El presente texto fue leído por Juan Luis Gargurevich con motivo de la presentación del libro Sebastián Salazar Bondy. La luz tras la memoria. Artículos periodísticos sobre literatura y cultura (1945-1965), publicación que reúne más de 100 artículos periodísticos firmados por Sebastián Salazar Bondy en 2 tomos publicados este año, 2014, por la editorial Lapix y editado por Alejandro Susti.
Sebastián, el periodista
Por: Juan Luis Gargurevich*
Crédito de la foto: Der. © Carlín
Izq. www.pucp.edu.pe
Agradezco a los editores de este importante libro por haberme invitado a su presentación, y darme así la oportunidad de expresar mis sentimientos de admiración y aprecio por la obra de Sebastián Salazar Bondy y, en particular, por su aporte a nuestro periodismo.
Me voy a permitir, a modo de introducción, leerles un breve texto de Tomás Eloy Martínez:
«Todos, absolutamente todos los grandes escritores de América Latina fueron alguna vez periodistas. Y a la inversa, casi todos los grandes periodistas se convirtieron, tarde o temprano, en grandes escritores. Esa mutua fecundación fue posible porque, para los escritores verdaderos, el periodismo nunca fue un mero modo de ganarse la vida sino un recurso providencial para ganar la vida«.[1]
Mi mirada de la obra de Sebastián es la del periodista (y disculpen que llame con confianza al autor como “Sebastián” a secas, pero así lo conocimos y lo llamamos siempre).
El problema para un comentarista podría ser que Sebastián, como ha descrito muy bien Alejandro Susti en el estupendo estudio preliminar, era poeta, dramaturgo, ensayista, antologador, editor, crítico de arte, promotor cultural… y periodista. Debiéramos agregarle el colega leal, ―condescendiente y comprensivo con los periodistas noveles―, y promotor de círculos de amistad entre los intelectuales de su tiempo y generación.
Se han publicado trabajos importantes sobre su obra tan extensa y diversa, de la que destacan en número sus artículos periodísticos con lo que esto significa de medio informativo y sujeción a las reglas clásicas del periodismo que suele expresarse desde las páginas de opinión. La lista es de más de dos mil artículos que abordan temas variados, casi siempre referidos a eventos culturales, y que van desde apariciones de libros hasta exposiciones de arte.
En su biografía es ubicado siempre como una figura relevante de la famosa Generación del 50, acompañado de, por ejemplo, Julio Ramón Ribeyro, Carlos Enrique Zavaleta, José Durán, Luis Loayza, Eleodoro Vargas Vicuña, Alejandro Romualdo, Eduardo Eielson, Blanca Varela, Juan Gonzalo Rose, Eduardo Congrains, Angell de Lama o Sofocleto. Y esto solo en el campo de la creación literaria. La lista es larga en otros espacios artísticos y solo mencionaremos a Pablo Macera, Fernando de Syszlo, Carlos Bernasconi y a José María Arguedas.
La mayoría de los citados estuvieron alguna vez en el periodismo, ya sea de paso o para quedarse, como Sebastián, a quien los periodistas consideraban como su colega pues era un hombre de redacción. Y vale la pena referirse a la generación de periodistas que lo acompañaron en el tiempo que le tocó vivir. En la zona que llamamos “Cultural” estaban también Alfonso La Torre, Edgardo Pérez Luna, Luis Alberto Ratto, Abelardo Oquendo, en la de “Opinión” destacaba el grupo del diario La Prensa con Chirinos Soto, Zegarra Russo, Salazar Larraín; y también los otros, los que hacían periodismo de acontecimientos como Manuel Jesús Orbegoso, Carlos Meneses, Efraín Ruiz Caro o Raúl Villarán, quienes innovaron el periodismo con el vespertino Ultima Hora.
Sebastián compartía ese entorno y participaba casi cotidianamente en la difusión, en las discusiones, y hacía crítica, promovía eventos, rendía homenajes. Y creaba obras de teatro.
Alejandro Susti asume con valentía el reto de acercarse a una obra periodística tan extensa. Ha espigado con sabiduría en los artículos y ha elegido los más representativos de los temas preferidos de Sebastián como la lectura, las revistas y las editoriales, los homenajes, las antologías y otros diversos que nos sirven para conocer mejor al autor.
