Por Bruno Pólack
Crédito de la foto (izq.) Ed. Vallejo & Co. /
(der.) www.eloficiocritico.blogspot.com
“Para mí el teatro está repleto de poesía”.
Entrevista a Carla Valdivia*
Bruno Pólack [BP]: Carla, quería empezar preguntándote, ¿cómo ha sido tu tránsito del teatro a la poesía? Una casa que no existe es tu primer libro, lo que no significa que los procesos de creación entre ambas disciplinas no puedan ser compartidas, ¿cómo llevaste este proceso creativo?
Carla Valdivia [CV]: Para mí el teatro está repleto de poesía. La teatralidad es eso que permite que una imagen pueda llenarse de significados. Creo que la poesía siempre ha sido el punto de partida de mi teatro. De hecho, creo que Una casa que no existe es también un libro teatral. Desde su estructura, desde la voz poética de una mujer que se transforma con el transcurso del tiempo. Cuando hago teatro suelo visualizar lo que quiero que se levante en escena, y en la poesía me sucede que lo primero que explota en mi mente son imágenes que al escribirlas van encontrando sentido.
[BP]: Siguiendo en esa línea, ¿cuáles crees que son las herramientas, las figuras, o las posibilidades de la poesía que puedan no ser compartidas en el teatro?
[CV]: Me encanta la intimidad que la poesía nos regala. Esas imágenes que después de las palabras se trasladan directamente a nuestra mente para adueñarnos de ellas. Cuando leo poesía, o escucho a alguien recitar poesía, siento que estoy conectada a esa persona que escribió esas palabras. Siento que la poesía es como si alguien me susurrara esas palabras al oído, bajito, solo para mí. Y es como si el autor y yo estuviéramos haciendo algo juntos, dialogando en un cuartito secreto donde estamos expuestos, sin más miedo a nada.
[BP]: En la primera parte del libro, como dice Mariana de Althaus en la contratapa, vemos como “una mujer mira su infancia y a través de sus heridas examina con cierto desconcierto su presente como habitante de un cuerpo herido, deseoso y en desajuste con el mundo” …
[CV]: Creo que es en la infancia donde hay que rebuscar muchas veces para empezar a escribir. Hay muchas respuestas en ese lejano lugar o en esa persona que alguna vez fuimos. Yo siempre que acciono de alguna determinada manera rebusco en mi pasado para darle un sentido. En este caso, me puse a examinar esas pequeñas imágenes reales o inventadas que me habitaban y que me siguen habitando. He vivido anclada a una niña que deseó demasiado, que se sintió muchas veces incomprendida y asustada del mundo y que, sin embargo, pudo sujetarse con fuerza a las palabras. Hasta ahora me siento, muchas veces, en desajuste con el mundo, pero he aprendido con el tiempo que mi arma son las palabras y que es la manera que tengo de alzar mi voz frente a lo que me incomoda como mujer, como peruana, como todo lo que soy.
[BP]: Hay, además, a lo largo del libro, una insatisfacción manifiesta, pero a la vez un encantamiento con la casa paterna, con la niñez; una idea latente de no ser comprendida, de no encajar del todo…
[CV]: Siento que uno de mis grandes conflictos ha sido no poder encajar en esos espacios muy estructurados donde hay que ser de una determinada manera. Y, en general, creo que la mayor parte de mi infancia estuvo muy marcada por querer meterme a la fuerza en un molde donde yo no entraba. O al menos no me sentía cómoda. Nunca había reflexionado sobre eso hasta grande. Ahora, en la adultez, siento que me hubiera gustado mucho conocer a esa persona que era, para contenerla, para guiarla y para darle tranquilidad. Decirle: La honestidad es el lugar correcto.
Por otro lado, siento también que soy bastante exigente con mi pasado, puesto que también he vivido momentos que añoro, que en general son los más sencillos. Anhelo de mi niñez esa desbordada manera de pensar en el futuro como una oportunidad donde todo podía ocurrir. Mis deseos secretos eran ser escritora y actriz, y después más grande lo olvidé, pero luego, por suerte, lo recordé.
[BP]: Está presente, además, en el transcurrir del libro, tu relación con la idea del cuerpo. Un cuerpo con el que la voz poética tiene un conflicto y con el que, poco a poco, va reconciliándose…
[CV]: Las personas nos manifestamos en el mundo a través del cuerpo. Es la única forma que tenemos de existir. Todos tenemos uno. Lo que me incomoda es cómo desde que comenzamos a existir da la sensación que nuestro cuerpo no nos pertenece solo a nosotras. Siempre hay alguien que tiene algo que decir al respecto. Algo que nos quiere arrollar todo el tiempo para que no estemos en paz. En especial, cuando eres mujer. Y eso para mí ha sido muy doloroso. Desde todos los frentes me he sentido en conflicto con el cuerpo que me ha tocado. Y eso no debería de ser así. Ahora, la verdad, continúo reconciliándome conmigo y también con el mundo. Podría escribir un libro sobre esto.
[BP]: Luego, en las siguientes partes del libro ya se hace presente una extraña libertad que la protagonista va ganando poco a poco, junto con la adolescencia y un viaje a Italia que se asemeja a un viaje de redescubrimiento….
[CV]: La protagonista accede a un espacio nuevo y encuentra en lo desconocido un nuevo punto de partida. Es decir, que todo eso que carga, ya estando lejos, se transforma. Me preguntaba ¿qué pasa cuando nadie entiende tu lengua?, ¿cuándo nadie te conoce?, ¿cuándo tu historia se queda en el pasado y los paisajes son todos distintos?, ¿quién eres cuando estas lejos y tienes que elegir qué llevas contigo al viaje? Todo ese pasado seguirá existiendo, pero ahora tú tienes un poco más el control. Un viaje siempre es descubrimiento. Y creo que ese descubrimiento en la protagonista tiene que ver con esa luz que se cuela por la grieta. Ok, sí, esa casa “segura” que me tocó como cuerpo, como hogar, como nación, no existió, pero existe. Soy yo.
[BP]: Lo conversábamos antes, ¿cómo artista qué tan importante crees que es el universo de tu infancia?
[CV]: Para mí el universo de mi infancia es un pilar fundamental donde rebuscar para seguir creando. Intento siempre reconectar con esa persona que fui para salvarla todas las veces que sea necesario. Estoy dialogando con esa niña todo el tiempo. La protejo, le advierto, la cuido, la amenazo, la impulso. Es difícil para mí saber que nunca hay marcha atrás pero el arte me da oportunidades de indagar en ese pasado que ahora es mitad real, mitad invento.
*(Lima-Perú, 1988). Se desempeña como creadora escénica y como escritora de teatro, poesía y guion. Ha publicado en poesía Una casa que no existe (2022).