Por Bruno Pólack
Crédito de la foto (izq.) Ed. Vallejo & Co. /
(der.) Yayu Yang
“No sigo el camino de los antiguos, busco lo que ellos buscaban”.
Entrevista a Omar Pinedo*
Bruno Polack [BP]: Omar, se acaba de publicar tu segunda edición de Diez Toros, aunque la primera edición del año 2020 fue de autor y de un tiraje muy corto, cuéntanos…
Omar Pinedo [OP]: Sí, esta es la segunda edición de los Diez Toros. La primera fue una edición realizada por mí en Barcelona. Aunque tuve la generosa oferta de dos editores —buenos amigos míos— para publicar el libro, preferí hacerlo yo mismo para poder hacer el libro de la forma que yo quisiera. Es decir, publicar con un sello editorial generalmente implica adaptarse a sus formatos y estándares gráficos y yo no quería eso para este libro. Como bien sabes, este libro tiene una carátula que solo tiene una imagen sin palabras, tiene una forma cuadrada y un importante trabajo gráfico. Acepté la propuesta de realizar esta reedición cuando me confirmaron que podríamos realizarlo de esta manera.
[BP]: Sin embargo, este no es tu primer libro, en el 2016 publicaste Mitologías individuales…
[OP]: Aunque uno por lo general reniega de su primer libro, yo guardo mucho cariño por Mitologías Individuales. Primero, por el momento de mi vida en el que aparece: el fin de un largo y hermoso amor y el comienzo de una vida dedicada a la poesía. Segundo, porque la presentación fue un momento que pude compartir con seres muy queridos para mí. Adicionalmente, tuve el privilegio de que me presentaran Rodolfo Hinostroza, Alonso Belaunde —adorado amigo a quien extraño mucho— y Mario Bendezú, editor del libro. En perspectiva, creo que una presentación a cargo de Rodolfo Hinostroza en el 2016 es algo equivalente a una presentación a cargo de César Vallejo, si esta se hubiera dado en los 1930’s. En su momento no comprendí la magnitud de esto y solo ahora, tras varios años, comienzo a vislumbrarla. Por último, le guardo cariño porque es un libro muy sincero, en el que no intento ceñirme a nada y por eso termina siendo una exploración de todos los estilos que fui capaz de ejecutar.
[BP]: Entrando a tu nuevo libro, ¿cómo te animaste a realizar una nueva versión de Diez Toros? Cuéntanos un poco de este libro a lo largo del tiempo y que versiones se han escrito.
[OP]: Hace tiempo estoy inmerso en una labor que denomino ‘Recomposición de poesías ancestrales’. Diez Toros sería el segundo de estos libros —el primero aún no lo he publicado. Tiempo atrás Alonso Belaúnde, quien sabía de este trabajo, me dio un pequeño librito de Diez Toros y me apremió a leerlos. Cuando lo terminé de leer lo llamé, conversamos y me preguntó “¿crees que puedas hacer algo?”, “no hay manera —le dije— estos poemas son perfectos, no tengo idea de qué podría agregar”. Sin embargo, los poemas se quedaron dando vueltas en mi mente. Comencé a leer muchísimas versiones y distintas traducciones de cada una de las versiones y a las pocas semanas ya tenía versiones para los primeros cuatro. “Ya tienes cuatro, te falta poco para terminarlos”, me dijo Alonso. Así que sí, escribí esos poemas gracias al reto que me planteó Alonso Belaunde.
Como te decía, Diez Toros es un libro ancestral del cual hay muchas versiones —y aún más traducciones. Las primeras documentadas surgen en China, alrededor del siglo XI. Al principio solo contenían cinco poemas, luego ocho y, al final, se establecieron en diez poemas. Tradicionalmente, estos poemas han estado acompañados de ilustraciones. El objetivo siempre fue el de retratar una parábola de la iluminación y el control de la mente, la cual está representada por el toro a ser domeñado a través de la meditación. Las versiones ancestrales de Diez Toros son textos religiosos del budismo Chan, por lo cual hay un importante componente dogmático en sus líneas. En contraposición, mi versión no es un texto religioso y busca únicamente la belleza.
