Nada más que el polvo. 9+1 poemas de Amanda Vital

 

Por Amanda Vital*

Traducción del portugués al español por Arturo Jiménez-Martínez

Curador de la muestra Fabrício Marques

Crédito de la foto la autora

 

 

Nada más que el polvo.

9+1 poemas de Amanda Vital

 

 

caverna

 

los desesperados los solitarios las personas non

gratas: todos acabamos en una arena movediza

pesada en el cuerpo en movimientos peristálticos

agresivísimos contra la piel la carne los huesos:

ese es el depósito material del hombre del saco

de los remunerados de lengua de los cuerpos sin alma

aquí es donde finalmente dieron nombres a los bueyes

donde el mundo no pasa del bullicio de fondo

y donde la vida sucede más allá de las orillas

mientras el pozo me trague ya un poco más

a cada día voy llevando el desespero en la sonrisa

estática voy llevando la soledad encapsulada en

mi entorno voy llevando la persona non grata

que cuanto más resiste contra más se tiñe:

en dorado, beige, castaño, gris y blues

 

 

 

rumbo

 

la colega que vive lejos es un papel arrugado

a pie de pagina a la diagonal de la papelera junto a la puerta

de salida en el fondo para no incomodar a nadie

cuando se tenga que ir en el tallo de las horas para abordar

el último autobús de la vuelta de los minutos quebrados

la voz de la colega que vive lejos es una sorpresa:

un cuerpo extraño que choca contra las paredes

que hace brotar una cierta no ausencia repentina

un algo que no debería estar allí una extraña

mujer sin rostro: la colega es esa casa en la espalda

siempre moviéndose mientras animal incapturable

deja su rastro de tierra y polen de plátanos

y la colega que vive lejos es una ráfaga de viento

abriendo grietas en nuestro espacio tiempo

 

 

 

catarata

 

mi madre me enseñó a relajar: por el agua de baño

pedía que dejara caer por en medio de la espalda y comienzo

del cuello por unos segundos hasta sentir la carne suavizar

y hundir: es una presión suave que viene perforando:

la madre de mi madre relajaba con la corriente del río a

chorro: era otro curso: era dejar al comienzo de la columna

un hilo único y mucho más fuerte salpicando respingos

golpeaba directo en el hueso saltaba en gotas por encima de la piel

a veces llorábamos: es que hay baños en que es preciso

llorar: vamos yo, mi madre y la madre de mi madre

a secar nuestros ojos de alegría de tristeza y de alivio

las mujeres de la familia sabían respetar el ciclo del río

de la crecida al estiaje mojadas por fuera secas por dentro

hay baños, mi madre; hay baños, mi abuela: y estos

la gente deja correr con los pies tendidos en la gravedad

eterna: y sigue lavando el alma hasta el cuerpo virar piedra

 

 

 

zumbido

 

he aquí la parte que me cabe en este latifundio:

un cuerpo de vino para darme coraje

una boca precisa para ofrecer la mía

una conversación de vieja para recordarme

un maquillaje que me sacude los trocos

una mano para pedir gajos de mandarina

un problema para resolver en los silencios

una brasa que no duerma cuando extingo

una flor marchita insertada cabello adentro

un pecho aún sensible para las ternuras

una noche cayendo al frente de mis ojos

un poema por día o cuanto me baste

 

 

resurrección

 

(para Mar Wolkers)

 

hablamos de la palabra dios de la misma forma

con una mezcla entre culpa desdén y miedo

no sé si es de acento: un habla pueblerino

de campesina rebelde que no suelta la fe

mínima que esté ligada a objetos pequeños

una figura de nuestra señora de la concepción

el rosario de madre perlas heredado de la abuela

¿será que ella decía también la palabra dios

con una mezcla entre culpa desdén y miedo?

¿será que viene de nuestras abuelas esa lengua

pesada de arrastrar azadones a regañadientes

de cargar sacos de yute por las jorobas

de vivir el castigo de nunca ir a las misas?

