Poemas por Nicasio Urbina*
Nota crítica y selección de poemas por Aleyda Quevedo Rojas
Crédito de la foto (izq.) Eds. Vitruvio /
(der.) archivo del autor
Nicasio Urbina y sus viajemas filosóficos
subordinados a la contemplación
Viajar es un modo de desbandarse… de escabullirse de lo efímero de la cotidianidad, del tedio de las realidades y sus paradojas. Se viaja cuando se lee, se viaja en el tiempo que marca la lectura, se viaja con la ilusión y el espíritu que nos oferta una cantidad de instantáneas que más tarde son las reservas que llenan de emoción la vida… Viajar escribiendo o escribir viajando. Observar y contemplar afinando la vista durante el viaje. Esta es la primera impresión que me deja la lectura de la antología de poesía del escritor nicaragüense radicado en Estados Unidos, Nicasio Urbina, publicada por la editorial española Vitrubio y que reúne 30 años de poemas (1984-2014).
Una gran zona de este libro, que ya es todo un clásico publicado también en México, está dedicada a mostrarnos la mirada perfeccionada del poeta sobre las ciudades y las multitudes que las habitan. De allí que por momentos sienta que estamos dentro de un libro de viajes en verso… los poetas son viajeros obsesivos, casi siempre y Urbina lo desmenuza desde el derecho de ser uno mismo más allá de las influencias de voces, culturas y paisajes. En esta antología, Nicasio Urbina nos descubre al poeta viajero que emprende el desplazamiento interior y el éxodo de conocimiento y e indagación de la bondad.
Dice el escritor español José Antonio Garriga Vela que “Los viajes y la literatura son dos grandes pasiones que permiten detener el tiempo”, y de muchos modos, Urbina lo logra en sus poemas dedicados a Medellín, Roma, Hawái, Buenos Aires, Managua, Barcelona Chile, Londres, México DF y Granada… Viajar por el mundo del poema, escribe Urbina.
Una segunda zona de la poesía de Urbina tiene que ver con la tradición estupenda de su país, Nicaragua plagada de grandes poetas, cito a mis favoritos: Rubén Darío, José Coronel Urtecho, Salomón de la Selva, Pablo Antonio Cuadra, Carlos Martínez Rivas, Gioconda Belli y Daisy Zamora, que han impregnado la atmósfera de este bardo peregrino nacido en 1958, que deja su ciudad de origen, Granada, muy joven y se radica como profesor universitario en Estados Unidos, primero en Nueva Orleáns y luego en Cincinnati. Y de esa tradición literaria poderosa, sumada al conocimiento profundo de la lengua, que adquiere y afina como catedrático especializado en literatura Hispanoamericana, es que comprendemos la factura clásica y limpia de sus poemas, las formas y el ritmo siempre apegado a un modo estilizado y garboso, pero a la vez libre e híbrido, poemas que estimulan a los lectores de todas las generaciones. Qué placer literario ha sido leer esta antología de Nicasio, a quien pude conocer más, durante su reciente viaje a Quito y las Islas Galápagos. La originalidad deslumbrante de este poeta poco conocido retumba en la brevedad matemática de textos epigramáticos como este que me encanta:
Mentira
Nací un día de noche
por el conducto natural.
Nací de cabeza, pobrecito,
lleno de sangre y verbal.
Aquí compartimos nueve poemas seleccionados para que ustedes también arranquen el viaje por su fascinante y filosófica poesía. Buena lectura…
9 poemas de Poesía reunida 1984-2015 (2015),
de Nicasio Urbina
Refracciones
Escribir un poema con las uñas
y vivir unos instantes satisfecho,
saber que la máquina reposa,
que en el tiempo vital hay promesas,
que el sentido que a todo le ha dado su razón,
me ha brindado a mí también su hipótesis,
y que, por algún tiempo,
y a pesar de la tristeza y de los soles
y la apertura sedienta de las flores,
a pesar de tu ausencia y
las noches de protesta,
podré volverme a ver
ante el espejo,
y saber que estoy ahí
y no en la página deshecha.
