Por Lisbeth Curay*
Crédito de la foto la autora
Quien se pierde en los bordes.
5 poemas de Lisbeth Curay
Las almejas
No es asunto de las almejas
Ver el brillo de sus conchas
Se puede malinterpretar su aroma
Destruir el pequeño tiempo que les llevo
Enterrarse
Basta creer en su belleza para ponerlas
Sobre el cuello
Anima a cualquiera que piensa en la tristeza
Poner a su amiga sobre un pedazo de roca
Observar su cara, ser feliz
El cuello le brilla como un faro
Así se comporta
Quien se pierde en los bordes
Del mar
Luego asoma la cabeza para dar un color agradable
Al paisaje
Y luce desolada
Solo nosotros la vemos
Curva, irreparable
De finas líneas que no pisaran bosque
Nunca sobre la hiedra
Prevalece cuando ola se va
Gran almeja
Ya me es indiferente en qué lenguaje
no seré comprendida por el hombre.
Marina Tsvietáieva
Considerar las sábilas, las paltas y las mujeres
Deberíamos escribir sobre la suavidad de pasar la mano sobre la sábila. A menudo ese olor pegajoso me despierta y hace pensar en compuestos químicos: admirar los bordes, es una manía de encenderme entre los cactus, que a veces llamo poesía. Observé esa pintura, donde la mujer está sentada sobre el hombre, así, me gusta hacer el amor, solo me falta la pared ocre y la silla azul de los amantes, un paisaje nocturno, un par de manos ásperas. Había una mujer que vivía frente a un colegio, con ella caminé mucho para encontrar paltas, siempre envueltas en un periódico, a menudo puestas sobre una mesa, untadas sobre un pan o una tostada. Las paltas nunca se comen verdes.
El nacimiento del microscopio
Y tú preguntas
La distancia entre el cuerpo y la sombra
El peso de sentirse
Dentro del balance
Tic- tac -toc
En el mar
Aun cuando respondo entre el crujir de la madera
La torcedura del hueso
Se establece
En el ambiente
Y en la mesa
El ser humano con quien solía hablar
No existe
-No digas nada-
Porque tu olor a bosque se desvanece
Cuando aspiras aire para pronunciar
La U
O cuando te tocas los senos
Me parece contemplar tu cabeza moviéndose
Para helar la sombra que hay frente a ti
Allá, se aplasta la memoria
Sin círculos
Ni rombos
Me aparto de ti
Eso es todo:
Una vaina de arveja descolgándose
Mi caballo defeca sobre flores silvestres
Hay que agitarse como un caballo
Que se estrella contra un costal de semillas
Sobre la tierra por donde habrán pasado sus pezuñas
Y las tuyas también
Echemos un poco de agua
Puedo ver a mi madre en un duermevela
Apacible
No al caballo estrellado
Sí, las manos de una mujer
Que con su tetera
Regaba las plantas
Nuestras plantas tan llenas de bichos
Florecían siempre que nadie
Las tocaba
Recordemos el momento:
El día que mi boca descubrió el sabor de la azucena
Mi lengua dejó de lamer ladrillos
Ahora
Paseo mi cabeza bajo la sombra
Paisaje con monos
Equilibro los huesos
Para no esparcirme
Bajo este cielo arcilloso
Puedo elegir sostenerme
De un largo tallo de apio
O manejar la bicicleta que tiempo
Atrás me hizo estrellar
El labio contra el suelo
Puedo sumergirme
En un profundo lago
Y observar desde abajo
A los felices patos reírse de mi
Desde mi casa
Cuando bailo y abro los ojos
Mi nariz se encuentra contigo
Entonces estornudo
Y lamento que todo sea un sueño
Soñé,
Con los vellos de tus brazos
Me afeite el bigote y mencione a la humanidad
Encontraré entre mis libros de monos, una palabra
Que me devuelve la esperanza
Donde las aceitunas floten sobre el agua y me vean
Verde
Seré como una ostra a punto de abrirse
Pura luz solamente