Prosa poética progresiva. O los caminos de la neopoética, por Gladys Mendía

 

Por Gladys Mendía*

Crédito de la foto www.laboratoripoesia.it

 

 

Prosa poética progresiva.

O los caminos de la neopoética

 

 

Track Uno

Tengo en mi biblioteca estos libros:  Piedrapizarnik (2004) de Sergio Ernesto Ríos; Primer orificio (2007a), Papeles murales y tapices (2007b) y Mori Mari Monogatari (2007c) de Gustavo Barrera;  Cuaderno de agua (2006) de Jorge Solís Arenazas; La ciudad lucía (2006) y La perla suelta (2009) de Paula Ilabaca; Valdivia (2006) y Aeropuerto (2009) de Galo Ghigliotto; Coma (2006) de Héctor Hernández; Las heladas (2007) de Esteban Leyes; Las damas juegan ajedrez (2007), El gran capitán (2008) y El libro de las hormigas (2009) de Valeria Zurano; Nena/nena o el blues animal (2008a) y Nuevos colores artificiales (2008b) de Cristian Astigueta; El margen del cuerpo (2008) de Florencia Smiths; Retiro de televisores (2009) de Edson Evaristo Pizarro; Arena (2009) de María Eugenia López; Doping histórico (2009) de Oscar Saavedra; Medical Pet (2010) de Marcos Arcaya; en mi caso, a fines del 2006 ya había escrito El alcohol de los estados intermedios con fragmentos publicados en revistas y sitios web, aunque su edición en formato de libro fue en el 2009. Todos estos textos poseen un factor común que los unifica, en cuanto señalan una forma de hacer poesía que he querido llamar Prosa Poética Progresiva.

El corpus general de este estudio consta de libros publicados entre el 2004 y 2010 por autores nacidos en neoamérica[1] entre 1975 y 1985. De ese corpus elegí tres libros para analizarlos en profundidad, no tanto con el fin de realizar su interpretación, sino para observar su funcionamiento como máquinas o artefactos escriturales de movimiento continuo, que establecen un tipo de relación o vínculo formal con algún aspecto del género musical conocido como ópera de rock, de manera concreta con su sentido progresivo. Estos libros seleccionados para este caso son: Piedrapizarnik (2004) de Sergio Ernesto Ríos, Las damas juegan ajedrez (2007) de Valeria Zurano y Primer orificio (2007) de Gustavo Barrera.

 

 

Track Dos

Piedrapizarnik busca exorcizar a Pizarnik desde la ficción; su textualidad pone en evidencia el choque contra la escritura (de ahí su sintaxis alterada), el silencio y el síndrome Bartleby. Es el libro que, comparado a los otros dos textos del estudio, proyecta unas imágenes con un gran alcance surrealista y con sus correspondientes esencias herméticas. El sujeto lírico habla desde un yo que se desdobla en diversos personajes a través de la progresión de la secuencia. Es un sujeto andrógino, y su intención busca un equilibrio que nunca llega: “Yo, el Deshollinador Absurdo de esta fiebre” (Ríos, 2004, p. 19), “Yo, Primer Cocinera del Rey” (Ríos, 2004, p. 21), “Yo, Falsa Tortuga” (Ríos, 2004, p. 27), “Yo, Nodriza Umbilical de los corredores” (Ríos, 2004, p. 43). Son párrafos breves por página, sin títulos, y en la mitad del libro hay una obra de teatro, de un acto, con un diálogo de tres páginas.

Las damas juegan ajedrez argumenta un triángulo amoroso lésbico, un amor que inicia y se va opacando hasta llegar a ser imposible. Según Zurano, está escrito a modo de literatura “belle epoque, sin cuestiones formales”. Posee párrafos que intencionalmente no respetan las estructuras gramaticales, creando una textualidad en la que se siente la oralidad producto de la intensidad emotiva de la relación amorosa. Hay tres partes en el libro separadas por epígrafes, tiene párrafos sin títulos, unos breves, otros largos. La sujeto lírico es, a la vez, una y otras, instancias enunciadoras donde dialogan las voces y los cuerpos: “Esta forma de guardarme en los caminos de tu cuello” (Zurano, 2007, p. 25). El espacio de despliegue textual del nivel argumental del libro es cerrado, es la casa, la habitación, la cocina, la memoria, el cuerpo.