¿después de todo la lengua también puede vengarlas

nacer de nuevo ligeramente cosmopolita

comer la culpa liberarse del desdén: no

tener más miedo de decir la palabra dios?

 

 

 

diario

 

también como helena morley hacía yo misma castillos

dentro de la palabra en las entrelíneas de los libros impresos

en la tentativa de extraer diamantes de la fricción entre

el grafito y la hoja de papel antiguo: el acto de la escritura tiene

esa cosa de poderse esconder en un estante intacta

con la propia caligrafía – nada más que el polvo: presa

retorcida: coleccionada en viajes por el centro de la tierra

también yo dejé que los papeles volaran en ventanas abiertas

y el viento apagó ya los candelabros para intentar evitar

que escribiera de lo que no sucede en mi ciudad

por que sólo se escribe por la luz, helena, haciendo castillos

por dentro de la cabeza fuera del control de la mano

como hacen las muchachas inglesas con diarios de verdad

pero así como tú también los levanté conmigo misma

cascajo a cascajo: en frente a un riachuelo de minera:

e inventé mi nombre en la falda incierta de montañas.

 

 

 

recluta

 

he rechazado el llamado para servir al ejército

pido perdón a los amigos pero me duelen los brazos

de tanto vestir sus uniformes cambiarme desmancharme

he pedido treguas y miro en silencio a las batallas

pido perdón a los amigos por la infidelidad a tantos

belicismos que les caben crecen callos dentro

de las botas y mis manos arden heridas de lejía

removiendo las manchas mientras hay sangre

en el tejido de los uniformes quedo sólo recordándome de

cómo sus patrias se levantan tan deprisa y yo

acabo en las trincheras con los tímpanos reventados

y la boca suspirando el cansancio abierta a las hormigas

 

 

 

costura

 

madre, hoy vi el mar: parecía una sábana de seda

que la abuela sacudía y cuando extendía sobre la cama

siempre quedaban algunas arrugas que ella precisaba

estirar poco a poco alisando el tejido contra el colchón

la marea también evita arrugarse por encima de la arena

el mar es una porción de abuela perfeccionista de genio

inestable extendiendo un inmenso tejido infinito para

coserlo: el mar después de todo es una abuela agitando las aguas

de viscosidad azul en tafeta turquesa en seda verde

encertando barcos en pequeñas almohadas de arena

un ventilador atrás de la nuca soplando sus olas

los pies en el pedal: los pies en los pedales: dos manos

deslizando en una mesa de granito deshaciéndose

entre los dedos: una cinta métrica añil en el horizonte:

madre, hoy vi el mar y mis cabellos tienen recortes

 

 

 

a la francesa

 

mentí que dormí para que creyeran que descansé

mentí que jamás cruzaría la línea amarilla y negra

mentí todas las dosis extra de pésimo aguardiente

mentí con las piernas abiertas y los pantalones abajo

mentí el cigarro en la bolsa entre pastillas de menta

mentí mi afecto para que me pensaran profunda

mentí oraciones apenas con el movimiento de la boca

mentí el nivel de voz rompí lamparás ventanas y copas

mentí ya estar muerta: nunca tuve un sueño tan bueno

 

 

 

bisturí

 

no quiero saber de esos afectos de la palabra:

lea mi poesía me mire a los ojos y diga si

es buena o mala. no me tomes por los hombros no

me imagines desnuda no te pongas de mi lado en

disputa. pero léeme como lees a tus amigos.

con el mismo cuidado y hondura, tal vez calma.

sobre todo me leas como quien busca los anteojos

para examinar un cuerpo. me leas con las manos

cubiertas de alcohol en gel. no quiero saber

de esos afectos a través de la palabra: atrás

de la puerta, todo es ruido y espera. si quisieras leerme,

lee como alguien que no guste tanto de mí.

 

 

 

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(poemas en su idioma original, portugués)

 

La poeta Amanda Vital

 

Nada mais que a poeira.

