Nunca gusté exactamente de la poesía. 5 poemas de Leonardo Gandolfi

 

La presente muestra de poemas fue publicada, originalmente, en el ebook bilingüe Inventar la felicidad. Muestra de poesía brasileña reciente (2016) con selección y notas de los poetas Tarso de Melo y Fabrício Marques y publicada por Vallejo & Co.

 

 

Por Leonardo Gandolfi*

Traducción del portugués al español por Luís Aguilar y Gladys Mendía

Selección y curaduría por Tarso de Melo y Fabrício Marques

Texto por Tarso de Melo

Crédito de la foto www.revistacult.uol.com.br

 

 

Nunca gusté exactamente de la poesía.

5 poemas de Leonardo Gandolfi

 

 

Sobre la poesía de Leonardo Gandolfi

 

Lo qué se puede decir de los poemas de Leonardo Gandolfi que se incluyen aquí vale, en cierto modo, para los libros que él ya ha publicado: el poeta parece atraer al lector para una conversación que ya está en marcha y de repente termina o sigue caminos que el lector sólo puede sospechar. Esta conversación marca, incluso, el lenguaje en general fluyente de sus poemas, donde es sencillo moverse de un verso a otro, aunque ese pasaje sea a menudo engañoso. El poeta ofrece los objetos de su más intenso afecto o aquellos en los que su curiosidad o las explicaciones de su mundo descansan; tales referencias son, en general, del conocimiento del lector, y por lo tanto, crea un ambiente en el que, bajo la apariencia de bienvenida, se esconde una experiencia conflictiva por la intuición (¿o convicción?) de que las piezas de ese mundo no se encajan. Leonardo sabe que, en la búsqueda de estas notas que se desencuentran, «oiremos apenas los ruidos de ese/ que ha sido a pesar de todo nuestro tiempo». Y es increíble la música que salta de allí.

 

 

Poemas

 

 

Cronología

 

Técnicamente no soy buena persona.

Amé y fui amado sin haber pensado en eso

amor o lo que quiera que sea. En secreto

traicioné mujeres y amigos y la memoria ajena.

Cultivé la mentira el miedo la cobardía,

todo en su registro menos asertivo,

y sólo más tarde fui a aprender que a lo mejor mal

me quedó apenas la mejor respuesta.

Pues si hubo bien en el mal de lo que formé parte,

fue el de ver que las piedras que tengo en el bolsillo

también están en el bolsillo de aquellos a quien

no abracé ni di la mano. Nuestra canción,

aunque solitaria y llena de paz,

es una sola canción y, cante lo que cante,

oiremos apenas los ruidos de ese

que ha sido a pesar de todo nuestro tiempo.

 

 

 

En Porto con un verso de Brodsky

 

Denme otra vida y estaré en el Café Ceuta

a la espera de arroz de pato, todos los martes,

sin pasado o futuro, sino sólo ese frio

que congela las mejillas y aprieta los bolsillos.

Denme otras cosas y estaré aquí,

porque después de dos años será verano

y habrá sido muy poco o nada el tiempo

en esta misma ciudad, todos los martes.

La novedad es mi hermana que está conmigo

y, como yo, a la espera, pero de un omelet,

porque ella no come carne, pobrecita.

Pobrecito de mí también, pensaré

en mis innumerables defectos, el mayor

habrá sido el de prolongar las despedidas

o de no saber como acortarlas.

 

El poeta Leonardo Gandolfi

 

Pedro y la trampa

 

Esta historia envuelve directamente a un gato

y a un pájaro. El gato se llama Colignón,

vive con nosotros hace algunos años. El resto

importa poco por ahora, al menos

hasta que la diferencia entre principio y fin

desaparezca. Nos habíamos mudado

para la casa nueva hacía menos de dos meses

y el pájaro (una tórtola) entra en la historia

porque era joven, lo suficiente para ser

blanco de las uñas afiladas de Colignón,

gato con el que conocimos, a tiempo,

el amor en su registro más negligente y filial.