Entre los que Susti denomina como “Otros Temas”, hay uno pequeño espacio dedicado al periodismo con ocasión de conmemorarse el Día del Periodista, un primero de Octubre. Allí Sebastián hace una breve revisión histórica y describe cómo, en un momento determinado de la historia, el periódico que era un importante vehículo de cultura ―porque, entre otras cosas, ofrecía una novela diaria por entregas, el “folletín”―, había abandonado ese rol para marchar hacia el periodismo, que separa la información de la opinión, alejando así al periodista del escritor.
Pero, allí también, expresaba la confianza en que no se produciría una total ruptura, y que terminaría por imponerse para, y cito “que, por el contrario, se hallen los puntos de contacto y solidaridad entre ambas posiciones”.[2]
El tiempo ha dado la razón a la esperanza de Sebastián. En su época de periodismo reinaba en las redacciones el párrafo inicial rápido, de no más de tres o cuatro líneas, y todos escribían igual de manera que aprendimos que el diario debía partirse en dos, las noticias de un lado, la opinión de otra creyendo, o haciendo creer, que solo la decisión de publicar conlleva de hecho una posición, una opinión.
Sebastián no se sumó a esa imposición empresarial y continuó cultivando el viejo periodismo que hoy se parece a lo que llamamos “Nuevo Periodismo”, y que exige a los periodistas que asuman las viejas herramientas de la literatura y cuenten las cosas tal como a Sebastián le hubiera gustado que las contaran.
Alejandro Susti recoge en su estudio preliminar, académico y preciso y que es uno de los valores del libro, un texto de Sebastián que envidiaría cualquiera de los reputados nuevos periodistas de hoy. Es uno de sus magníficos Homenajes y que corresponde al retrato que dibuja del poeta Luis Valle Goicochea:
«Lo recuerdo en la fría noche limeña. Velado el aire por la esponjada niebla. Un rostro pálido de fino perfil, labios incoloros y ojos húmedos o brillantes, surcando las brumas. El cuerpo menudo en el traje gris se adivinaba aterido, como el de una breve ave caída en la ciudad que ya no intentara levantar su imposible vuelo. Sus queridos parajes de saucos relucientes al sol eran las antípodas. Marchábamos lentamente por la avenida Tacna y la garúa nos daba en la cara, mojaba nuestras voces, revoloteaba como miríadas de insectos alrededor de la pequeña llama que la amistad había encendido entre nosotros«.[3]
Y también acompaño a Susti cuando cita la crónica “Una tarde con Vallejo”, en que Sebastián recorre París visitado lugares citados por César Vallejo en sus poemas: “Es en estas calles y estas casas, entre estos árboles y estas nubes, donde uno puede alcanzar parte de la presencia real de aquel cholo triste y dulce…”.[4]
Es verdad que, como dice también nuestro editor, extraer un artículo del periódico para llevarlo a un libro lo descontextualiza porque, al final, todo lo que escribimos es hijo del contexto. Pero lo que se salva es lo que tiene belleza y vigencia, y este es el caso de los textos de Sebastián que hoy podemos apreciar.
Para concluir, lo que he querido decir en estas breves líneas, es que Sebastián Salazar Bondy debe ser leído y releído por su talento, por sus lecciones de periodismo y por sus enseñanzas de consecuencia y lealtad a principios que nunca abandonó. Recordemos, finalmente, que todavía nos falta leer al Sebastián comprometido con las luchas sociales de su tiempo.
* Titulado de la Escuela de Periodismo (1966) y Magíster en Comunicaciones (1997) ambos por la PUCP (1999). Ha sido editor, redactor y director de La Crónica, Expreso, Extra, La Voz, Marka, Revista Época, Editora Correo, Diario Sur Tacna, y corresponsal en el Perú de la Agencia de Noticias ALASEI. Fue docente y director en la Escuela de Comunicación Social y en Letras en la UNMSM (1972-2000). Vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas. Y actualmente, es decano de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la PUCP.
[1] “Defensa de la utopía”. Discurso ofrecido en el seminario “Situaciones de crisis en medios impresos” dictado en Santa Fe de Bogotá. 15.03.1996.
[2] “La luz tras la memoria”. Sebastián Salazar Bondy. La luz tras la memoria. Artículos periodísticos sobre literatura y cultura (1945-1965). Tomo I. Alejandro Susti Editor. Lápix editores. Lima. 2014. P. 217.
[3] Ibid. P. 309.
[4] Ibid.P. 217