9+1 poemas de Amanda Vital

 

 

caverna

 

os desesperados os solitários as personas non

gratas: todos acabamos numa areia movediça

pesada no corpo em movimentos peristálticos

agressivíssimos contra a pele a carne os ossos:

esse é o depósito material do homem do saco

dos pagadores de língua dos corpos sem alma

aqui é onde finalmente deram nomes aos bois

onde o mundo não passa de barulho de fundo

e onde a vida acontece para além das margens

enquanto o poço me engole já um pouco mais

a cada dia vou levando o desespero no sorriso

estático vou levando a solidão encapsulada no

meu entorno vou levando a persona non grata

que quanto mais resiste contra mais se colore:

em dourado, bege, castanho, cinzento e blues

 

 

 

rumo

 

a colega que mora longe é um papel amassado

no rodapé à diagonal da lixeira ao lado da porta

de saída no fundo para não incomodar ninguém

quando tiver de ir no talo das horas pra apanhar

o último ônibus da volta dos minutos quebrados

a voz da colega que mora longe é uma surpresa:

um corpo estranho que colide contra as paredes

que faz brotar uma certa não-ausência repentina

um algo-que-não-deveria-estar-ali uma esquisita

mulher sem rosto: a colega é essa casa nas costas

sempre a mover-se enquanto animal incapturável

deixando seu rastro de terra e pólens de plátanos

e a colega que mora longe é uma rajada de vento

a fazer aumentar fendas em nosso espaço-tempo

 

 

 

cascata

 

minha mãe me ensinou a relaxar: pela água do banho

pedia que deixasse cair no meio das costas e começo

do pescoço por uns segundos até sentir a carne ceder

e afundar :é uma pressão fraquinha que vem furando:

a mãe da minha mãe relaxava com a corrente do rio à

bica :era outro curso: era deixar no começo da coluna

um jato único e bem mais forte salpicando pinguinhos

batia direto no osso saltava em gotas para fora da pele

às vezes choramos: é que há banhos em que é preciso

chorar: vamos eu a minha mãe e a mãe da minha mãe

secar os nossos olhos de alegria de tristeza e de alívio

as mulheres da família sabiam respeitar o ciclo do rio

da cheia à seca molhadas por fora enxutas por dentro

há banhos, minha mãe; há banhos, minha avó: e esses

a gente deixa correr com os pés fincados na gravidade

eterna: e segue lavando a alma até o corpo virar pedra

 

 

 

zumbido

 

eis a parte que me cabe neste latifúndio:

um copo de vinho para me dar coragem

uma boca precisa para oferecer a minha

uma conversa de velha para me lembrar

um estojinho que me sacoleje os trocos

uma mão para pedir gomos de tangerina

um problema para resolver nos silêncios

uma brasa que não durma quando apago

uma flor murcha enfiada cabelo adentro

um peito ainda sensível para as ternuras

uma noite a cair à frente dos meus olhos

um poema por dia ou o quanto me baste

 

 

 

ressurreição

 

(para Mar Wolkers)

 

falamos a palavra deus da mesma forma

com um misto de culpa desdém e medo

não sei se é do sotaque: uma fala caipira

de camponesa rebelde que não larga a fé

mínima que seja ligada a objetos miúdos

um bibelô de nossa senhora da conceição

o rosário de madrepérolas herdado de vó

será que ela dizia também a palavra deus

com um misto de culpa desdém e medo?

será que vem das nossas avós essa língua

pesada de arrastar enxadas a contragosto

de carregar sacos de juta pelas corcundas

de viver a punição de nunca ir às missas?

afinal a língua também pode vingar avós

nascer de novo ligeiramente cosmopolita

comer a culpa libertar-se do desdém: não

ter mais medo de se dizer a palavra deus?