Primer orificio nos muestra a una vieja enferma que entra en éxtasis y su mente se instala en medio de un grupo de simios, a veces encarna en uno de ellos y a veces los observa cuidadosamente: “Yo que soy una psíquica vieja y ermitaña…” (Barrera, 2007, p. 8); esta mente femenina se ve atraída por el cuerpo masculino de los simios y en ese proceso de la conciencia fuera de sí se desencadenan los estados de ánimo delirantes. No respeta las normas gramaticales, empieza como un monólogo que va mutando y ese yo femenino se convierte en otro, en otros. Barrera lo llama “suplantación de personajes”. Elementos paródicos e irónicos explotan en la emotividad y en la sexualidad polifónica de la escritura sin controles. Una voz mente femenina que encarna unos cuerpo/cuerpos masculinos de simios: presencias andróginas que resultan de esa fusión. Los poemas son largos pero pocos versos en cada página, tienen títulos separados unos de otros.

Estos libros gozan de amplios espacios en blanco, pero mientras la voz (o voces) enunciante calla, la música imaginaria que evoca la narración sigue ad infinitum. Esto proyecta dimensionalmente un espacio fundamental para el proceso recreativo del lector, que con la simultaneidad de la soltura y la tensión crea en su conciencia expectativas de continuar el viaje más allá de la lectura. Esta forma provoca curiosidad e incita a querer leer la totalidad de los textos; en algunos casos parte de una necesidad expresiva sin condicionamientos del autor o autora, y en otros es planificada como estrategia. Sus historias tienen personajes que se van ramificando al igual que sus espacios y tiempos: hay un desarrollo del tema central, hay un desenlace final (abierto o cerrado); pero en medio está el viaje progresivo. Allí se construye el vuelo. Pero, ¿cómo funciona este vuelo? Con un profundo rigor por la complejidad, y entiendo que esto puede sonar extraño, pero no lo es. Cada uno de los libros usa el Yo de una forma caótica, habitado por diversas personalidades que experimentan una alta variedad de emociones y sentimientos en contradicción, en una incesante lucha por alcanzar su definición: un rasgo muy humano, pero tan difícil de concretar. No se trata de un proceso de construcción de una identidad fija que busca establecerse en la medida en que avanza la prosa, o encontrar el equilibrio. No. Es, en todo caso, una perenne pugna de los Yo (sin nombres propios o con ellos) que se desplazan mutando azarosamente en animales, vegetales y hasta en cosas: “Imagina ahora que tu psiquis, que soy yo misma, es al mismo tiempo un edificio que percibes como una sólida mole de concreto” (Barrera, 2007, p. 68). El vuelo también se construye con la creación de una atmósfera envolvente, muy bien lograda por la gran cantidad de imágenes visuales, numerosos símbolos, personajes bizarros, monólogos o diálogos neuróticos.

La unión de caracteres clásicos y urbanos es otra característica que destaca en los textos seleccionados para este abordaje crítico. El carácter clásico de estos libros viene, obviamente, de su expresión en prosa poética. La mezcla caótica de la actitud enunciativa, apelativa y carmínica es una variable constante, no hay predominio de una, sino que el sujeto lírico (que es uno y varios) usa estas tres actitudes en el transcurso de los poemarios o en muchos casos al mismo tiempo. La forma en que es tratado el motivo y la cualidad lírica de los textos es urbana y dentro de esta, la orientación fluye hacia lo musical. El carácter urbano se manifiesta vehementemente con elementos del género musical conocido como ópera de rock progresivo.

