberg la lectura queda en anécdota. Aun así, la nota explicativa aclara que se trata de un poeta que llegó a formar parte del grupo surrealista liderado por André Breton, además de ser uno de los poetas beat veteranos. La lectura de ambos textos, uno de ellos dedicado a Rimbaud, permiten sumergirse en su ritmo ondulante e imágenes inmersivas.
Por último, se adjunta una pequeña sorpresa, un “Apéndice”, una serie de escritos de Ginsberg, Kerouac y Ferlinghetti como esbozos de Poéticas que completan su mirada y revelan algunas curiosidades, como en el caso de Kerouac y sus notas de “Credo y técnica de la prosa moderna [Extractos]”: “-Procura estar poseído por una ingenua santidad de espíritu…”.
Como dijo en su momento Gregory Corso, definiendo a la Generación Beat: “es espiritual, apasionada, sentimental, poética. La ‘Generación Beat’ es juventud, querella, desilusión de un sueño querido, testimonio de honor y de respeto”. Me parece un buen resumen no solo del movimiento, sino de esta antología. Por ello, este libro es una muy buena iniciación en esta generación que revolucionó la expresión cultural de la segunda mitad del siglo XX.