¿Qué nos quisimos decir con ese silencio? Una entrevista a Natalia Litvinova

El poeta Enrique Solinas nos presenta una estupenda entrevista con la poeta Natalia Litvinova, una de las nuevas voces de la poesía argentina que viene teniendo amplia repercusión en hispanoamérica.

Bonus track: 7 poemas de Natalia Litvinova

 

¿Qué nos quisimos decir con ese silencio?

Una entrevista a Natalia Litvinova

 

Por: Enrique Solinas

Crédito de la foto: Natalia Litvinova

 

 

LITVINOVA Básico

 

Natalia Litvinova es una de las poetas jóvenes más interesantes en el panorama actual de la poesía argentina. Nación en 1986, en Gómel, Bielorrusia y es ciudadana Argentina. Poeta y traductora de poetas rusos, publicó hasta la fecha Esteparia (2010), reeditado en el año 2013 en España y en Uruguay, Balbuceo de la noche (2012), Grieta (2012, reeditado en España y en Costa Rica), Rocío animal (2013), Todo ajeno (2013) y Cuerpos textualizados (2014) escrito en coautoría con el poeta Javier Galarza. Compiló y tradujo las antologías El ruido de la existencia (2013) de los poetas rusos Vladislav Jodasevich y Serguéi Esénin, y El espejo equivocado (2013) de Cherubina de Gabriak. En 2015 la editorial Vaso roto publicará sus versiones de Innokenti Ánnenski. Dicta cursos en la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino y coordina la sección dedicada a las letras argentinas de la Revista Ombligo. Es la representante por Argentina en el IX Festival Internacional de Poesía, Nicargua, 2015.

 

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«Todo ajeno» (2013), por Natalia Litvinova
Crédito de la foto: web de la editorial Vaso Roto.

Entrevista

 

1. Nacer en Rusia y crecer en la Argentina: ¿Cómo fue esta experiencia y tu percepción del viaje?

El traslado sucedió cuando estaba por cumplir diez años de edad. Los cumplí el mismo día que aterrizamos en Buenos Aires. Mi madre quería irse de Bielorrusia por motivos políticos y porque estaba preocupada por nuestra salud, justo se cumplían diez años del accidente nuclear de Chernóbil. No fue para nada planificado más bien una desesperación, mi madre quería huir. Averiguó un poco en la embajada, mis padres empezaron a vender todo, elegimos nuestras pertenencias preferidas, las metimos en las maletas, y esperamos el día. Era muy chica, me gustaba vivir entre el campo y la ciudad, y Buenos Aires me recibió con una estructura completamente diferente. Al principio la adaptación fue complicada, bella y  algo salvaje.

 

2. ¿De qué manera esta forma de exilio se expresa en tu obra?

De una manera notoria en el primer poemario, en el que reviví o reinventé ciertos hechos que ocurrieron en la infancia: rezar sin saber a quién, el primer insomnio, la nieve, el ritual de los íconos, las codornices, un padre yendo a buscar frutos maravillosos, un abuelo silenciado por la guerra, todas esas figuras cargadas de misterio que marcaron la etapa previa al traslado. Y ahora, si es que es posible hablar de algo que se está escribiendo, eso también aparece en mis poemas, pero en destellos, como si fuera esa la manera de ahondar.

 

 3. A la hora de escribir, ¿la poesía es la que reina sobre cualquier otro discurso o te interesan otras formas de expresión?

La poesía reina, pero tengo que hacer otras cosas a la vez, también me distraigo. Le dedico mucho tiempo a la traducción de poetas rusos, a la búsqueda de voces nuevas y no tan nuevas, que aún no fueron traducidas al español.

 

 4. ¿Cuál fue el camino que hiciste para llegar a la literatura?

Crecí rodeada de libros, de relatos que contaban mis abuelos y yo los escuchaba a escondidas, de canciones… Mi madre me cantaba poemas para que yo me durmiera cuando era una niña. Me ayudaba a memorizar los poemas de Sergéi Esénin para el colegio. Salíamos a pasear y yo jugaba en los parques con los monumentos de los grandes poetas rusos, y me animo a decir que todo eso dejó su marca.