Nunca gusté exactamente de la poesía, mucho

menos de Manuel Bandeira y los pajaritos

pero sacar cuentas cuesta caro —sea en relación

con el gato, sea en relación con los libros

no importa: se trata de un camino por ahora

sin regreso. Capas de fechas olvidadas

o por olvidar bajo puntos de vista de gente

que pueden o no agradarnos (da lo mismo)

hasta llegar con los antecedentes al fondo del

abismo de cómo y por qué un día nos embrutecemos.

Y pensar que habrá siempre tórtolas cruzando

el cielo de mi barrio. Y pensar que habrá

siempre casas nuevas de gente que más o menos

se ama y ama a su prójimo. Y pensar tanta cosa.

Pero lo que realmente me impresiona es saber

que el pajarito fue apenas la primera

cosa en morir en aquella casa nueva

clavado al piso por un gato tan lindo.

 

 

 

Itinerario

 

En el avión no quieres que cierre la ventana

pero mira, mis manos están atadas.

Este viento llega especialmente a tu rostro

porque este viento es precisamente la imagen

que elegiste de tu hija muerta

y de la que no sabes aun cómo eliminar.

Mientras tanto sabemos –y con alguna seguridad-

Que la resurrección como queríamos es apenas

una hipnosis distante. De allí que tal vez sea preciso

elegir entre paciencia y prisa. Y por ahora

eres la responsable por diferenciar la una de la otra.

En este instante la aeromoza se asusta con el viento

pero tampoco sabe qué hacer. Mira,

mis manos están atadas, dice ella voy a llamar

al comandante. Y el comandante no viene.

Parece tristeza pero es menos sutil porque no termina

y entonces aquello que reconocemos como felicidad

de alguna forma se muestra atávico y discontinuo.

¿Alguien quiere cambiar de lugar? Tú, parece,

Te distraes con algunos comentarios míos sobre

el libro de Isabel Allende que habla de eso y aquello.

En ese caso las lágrimas son mero detalle.

Las mías representan lo más cerca que ya llegué

a lo que mi padre llama amor desinteresado.

Sus manos son la visión más nítida que ya tuve de aquello

que conocemos por –me perdonas la expresión–

herida abierta. El viento despeina tu largo

cabello. Y tu pensamiento, como el avión en que

estamos, atraviesa un océano de certezas descriptivas.

 

 

Playtime

 

El viaje por ahora termina aquí, diría Montale.

Años y años, durmiendo despertando dejando

de dormir o de despertar. Cansancio espanto

somnolencia, todo encuentra su fin. Inocentes traidores,

nosotros, de nuestra causa, cualquiera que haya sido.

ni es preciso pensar dos veces, todo lo que tienes

lo estás usando ahora –lo que trajiste y lo que dejaste.

Se trata de un divisor de aguas no porque estemos

en la hora cierta en el lugar cierto sino porque todas las horas

-hacia atrás y hacia adelante– son a tu manera divisoras

de aguas y si no disponemos de lo que tenemos

y de lo que no tenemos- lo que más o menos siempre

sucede –acabamos por dejarlas pasar como al final

ellas pasan y necesitan pasar, sin alarde y con razón.

Del camino de tierra hecho por la bicicleta

no se ven los surcos a no ser en intervalos

generosos de años. Todo cuenta, los padres

que murieron y también los que van a morir.

Horas cortando las uñas o cepillando los dientes

o esperando los hijos o dejando crecer la barba.

Todo eso para terminar en esta playa, diría

Montale. La festa appena cominciata è già finita.

Que se sumen aciertos y errores y listo

el resultado es estar aquí donde exacta y justamente

estamos. Esa matemática posible, dirías.

Y quien soy yo para discordar, ¿quiénes somos nosotros?

Yo preguntaría, nosotros preguntaríamos. Cinco minutos

después de levantarse un día cualquiera

–por ejemplo en el año 1996– y con seguridad

no estarías aquí. Una película de John Wayne

más, nada hecho. Las cosas en tu vida fueron hechas

para culminar en esta playa que podría muy bien

ser el botón suelto de una camisa, pero no. Es una playa

y es linda. Y toda tu vida viene con ella. Con el viento

y la arena y el gesto feliz de las mujeres bajo la sombrilla.