En Primer orificio, el autor anuncia su plan de vuelo textual progresivo: “Desde hace unos días me instalé al centro/ de las cabezas de una existencia simia/ como si naciera dentro de aquellas mentes/ pienso vivir la furia de su naturaleza triple” (Barrera, 2007, p. 2). Y también en Piedrapizarnik se puede percibir la impronta de las esencias musicales en ese mismo sentido:

Yo, Darvulia, Hechicera del Bosque, que debajo de la heráldica del lobo y el invierno fui madre de la tortura escarcha, juro por la fijeza alfilereada del espejo, por ese reptil atónito…, por la urraca sonora…, por el felino…, por el secreto aljibe y su constelado cieno y por esas 650 mujeres de cuerpos áridos y deformes que graznan en mi soledad, juro esta vez, lastimada mía, apartar la rapiña de tu insomnio sin la linfa y el vino humano. (Ríos, 2004, p. 25)

 

En Las damas juegan ajedrez se articula ese efecto musical/textual progresivo: “Estoy enferma. Estoy atenta a cualquier sonido a cualquier llamado. Inmóvil detrás de las puertas” (Zurano, 2007, p. 17). Y más adelante: “Clamo por perderte en la muchedumbre de los otros en las máscaras de los otros en la velocidad del mundo en la competencia feroz que se avecina en mis propias máscaras, perderte” (Zurano, 2007, p. 62).

Otras características en comunión con la ópera de rock progresivo son el componente musical y las artes escénicas. Por ejemplo, el libro La ciudad lucía de Paula Ilabaca, viene con un disco musical homónimo destinado a ser reproducido en un acto performático donde la escritora recita con el acompañamiento del disco. En el caso de Primer orificio, la lectura de los poemas es representada en un escenario y existen registros visuales musicalizados sobre esas puestas en escena que pueden ser vistos en YouTube.

 

La poeta Gladys Mendía

 

Track Tres

La desmesura es un aspecto a resaltar en cuanto a la forma de tratar los temas. Según Edouard Glissant, a los períodos clásicos (medida de la medida) siempre le han seguido períodos barrocos (desmesura de la medida), y en la actualidad se percibe en la literatura la desmesura de la desmesura, no dirigiéndose hacia el caos, sino careciendo de la pretensión de centralidad, profundidad y universalidad del clasicismo, en pos de la búsqueda de extensión, proliferación y abundancia que caracteriza a las esencias del barroco en todos los tiempos. Esta literatura no pretende ser universal ni tiene horror al vacío sino que aspira a la diversidad del todo-mundo.[2] “Experimentar una apertura total” dice Glissant. Estos libros de Prosa Poética Progresiva se inclinan a la desmesura de la desmesura, pues son imprevisibles en el tejido y tratamiento de sus temas.

La individualización de las partes del cuerpo es otra constante de las obras seleccionadas para este estudio, tal y como ocurre con los instrumentos que hacen el solo en una canción o las partes de la estructura que conforman una ópera rock. Cada parte del cuerpo desenvuelve experiencias, emociones, sentimientos, reflexiones, como otro personaje más en la trama textual/musical de los poemarios. Esto se pone de manifiesto en Las damas juegan ajedrez: “Dejá que mis manos te inventen. Dejá que mis labios te borren como ellos saben” (Zurano, 2007, p. 32); en Piedrapizarnik: “No por la garganta, en ese río los lobos gruñen y su ceguera es costura de escarcha” (Ríos, 2004, p. 13); y también en Primer orificio: “suspendida sola en una sala / una cabeza enseña una mueca triste” (Barrera, 2007, p. 41).

 

 

Track Cuatro

En un mundo postmoderno desestructurado, donde todo está signado por la brevedad y ello se ve claramente signado en otras poéticas actuales, estos autores van en dirección contraria, produciendo libros de poemas únicos, hechos con la escritura secuencial y progresiva de textos de más de cincuenta páginas, muy alejados del lenguaje minimalista que comporta la brevedad, sino por el contrario muestran textualidades en extremo complejas (en cuanto al fondo y la forma). Bien se pudiera decir que son libros que continúan en otros, generando un solo gran libro que tiende, barrocamente, ad infinitum.

En conversaciones con los tres autores, la escritura de estos textos fue asumida por ellos con un marcado compromiso personal, en el sentido de asumirla como delirio, vivida y encarnada como parte de sí mismos y que en su momento, según me cuentan, la escritura de esas obras se les escapaba de las manos, para más tarde sorprenderse con los resultados: son libros autoficcionales con vida propia.

