Vallejo & Co. presenta, en exclusiva, 12 poemas de Apuntes para el ejecutante (2014), último poemario de Ángela García publicado en México.
Por: Ángela García
Selección de poemas: Mario Pera
Crédito de las fotos: Izq. www.imer.mx
12 poemas de
Apuntes para el ejecutante
NO LEERÁS tu historia sino el lenguaje de tu cuerpo.
Los gestos de la herencia o los ademanes del deseo en el escenario
de tu cuerpo.
¿Qué brillo persigue el transcurso de la sangre, qué expresión del
semblante, qué forma de los labios, mueca o sobresalto?
¿Qué densidad alisa la piel, qué la reseca y pliega? ¿Qué libera el
sollozo o el alarido?
¿Qué encorva la espalda y monta la giba?
¿QUIÉN DESNUDARÁ a quién?
¿Quién surgirá en los rasgos ocultos?
¿Quién de los que soy sabrá de quiénes de los que soy?
Nazco desnudo y me cubren con ropas típicas
minuto a minuto una fe
un escudo contra el miedo por venir
me enseñan a usar máscaras, a ser muchos.
Soy una factoría de tiempo medido
una fábrica de olvido.
A veces cuando contemplo mis manos
tengo miedo de Dios
Fernando Pessoa
LAS MANOS PARECEN descansar sobre el teclado
pero una electricidad súbita desplaza su presión,
los dedos encorvados o estirados se mueven sin vacilar
en distintas direcciones precisas hacia cada letra,
la mano no duda,
aunque no sabe lo que escribe.
Las yemas de los dedos hacia abajo,
sostenidas a milímetros de la superficie del agua
en la cisterna, lisa como una piel joven.
La mano se queda encima como un ojo que contempla.
La mano no sabe que si tocara el agua se estremecería
en ondas.
La mano se abre, se extiende, invita.
Se abre, se extiende, pide.
El tiempo entre invitar y pedir no lo sabe la mano.
La mano se suelta, cae inesperada y rápida, golpea,
produce ruidos.
La mano se cierne, aprieta, estruja, amasa, pule, acaricia.
Se forma en torno.
Firmes presiones de los dedos en el pan,
firme presión del dedo en el gatillo,
Suave tomar la granada que se come
suave tomar la que nos vuelve añicos.
La mano no sabe lo que hará.
Primavera
El cuerpo está aquí en la
hora matutina del concierto de aves.
Todo basta, porque todo brota.
Las puntas de los árboles grandes y chicos
están brotando.
Lo minuciosamente sellado se despliega,
se tensa en alumbramiento.
En el silencio mortal empiezan a gorjear
las tonalidades verdes.
Pongo mi atención en la vibración
del cuerpo en una curva de su propia espiral
saliendo del invierno.
Dos cuerpos enlazados domestican la eternidad*
Estando en tierra nos ajustamos libres a los acordes hasta que
llegamos lejos en nosotros mismos
Estando en tierra giramos hasta que las paredes bailaron y los
objetos nos miraron como si fuéramos su centro
Y paredes y vértices demarcaron su perspectiva que recaía en
nosotros
Estando en tierra buscamos los ojos mutuos para tenerlos abiertos y
abrir todas las puertas hasta que nos volvimos rojos
Y girando entramos más dentro de la tierra y no necesitamos
entender quien estaba encima o quien debajo
Entonces vimos surgir un geiser hermoso como un árbol con uno de
los dos equilibrado en la punta.*
*Altazor
DEJANDO COMPARECER el placer
La herida a punto de cicatrizar bajo el agua caliente,
liberando el primero de los gemidos.
Se friccionan unas con otras las terminales nerviosas,
hasta deshacer la cárcel de los cuerpos
unos con otros los huesos y los dientes,
hasta el encandilamiento de los ojos.
Imán entre punta y hondura,
fruta en dos bocas abiertas.
Dos elementales operaciones matemáticas:
Uno más Uno igual Uno; Uno menos Uno igual dos.
