Por: Diego L. García
Crédito de la foto: Izq. Ed. Audisea
Der. Vimeo-New York University
Reseña crítica a Un asterisco Polonia (2016),
de José Kozer
Publicado en Buenos Aires, por Audisea, Un asterisco en Polonia es el último libro de poemas de José Kozer, uno de los más originales poetas latinoamericanos de nuestro tiempo. Nacido en Cuba en 1940, de padre polaco y madre checoslovaca, reside en los Estados Unidos desde 1960. Así las sangres que recorren su sangre nos llevan ahora a un imaginario contenido en una referencia casi onírica: Polonia.
En la contratapa del libro, Fernando Herrera define al sujeto de este poemario como “el hijo encarnado del coro que lo habita”. En esa síntesis, se revelan algunos de los puntos centrales de esta poesía: el hijo que recibe-transforma una lengua, un borramiento, un dolor, un rezo (“Papá, di Camagüey. / Camagoy. Y yo reía / diciéndole que el goy / era el vecino de al lado”); encarnado, porque el hoy es el “qué-hacer-con-aquello”, una mirada espesa; el coro, la polifonía como regreso (nostoi a la Voz); que lo habita, la tierra, la no-tierra, la lengua visitante.
Uno de los poemas-eje se titula “Un día feliz” (pp. 42-50). En él, un yo germinal, en el caos cosmogónico del desembarco, tensiona la(s) lengua(s) identitarias: la base latina contra la sajona staccatización del sujeto, el atascamiento del eterno visitante: “Estoy de / visita, ¿cuándo no?”.
El poeta produce el engarce de versos breves con aguja etimológica y des-Autorizada, es decir, fuera de sí, en el lenguaje, inmerso. Otro rasgo de la escritura kozeriana es el humor de lo inconsciente, la espejación distorsionada por el instante (musical): “aquí termina: ¿a ver / cómo lo remato? / (Polonius, ¿adónde / vas?). Lo alzo, lo veo / soltar viruta de cagarruta / y veo que de su expresión / (omega de rellenos): / a) coprolitos; b) / copyright; c) / kozer josé”.
Cuando decimos “en el lenguaje, inmerso” nos referimos a esto:
“Una palabra que
proviene del fondo
de los tiempos y
emana. Me adentro
repitiendo la palabra
pescado. No su
condición…”
José Kozer sabe que la lengua es el poema, y no un mero material. Como una serpiente ondulándose, el ritmo mantiene la unidad del tejido: “emana. Me adentro”, una palabra, una palabra primigenia, no condicionada por imposturas retóricas.
Y la gran palabra primigenia es aquí “Polonia”; polonia-pater, polonia-lengua, polonia-exilio, polonia-dios, polonia-Polonia. Una palabra que abre, para recibir desde un asterisco (el lugar más genuino del poeta) su otredad y el rito de encontrarse.
Poema:
UN DÍA FELIZ
Y hay sol. Es más, hace calor. Un viento favorable.
Uno
de esos fenómenos
atmosféricos que a
finales de marzo en
una que otra ocasión
revuelve en estas
latitudes del frío
el orden natural (a
veces más que
natural) de las
estaciones. Floreció
el hamamelis. Escarba
el petirrojo, dos saltos,
trina, se largó. Unos
pétalos (blancos)
(filiformes) caen
(¿ya?) del hamamelis
recién florido, la
lombriz asoma, el
gusano de seda
alcanza las ramas
más bajas de la
morera, comienza
el ascenso del hambre,
la transformación del
orden natural al orden
natural de otro cambio
de estación. Marzo,
hace calor. Estoy de
visita, ¿cuándo no?
¿Adónde? Una ciudad
industrial venida a
menos. ¿Muy a menos?
Descendientes de
campesinos polacos
de italianos, a
comienzos del
siglo antepasado
dejaron sus tierras
por estas tierras,
comen, cascan,
cascan, comen, de
lleno contribuyeron
en su momento al
orden natural.
Fermento. Abono.
La yerba crece. El
hamamelis florece. El
petirrojo mariposea un
rato alrededor del
hamamelis. Lo señalan
(estorninos) las mujeres.
Ellos hablan (domingo)
de la fabricación del
acero, los sueldos,
comprar una casa de
campo, tener una
huerta. Papas. Vid.
Plantas trepadoras,
incluso entre varios
amigos intentar un
sistema de trueque.
