Por: Rafael Courtoisie
Las Mediaciones
a) La poesía articula una mediación con la realidad. Esa mediación se da en el lenguaje de diversos modos: desde la estupidez hasta lo sublime, desde las cumbres borrascosas hasta los sempiternos abismos.
b) La poesía no articula una mediación con la realidad, es una creación de la realidad mediante la articulación del lenguaje.
c) Lo que está ahí, lo que es dable conocer o no es dable conocer por completo, una suerte de “noumeno” kantiano, se llena de significación en esa praxis que, a falta de otros nombres, o por convención, puede darse en llamar “praxis poética”.
La confusión suele residir en que esa praxis poética se confunde con la versificación que actúa desde el lenguaje establecido pero POR REITERACIÓN, POR REPETICIÓN QUE TERMINA POR DESFONDAR SEMÁNTICAMENTE LA POSIBILIDAD PREDICABLE.
Por eso hay poesía y “poesía”. Y construir una “autoridad” para diferenciarlas en términos absolutos es una necesidad y una temeridad: esa autoridad, en todo caso, es íntima, supone una mediación, sí, desde y con el sujeto de conocimiento, tal vez no con otros sujetos, con otras individualidades si eso significa una suerte de imposición axiomática, de artículo de fe. Hay una posibilidad de persuasión, de ósmosis conceptual, de contagio epistémico, pero no necesariamente la construcción de una preceptiva absoluta, solidificada.
La construcción de un autoritarismo poético, además de un error, es un problema cuya posible resolución es análoga a la que admitía deshacer aquel proverbial “nudo gordiano”.
Un corte, un tajo de palabras en la línea de las palabras.