 

 

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(poemas en su idioma original, portugués)

 

 

Nunca gostei exatamente de poesia.

5 poemas do Leonardo Gandolfi

 

 

Sobre a poesia de Leonardo Gandolfi

 

O que se pode dizer dos poemas de Leonardo Gandolfi aqui incluídos vale, de certo modo, para os livros que já publicou: o poeta parece chamar o leitor para uma conversa que já está em andamento e, de repente, termina ou segue caminhos que o leitor apenas pode desconfiar. Essa conversa marca, até mesmo, a linguagem em geral fluente dos poemas, em que passar de um a outro verso é simples, ainda que quase sempre enganoso. O poeta entrega os objetos de seu mais intenso afeto ou aqueles em que sua curiosidade ou as explicações de seu mundo repousam; tais referências são, em geral, do conhecimento do leitor, e com isso cria um ambiente em que, sob a aparência acolhedora, esconde-se uma experiência perturbada pela intuição (ou convicção?) de que as peças desse mundo não se encaixam. Leonardo sabe que, ao perseguir essas notas que se desencontram, «ouviremos apenas os ruídos deste/ que tem sido apesar de tudo o nosso tempo». E é incrível a música que salta daí.

 

El poeta Leonardo Gandolfi

 

Poemas

 

 

Cronologia

 

Tecnicamente não sou lá boa pessoa.

Amei e fui amado sem ter visto nisso

amor ou o que quer que seja. Em segredo

traí mulheres amigos e a memória alheia.

Cultivei a mentira o medo a covardia,

tudo em seu registro menos assertivo,

e só mais tarde fui aprender que ao melhor mal

coube a mim apenas a melhor resposta.

Pois se houve bem no mal do qual fiz parte

foi o de ver que as pedras que tenho no bolso

também estão no bolso daqueles que

não abracei nem dei a mão. Nossa canção

embora solitária e cheia de paz

é uma só canção e, cante o que cantar,

ouviremos apenas os ruídos deste

que tem sido apesar de tudo o nosso tempo.

 

 

 

No Porto com um verso de Brodsky

 

Deem-me outra vida e estarei no Café Ceuta

à espera do arroz de pato, toda terça,

sem passado ou futuro, mas só esse frio

de gelar as bochechas e apertar os bolsos.

Deem-me outras coisas e estarei aqui

porque depois de dois anos será verão

e terá sido muito pouco ou nada o tempo

nesta mesma cidade, todas as terças.

A novidade é minha irmã estar comigo

e, como eu, à espera, mas de um omelete,

que ela não come carne, a pobrezinha.

Pobrezinho de mim também, eu pensarei,

dos meus inúmeros defeitos, o maior

terá sido o de prolongar as despedidas

ou o de não saber como encurtá-las.

 

 

 

Pedro e o logro

 

Esta história envolve diretamente um gato

e um pássaro. O gato chama-se Colignon,

mora conosco há alguns anos. O resto

importa pouco ainda mais daqui a um tempo

quando a diferença entre início e fim

se esfumaçar. Tínhamos nos mudado

para a casa nova há menos de dois meses

e o pássaro (uma rolinha) só entra na história

porque fora jovem o suficiente para ter sido

alvejado pelas unhas afiadas do Colignon,

felino com quem aprendemos em tempo devido

o amor em seu registro mais negligente e filial.

Nunca gostei exatamente de poesia, muito

menos de Manuel Bandeira ou passarinhos

mas acertar as contas custa caro, tem custado

– seja na direção do gato seja na dos livros

não importa: trata-se de um caminho

sem retorno. Camadas de datas esquecidas

ou por esquecer sob pontos de vista de gente

que podemos ou não gostar (dá no mesmo)

até chegarmos com o acúmulo ao pequeno e fundo

abismo do como e porquê um dia nos embrutecemos.

E pensar que haverá sempre rolinhas cruzando

o céu do meu bairro. E pensar que haverá

sempre casas novas de gente que mais ou menos

se ama e ama o próximo. E pensar tanta coisa.