 

5. La imagen es el centro de tu poética donde el lenguaje surrealista predomina para atravesar distintas profundidades del decir. ¿Cuáles son los temas que proponés a la hora de poetizar?

Trabajo mucho en la corrección de mis textos, cada semana que pasa, cada distracción, cada lectura de un nuevo libro, o relectura,  aportan a mi obra. Reviso y transcribo mis viejos cuadernos,  miro fotografías, imagino cómo fue la vida de mi familia que se quedó en Bielorrusia, por qué no supimos hablar, y qué nos quisimos decir con ese silencio, me perturba la guerra, mi abuelo que fue soldado. Tal vez, después profundizo los mismos temas, pero apoyándome en nuevas tentaciones, custodiándolos desde otros lugares.

 

6. ¿De qué manera influye ser traductora en tu proceso creativo?

Todos los poetas rusos que traduje o leí con admiración, dialogan invisiblemente con mi poesía. Los investigué, seguí los mapas que trazaron y eso afectó mi geografía.

 

7. ¿Cómo es tu experiencia como docente?

Es una experiencia maravillosa, trabajo junto a Javier Galarza, somos dos dando clases. Nuestras maneras son distintas y usamos eso para complementarnos y para crear una dinámica muy especial. Y la otra maravilla es que estamos rodeados de alumnos muy talentosos de los que aprendemos a diario.

 

8. ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Pronto entraré en la última etapa de corrección de un poemario que vengo trabajando desde hace  más de un año, por ahora los poemas andan sueltos y rebeldes, hay un hilo que los une y quisiera reforzarlo, quizá sean varios los hilos, pero aún no sé si trenzarlos. Hace tiempo que estoy escribiendo una novela, y a la vez un cuaderno con pequeños relatos, o memorias. La novela va despacio, con las memorias estoy jugando.

 

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La poeta rusa-argentina Natalia Litvinova

 

ASÍ ESCRIBE NATALIA LITVINOVA

 

 

Alumbrar

 

Una noche vi dar a luz a la gata de mi abuela.

Todos dormían, afuera nevaba.

Dio vueltas en la manta, contrajo el vientre y lo brillante

apareció entre sus patas. Me quedé al lado hasta el amanecer.

Le pregunté si ya se sentía vacía.

El sol se puso intenso

y no sé cómo hizo para teñir la nieve de azul.

 

 

 

Polvo

 

Mi voz no parece salir de mi voz sino de otra garganta

que yace en la profundidad de la mía.

Soy como un conjunto de muros que rodea lo que soy.

Alguien tuvo que haber construido esta muralla.

Si hay hombres que vuelan como plumas, ¿por qué yo no me

Muevo cuando me muevo? Huelo a piedra y polvo,

llevo huellas de los que me tocan.

Soy polvo, piedra. Y no sé quién es mi padre.

 

 

 

Tatuar

 

Escribir es ir hacia la herida para curarla con veneno.

Los dioses lamen poemas y escupen oraciones.

Cuando no escribí encontré mi reflejo en el ojo ciego

de un caballo. Mi madre no ve las frases que tatué

en su vientre.

 

 

 

Cómanse mi nieve

 

Susurro a los pájaros salgan de los poemas

cómanse mi nieve.

Susurro a la nieve fuera de mis poemas,

vuelen huevos de los pájaros.

Que el cascarón de la quietud no los devore.

 

 

 

Perdura

 

Una mano me acaricia y desaparece

como un caballo que entra en la niebla.

El calor de su existencia perdura.

Pero puede ser un engaño

Sólo el cuerpo sabe su verdad.

 

 

 

Disparo

 

El tiempo se rompe como un vaso.

Puedo juntarlo con las manos y admirar

el mundo en sus cristales rotos.

O puedo juntar las manos como quien reza.

No juntar más que mis manos.

Apuntar con los dedos a mi pecho

disparando sin darme muerte.

Tan sólo acomodarlas allí

como a dos palomas débiles y frías

después de una vida de lluvia.

 

 

 

Cortar

 

Quiero cortar la oscuridad en dos para elegir de qué lado estar.

Matarla sin que se dé cuenta. Que tiemble como una perra bajo

la lluvia cuando le muestre mis colmillos.

Voy a beber tu sangre, oscuridad. No me lleves.

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