El presente texto fue publicado por su autora a razón de la publicación del libro Ni pan ni circo (2005) del poeta Alejandro Romualdo y editado por el Instituto Nacional de Cultural del Perú. El mismo fue publicado, originalmente, en la revista Identidades, N° 101, en febrero de 2006.
Por Ernesto Carlín*
Crédito de la foto (izq.) Archivo MP/
(der.) Identidades
Romualdo en directo
El jueves 26 de enero, Alejandro Romualdo asistió a un acto público, después de estar bastante tiempo alejado de estos menesteres. El motivo de tan excepcional hecho fue la presentación de su poemario Ni pan ni circo, versión en castellano de Né pane né circo.
Una nutrida concurrencia, pese al calor del verano, se acercó esa noche al Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, en Pueblo Libre. Entre los asistentes se apreció al narrador Oswaldo Reynoso, autor de Los inocentes; y a Alfonso Grados Bertorini, “Toribio Gol”, ambos confundidos entre más de un centenar de personas ansiosas por oír al autor de «Canto coral a Túpac Amaru II».
Los encargados de presentar el libro fueron Christian Beteta; Luis Guillermo Lumbreras, director del Instituto Nacional de Cultura; y el periodista y poeta Winston Orrillo. Este último, en un acto de osadía, exhortó al titular del INC, que estaba a su lado, a que postulara al poeta trujillano al Premio Nobel. Orrillo también fue el responsable de las intervenciones más entusiastas y de propinar un par de golpes a la mesa.
Lumbreras, por su parte, hizo hincapié en la habilidad de Romualdo para conmover y dar placer a través de la escritura. También situó a la obra del vate en su contexto histórico, refiriéndose en especial a esa virtud de hacer reflexionar a sus lectores con piezas de singular belleza. Al igual que los otros dos presentadores, el director del inc sólo tuvo expresiones de admiración hacia la trayectoria del poeta.
Sin lugar a dudas, las palabras más sentidas y esperadas fueron las de Alejandro Romualdo. Él hizo un personal recuento de lo que significó el siglo xx, en especial el clima de zozobra que tuvo que soportar su generación durante la Guerra Fría. El público, fiel al escritor, escuchó atento y en silencio cada palabra.
Tanto el matiz político como la inquietud social, temas tan caros a la promoción poética de Romualdo, fueron explicados con pasión por el autor de La torre de los alucinados, narrando los recuerdos y las vivencias que lo marcaron. “Escuchamos los gritos del horror y las dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, en un mundo que vivía la incertidumbre de su propia destrucción”, rememoró con voz emocionada.
Al final, tuvo también unas líneas para recomendarles a los jóvenes artistas perseverar en la técnica de cualquier género en que decidan incursionar. Alejandro
Romualdo motivó a las nuevas generaciones a dominar la materia de su arte. Aconsejó en especial a los poetas a que dominaran el verbo, que leyeran y se ejercitaran con las formas básicas como el soneto. Con la humildad de un maestro, refirió que ese es el único camino hacia la excelencia.
*(Callao-Perú, 1974). Periodista y escritor. Licenciado en Lingüística y literatura por la Pontificia Universidad del Perú. Magíster en Periodismo por la Universidad del País Vasco (España). Actualmente, se desempeña como periodista cultural del diario El Peruano. Ha publicado en novela Sicalípticos y reencauchados (1993), Falso al amanecer (1999), Takashi (2012), Lima Subte (2012), Manual de Yoga (2015) y Ovnis en los Andes (2016), entre otros.