Habichuelas por
tomates; guisantes
por papas. ¿Y flores?
Las mujeres siempre
quieren flores. Se
vayan en grupo a
recogerlas al campo.
Setas. Amargón.
Amapolas. Una
tisana de hinojos.
Cestas, enormes
cestas, auténticas
cornucopias de
plantas silvestres.
Hongos. Esto es
América. Hamamelis
América. Petirrojo
América. Cuervo de
América. Nogal de
América. Hickory
Hick Hep Hep
un salto a América.
Gordinflones. Se
salen del mapa.
Incultos. Cerveceros.
Rechonchos retacones
informes. El viejo
idioma está archivado
en las aguas del Leteo
el nuevo idioma a
base de bisílabas
anglosajonas (stuck)
(stuck) (staccato).
Manejan un vocabulario
de unas mil doscientas
palabras (hecho, estadístico)
es suficiente. ¿Qué más se
necesita? A ver, ¿qué más
se necesita? Hoy comiste
de la cornucopia, ¿qué
más quieres? ¿Estudiar?
Estudia. Pero hay que
trabajar. Trabajar. Aquí
no hay peros que valgan.
Trabajar (latín, tripaliare)
(que es como se aprende
a base de palos) (no se te
olvide). A mí en Polonia
Sicilia Bari no se me
perdió nada. Los fósforos.
De buena nos libramos,
¿eh, América? A que
de buena nos libramos.
Asiente el petirrojo.
Aplauden las dos
ardillas negras
retozando regoijadas
entre las ramas más
altas del corpulento
roble del patio. Un
roble animal. Unas
ardillas persiguiéndose
de broma (broma
primaveral) (broma
ritual celebrando el
ascenso de la savia)
(Dios en la savia).
Esencia vegetal del
paso del tiempo, el
cambio de estación,
la despedida, el
muelle, el trasatlántico
acomodaciones de
tercera, hacinados,
llegada (cuarentena)
tirar más al norte,
tritones al norte, hay
espacio, tierra, trabajo,
esto es América, la
candela. Nos fue bien.
Y tanto. El hamamelis
floreció a finales
de marzo. Toda la
pajarería salió a
relucir temprano
revestida del manto
azul manto rojo el
manto amarillo de
un canto. Cántico.
Plegaria. Laudamus.
Miserere. Majora
canamus. Dominus
tecum. Vobiscum.
Estamos hechos.
Aquí sentados.
Domingo. Oiga,
yo estaba haciendo
un poema donde iba
a hablar de mí: oiga,
¿qué pasó conmigo?
¿Adónde me fui? Vi
correr en aquellos
días mi propia tinta
mi propia sangre,
¿entremezcladas?
¿Qué decir? Iba a
ser mi primavera
mi marzo mi
hamamelis mi
petirrojo mi
domingo iba a
ser yo quien viera
retozar (regocijado,
yo) las negras ardillas
posarse el milano
ulular el búho cantar
el zorzal retoñar el
nogal americano en
una ciudad americana
al norte del norte
ciudad cercana al
fin del mundo el
límite del planeta de
planetas, ¿qué fue?
¿Me hice tierra?
¿Gusano de seda?
¿Morera? ¿Soy,
lombriz? Mi manzana
pido mi manzana. Mi
kimono pido mi
kimono. Yo también
emigré, no engordé.
Yo también me fui,
llegué, me voy,
adónde llegaré. Vi.
No vencí. Guadalupe,
vete a traer un ramillete
de clepsidras escurriendo
gota a gota eso que bien
sabemos Innombrable.
Oye: un ramillete de
relojes de arena. Negros
hinojos. Estoy de espaldas
(¿ves?) ¿cuándo no? Es
hora de sacar el cesto
primaveral salir a
recoger setas hongos
lo que sea. Las setas
del almuerzo. Cavar.
Cavar. La hora la
estación del año el
sentido particular de
todo regreso implican
cavar, cavar. Cava,
Guadalupe, cava. Una
cesta. Azadón. Terrones.
Huele a hamamelis.
El hamamelis curativo.
El canto (cántico)
curativo (gorjeo)
(canturrea, Guadalupe,
canturrea) del petirrojo.
Ésa es tu voz: el
petirrojo al pie de
la chatarra la tierra
abierta (acequias)
(zanjas) este
rectángulo a la
verticalidad.