Poemas de «Cosmorama», de Alejandro Méndez

Por: Alejandro Méndez

 

Presentamos algunos poemas del libro Cosmorama. Accésit del I Premio Internacional de Poesía El Buscón, realizado por la editorial Liliputienses de España.

 

 

 

Brasilia

 

El atardecer en Itamaraty

se refleja en los ventanales,

y en las siluetas

de los funcionarios del P.T.

 

El polvo de los Sin Tierra

llegó a la que alguna vez

fue la ciudad del futuro.

 

Alguien dijo que  era poesía concreta,

mientras las pasarelas de Niemeyer

conducen, directo, al cerebro negro

de Piranesi.

 

Racionalismo tropical

o Bauhaus a la Carmen Miranda.

 

Dizem que minhas maos falam.

 

Algo vivo que sepultado

se agita desesperadamente;

algo del sueño de Kubitschek

y sus celdas comunistas;

algo de la ausencia picnoléptica.

 

Dizem que minhas maos falam.

 

Para suplir este pliegue del tiempo,

 una compañía alemana ya está

vendiendo celulares para acompañar

al muerto, con batería suficiente

para varios meses…

…si sus manos llegaran a hablar.

 

La risa solar

atrapada en la fragua del cemento.

 

Nadie se pierde en los jardines de piedra

de Burle Marx.

Todos los caminos conducen

al Planalto y a nuestra Señora de la Aparecida.

 

Gran plato volador, Brasilia desplegando

su forma de avión o de mariposa

¿en la supercuadra 202 Norte.

 

¿La risa solar

atrapada en la fragua del trópico.

 

 

§

 

Tres monólogos en una Brasilia de ensueño,  pertenecientes a una película improbable, deleitan y problematizan hasta la aporía al hipotético montajista.

 

Carmen Miranda —Dicen que mis manos hablan. No sé. Intento transmitir lo máximo a través de ellas, en los movimientos y las expresiones rítmicas. Al contrario de lo que comentan, no comencé este estilo para que los americanos me entendieran. Ya en Brasil, cuando canté O Que é Que a Baiana Tem? en la película Banana da Terra usaba las manos como coreografía. Después, perfeccioné mejor los gestos para el cine americano.

 

Paul Virilio —Durante el desayuno son frecuentes las ausencias, y la taza volcada sobre la mesa es una consecuencia bien conocida. La ausencia dura unos segundos, comienza y termina de improviso. Los sentidos permanecen despiertos, pero no reciben las impresiones del exterior. Puesto que el retorno es tan inmediato como la partida, la palabra y el gesto detenidos se reanudan allí donde fueron interrumpidos. El tiempo consciente se suelda automáticamente formando una continuidad sin cortes aparentes. Las ausencias, denominadas picnolepsia (del griego pycnos, frecuente), suelen ser muy numerosas, cientos al día, y en general pasan desapercibidas para quienes nos rodean. Pero para el picnoléptico nada ha sucedido; el tiempo ausente no ha existido.

 

Jurgen Brother —Inventé un celular para comunicarse con los muertos,  con una batería de un año de duración, que es enterrado junto al difunto, y da la posibilidad de hablarle a través del teléfono. Bauticé al celular con el nombre de Ángel Móvil. Lo desarrollé para aquellos que no se acostumbran a la pérdida de un ser querido, y de esta manera, pueden seguir en contacto. Lo inventé  por la reciente pérdida de mi madre. El celular se puede adquirir a un precio de 1.500 euros.

 

 

La función oblicua

 

Un día de verano de 1968,

frente a una cámara de televisión,

el arquitecto explica el punto de vista

opuesto a la verticalidad,

y a los rascacielos.

 

«En el plano inclinado

no hay otra cosa más que suelo.

La estructura está en todas partes.

La función oblicua es una revolución coreográfica»,

dice pausadamente.

 

En medio del reportaje se desvía del tema,

para evocar al pintor, yudoca y rosacruz

que grabó las huellas de la lluvia

en un lienzo especialmente preparado,

atado al techo del auto, a 110 km/h.

 

El mismo que depositó la fórmula,

en el Instituto de la Propiedad Industrial,

para patentar un color con su propio nombre:

azul Klein.

 

El que dejó en el Monasterio

de Santa Rita de Cascia,

patrona de los imposibles,

una curiosa caja de plexiglás

pintada de rosa, azul y dorado,

acompañada de una inscripción:

 

«Te ruego que intercedas por mí,

ante Dios padre todopoderoso

para que me conceda la gracia

de habitar en mis obras.

Que todo lo que provenga de mí

sea bello».

 

También propuso que las paredes

sean sustituidas por corrientes de aire,

y que se compren espacios vacíos

a cambio de algunas monedas de oro.

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