Poemas por Robinson Quintero Ossa*
Nota introductoria y selección de poemas por Aleyda Quevedo Rojas
Crédito de la foto Jáder Rivera
Poemas que son cantos dictados por el viento…
Robinson Quintero Ossa
Los signos inertes de un alfabeto se vuelven significados llenos de vida en la mente.
Leer y escribir alteran nuestra organización cerebral.
Siri Hustvedt
La poesía más entrañable puede ser aquella que altera, subvierte, conmueve y abraza, todo de golpe; un buen golpe en la frente o en el corazón, golpe con piedra negra. El lenguaje que se alcanza en la poesía, estoy segura, casi siempre escapa de los análisis más agudos de la academia. Casi siempre la poesía está vinculada a la alquimia y a la música, por eso hay viento en un poema, como lo sentencia la experiencia poética del colombiano Robinson Quintero Ossa. También hay aire en el pan. Poemas y panes nos son indispensables.
Heredero del tono y el color que en la poesía atrapó el gran José Manuel Arango (Carmen de Viboral-Antioquia, 1937 – Medellín, 2002). De esa misma estirpe de poetas del silencio y la niebla brillante descendiendo de las montañas, Robinson Quintero Ossa sabe que la poesía es pasar de la “gravedad a la gracia”; alcanzar la música dentro del poema y hablar con el viento tan fluido, tan claro como el diálogo que se establece con los pájaros preguntándoles por la eternidad y el amor.
Mientras escribo esta nota, repaso con mis manos y releo con mis sentidos, ese bellísimo libro que Robinson, el periodista literario y cultural, el lector disciplinado y riguroso preparó, con su alma del gran poeta que es. Hablo de su magnífico libro 13 entrevistas a poemas colombianos (y una conversación imaginaria) publicado por primera vez en 2008, por la Fundación Domingo Atrasado.
En este libro crucial, están los grandes poemas y poetas de buena parte de la poesía de Colombia: Giovanni Quessep, Meira del Mar, José Manuel Arango, Horacio Benavides, Darío Jaramillo Agudelo, Juan Manuel Roca, Jotamario Arbeláez, Mario Rivero, Raúl Henao, Juan Gustavo Cobo Borda, Rogelio Echavarría… Y Robinson nos deja ver y descubrir que los poemas son vidas, que los lectores recuerdan y memorizan poemas más que poetas, que hay más buenos poemas que buenos poetas en el mundo. Se trata de 14 retratos de poetas y 14 formas de abordar la creación poética.
Robinson Quintero Ossa acaba de recibir la Beca para la publicación de libros de autores colombianos del Ministerio de Cultura, Programa Nacional de Estímulos 2020, por El lector que releyó a Eugenio Montejo, Arte Poética de la Lectura. Este libro nos demuestra y confirma una vez más uno de los registros en los que se mueve este autor Antioqueño: el periodismo literario, el ensayo, el ejercicio de indagar en el arte de la poesía; porque nuestro poeta lleva más de 35 años cultivando el arte de escribir versos y la energía creativa de cantar e interpretar tangos y boleros, tanto como la de explorar con certezas en el arte del periodismo literario.
Los buenos lectores de poesía, estoy muy segura de ello, mantendrán una vital experiencia al leer estos 9 poemas que hemos seleccionado para Vallejo & Co. Con este sencillo tributo a la poesía de Robinson Quintero Ossa y a su personalidad artística, nos sumamos con orgullo, emoción y mucha alegría, al homenaje que el Festival Internacional de Poesía de Bogotá y la Corporación Ulrika, están preparando para 2021.
Yo quería recorrer esa lejanía.
9 poemas de Robinson Quintero Ossa
El poeta da una vuelta a su doble
Frágil perseguidor que eres tú mismo.
José Emilio Pacheco
Mi doble va un paso adelante de mí
y no un paso atrás
como acostumbran
otros dobles:
que alguien siempre a tus espaldas
te lleve la contraria
es inquietante
pero no es menos amenazador
que lo haga
cortando el frente
Es el pasatiempo de mi doble
coparme la vista
obligarme a mirar sobre su hombro:
si corro a prisa para adelantarlo
corre antes
si freno y doy vuelta atrás
para que siga de largo
él frena y da vuelta atrás
primero
Me escondo en la saliente del muro
para despistarlo
doy tres vueltas para perderlo
pero mi doble
un paso adelante
siempre va:
perseguido ineludible
que soy yo mismo
que rehace
cuando apenas hago
que emborrona
cuando apenas escribo
El poeta da una vuelta al jardín
El fantasma limpia de hojas sucias el jardín. Donde la tierra es húmeda barre el ramaje escurrido y hace con él un montón junto a la tapia; donde la hierba es alta, arrastra malezas flojas y espartos y hace con ellos otro montón junto al estanque. Y así, con el resto de la hojarasca, tan reseca que cruje, hace otra pila junto a la baranda, pequeña, aunque más indócil.
Tal vez no le alcance la noche para juntar en un solo cerro todas las hojas.
Pintura con pájaro
Todo el color del lienzo es nieve.
Nieve sobre las cumbres, por las colinas, en los bajos tejados de la casa solitaria.
En el camino que se curva y que nadie recorre, nieve.
Y en el recodo de un río, un árbol pelado de hojas sostiene apenas sus varas.
Y sobre una de las varas una pequeña mancha roja.