El viajero
El viajero se sitúa en su mirada,
observa con sentida intensidad,
intenta percibir el total de la impresión,
imagina la significación
y cree comprender la perspectiva.
Mas no sabe que no entiende ni la punta del zapato
y todo lo que mira es pavimento:
Ahí está París con su torre inolvidable,
ahí está Roma encantada en su colina,
ahí La Habana y Bogotá,
Buenos Aires y Managua,
y en todos los páramos que pisa
encuentra una historia singular.
Mirar es ver las cosas continentes,
admirar es entrar en su sustancia,
y vivir cada espacio con el cuerpo
es viajar por el mundo del poema.
El texto que traduce el escenario
complementa la visión del horizonte,
y en el centro de la calle que miramos
ve la nota de la música y sentimos.
Preguntas
No esperes que nadie responda tus preguntas:
Solo tú podrás hacerlo.
Cuando la noche en tus hombros caiga
y te sientas perseguido por el gusto y el deseo,
no interrogues el rostro de una amiga dadivosa,
interroga la magnitud de tus espejos.
Cuando por la calle te salude Carlos Martínez Rivas
y te invite al poema inmerecido,
agradécele sinceramente el gesto,
pero busca en tus entrañas el silencio.
Todo pasará: ese dolor terrible que te azota,
el cáncer que carcome tus entrañas,
la gloria de sentirse amado y el placer,
el placer de haber llegado hasta el final.
Todo pasará. No te preocupes.
Ese silencio que hoy te mortifica
será igual a la voz impoluta de una soprano.
Recuerda a Pablo Antonio en su profundo meditar:
La poesía es el palacio de la humanidad.
Vuelve a tu casa,
tira a la basura tus pistolas,
abre el libro y lee en silencio algunos versos,
cierra los ojos:
las respuestas vendrán sin que las llames.
El miedo
Nadie podrá decirte que no temas.
El miedo y la soledad son todos tuyos.
Ni la multitud vibrante
ni la bulla te acompañan,
solamente amplifican tu tristeza.
Goza los momentos de alegría:
tañe las campanas,
suéltate el pelo,
abre los brazos y deja
que la poesía viva en tus entrañas,
mas no dejes que los pájaros te engañen.
Las arpías siguen de cerca tus pasos,
la nostalgia y la tristeza siempre acechan,
y el temor volverá a roerte en la vigilia.
Nadie podrá decirte que no temas.
Deja que el miedo te penetre lentamente;
algo está tratando de decirte.
El deseo
Nada es más importante que el deseo:
ni la vana angustia ni el poder protervo
te muestran las entrañas de la vida:
solo el deseo puede hacerlo.
Infinito en su dimensión, imposible
de alcanzar, insaciable,
el deseo es el alma del humano.
Siempre constante en su presencia,
animal agónico e inmortal,
el deseo nos llena y nos perturba.
Nada se sustrae a sus encantos:
ni la teología ni la metafísica
están libres de la flor indecible del deseo.
Lo carnal es sólo el rostro, la profunda
voluntad domina más la mente y el espíritu:
es ahí donde radica su poder.
Para qué negarlo… mientras más lo evites
más fuerte y más profundo es su llamado.
Para qué seguirlo si nunca lograrás la plenitud.
Nada te consuela sino el deseo mismo.
Como una llama eterna se consume
en sí y se alimenta:
La vida es producto de esa llama,
y como fuego eterno nunca deja de quemarte.
No hay otra respuesta posible:
entrégate y sustráete al deseo.
Verano del tiempo
Camino por la calle de esta ciudad
sin límites y veo:
el mundo circundante se despliega y se redobla,
las formas se incrementan,
son pura distinción,
puro contacto.
Un hombre se persigna la camisa,
arranca poderoso un autobús,
vende suerte una señora y no la tiene,
un estudiante confecciona bombas ideológicas,
el policía de la esquina se entristece,
cuenta autos un borracho en la avenida.
