RETRATO DE GERTRUDE STEIN EN EL RAVAL

Por: Rodrigo Flores Sánchez

Era tarde me había despertado tarde después de haberme despertado con demora aplazamiento dilación o prórroga salí impulsado como con propulsor a la calle caminé por la calle procurando perderme entre calles que aún no conocía con la intención de trazar un itinerario inédito de pronto se me ocurrió que esta caminata tenía un propósito una intención secreta aunque en realidad es posible que no fuera del todo un propósito una intención secreta sino la justificación a posteriori elaborada intrincadamente a propósito de un extravío planeado entonces como te estaba contando seguí mi camino sin propósito pero planeado con justicia pasé por la calle del Carmen que sí conocía y a continuación me interné entre otras calles de El Raval que no conocía es decir me interné en calles para mí desconocidas ignoradas veladas ignotas la justificación no el propósito era buscar un café donde pudiera leer a Gertrude Stein llevaba el libro de Gertrude Stein de la solterona hombruna del caníbal sintáctico bajo el brazo y caminaba velozmente entre calles que no conocía entre calles desconocidas ignoradas veladas ignotas y mientras caminaba por esas calles desconocidas ignoradas veladas ignotas esas mismas calles devenían íntimas familiares rutinarias y hasta célebres fue entonces y no antes que llegué a un café un café desde luego desconocido pero que inmediatamente devino familiar y pedí café y napolitana y mientras mordía mi napolitana y erosionado bebía mi café leía a Stein…

Por un tiempo prolongado todo el mundo rechaza y después casi sin ninguna pausa casi todo mundo acepta. En la historia del rechazo en el arte y la literatura la velocidad del cambio es siempre asombrosa. Ahora la única dificultad con el cambio de miras en relación con el arte es ésta. Cuando la aceptación llega, con esa aceptación la cosa creada se transforma en un clásico. Es un fenómeno natural es más es un fenómeno natural extraordinario que una cosa aceptada se transforme en un clásico. Y cuál es la cualidad propia de un clásico. La cualidad propia de un clásico es que es bello. Ahora es cabalmente verdadero que una obra de primera línea es bella pero el problema es que cuando esa obra de primera línea se transforma en clásica porque es aceptada la única cosa importante de ahí en adelante para la mayoría de los aceptadores para la gran mayoría, la mayoría más inteligente de los aceptadores es que es maravillosamente bella. Desde luego que es maravillosamente bella, sólo cuando sigue siendo irritante molesta estimulante pero entonces todas las cualidades de la belleza son negadas.

Tras leer a Stein la solterona hombruna el caníbal sintáctico salí propulsado por un motor nuevo y desconocido a la calle a la calle desconocida y nueva y caminé de nuevo por calles no íntimas ni familiares ni rutinarias y tampoco célebres sino por caminos nuevamente desconocidos ignorados velados ignotos algo se erosionaba es decir eran calles nuevamente nuevas aunque erosionadas soy olvidadizo distraído desorientado y por eso siempre me erosiono por eso lo que debería ser consabido retorna a su condición original y lo original es siempre erosionado e inédito y lo erosionado e inédito es siempre inseguro y lo inseguro siempre cautiva y fascina a voluntades débiles y frágiles como la mía entonces como te estaba contando comencé mi regreso sin saber qué rumbo debía tomar hasta que reconocí la calle de san antonio y vi a alguno grupos de viejos sentados en las bancas de la calle y vi a conjuntos de mujeres maduras arrellanadas en las bancas de la calle y las putas y los viejos eran un indicio una señal una brújula sobre cómo retornar a casa los viejos y las putas en las bancas las putas y los viejos en las terrazas de los cafés en las mesas de los cafés en las puertas de los restaurantes eran una pista una huella para retornar a casa viejos y putas y putas y viejos que comparten un código de seducción y ligue que se pliegan y repliegan putas viejas y viejos putos compartiendo pautas y pistas que conforman un secreto una clave y entonces y por eso sabía o creía ya saber qué rumbo debía tomar y mientras me erosionaba pasé por la calle de la paloma y luego pasé ya casi erosionado por la calle del tigre y pensé que al vivir una calle enseguida de la calle del tigre y dos calles pasando la calle de la paloma uno sólo puede sentirse víctima o verdugo o una víctima erosionada con hacha o un verdugo erosionado en la guillotina y entonces como te estaba contando al aplastar la paloma y luego al abatir al tigre me preguntaba recuerdo que me preguntaba erosionado erosionado qué estoy haciendo aquí erosionado qué hago aquí erosionado por qué estoy aquí lloraba muy dentro de mí  erosionado erosionadoerosionado y me preguntaba qué estoy haciendo aquí qué hago aquí por qué estoy aquí y eran insistentes y repetitivos el llanto interior erosionado y mis lágrimas de cocodrilo o al menos era obstinada y erosionada mi forma de imaginar mi llanto interior y las lágrimas de cocodrilo y entonces llegué a la calle Valldonzella que es la calle donde vivo y entonces supe y lo supe porque erosionado erosionadoerosionadoerosionado recordé que había salido impulsado como con propulsor a la calle supe y recordé que mi propósito o justificación ahora recordaba o creía recordar era buscar un café donde pudiera leer a la solterona hombruna al caníbal sintáctico y recordar esto que recuerdo para escribir erosionado esto que escribo sobre aquellos tiempos ya remotos aquella época ya legendaria.

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