Por: Karen Villeda*
La primera entrada del blog del poeta Kenneth Goldsmith en The New Yorker nos echa en cara lo que ya todos sabemos o, al menos, sospechamos: “La poesía como la conocemos (sonetos o verso libre impresos en una página) se siente parecida a hacer cerámica o tejer colchas, actividades que persisten a pesar de su marginalidad cultural. Pero la Internet, con su rápida proliferación de memes, está produciendo las formas más extremas de modernidad que la misma modernidad jamás había soñado”. Internet se perfila como un poetīs vivendi para algunos de nosotros.
En 1943 Piet Mondrian finalizó una de sus más grandes obras: “Broadway Boogie Woogie”, que inspiró a los concretistas brasileros. Mondrian logró en su penúltima pintura una “destrucción de apariencia natural, y la construcción a través de la oposición continua de medios puros: el ritmo dinámico”.
Con el paso del tiempo, la obra se hace un meme: el tablero del popular juego de mesa Monopoly tiene influencia de “Broadway Boogie Woogie”.
Para mediados de los cincuentas del siglo pasado, mientras José Emilio Pacheco escribía los versos que ejemplificaban a la prehistoria cultural (“En las paredes de esta cueva / pinto el venado / para adueñarme de su carne, / para ser él, / para que su fuerza y su ligereza sean mías / y me vuelva el primero / entre los cazadores de la tribu”); Joseph Kosuth se obstinaba en hacer instalaciones llenas de giros lingüísticos como “One and Three Chairs” o “W.T.F. #1”. Memes de enciclopedia temática o de árboles genealógicos.
En estos tiempos, el arte ya no nos humaniza: nos maquiniza. Obras como las de poeta digital australiano Jason Nelson reformulan el trabajo poético con las palabras. “Wide and Wildly Branded” (http://www.secrettechnology.com/ausco/compass3.html) es una paleta generadora de poéticas y subpoéticas, un meme del círculo cromático.
La aplicación Adobe Kuler es sumamente poética a comparación de páginas web como aipoem.com, un claro ejemplo del dadaísmo reformulado en tiempos del liberalismo tecnocrático. En esta página web, se puede escribir un poema “sencillo” en treinta segundos y, si uno se registra (pagando una cuota), se puede escribir un poema “profesional”. Me parece que Adobe Kuler no solamente es para apasionados de la cromática y las combinaciones, es un elaborado poema visual que se actualiza continuamente.
El entorno hipermediático también aparece en poemarios de página y tinta como No oscuro todavía (2005) del poeta y traductor mexicano Hugo García Manríquez, quien insiste en el poema como un proceso y, entonces, un correo electrónico es un caligrama imperfecto, pero caligrama al fin y al cabo (una melena de la abuela o los tentáculos de un pulpo):
“I think she
> looks like you, except for
> all her dark hair. Jessie agreed with me that she
> resembles you. Sean’s
> mother thinks she looks like Sean.
Have a happy celebration on the 7th. Love,
>Grandma”
Durante algún tiempo, confieso que jugué con el lenguaje HTML para elaborar unos versos que ahora me parecen confusos pero ad hoc a mi condición de virtualidad:
Hoy releo mi poema y sé que mi prehistoria se vio superada por poemas como “Dodging 1985” de Philip Nikolayev (http://www.poetryfoundation.org/poem/246270).
Un poema mío siempre puede ser el meme del poema de otro. Puede ser un mero proceso informativo o puede ser también una máquina exterminadora de palabras pensando en lo que dijo William Carlos Williams: “el poema es una máquina hecha con palabras”.
*Poeta mexicana interesada en la relación de la poesía con medios digitales y arte interactivo. Su página web es www.poetronica.net. Ha publicado Dodo, Babia y Tesauro. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven «Elías Nandino» 2013, el más importante de su país para poetas menores de 30 años.