Por Augusto Munaro
Crédito de la foto (izq.) Ed. EMR /
(der.) Luis Sánchez
“Pienso mis libros como sistemas de fuerzas”.
Entrevista a Jonás Gómez
Con Una percepción binaria del color (2018), Jonás Gómez* continúa desarrollando un proyecto lírico tan original como intenso. Blanco vs. negro. Negro sobre blanco. Teoría de los contrastes. Estos 29 poemas subrayan la intensión de alejarse de un lirismo convencional e interiorista, adoptando una posición de distancia y objetivismo, de aparente frialdad, que surge de una disección intelectual del objeto, cuyo resultado paradójico es el más puro poema.
Entrevista
Augusto Munaro [AM]: Este poemario lleva un título que se asemeja más a un tratado científico, que una colección de versos. Tengo la impresión que es uno de tus libros más analíticos, ¿cómo surgió la idea de escribirlo?
Jonás Gómez [JG]: No recuerdo cómo apareció la idea. Sé que hubo una tanda de textos en los que había un vaivén entre el blanco y el negro y quise explorar eso. Me entusiasmaba el desafío de escribir un poemario que tuviera como disparador algo que yo asociaba con lo mineral, con algo no humano. No sé si pienso este libro, o mi propia escritura como analítica, más bien creo que en ciertos proyectos, puntualmente en este, hay más o menos exploración dentro del cerebro (en la imaginación, en la asociación, en los nexos que se enlazan entre las palabras). Lo que suelo hacer cuando escribo es desarrollar un arco, un circuito de textos que se relacionan entre sí. A veces pienso mis libros como sistemas de fuerzas.
[AM]: Algunos lectores lo han tildado de “frío”. ¿Te molesta, o te resulta indiferente que asocien el tono lírico, aquí ensayado, con ese calificativo?, ¿por qué?
[JG]: Puedo entender de dónde viene esa calificación. Este proyecto fue más cerebral que otros. Los primeros dos libros que me publicaron, de hecho, fueron escritos en primera persona. Entiendo que eso, quizás, no sea un link directo a la calidez, pero en líneas generales es más factible que pueda llevar a eso. En algún momento Alejandra Zina me dijo que había algo de ensayo en mi escritura. Me interesa el desarrollo de ideas, me interesa que aparezcan ideas en la escritura, siento que hay mucha energía en colocar una idea entre los versos y construir en función de eso. Siento que es un recurso tan válido como el de construir en torno a una imagen o a una sensación. Creo que muchas veces se asocia la poesía a lo bello y cálido, cuando en realidad es un género que tiene muchas más posibilidades de exploración. Por otro lado, en el libro hay poca presencia humana. Eso también aporta a la caracterización de “frío”. Si hubiera escrito, por ejemplo, que en una mano tenía un hueso y en la otra mano carbón y hubiera jugado con eso a lo largo del libro quizás la percepción de los textos hubiera sido otra.
[AM]: Insisto con el tono aséptico del libro. Que opera muy bien con su cuota de autoreflexión. “¿Cuánto de tu imaginación y tus expectativas/ descansa, o vibra, en estas líneas?”, se pregunta la voz lírica al inicio del poema 21. Te pregunto: ¿hay un ejercicio de catarsis en esta colección de poemas?
[JG]: Me parece que cuando se usa la poesía como excusa para contar lo que nos está pasando (en muchos casos) se empobrecen las posibilidades del texto. Aunque en lo que escribo aparezcan preguntas que surgen mientras escribo no pienso lo que hago como una catarsis.
[AM]: ¿Cómo fuiste trabajando la construcción de estos poemas?
[JG]: En la medida en la que fueron apareciendo los fui ubicando para que formaran algo similar a un recorrido. Tengo el vicio de ponerles un número (nunca títulos) y eso me ayuda a ordenar la escritura y la lectura. Una vez que están ordenados sé que tengo y sé qué necesito.
[AM]: Hay un sesgo narrativo muy presente en tu apuesta lírica. Me recuerda un poco a Francis Ponge. Una mirada exhaustiva sobre unos pocos objetos que se tornan esenciales.
