Por Liliana Ponce*
Crédito de la foto (izq.) Ed. Modesto Rimba /
(der.) la autora
Prólogo a Soslayo (2018),
de Romina Freschi
Autorretrato en espejo móvil
Soslayo tituló Romina Freschi** a su libro de poemas. Los términos “soslayo”, “de soslayo”, absorben la idea de oblicuidad, de desvío de una mirada franca, abierta, que se pretenda objetiva, y tal vez completa. Sin embargo, y paradójicamente, la secuencia de estos textos se instala en la exposición íntima, en la descripción de estados del yo –en muchos casos, en tono casi confesional y de desnuda franqueza.
Soslayo pareciera imponer un modelo del autorretrato construido con definiciones, preguntas, dudas. Un autorretrato que aborda tanto la simpleza de lo cotidiano como la reflexión existencial, el cuestionamiento de las respuestas elegidas. Y siempre desde un yo femenino, mujer, de un sujeto poético-personaje creado en términos espejados, que permite ir hacia recovecos personales que rozan tanto lo simbólico como la saturación del cuerpo.
El crítico norteamericano Kevin Power, al analizar el conocido poema de John Ashbery Autorretrato en un espejo convexo, observa la relación del texto con el fascinante y perturbador mito de Narciso, y anota que: “Toda la escritura posmoderna nos garantiza una incertidumbre saludable. En ella no existe la necesidad de saber.” Es decir, a la escritura posmoderna le interesa la introspección, la autorreferencia antes que la descripción del objeto exterior. Es que verdaderamente, en la poesía de nuestro siglo, el (la) poeta y la poesía toman con frecuencia el papel de Narciso. En las tantas construcciones del mito, comprobamos que aparecen siempre dos elementos: la duración sin fin de la vida, que le augura a Narciso el oráculo de Tiresias; y la maldición, vía la vengativa diosa Némesis, de buscar a lo amado en la propia imagen. Así, el objeto espejo estará aliado a la representación del yo –porque Narciso busca el objeto de su amor en el agua espejo, que en definitiva es (sabemos), la búsqueda de sí mismo. La falacia de eternidad está en la vertiginosa curva de lo que pasa, lo que huye sin retorno, lo que se espera. Y estos dos niveles, me parece, están presentes, desarrollados y reiterados en los poemas de Romina Freschi: la propia identidad y el tiempo. Muchos versos de Soslayo van hacia esa pátina, ese reflejo de indagación, donde se muestra repetidamente el agua: es ola, es lago; es lo quieto y el movimiento; el estar y el fluir; el tiempo ido y el por venir. Como ejemplo, estas citas:
mi aéreo deslizar, sobre o bajo
un agua que a pesar de su pesar
es limpia.
figurancia, errancia sin ancla
mitad del océano
y del río
movimiento antes de la cresta
sin imaginar qué nos dejará
la ola
marea
y me arrastra
el torrente no liberado
por el dique que aguanta
sostiene, resiste
Los versos corren ligeros, como una especie de liberación de lo que obstruye –hay algo de río, de flujo en la lectura. Y en esa sonoridad y ese ritmo, se teje al sentido. No anoto los recursos, variantes en la intención de subrayar, detener, avanzar en el significado y su apropiación: rimas internas, aliteraciones, anáforas. Juego y ruego, diría, como:
Jamás la prefigura
será la figura
jamás la figura
será la figuración
figurancia, errancia sin ancla
a bajar el hombro
a calmar el miedo
a frenar
a mis plantas plantadas
sé que otra vez estoy
en este intersticio
magnético
esta dimensión
ya vista pero imprevista
sin consuelo
sin horizonte
sin incitación
El yo-sujeto poético se reafirma en los poemas, en la enunciación que traspasa formas: ve al cuerpo propio en su solidez y en su materialidad, pero también en las proyecciones temporales, en figuras que se arman y acomodan. Por debajo o por encima del discurrir de los textos, una descentrada presencia de figuración espacial que va del plano a la grieta, del pozo al aire y el cielo adonde se dirigen árboles y alas. Invito a revisar, en esta corriente, las metáforas y las imágenes cavadas o elevadas; a gozar de lo que finge crudo y se troca en poesía.
Soslayo tituló Romina Freschi a su libro. Pero parece preguntar: ¿se anima el lector a saber qué es lo que eludo? ¿qué es lo que oculto?. “Pulvericé el espejo / polvo y lluvia sobre él”, dice en el poema “Zercalo”. La poeta rompe el espejo, pero aún así sigue, sigue. Atestigua dolor y temblorosas huellas, que se dibujan en expuestas balanzas. Casi como enuncian los versos de Adrianne Rich: “Vine a explorar el naufragio. / Las palabras son propósitos. / Las palabras son mapas. / Vine a ver el daño hecho / y los tesoros que sobreviven (…).
Abril de 2018
*(Buenos Aires-Argentina, 1950). Poeta y estudiosa de la lengua, literatura y religiones del Japón. Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Fue editora y colaboradora del libro El teatro Noh de Japón (2002). Obtuvo el 1er Premio Fondo Nacional de las Artes. Ha publicado en poesía Trama continua (1976), Composición (1984), Teoría de la voz y el sueño (2001), Fudekara (2008) y Paseante y Huésped (2016); y ensayos y traducciones de poesía japonesa en revistas literarias argentinas y extranjeras.