Visiones de esta ciudad que habito,
diferente a otras ciudades
que en un momento pasaron por mis pasos;
idéntica en su fin y su sentido.
En la piedad de mis encuentros
me suspendo,
soy asfalto ardiendo
y agua derramada.
Veo al lugar donde se tiende el cielo,
y pienso en otro cielo
al que no llegan mis pasos.
Abalorios
Con reglas totalmente incomprensibles
y principios del todo arbitrarios,
con jueces y con testigos,
jugamos a una historia
de noches y dolor.
Dos amantes que se dañan con pasión,
el hijo que humilla a su madre,
la mujer que en una noche de fiesta
traiciona a su esposo con placer,
el niño que al correr tras la pelota
tropieza y cae sin llorar,
la aurora que irrumpe
en la alcoba con clamor,
el texto que nos tiende
una celada imperceptible,
la muerte que ataja
una vida en plenitud,
los juegos que la mar ha concertado
en la arena de una playa sin color,
las sonrisas que dejamos a la luna
cuando el viento sopla intenso en su furor.
Las preguntas son papeles que jugamos
cuando suena la trompeta del dolor,
cuando adultos emprendemos los combates
cual si fuera un juguete sin furor.
Desgastamos la energía en este juego
que parece ser la vida,
templamos el arco que impulsará
la flecha,
sonreímos, no sabemos que es teoría el devenir;
disparamos cosquillosos,
apostamos sin concierto,
y perdemos casi siempre
aunque acierte la pelota en el color.
No hay conteo en esta carga irremisible,
no hay cítara ni tambor,
suena sólo un clarín en la tormenta
y creemos que es el tiempo del ardor.
Enfrentar los elementos
Enfrentar los elementos
en las más duras condiciones.
Dale duro a la matraca,
el cuerpo aguanta y
la sangre empuja,
no hay que preocuparse
porque el momento es uno.
Suave y cómoda poltrona
no ayuda a mantener el firmamento.
Dale duro hasta cansarte,
que el corazón aguanta
y el músculo lo agradece.
Dale con hierro y con plomo
hasta enfrentar los momentos.
El bronce y la piedra dura,
el martillo podrá un día con el yunque.
La base termina por partirse
pero el alma aguanta la condena.
Dale duro al alma y al espíritu,
que el golpe no es tan fuerte como piensas.
Dale duro a la matraca y a la pluma
que la vida es más corta que una broma.
Dale duro pero duro de verdad
que lo suave vendrá ya tras de la muerte.
Encuentros
A A. Camus y R. Barthes
por sus obras y sus encuentros.
Mis piernas se figuran el camino
que atraviesa la frontera de la casa,
y me aventuro sigiloso,
el oído hirsuto
pegado a los enigmas de la calle,
la mirada esquiva de una esquina traicionera
me confunde,
el auto ciego que me embiste se emociona,
se estriega contra mí en brava contienda
y me acaricia tibio, fulminante.
Me encuentro en la blancura
de la noche cerrada en el olvido,
y me parece que he vivido este periplo
sin saber si en realidad no lo recuerdo.
*(Nicaragua, 1958). Escritor, catedrático y crítico. Reside en Cincinnati (EE.UU.). Desde 1990 a 2004 fue catedrático de la Universidad de Tulane (EE.UU.), luego profesor de Literatura hispanoamericana de la Universidad de Cincinnati (EE.UU.), donde fue jefe de departamento y director de estudios de posgrado hasta su jubilación. Obtuvo el Premio Nacional Rubén Darío (1995). Ha publicado en cuento El libro de las palabras enajenadas (1991), El ojo del cielo perdido (1999) y Caminar es malo para la salud (2011); en ensayo La significación del género: estudio semiótico de las novelas y ensayos de Ernesto Sábato (1992); La estructura de la novela nicaragüense: análisis narratológico (1996); y en poesía Sintaxis de un signo (1995, 2000), Viajemas (2009) y Poesía reunida 1984-2014 (2015).