La muerte de Roberto Piva (São Paulo, Brasil, 1937-2010) inserta en el triunfo de las estanterías luctuosas y los honores oficiales una obra que nunca fue destinada a la disecación ornamental, una obra que respiró, gozó, amó, padeció. Una obra o el estandarte de los parias, una obra o la construcción de una máscara inmortal, adolescente y apasionada, una obra o el carro de fuego (platillo volador, ángel, súcubo, epifanía) irrepresentable del profeta. Una obra, un impulso, una ola encarnizada rompiendo contra la realidad, una bocanada alucinante de destellos y palabras celestes. No un conjunto de poemas. No la reunión de textos claros. El misterio, los secretos, los nuevos mitos latinobrasilacidoutopicohomopaulistaschamánicos.
La obra de Roberto Piva es, tanto una respuesta franca, marginal y urbana al convulso periodo de los años setenta en su país, como el intento (personalísimo) de una comunión con las raíces afro-brasileñas y con la naturaleza vista como reflejo de un alto estado de la libertad, de lo inconsciente-irracional siempre imaginable. El despliegue erótico, la búsqueda premeditada del delirio, la iniciación en cultos chamánicos, el ‘individualismo anarquista’ y arrebatos de visceralidad son algunos elementos vivenciales –y éticos– que articulan su escritura. Formado en sociología, durante algunos años Piva ejerce la docencia, luego renuncia para convertirse en productor de espectáculos de rock.
El poeta Sergio Ernesto Ríos nos ofrece estos poemas de su libro Paranóia, publicado en el año de 1963.
Visión 1961
las mentes quedaron soñando colgadas en los esqueletos de fósforo
invocando los muslos del primer amor brillando como una
flor de saliva
el frío de los labios verdes dejó una marca azul claro debajo del pálido
maxilar aún desesperadamente cerrado sobre su mágico vacío
marchas nómadas a través de la vida nocturna haciendo desaparecer el perfume
de las velas y de los violines que brota de los túmulos bajo las nubes de
lluvia
chispazo de luna rota precipitaba en los callejones frenéticos donde
madrotas flacas arrodilladas en el tapete tocando el trombón de vidrio
de la Locura repartían trozos de hostias invisibles
la nausea circulaba en las galerías entre mariposas grasientas
y labios de muchacha febril pegados en la vitrina donde almas coloridas
tenían 10% de descuento mientras costureros arrancaban los ovarios
de los maniquís
mis alucinaciones pendían fuera del alma protegidas por cajas de materia
plástica erizando el pelo a través de las calles iluminadas y en los arrabales
de labios podridos
en la soledad de un convoy de marihuana Mário de Andrade surge como un
Loto pegando su boca en mi oído contemplando las estrellas y el cielo
que renacen en las caminatas
noche profunda de cinemas iluminados y lámpara azul del alma desarticulando
a los mastodontes por las esquinas donde conocí a los extraños
visionarios de la Belleza
ya es jueves en la avenida Rio Branco donde un enjambre de Arpías
vacilaba con cabellos presos en los luminosos y mi imaginación
gritaba en el perpetuo impulso de los cuerpos encerrados por la
Noche
los banqueros mandan a los comisarios lindas cajas azules de excrementos
secos mientras un millón de ángeles en cólera gritan en las asambleas
de ceniza OH ciudad de labios tristes y trémulos dónde encontrar
asilo en tu rostro?
en el lapso de una Tarde los moluscos engulleron sus manos
en su vida de Manzanilla en los callejones donde muchachitos dan las nalgas
y juegan a la malla y los papagayos mueren de Tedio en las cocinas
engrasadas
la Bolsa de Valores y los Fonógrafos pintaron sus labios con ortigas
bajo el sombrero de plata del dictador Tacaño y el hierro y el caucho
vertieron monstruos inconcebibles
al sudeste de tu sueño una docena de ángeles en piyama orinan en
éxtasis y en silencio en los teléfonos en las puertas en los felpudos
de las Catedrales sin Dios
Meteoro
Yo diré las palabras más terribles esta noche
mientras las manecillas se disuelven
contra mi poder
contra mi amor
en el sobresalto de mi mente
mis ojos danzan
en lo alto de la Lapa los mosquitos me sofocan
¿qué me importa saber si las mujeres son
fértiles si Dios cayó en el mar si
Kierkegaard pide socorro en una montaña
de Dinamarca?
los teléfonos gritan
criaturas aisladas caen en la nada
los órganos de carne hablan muerte
muerte dulce carnaval callejero del
fin del mundo
yo no quiero elegías pero sí los lirios
de fierro de los recintos
hay una epopeya en las ropas colgadas contra
el cielo gris
y los luminosos me observan desde el espacio alucinado
¿cuántos lindos muchachos no vi bajo esta luz?
yo rugía medio loco medio aterrorizado medio rajado
narcóticos santos ¡oh gato azul de mi mente!