[BP]: Diez Toros tiene, sin duda, una enseñanza que es muy contemporánea a pesar de los siglos…
[OP]: Sí, la oposición aparente entre materia y espíritu, instinto e intelecto, entropía y orden es una constante en la historia universal. Creo que una de las principales contribuciones de mi versión —aunque modesta— es el ampliar el conjunto de cosas que pueda significar el toro (o problema a ser superado). No se trata solo de un monje ascendiendo en su práctica meditativa, no se trata de situaciones que nunca experimentaremos, sino de cosas muy cercanas a nosotros y a nuestro día a día como, por ejemplo, domesticar y entrenar a un perrito, aprender a nadar, hablar otro idioma, o dejar de fumar.
En ese sentido, creo que mi versión tiene, quizás, un espíritu más taoísta. La solución de los problemas no debe tener a la acción como su objetivo final, sino a la ausencia de acción. Esto es así a todo nivel. En el plano político, por ejemplo, la solución de un problema no debe apuntar a la acción del gobierno, sino a su eventual inacción, sino sólo habremos perpetuado el problema. Aterrizándolo a nuestra situación: una planificación de este tipo nos evitaría tener un “vaso de leche” (un programa de asistencia social en Perú) en medio de San Isidro (el barrio más acomodado del país).
[BP] Como nos cuentas, uno de tus acercamientos más sentidos como poeta ha sido a la literatura oriental, ¿cómo crees que esta ha influenciado no solo este libro, sino toda tu poesía hasta ahora?
[OP]: Así es, mis primeras lecturas fueron haikus de los cuatro maestros japoneses. Fui profundizando en estas lecturas a la par que leía también la tradición poética peruana. Así, de manera natural, recaí en la poesía clásica china, en especial de las dinastías Tang y Song. Una cosa lleva a la otra: de Bashō pasé a Li Bai y de este, a Tao Yuanming. Aquí quisiera hacer un breve paréntesis para recalcar el privilegio que tenemos los peruanos de tener las traducciones de poesía clásica china del maestro Guillermo Dañino. Tuve la fortuna de vivir en un momento en el que la cultura oriental vive un ascenso en su prestigio y un redescubrimiento por parte del mundo occidental, lo cual significa mayor acceso a traducciones y estudios críticos literarios.
Creo que esta tendencia global —el ascenso de Oriente— ha generado movimientos vigorosos del haiku en España, principalmente. En nuestro país también podemos constatar una suerte de nuevo clasicismo fundado en el Oriente, nombre rudimentario que uso para denominar lo que vienen haciendo magníficos poetas como Diego Alonso Sánchez, Alonso Belaúnde y Gonzalo Marquina. Mi trabajo con Diez Toros se sitúa dentro de este movimiento. A diferencia de los poetas antes mencionados, nunca he trabajado seriamente con alguna forma clásica como el haiku o el tanka, pero creo que el espíritu de nuestras obras es evidentemente cercano. Las tradiciones orientales han permeado en mi obra a través de sus búsquedas y principios guía, por ejemplo, la sencillez del lenguaje, las imágenes naturales, la ligereza, la impermanencia, el misterio y la verdad en el poema, por mencionar algunos. De algún modo, no sigo el camino de los antiguos, busco lo que ellos buscaban.
[BP]: Como conversábamos, es una tradición en Diez Toros que sea ilustrado, cuéntanos quien ha colaborado contigo en esta edición y cómo ha sido el trabajo.
[OP]: Desde sus inicios Diez Toros ha sido un conjunto de poemas ilustrados. Cuando me decidí a publicar mi versión, me di cuenta que debía acompañarlos de ilustraciones. El problema es que yo no sé dibujar, así que tuve que buscar a alguien que decidiera sumarse al proyecto. Tuve la suerte inmensa de contactar con Ryru Morioka, quien gentilmente decidió aceptar el encargo. El trabajo de écfrasis y de écfrasis inversa es siempre revelador, especialmente cuando ambos artistas pueden comunicarse durante el proceso. A mi juicio, las ilustraciones de Ryru son bellísimas, pero eso no importa, porque es el público quien tiene siempre la palabra final.
*(Lima-Perú, 1988). No estudió filosofía ni literatura. No ha sido traducido a 227 idiomas. No ha ganado ningún premio. No ha sido incluido en ninguna antología, ni ha fundado un movimiento literario. No es docente universitario. Escribe sobre lo que quiere, como quiere, cuando quiere. Ama a sus amigos. No tiene deudas. Los cielos le sonríen. Vive feliz.