[JG]: Sí, es que me interesa que haya una veta narrativa en lo que hago. Es indispensable en lo que hago. No sé si me entusiasma demasiado la poesía abstracta. Creo que uno busca (o al menos yo busco) alguna clase de relato en la lectura. En mayor o menor medida necesito que me cuenten un cuento, quedar envuelto por una historia. Y en un punto también busco eso, envolver con una historia. Pero eso no significa que no le exija al texto (como lector y escritor) algo más que una organización narrativa.
[AM]: Tras escribir un libro como Una percepción binaria del color, ¿sentís que los objetos, en cierto modo, explican el mundo?
[JG]: En todo caso hay un circuito de ida y vuelta entre la raza humana y los objetos que crea. No se puede pensar a un objeto como algo aislado de la creación humana. ¿Cuánto de su creador hay en ese objeto? Es algo variable.
[AM]: Hay una utilización frecuente y lúcida de los paréntesis a lo largo de todo el libro. Más allá de lo obvio, ¿qué te permiten explorar en cuanto a la respiración de los poemas?
[JG]: El paréntesis me da la posibilidad de explorar lo que va en paralelo. Es una manera de introducir una segunda corriente de texto en el texto principal. Estoy tentado a usar la palabra eco, pero no es eco, quizás se puede pensar como una segunda voz. No lo tengo muy en claro. La verdad es que pienso a medias sobre mi propia escritura. Aunque entiendo que lo que escribo puede ser percibido como analítico no sé hasta qué punto soy analítico para pensar mi escritura. Me guío más por la intuición. Si siento que suena bien y es sólido voy por ahí.
[AM]: Jonás, ¿qué tipo de poesía te gusta leer y con la cual te sentís más identificado?
[JG]: En estos días estuve releyendo dos libros: Las elegías doppler (Zindo y Gafuri), de Ben Lerner y La memoria esparcida (De todos los mares), una antología de poesía irlandesa actual. Voy a hacer mención a estos dos libros porque es lo que más tengo a mano para ejemplificar. En el caso de Ben Lerner disfruto de su lectura porque el alcance de su inteligencia es algo que me sorprende. Creo que está describiendo esta era con una lucidez admirable. Básicamente creo que tiene una inteligencia superior. Y me interesa entablar alguna clase de intercambio con la inteligencia ajena. En el caso de La memoria esparcida, pese a que se trata de distintos poetas, encuentro algo en la poesía irlandesa que siento como cercano. Ahí hay una combinación de energía primal, lirismo, sutileza y, a la vez, mundo reconocible. En esa veta también recomiendo el libro Aprender a dormir (Audisea), de John Burnside.
[AM]: Un pasaje del poema 8 dice: “Apetitosas vacas sagradas de la literatura,/ todos los/ Borg, Bioy, Arlt,/ todas las/ Piz, Ocamp, Storn,/ cada cual en su propio sostén,/ todo dispuesto/ para que las generaciones futuras/ se sirvan de la carne de su carne,/ de la proteína de su literatura.” ¿Te preocupa el peso de las influencias, el fantasma de la tradición?
[JG]: Tener influencias es algo inevitable. Uno no escribe desde el vacío. Se escribe en un idioma asimilado, en mayor o menor medida, en un país que tiene sus propios mitos literarios. Desde ya que Borges fue un genio, así como lo fue Arlt, cada cual en su registro. Lo que me hace ruido es la idea de que hay que sacralizar a los escritores que forman parte del canon. Alguna vez escuché a un periodista cultural formular esta pregunta: “¿Cómo escribir después de Borges?”. Como si Borges hubiera inventado y explotado todas las posibilidades de la escritura. Ese tipo de planteos, que van tan en contra de la vitalidad de la escritura, me secan el espíritu.
[AM]: Por cierto. ¿Qué buscás, cuando leés poesía?
[JG]: Algo que me sorprenda, que me saque un poco de mi eje, que me lleve a otro lugar. No quiero leer algo que sea el reflejo de un momento demasiado reconocible o vivido.
[AM]: Analizando un poco tu trayectoria poética podemos decir que tu poesía es, entre otros aspectos, innovadora en los modos de aplicar el enfoque descriptivo. ¿Pensás que un poeta “evoluciona” en su poesía?