Mas o que me impressiona mesmo é saber

que o passarinho foi apenas a primeira

coisa a morrer naquela casa nova bem

presa no chão e com um gato tão bonito.

 

 

Itinerário

 

No avião você quer que eu feche a janela

mas, veja, as minhas mãos estão atadas.

Este vento atinge sobretudo seu rosto

porque este vento é sobretudo a imagem

que você escolheu da sua filha morta

e da qual você não sabe ainda como se desfazer.

No entanto sabemos – e com alguma segurança –

que a ressurreição como queríamos é apenas

uma hipótese distante. Daí que talvez seja preciso

escolher entre paciência e pressa. E por enquanto

é você a responsável por diferenciar uma da outra.

Neste instante a aeromoça se assusta com o vento

mas também não sabe o que fazer. Veja,

minhas mãos estão atadas, diz ela, vou chamar

o comandante. E o comandante não vem.

Parece tristeza mas é menos sutil porque não termina

e então aquilo que reconhecemos como felicidade

de alguma forma se mostra atávico e descontínuo.

Alguém quer trocar de lugar? Você, parece,

se distrai com alguns comentários meus sobre

o livro da Isabel Allende que fala disso e daquilo.

Nesse caso as lágrimas são mero detalhe.

As minhas representam o mais perto que já cheguei

do que meu pai chama de amor desinteressado.

As suas são a visão mais nítida que já tive daquilo

que conhecemos por – me perdoe a expressão –

ferida aberta. O vento desarranja todo o seu longo

cabelo. E seu pensamento, como o avião em que

estamos, atravessa um oceano de certezas descritivas.

 

 

 

Playtime

 

A viagem por ora termina aqui, diria Montale.

Anos e anos, dormindo acordando deixando

de dormir ou de acordar. Cansaço espanto

dormência, tudo encontra seu fim. Inocentes traidores,

nós, da nossa causa, qualquer que tenha sido ela.

Nem é preciso pensar duas vezes, tudo o que você tiver

você está usando agora – o que trouxe e o que deixou.

Trata-se de um divisor de águas não porque estejamos

na hora certa no lugar certo mas porque todas as horas

– pra trás e pra frente – são ao seu jeito divisoras

de águas e se não dispomos do que temos

e do que não temos – o que mais ou menos sempre

acontece – acabamos por deixá-las passar como afinal

elas passam e precisam passar, sem alarde e com razão.

Da estrada de terra cortada pela bicicleta

não se veem os sulcos a não ser em intervalos

generosos de anos. Tudo conta, os pais

que morreram e também os que vão morrer.

Horas cortando unha ou escovando dentes

ou esperando os filhos ou deixando crescer a barba.

Tudo isso para terminarmos nesta praia, diria

Montale. La festa appena cominciata è già finita.

Que se somem acertos e erros e pronto

o resultado é estarmos aqui onde exata e justamente

estamos. Essa a matemática possível, você diria.

E quem sou eu para discordar, quem somos nós?

eu perguntaria, nós perguntaríamos. Cinco minutos

a mais na hora de se levantar num dia qualquer

– por exemplo no ano de 1996 – e com certeza

você não estaria aqui. Uma fita do John Wayne

a mais, nada feito. As coisas na sua vida foram feitas

para culminarem nesta praia que poderia muito bem

ser o botão solto de uma camisa, mas não. É uma praia

e é linda. E toda sua vida vem junto. Com o vento

a areia e o aceno feliz das mulheres sob o guarda-sol.

 

 

 

 

 

*(Río de Janeiro-Brasil, 1981). Poeta. Se desempeña como profesor de literatura en la Universidad Federal de Sao Paulo (Brasil). Ha publicado en poesía No entanto d’água (2006), A morte de Tony Bennett (2010) y Kansas (2015).

 

 

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*(Río de Janeiro-Brasil, 1981). Poeta. Professor de literatura na Universidade Federal de São Paulo. Autor de No entanto d’água (2006), A morte de Tony Bennett (2010) e Kansas (2015).

 

 

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