 

 

 

diário

 

também como helena morley fazia eu mesma castelos

dentro da palavra nas entrelinhas dos livros impressos

na tentativa de fazer minerar diamantes do atrito entre

o grafite e a folha de papel antigo: o ato da escrita tem

essa coisa de se poder esconder numa estante intocada

com a própria caligrafia – nada mais que a poeira :presa

distorcida: colecionada em viagens pelo centro da terra

também eu deixei os papéis voarem nas janelas abertas

e o vento já apagou-me os candeeiros para tentar evitar

que eu escrevesse do que não acontece à minha cidade

porque só se escreve pela luz, helena, fazendo castelos

de dentro da cabeça para fora do comedimento da mão

como fazem as garotas inglesas com diários de verdade

mas assim como você também ergui-os comigo mesma

cascalho a cascalho :em frente a um riacho de garimpo:

e inventei o meu nome no sopé incerto das montanhas.

 

 

 

recruta

 

tenho recusado os convites para servir a exércitos

peço perdão aos amigos mas me doem os braços

de tanto vestir seus uniformes me trocar destrocar

tenho pedido tréguas e assisto calada às batalhas

peço perdão aos amigos pela infidelidade a tantos

belicismos que lhes cabem crescem calos dentro

das botas e minhas mãos ardem feridas de lixívia

removendo as manchas enquanto houver sangue

no tecido dos uniformes fico só me lembrando de

como suas pátrias se reerguem tão depressa e eu

acabo nas trincheiras com os tímpanos explodidos

e a boca suspirando o cansaço aberta às formigas

 

 

 

costura

 

mãe, hoje eu vi o mar: parecia um lençol de seda

que avó abanava e quando estendia sobre a cama

sempre ficavam algumas preguinhas ela precisava

puxar com cuidado deixando liso sobre o colchão

a maré também evita preguinhas por cima da areia

o mar é um bocado de avó perfeccionista de gênio

instável a estender um imenso tecido infinito para

cosê-lo: o mar afinal é uma avó abanando as águas

em viscose azul em tafetá turquesa em seda verde

espetando barcos em pequenas almofadas de areia

um ventilador atrás da nuca a assoprar suas ondas

os pés no pedal: os pés nos pedalinhos: duas mãos

deslizando numa bancada de granito a desfazer-se

entre os dedos: uma fita métrica anil no horizonte:

mãe, hoje eu vi o mar e meus cabelos têm retalhos

 

 

 

à francesa

 

menti que dormi para acreditarem que descansei

menti que jamais cruzaria a linha amarela e preta

menti todas as doses extras de péssima cachaça

menti com as pernas abertas e as calças no chão

menti o cigarro na bolsa entre balinhas de hortelã

menti meu afeto para que me achassem profunda

menti orações apenas com o movimento da boca

menti o nível de voz rompi lustres janelas e taças

menti já estar morta: nunca tive um sono tão bom

 

 

 

bisturi

 

eu não quero saber desses afetos da palavra:

leia minha poesia me olhe nos olhos e diga se

é boa ou má. não me toque pelos ombros não

me imagine despida não tome meu partido em

rixas. mas me leia como lê os seus comparsas.

com o mesmo cuidado e fundura, talvez calma.

sobretudo me leia como quem busca os óculos

para examinar um corpo. me leia com as mãos

cobertas de álcool em gel. eu não quero saber

desses afetos do lado de fora da palavra: atrás

da porta, tudo é ruído e espera. se quer me ler,

leia como alguém que não goste tanto de mim

 

 

 

 

 

*(Brasil). Poeta. Licenciada en Estudios Literarios por la Universidade Federal de Minas Gerais (Brasil) y magíster en Edición de textos por la Universidad de Nova Lisboa (Portugal). Se desempeña como asistente editorial de la editorial Patuá y como coeditora de la revista Mallarmargens. Ha publicado en poesía Passagem (2018).

 

 

 

**(Veracruz-México). Reside en Morelos (México). Biólogo por la UMSNH, magíster y doctor en Ciencias del suelo (Edafología) por COLPOS-Campus Montecillos. Especializado en microbiología ambiental y microbiología de suelos perturbados. Desde 2009 tiene el certificado de dominio de la lengua portuguesa CELPE–BRAS. Ha traducido a diversos poetas lusófonos de Brasil, Portugal, Mozambique, Sudán y Angola, a través de las redes sociales. Ha publicado parte de su trabajo poético en periódicos y revistas digitales.

 

 

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