Una historia
Y aprendimos del yolofo, el pájaro azul turquí que canta sólo cuando vuela, nunca posado en los árboles.
Del pájaro ubus-ubus, de una sola ala, que para volar necesita del ala de su pareja.
Del pájaro de siete colores, de tramadas transparencias en el viento de un poema.
Del pájaro Gipaeto, cuyos ojos son escarapelas.
Y sentados, le oíamos largamente, mientras de su boca volaban más pájaros extraordinarios. Y entre más maravillosos parecían, más felices escuchábamos…
Y aprendimos que, si alguien dice algo según su sueño, alguien otro lo oye desde el suyo.
Tirado debajo de un árbol
1
Tirado debajo de un árbol recuerdo que, de muchacho, recostado a árboles azuzados de sol, era manía seguir el rumbo de las aves en el cielo. Los viejos, rodeados de perros que les hacían fiestas, movían hilos invisibles en sus manos. Las mujeres sesteaban sus cabellos recogidos como canastos de astromelias. Hermoso era caminar y comer con los amigos, orinar caliente sobre hojas amanecidas.
2
Tirado debajo de un árbol recuerdo el pino y sus ramas ásperas y fragantes. Cuando era niño, mi techo no fue el cielo sino el abundante follaje de un pino. Lejanías divisadas desde su alta copa: no fui mucho más lejos.
3
Tirado debajo de un árbol recuerdo que, cuando era niño, con la oreja pegada a la tierra, escuchaba lo que pronunciaba la hondura, pero no podía contarlo con palabras.
Las nubes soltaban la lluvia, la vastedad se descontaba en pájaros, pero yo demoraba asombrado en el habla y el abandono.
Con la oreja pegada a la tierra escucho, todavía escucho, pero no puedo contarlo con palabras.
Sin amor
Camino por los baldíos de la ciudad
me complazco con el ruido de las hojas
silbo a los pájaros
espanto a las palomas
Sin amor canto en medio del mundo como en el centro
de un solar antiguo
traigo otra vez a casa mis afanes
miro desde mi ventana las horas
permanezco
persevero
doy de comer a las palabras
Hombre que pasa
El hombre que pasa y es sólo una mirada
¿de qué lugar viene
qué amigos frecuenta
por cuántos hijos ríe
de cuántos muertos vuelve?
El hombre que pasa y es sólo un gesto
¿qué oficio desempeña
qué moral defiende
a qué edad marcha en este intrincado camino
de mañana?
Yo lo veo seguir sin saludarme
sin despedirse
confundiéndose entre la gente después de ser yo
para él
lo mismo:
el hombre que pasa y es solo una mirada
Peluquero
Solo ante un dios inclina uno la cabeza
y cierra confiado los ojos
Solo ante un dios entrega uno sus pensamientos
indefenso y sin miedo
El poema es el oficio de las manos de un hombre
Un dios sostiene firme el pulso del peluquero
Carretera a la costa
¡La he vuelto a hallar!
¿Qué? ¡La eternidad!
A. Rimbaud
Partimos en un Ford 70
trompiamarillo
carrocería Pájaro Azul
lleno de viajeros
Mi padre va al volante
yo a su lado
Verás el mar –me decía–
De niño la travesía demoraba
dos días
por carreteras destapadas
largos desvíos
y de trasbordo en trasbordo
Los choferes regresaban
con los rostros atezados por el sol
y sucios de polvo
Yo quería recorrer esa lejanía
Cordilleras había visto
valles llanuras
pero nunca el mar
…..
Recuerdo el paso por un alto nublado
y después
bajadas de miedo
parajes polvorientos
ríos torrentosos
y nombres de pueblos
apenas entreoídos
Son escenas ahora borrosas
y distantes
Este bus viene desde más allá
del tiempo
…..
Mi padre va al volante
yo a su lado
Verás el mar
–me decía–
Recorrimos largas rectas
bordeando las serranías
y las ciénagas
el horizonte reverberante de espejismos
el clima ardiente de las rancherías
el sonido por los majaguales
las primeras estrellas
un rumor
una espuma oscura
y de pronto la noche
y en su oleaje un nombre
*(Antioquia-Colombia, 1959). Poeta, ensayista, periodista literario. Comunicador social y periodista por la Universidad Externado de Colombia. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus, el Premio Literaturas del Bicentenario del Ministerio de Cultura (2010) y el Premio de Ensayo Alcaldía de Medellín (2012). Ha publicado en poesía De viaje (1994), Hay que cantar (1998), La poesía es un viaje (2004; 2018), El poeta es quien más tiene que hacer al levantarse (2006), Los días son dioses (antología, 2013) y El poeta da una vuelta a su casa (2017); en investigación literaria Colombia en la poesía colombiana: los poemas cuentan la historia (2010), entre otros; en ensayo «Un panorama de las tres últimas décadas» para el libro Historia de la poesía colombiana (junto a Luis Germán Sierra, 2009), Libro de los enemigos (2013) y El lector que releyó a Eugenio Montejo. Arte poética de la lectura (2020); como cantante, junto al poeta y pianista Fernando Linero, dio a conocer el disco compacto Bar 2 Tango (11 tangos inéditos colombianos, 2018); y, en 2020, la Editorial de la Universidad de Antioquia publicó su poesía reunida con el título Invitados del viento.