no puedo detener nunca más mis Delirios
Oh Antonin Artaud
Oh García Lorca
con tus ojos de aborto reducidos
a retratos
almas
almas
como icebergs
como velas
como maniquís mecánicos
y el clímax fraudulento de los sándwiches almuerzos
helados controles ansiedades
yo necesito cortar los cabellos de mi alma
yo necesito tomar cucharadas de
Muerte Absoluta
yo no percibo nada más
mi cráneo dice que estoy embriagado
suplicios genuflexiones néurosis
psicoanalistas espetando mi pobre
esqueleto en vacaciones
yo apretaba un árbol contra mi pecho
como si fuera un ángel
mis amores comienzan a crecer
pasan cadillacs sin sangre los helicópteros
mugen
mi alma mi canción bolsas abiertas
de mi mente
yo soy una alucinación en la punta de tus ojos
Poema Porrada
Estoy harto de muchas cosas
no me transformaré en suburbio
no seré una válvula sonora
no seré paz
yo quiero la destrucción de todo lo que es frágil:
cristianos fábricas palacios
jueces patrones obreros
una noche destruida cubre los dos sexos
mi alma zapatea vuelta loca
un tiro de máuser atraviesa el tímpano de
dos ciempiés
el universo es escupido por el culo sangriento
de un Dios-Perra
las vísceras se conmueven
necesito disipar el encanto de mi viejo
esqueleto
necesito olvidar que existo
mariposas perjuran el cielo de cemento
yo me atrinchero en el Arcoíris
Ah volver de nuevo a la ventana
perder la mirada en los tejados como
si fuesen el Universo
el girasol de Oscar Wilde atardece sobre los techos
necesito partir un día muy lejos
el mundo exterior tiene demasiada prisa para mí
São Paulo y Rusia no pueden parar
¿cuando iba al colegio Dios tapaba los oídos para mí?
la Muerte me mira desde la pared por los ojos podridos
de Modigliani
yo quisiera incendiar los pendejos de Modigliani
mi alma loca apunta hacia la Luna
vi los profesores y sus cálculos discretos ocupando
el mundo del espíritu
vi niñitos vomitando en los radiadores
vi plumas dementes huertas tapas de baño
abro los ojos las nubes se tornan más duras
traigo el mundo en la oreja como un arete inmenso
la locura es un espejo en la mañana de pájaros sin Aliento
La Piedad
Yo rugía en los poliedros de la Justicia mi momento abatido en la extrema
palizada
los profesores hablaban del afán de dominar y de la lucha por la vida
las señoras católicas son piadosas
los comunistas son piadosos
los comerciantes son piadosos
sólo yo no soy piadoso
si yo fuera piadoso mi sexo sería dócil y sólo se erguiría
a los sábados de noche
yo sería un buen hijo mis colegas me llamarían matadito y me
harían preguntas ¿por qué el navío boya? ¿por qué el clavo se hunde?
yo dejaría proliferar una úlcera y admiraría las estatuas de
fuertes dentaduras
iría a bailes donde no podría llevar a mis amigos pederastas o
barbudos
yo me universalizaría en el sentido común y ellos dirían que tengo
todas las virtudes
yo no soy piadoso
nunca podré ser piadoso
mis ojos resuenan y se tiñen de verde
Los rascacielos de carroña se descomponen en los pavimentos
Los adolescentes en las escuelas bufan como perras asfixiadas
arcángeles de azufre bombardean el horizonte a través de mis sueños
Poema Sumergido
Yo era un poco de tu voz violenta, Maldoror,
cuando los cilios del ángel verde arrugaban las
chimeneas de la calle donde caminaba
Veía a tus muchachas destruidas como ranas por
una centena de pájaros fuertemente de paso
Nadie lloraba en tu reino, Maldoror, donde el
infinito posaba en la palma de mi mano vacía
Y niños prodigio eran maltratados por el Alma
ausente del Creador
Había un revolver imparcialísimo vigilado por las
Amibas en el tejado roído por la orina de tus mariposas
Un jardín azul siempre enorme arrojaba manchas en mis
ojos inyectados
Yo caminaba por los callejones mirando con alucinada ternura
a las muchachas en la gran farra de los canteros de
insectos perturbados
Tu canto insatisfecho sembraba el antiguo clamor de los
piratas mutilados
Mientras el mundo de formas enigmáticas se desnudaba
para mí, en leves mazurcas
Jorge de Lima, panfletario del Caos
Fue el día 31 de diciembre de 1961 que te comprendí Jorge de Lima
mientras caminaba por las plazas agitadas por la melancolía presente
en mi memoria devorada por el azul
yo supe descifrar tus juegos nocturnos
indisimulable entre las flores
unísonos en tu cabeza de plata y plantas ampliadas
como tus ojos crecen en el paisaje Jorge de Lima y como tu boca
palpita en los bulevares oxidados por la niebla
una constelación de ceniza se desmorona en la contemplación inconsútil
de tu túnica
y un millón de luciérnagas trayendo extraños tatuajes en el vientre
se despedazan contra los nidos de la Eternidad
es en este momento de fermento y agonía que te invoco gran alucinado
querido y extraño profesor del Caos sabiendo que tu nombre debe
estar como un talismán en los labios de todos los muchachos
Sergio Ernesto Ríos (Toluca, México, 1981). Ha publicado entre otros libros Piedrapizarnik y De cetrería.