También me han confesado sus gustos en música y he constatado que no son especialmente fanáticos de la ópera de rock progresivo, pero sí gozadores de amplios registros musicales dentro del rock, el folklore, el pop, entre otros. Me dijeron que durante su niñez fue muy importante la lectura de cuentos. Así, cada uno de los tres tiene un relato favorito que los define como personas; tal vez este allí, en esa etapa de sus vidas, la semilla que inició el gusto por la literatura y posteriormente la creación de la Prosa Poética Progresiva, en sus vidas adultas; pero esa es otra historia que quizá llegaremos a conocer alguna vez.

 

Santiago de Chile, 2013.

 

 

Bibliografía

 

Arcaya, Marcos (2010). Medical Pet. Guatemala/Guatemala: Editorial Catafixia.

Astigueta, Cristian (2008a). Nena/nena o el blues animal, Cusco/Perú: Naveburdel Editores.

———————– (2008b). Nuevos colores artificiales. Cusco/Perú: Naveburdel Editores.

Barrera, Gustavo (2007). Primer orificio. Santiago/Chile: Autoedición.

———————– (2007). Papeles, murales y tapices. Santiago/Chile: Ripio Ediciones.

———————– (2007). Mori Mari Monogatari. Santiago/Chile: Barrera Real.

Ghigliotto, Galo (2006). Valdivia. Santiago/Chile: Mantra Editorial.

———————– (2009). Aeropuerto. Santiago/Chile: Editorial Cuneta.

Glissant, Edouard (2002). Introducción a una poética de lo diverso. Barcelona/España: Ediciones del Bronce.

———————– (2009). Aeropuerto. Santiago/Chile: Editorial Cuneta.

Hernández, Héctor (2006). Coma. Santiago/Chile: Mantra Editorial.

Ilabaca, Paula (2006). La ciudad lucía.  Santiago/Chile: Mantra Editorial.

———————– (2009). La perla suelta. Santiago/Chile: Editorial Cuarto Propio.

López, María Eugenia (2009). Arena. México DF: Limón Partido.

Ríos, Sergio Ernesto (2004). Piedrapizarnik, Toluca/México: Centro Toluqueño de Escritores.

Saavedra, Oscar (2009). Doping histórico. Lima/Perú: Editorial Zignos.

Solís, Jorge (2006). Cuaderno de agua. México DF: Fondo Editorial Tierra Adentro.

Smiths, Florencia (2008). El margen del cuerpo. Santiago/Chile: Editorial Fuga.

Mendía, Gladys (2009). El alcohol de los estados intermedios. San Cristóbal/Venezuela: Sistema Nacional de Imprentas Regionales El perro y la rana / Nadie Nos Edita Editores.

Van Dijk, Teun A. (ed.) (1999). Discurso y literatura. Nuevos planteamientos sobre el análisis de los Géneros Literarios. Madrid/España: Visor Libros.

Zurano, Valeria (2007). Las damas juegan ajedrez, Córdoba/Argentina: Alción Editora.

———————– (2008). El gran capitán., Santiago/Chile: Ediciones Cortina de Humo.

———————– (2009). El libro de las hormigas. Santiago/Chile: Ediciones Cortina de Humo.

 

 

 

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[1] La palabra neoamérica es usada en el sentido que lo usa Edouard Glissant para señalar el proceso de criollización de las Américas y el Caribe.

[2] El término todo-mundo es usado por Edouard Glissant para señalar la compleja dinámica de las relaciones culturales en el mundo, siendo su elemento generador la propia poética de esa relación.

 

 

 

 

 

*(Venezuela, 1975). Poeta, escritora, tradutora y editora. Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde 2004 y cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Traduce del portugués al castellano, entre otros, la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Ha publicado en poesía El tiempo es la herida que gotea (2009), El alcohol de los estados intermedios (2009), La silenciosa desesperación del sueño (2010), La grita. Reescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila (2011), Inquietantes dislocaciones del pulso (2012), El cantar de los manglares (2018), Telemática. Reflexiones de una adicta digital (2021), LUCES ALTAS luces de peligro (2022) y cocreados con Inteligencia Artificial Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023); ha participado en diversas revistas literarias y antologías, la más reciente Temporary Archives, Poems by women of Latin America, ed. Juana Adcock y Jèssica Pujol Duran (2022).

 

 

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