MONTO MI CUERPO como un jinete
lo llevo a pastar y lo limpio,
le dejo mordisquear la hierba diversa,
hablar con los gestos,
danzar con los ademanes
la voz y los tiempos de silencio.
Para construir el círculo de poder
mi cuerpo es el territorio.
AHORA PUEDES VER la microscópica composición del aire,
densidad incitadora de tu tacto,
Extiendes los dedos para sentir todas estas diminutas florescencias
de colores infinitos,
filigrana que todo lo cubre al tiempo que es substancia de la cual
respiras sin saber, sin haber visto antes,
El jardín…
No hay líneas, ni bordes, todo lo que palpita está aquí, sobre las
pupilas, sobre la piel, bajo la piel, sobre los párpados, aire y sangre
se conectan en un mismo océano de vida, ebullición, locura del
movimiento, silencio, éxtasis.
OTRA NOCHE VISTE la oscuridad poblada de fragmentos de árbol,
pedazos de hojas, pedazos de tallos, frutas y semillas esparcidas,
pedazos de pétalos, pedúnculos, filamentos, cortezas.
Un informe bosque despedazado agitándose sobre un denso papel
negro.
La variedad de los tamaños y los trozos sugería la dispersión pero
cuando miraste detalladamente confirmaste que todo estaba
perfectamente quieto.
Eran tus latidos haciendo vibrar lo que veías
con ojos cerrados.
Estudios con Bacon
Parece una cabeza porque tiene cabellos
pero hay un borrón en la nariz.
Parece una figura humana, pero tan
abullonada que se volvió nebulosa,
con una orla en forma de pie
y un espasmo cerrado en puño.
Sentada, su aspecto más humano
son los zapatos perfectamente lustrados.
Este hoyo profundo bordeado de dientes
parece una cara.
Este grito violáceo es un avestruz
con paperas, una giba vestida de frac.
Parece respirar, parece buscar, parece abrir la puerta.
Pero es un nudo, una arcada de náusea, una larva.
Su sombra se riega despacio como un charco,
como un derrame, como tinta volcada.
TOMA TIEMPO darte cuenta dónde estás.
Por lo general sólo eres parte de algo
que se mueve o se atasca.
Por lo general eres parte de una función
que viene, que otros han puesto en marcha.
Ahora, a las dos de la tarde, quieres cruzar
la pequeña puerta de un mostrador a otro
y te quedas estático.
No te acuerdas que ibas a hacer
no sabes dónde estás.
La mente en blanco inmoviliza
piernas y manos.
Eres un tallo atravesado en la puerta.
Los minutos son eternos antes de que vuelva
la memoria a las arterias
y reconozcas tu papel en la función.
Sobre el tiempo II
Y cada día, cada día, cada día
los actos veloces como vagones de un tren
sin estación prevista.
Al llegar a casa enciendes las lámparas
la música y los olores.
Y toda vez que digo cada día
es un día entero con su hambre y especias
vueltas a sazonar en la hora de la tarde,
con la substancia de la esperanza.
¡Basta que el oro del crepúsculo ilumine
una hora humana para que el horizonte sugiera
de nuevo la promesa!
– ¡Mientras exista la tierra, volveremos
en el cuerpo!
* Ángela García (Colombia, 1957). Poeta, traductora y periodista cultural. Cofundadora del Festival Internacional de Poesía de Medellín y codirectora del mismo hasta 1999. Es miembro de la Asociación de escritores del Sur, con sede en Malmö-Suecia, donde trabaja promoviendo actividades poéticas.
Ha publicado en poesía: Entre leño y llama (1993); Rostro de agua (1997); Farallón constelado/Sternige Klippe (2003); De la fugacidad/Om flyktigheten bilingüe (bilingüe, 2005); Veinte grados de latitud en tres horas (bilingüe, 2006); Doce poemas sobre el silencio (2009); Todo lo que amo nace continuamente (2010).