Vallejo & Co. presenta una reseña del poeta español Raúl Campoy Guillén sobre el poemario Rompiente (2014), de la poeta estadounidense Jorie Graham, una de las poetas más importantes de los EE.UU. en las últimas décadas y ganadora del Premio Pulitzer de Poesía.
Rompiente, de Jorie Graham
Por: Raúl Campoy Guillén
Crédito de la foto: Izq. www.trianarts.com
Der. www.humanities-institute.usf.edu
Hacer de la filosofía una cotidianidad, bajar su pensamiento, sus preguntas, su búsqueda y comprimirla en una semilla. Sus poemas son semillas brotando, viven del agua, de las células orgánicas esparciéndose, necesitan sol, viento, es una fotosíntesis de la palabra con el papel…
Hablamos de la ganadora del Premio Pulitzer de Poesía Jorie Graham y de su libro, estupendamente traducido por Rubén Martin, Rompiente.
La naturaleza es imprevisible, tanto la humana como la restante – que nunca resta- nos dice Jorie Graham, es y nosotros no somos, dudamos en el sentido más amplio de nuestra condición, ¿Y qué condicionamos? Nada. Por eso esta poesía tiene la brutalidad futurística de una semilla y a la vez es un siseo de brisa en una cálida tarde de verano. Porque su ritmo es mieloso, tiene el ritmo de los árboles, del tiempo, de la incertidumbre. Jorie Graham es una poeta trapecista, por eso sus poemas nacen abiertos, se cierran a mitad del poema y se vuelven a abrir al final del mismo, y a la vez giran, es decir, un perfecto émbolo semántico.
Fiel a los versículos, herencia de los EEUU, despista un poco la estética de sus poemas, su modalidad, estructura ya muy sobada en Norte América (y de la cual no estaría mal se desprendieran para buscar frescura generacional). Quitando eso, que no tiene tanta importancia para el lector, aunque para el editor sí, en este caso la editorial es Bartleby Editores, a la que hay que darle la enhorabuena por la maravillosa y flexible edición, lo dicho: versos tremendamente largos, que hacen que el formato, la dimensión estándar de esta editorial, haya sido cambiada para adaptarse a la poesía de Graham. Quitando estos por menores, Rompiente es un libro maravilloso de principio a fin. Denuncia sin denunciar. No es panfletaria. Sólo lee el entorno de nuestro entorno y el entorno que nos rodea y ella le da el contorno exacto e inmenso que le corresponde a ambos, y eso no es fácil; escribir como verano (no sobre el verano), para ser verano en el lector:
“…Llega el verano, ha llegado, llegó. Los pájaros aumentan
menos que las hojas aunque canten, vuelen en picado, tracen arcos. Se escucha a través de la alta valla la voz de un invisible vecino que llama a su hijo
y éste oye a su vez el ánimo secreto que contiene
y por el que desciende la llamada. Uno oye en el silencio posterior el gran
deseo de aprobación
y amor
que el verano alza en el aire, toda la humedad drenada de él, como algo que flota en una frágil y perfecta
punta de una rama. Luz que parece oscurecerse en ella aunque relumbre. Por favor, dice. ¡Pero no con la impaciencia de la primavera!”
… Ella tiene algo muy característico que es hablar en plural y en singular a la vez, también simultáneamente hablar de lo global con lo analítico y combinar imágenes plastificadas con imágenes terrosas. Una poeta muy completa que en este libro nos propone entremos en el espacio de la naturaleza, de nuestro ser consecuente y consecuencias, incluso penetrar en la múltiple psicología del hecho humano al ha sido, y también en el dolor mental o en la simple exposición a la belleza. Un libro con retazos proféticos donde nos quiere transmitir, con un lenguaje ambiental, la continua deformación de la existencia y como esa deformación influye y ha sido influida por la humanidad.
No creo que Rompiente sea un libro que rompa con un pensamiento o un lenguaje poético. Creo que es inteligencia mineralizada en el lenguaje, ¿Se puede pedir más para un lenguaje poético?