[JG]: Creo que la experiencia te aporta herramientas. Sé que no hubiera podido escribir Una percepción binaria cuando tenía 30 años, mucho menos cuando tuve 20. En la acumulación del tiempo y la repetición de la escritura se van derribando barreras. O yo siento que en mi caso fue así al menos. De la misma manera que en otros oficios y prácticas del arte uno aprende a darle un mejor uso a sus herramientas creo que el tiempo aporta a la escritura, sí. Te enseña a administrar la energía de la palabra.
[AM]: Una percepción binaria del color, obtuvo mención en el Primer Concurso Nacional de la Editorial Municipal de Rosario. ¿Las distinciones favorecen siempre el prestigio de un poeta?, según tu criterio, ¿quién legitima la poesía?
[JG]: Bueno, un premio siempre favorece, sí. Creo que en la percepción del otro un escritor tiene más peso si ganó algún premio. Hay como un halo de validación ahí. Pero, a la vez, el circuito poético argentino es tan magro que no sé si existe algo como la legitimación. Una vez que te dan el premio o te publican el libro la vida sigue. No es que uno se queda congelado en ese momento de trascendencia. Después de ese premio (que es un reconocimiento, sí, y es más que gratificante) hay que seguir escribiendo.
[AM]: Si bien podría ser una pregunta para la crítica, ¿cuáles son las principales ideas que te gusta transmitir en tus versos?
[JG]: No lo sé, creo que son varias. Está la cuestión de lo primitivo continuando en el mundo presente, está la cuestión de lo que implica crear algo, está la cuestión del entorno en el que te toca vivir. No sé si hay una en particular. En todo caso van cambiando con el proyecto.
[AM]:¿De qué modo pensás que el vocabulario con que escribís es afectado (o no) por el contexto sociocultural donde vivde ese dinamismo eresaron indagar leccisis en estos poemas?cialesde la carne de su carne,/ de la proten,/ cada cual en su propioís?, ¿es posible evadirse?; ¿qué relación ves entre evasión y creación poética?
[JG]: Fernando Callero una vez me dijo que yo era, o soy, extraterritorial para escribir. Quizás haya una búsqueda de eso en lo que hago. No estoy interesado en que mi escritura remita a Munro (el barrio en el que crecí) o a Coghlan (el barrio en el que vivo ahora). Soy de clase media, crecí en una casa, ahora vivo en capital, en un departamento. Tuve acceso a libros, a cine, a música, a museos. Está claro que todo eso moldea mi perspectiva de una u otra forma, pero eso no es lo único que me define. Si lo único que podemos hacer es plasmar nuestro contexto sociocultural estamos cagados. El acto creativo es algo inmenso, que abarca mucho más que el contexto sociocultural. No sé si pienso la escritura como una evasión, en todo caso pienso que tiene la potencialidad de explorar las posibilidades de la vida (con todo lo que eso implica).
[AM]: Por último, Jonás. ¿Qué significa ser poeta en Argentina?
[JG]: Esta pregunta se puede responder de diferentes maneras. Se puede pensar desde lo que implica crear algo en Argentina o se puede pensar en lo que sucede una vez que el libro ya fue publicado y demás. Pese a que en el país hay muchas lecturas y libros circulando tengo la sensación de que se arman pequeñas células de afinidad. Hay búsquedas estéticas similares y los poetas se agrupan (nos agrupamos) en función de eso. Y en la circulación pasa algo similar, el libro suele tener un circuito de lectura entre la gente más cercana. No sé si hay lectores de poesía ajenos al circuito de la poesía. Por otro lado, desde lo que implica la creación en sí, el acto creativo, supongo que debe ser similar a crear en otro país. Hay toda una recolección de influencias, ideas, fantasías, búsquedas y de ahí surge la escritura. Esto quizás se asocie a lo que preguntabas sobre la creación y el contexto sociocultural. La verdad es que nunca viví en otro país como para comparar el estado mental que produce sobre la escritura. Y Argentina es, en un punto, un país raro. Tenemos los genes inmigrantes (en mi caso de Europa), el lenguaje, también, de Europa y el pasado de la tierra arrasada sobre el que se construyó la nación. Pero eso no es lo único. Hoy hay una circulación de información, gracias a Internet y las redes, que de alguna manera contribuyen al acto creativo. Lo que siento que a veces falta es el después: la infraestructura, los lectores, la circulación por fuera de nuestras pequeñas comunidades estéticas.